Partida Rol por web

viendo que era lo mejor que podía hacer para ser útil ante una situación que le superaba decidió hacer uso de aquella varita de curación que el grupo le había confiado. Fue al ver como aquel ofidio maldito malhería a la guerrero más importante por facultades del grupo cuando el estrafalario mercader lanzó en un grito la voz de mando agitando con un elegante, enérgico y a la vez melodioso movimiento de muñeca el artefacto, pero los nervios o quizás el desconcertante danzar del combate hicieron que la brillante luz que anunciaba la curación se apagara repentinamente dejando al pícaro con una sonrisa forzada sinónimo de un "UPS"

Awib trató de golpear nuevamente, pero el grupo parecía condenado a no acertar a su objetivo. 

El combate se estaba eternizando. Aunque la estrategia del grupo se había volcado en ayudar a Awib y su poderoso martillo, esa estrategia no estaba dando sus frutos.

Sin embargo, y como intuyendo es estrategia, el metálico ofidio centró su ataque en la paladín. Momento que aprovecho Ravic para golpear en lo que creyó que era una especie de juntura de su metálica escamosa piel.

Aún rodeada por enemigos más grandes que ella, la cobra no perdía la compostura y enseñaba rabiosa los afilados colmillos moviendo la cabeza de un lado a otro. Tenía donde elegir y en aquella ocasión se abalanzó sobre Ibraïm, que sobre el sarcófago de Akhentepi hacia equilibrios por no caerse y en un movimiento brusco consiguió evitar la mordedura del ofidio...

Los Leones de Wati empezaban a mostrar signos de cansancio, el enemigo que tenían ante ellos no... una clara señal de su naturaleza.

El cansancio comenzaba a hacer mella en los Leones de Wati. Sin embargo, su enemigo parecía más fresco que una rosa. Claramente no era un ser vivo, y tenían que darse prisa en derrotarlo, sino lo haría él con ellos.

Ravic se volvió a abalanzar sobre el metálico ser, en parte para intentar encontrar un nuevo resquicio en su ferrosa piel, cosa que esta vez no pudo conseguir, pero por otra parte, intentaba atraer la atención de aquel ser, para que Awib, y el resto, consiguiesen superar sus defensas.

armado con una daga en una mano y la varita de curación en la otra Alí se aproximó por la espalda a la paladín enana e intentó inútilmente curar sus heridas... estaba claro que dentro de aquel lugar residía una maldición que afectaba por entero al grupo

Maldita sea, que le pasa a este trasto!!!

El joven mago seguía golpeando con su bastón mientras trataba de mantener el equilibrio subido en el sarcófago.
De repente, la serpiente le encaró y, rápida como el rayo, echó hacia adelante su metálico cuello y trató de clavar en su carne los afilados colmillos.
Con un grácil movimiento, Ibrahïm logró evitar el impacto.
No obstante, el esfuerzo realizado hizo que esta vez, sus golpes no hallasen a su objetivo.

Por su parte, el chivo continuaba arremetiendo con dureza contra su oponente.
- Beeeeeee

¡¿Qúe pasaba en aquella mazmorra funeraria taimada y letal?!

El combate contra aquel ofidio metálico se alargaba más de lo que cabía esperar y Awib erraba uno tras otros sus embates. Parecía como si la paladín enana hubiera caído en desgracia, pues su gran martillo era incapaz de encontrar un punto donde impactar a la revoltosa y peligrosa serpiente.

A pesar de eso, ninguno de los allí reunidos estaba dispuesto a rendirse. Así fue como nuevamente, la muchacha de piel bronceada intentó con sus movimientos despistar al escurridizo enemigo.

Awib por fin lo entendió... ¿Cómo podía ser que, tan entrenada como estaba la heraldo del Clan Maestroesfinge, errara una vez tras otra sus martillazos contra aquella escurridiza serpiente? Aún con la ayuda que los demás miembros de los Leones de Wati le prestaban para distraer a aquella guardiana de Akhentepi su martillo volvió a fallar golpeándose con dureza sobre el frío suelo. 

Awib por fin lo entendió, no eran ellos, era la maldición de Akhentepi, sin duda algún tipo de aura protectora que debía afectar a la habilidad combativa de todo aquel que haya profanado su cámara funeraria, no había otra explicación a tanto error y torpeza en aquella lid. Al menos así lo vió la sierva de Torag, que aunque se mantenía firme sin caer en la desesperación, empezó a flaquear en sus creencias de que habían hecho bien adentrándose tanto en la tumba.

Los bufidos de la phadmed resonaban por toda la sala. El martillo sagrado iba y venía pero no lograba impactar a su pérfido adversario. ¿Había caído sobre los Leones de Wati la maldición de Akhentepi?

La cobra por su parte no permitiría que aquellos extraños perturbasen el lugar de descanso de su amo, así que con un ataque relámpago lanzó su cabeza hacia Ravic pero nuevamente no encontró donde clavar sus colmillos.

Sí, ciertamente aquella sala debía estar maldita, ni los bravos guerreros con los que luchaba codo con codo eran capaces de acertar en sus golpes a la sierpe metálica , ni, como a él le había pasado, eran incapaces de atravesar esas escamas, ni él era capaz de hacer funcionar esa varita que ya tenía cogida por la mano... realmente estaban malditos.

En fin, fútil fue el nuevo intento por sanar con el artilugio mágico a la paladín enana

Ravic encajó la dentellada del ofidio contra el escudo sin mayor problema, y contraatacó con un golpe directo a la cabeza. El golpe no hizo daño real al objetivo, pero marcó distancia con él. No se iban a dar por vencidos. Tarde o temprano caería el último obstáculo.

Aquello resultaba ciertamente cómico. Tal vez se trate de un juego- pensó Nylwa mientras seguía azuzando al metálico ofidio. Quizás Chiwi esté jugueteando con ella... ¡¡Seguro!! Jijijiji...- conjeturaba la inocente moza mientras proseguía en aquel baile sin fin.

Debían terminar cuanto antes con aquella amenaza. El esfuerzo conjunto de los Leones de Wati no estaba resultando todo lo eficaz que debiera.
Ibrahïm continuó utilizando su bastón para desorientar a la cobra.

Abbas podía notar el deseo que el joven mago sentía por asistir a sus compañeros en la batalla, por lo que el chivo continuó soltando cabezazos contra el metálico oponente.

Awib volvió a alzar el martillo y la esquiva serpiente volvió a esquivar el golpe. La desesperación por la maldición que afectaba a la habilidad marcial del grupo empezó a mermar en la esperanza de todos. 

- ¡¡¡¡¡ No desfallezcamos!!!! ¡¡¡¡ Mantengamos el temple y la paciencia del herrero!!! - gritó jadeando por el esfuerzo de tanto movimiento físico en tratar de golpearla, sabía que en situaciones como aquella el cansancio empezaba a hacer mella en cualquiera, y era su deber como paladin y heraldo de su pueblo intentar infundir valor y coraje a los presentes.

El combate se había reducido a un toma y daca de amagos que no conducía a nada. Los Leones de Wati eran incapaces de impactar al enemigo mientras Ali movía la varita de curación arriba y abajo cual chamán de tribu Mwangi.

La cobra volvió a atacar a la paladín pero el gesto pareció una finta...

Debían seguir intentándolo para terminar de una vez por todas con tal escurridizo enemigo. Y así lo hizo Ibrahïm: con un potente golpe que resonó en toda la estancia logró impactar sobre la férrea serpiente.

Abbas no cejaba en su empeño de pulverizar a este enemigo tan obstinado.

- Beeeeeeeeeeee