Partida Rol por web

Una sensación extraña erizó el bello de mi piel. Esta todo tan..no, demasiado sería la palabra, demasiado silencioso. Mis ojos buscaron aquellos mas cercanos, como si preguntaran con la mirada si entendían que estaba ocurriendo.

Mi primer impulso iba a ser gritar a Joey y a Cristhine que se pudieran bajo la mesa, pero el camionero se adelantó y no pude mas que buscar con la mirada a Dakota que andaba tras la barra un poco retirada.

 - ¡Un terremoto!. ¡Hagan lo que dice!.  Refiriéndome a las palabras del grandote. Y así, por proximidad no me quedaba otra que compartir mesa con aquellas dos desconocidas de la moto averiada.

Layla departía amablemente con Chad y en un instante todo se tornó turbio y el día cambió. En un instante todo cambió, y ella sintió que no era un cambio a mejor. La cucharilla del café se empezó a calentar, y poco después todo comenzó a temblar. Se empezaron a escuchar gritos, y un cristal estalló.

-Será posible que para un día que me cambian de ruta...!

La repartidora estuvo a punto de salir corriendo del local, pero respiró profundo y se limitó a acurrucarse junto a la barra mientras escuchaba gritos de "terremoto" y observaba en especial al niño !!

Miro al techo y luego se dio cuenta de que las cosas que se movian solas, con particular curiosidad para sus ojos. Era como si los objetos quisieran bailar y era algo bonito, fascinante... Empezaba a ser como un sueño. Se pregunto si se habria dormido en algun momento sin darse cuenta.

El señor grande cogio a al niño y lo metio bajo la mesa. Grito, dijo que nos teniamos que poner a cubierto pero Christyn no entendia el motivo. El suelo bailaba, las tazas, las sillas...¿Eso era malo?. Entonces los cristales se rompieron.

Cristales rotos...

Cristales rotos.....

Christyn grito aterrada. Le asustaban mucho los cristales cuando se rompian, le recordaban al accidente. Se agacho pegada a la pared con las manos cubriendo su cabeza y temblando como una hoja al viento mientras su mente le hacia revivir el momento del accidente.

Al principio todo estaba tranquilo. Una buena mañana, como siempre. Pero despues todo empezo a temblar.

Dakota y yo estábamos tras la barra y tuvimos que tirarnos al suelo mientras las cosas saltaban y zumbaban. Por suerte la freidora y la cocina de gas la pague cuando termine de sacar las patatas.

El tio grande cogió a Joey y se metió bajo la mesa, por lo que pensé que lo mejor seria agacharse y meterme bajo el fregadero con Dakota. Así que tire de ella hacia abajo cuando se dio cuenta que su hijo estaba  bajo la mesa con John.

-¿¡Pero que cojones es esto!? Cuidado con los cristales.. apartaos de las ventanas!!!

Despues solo el silencio.

Troy había comenzado a sacar su billetera para realizar el pago de las botellas que se adjudicó. Apenas dio tiempo a contestar a la tendera cuando un fuerte temblor comienza a sacudir toda la tienda, violentamente. Su primera reacción es soltar las botellas y mirar alrededor, intentando buscar un lugar seguro en el que refugiarse, ya que todo lo ubicado en las estanterías comienza a caer al suelo.

De un aparatoso salto, consigue pasar el mostrador, escondiéndose debajo del mismo. Mientras está escondido, observa como la señora también se ha puesto a cubierto. Troy ofrece una mirada tranquilizadora a Ruth, acompañándola con un gesto de manos sosegado. El temblor cesa pero la luz se ha ido. La poca iluminación que existe proviene de la calle, la cual resulta bastante escasa.

Todo se encuentra roto y tirado por el suelo. Un caos. Observa una gran grieta en la pared. No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que aquel anticuado edificio se va a venir a bajo en cuestión de minutos.

Troy se acerca rápidamente a Ruth, mientras la mujer intenta hablar por teléfono.

-Ruth, si tienes algo de valor en ésta tienda que quieras conservar, te aconsejo que vayas en su búsqueda rápidamente. Creo que el edificio se va a venir a bajo en breves...-señaló la gran grieta que se formó a causa de la sacudida.

-¡JOEY!- El silencio había desaparecido, como barrido por aquel extraño zumbido que iba en aumento hasta que culminó con aquel temblor. Las rodillas se le doblaron pero se agarró al mostrador, soltando un grito cuando una de las ventanas reventó.

Joey, tengo que llegar a Joey.

¿Cuánto hacía que no sentía esa urgencia enfermiza por acudir al lado del niño? No quería pensarlo, sólo llegar hasta él, estrecharlo entre los brazos y cubrirle con su propio cuerpo aunque el peligro del que intentaba protegerle era menos concreto que en ocasiones anteriores.

¡Ah!

Un tirón seco que hizo que se golpease con el fregadero al esconderse bajo él.

-Chad qué está...-se agarró a él aovillándose como era posible y, cuando aquel temblor "devastador" pasó regresó el silencio para ser interrumpido de nuevo en esa ocasión por el zumbido del generador de emergencia.

-¿Estás bien?- masculló saliendo bajo el fregadero a gatas, las piernas le temblaban como si tuviesen su propio terremoto y necesitó aunar toda la voluntad de su instinto maternal para poder incorporarse a trompicones para salir a la sala.

-¿Estáis todos bien?-su voz le sonó irregular, demasiado aguda en algunas sílabas como si la hubiesen estrangulado intermitentemente mal hablar- ¿Joey? ¿Chris?-allí donde había estado su hijo acompañado de la joven morena se encontraban varios bultos.

Gracias al cielo. En cuanto asimiló que su hijo se encontraba protegido suspiró de tal forma que bien podía haberse quedado sin aire en los pulmones. Qué desastre...

Parecía que por un momento se iba a acabar el mundo. Todos se apresuraron a ponerse a cubierto, cada cual donde pudo. Al cabo de unos instantes, todo aquel caos y los gritos se acabaron y todo se tornó en un incómodo silencio. Tras unos momentos que parecieron eternos, Layla arrastró la banqueta que tenía a su lado mientras se ponía en pie. El chirrido de las patas metálicas la produjo una dentera tremenda. La repartidora miró hacia todos los lados, mientras gritaba en voz alta para todos los que allí se encontraban:

- ¿Están todos bien? ¿Hay alguien herido?

Su gorra se había descolorado al agacharse de forma repentina, y la repartidora se apresuró a ponerla en su sitio tan pronto como se incorporó, tras comprobar que estaba de una pieza, sin daño alguno.

John salió de debajo de la mesa y cogió al crío en brazos, dándoselo a su madre para que pudiera abrazarlo y mimarlo a gusto.- No parece que nadie este herido.- dijo John mirando alrededor, al menos no vea a nadie desangrándose ni con un cascote aplastandole el craneo.

- Al menos ninguno de los que estamos aquí.- murmuro sin saber que habia pasado.- Imagino que esto no es frecuente por la región, como los terremotos en San Francisco y los tornados en Texas... ¿o sí?

"Tac, tac, clanc."

El sonido de las uñas de Lys golpeando con suavidad la mesa resonaba en la cafetería.

Usaba solo tres dedos; anular, corazón e índice. En ese orden.

El último golpe sonaba distinto debido a la garra de acero que adornaba sus falanges.

Ese ritmo repititivo la había sumido en una especie de trance mientras esperaba a que Ally terminara de comer, pero de pronto el trance se rompió.

Tardó unos segundos en percatarse del extraño silencio que reinaba ahora en la cafetería.

Eso la extrañó, así que con disimulo buscó la fuente de tal tranquilidad.

Nada.

Aún así sentía algo. Su voz interior le gritaba que huyera.

De pronto sintió como algunas zonas de su cuerpo se calentaban; nariz, labios, cejas, pecho, orejas, dedos...

¿Hmmm..?

Se había llevado una mano por inercia al septum, que se estaba calentando por momentos como el resto de sus piercings y accesorios.

¿Que demonios...?

La vibración la dejó pasmada. Parecía afectar a todo lo metálico. La mayoría de sus accesorios eran de metal.....

De un suave vibrar pasó a temblar. Temblores cada vez más notorios.

En pocos segundos todo el local temblaba.

La ventana se rompió y Lyz saltó como con un resorte.

Mierda...¡Al suelo! -Dijo rodeándo a Ally con su cuerpo y haciendo que se pusiera de rodillas para evitar que sufriera daño alguno, usando su esbelto cuerpo como escudo.

Pegó la mejilla a su cabeza. Después del pasado de la rubia sabía perfectamente lo muchísimo que la asustaban esas cosas.- Tranquila, todo saldrá bien...tranquila, estoy aquí.. -Le susurraba con una voz lo más serena posible.

El caos desapareció y solo entonces se atrevió a levantarse.

¿Estás bien? -Le preguntó a la chica, ayudándola a levantarse. El resto se la sudaban, menos el niño. Él parecía estar bien, así que examinó con las manos y la vista a Ally.- No estás herida. ¿Verdad? ¿Te duele algo? -Por unos segundos en su inexpresiva cara se reflejó la angustia de imaginar algún tipo de daño en Ally.

Todo pasa, y el niño está ileso pero tremendamente asustado. Tiene los ojos muy abiertos, pero no llora. Se agarra tan fuerte al cuerpo de John que parece que vaya a fundirse con él, y sólo se separa cuando tiene a su madre lo suficientemente cerca para ser a ella a la que se abraza.

Ally también está bien, pero ella sí llora por el susto.

Al fin el mundo se va a terminar, sabía que iba a suceder aunque debo reconocer que no me lo esperaba tan rápido. Mientras todos corren bajo las mesas y se esconden dentro del recinto, yo por otra parte prefiero salir hacia el exterior. No pienso morir aplastado cuando se caiga el techo o terminar como alfiler bajo las astillas de vidrios rotos.

Corro casi instintivamente hacia afuera sin importarme nada de lo que le suceda a estas personas que ni siquiera conozco.

Christyn estaba aterrada, encogida contra una de las paredes. Le costo recuperar el aliento mientras por sus mejillas caian miles de lagrimas. Miro a su pequeño amigo, el tenía a su madre para consolarle pero ella se sentía desamparada. Quería que su padre la abrazara y le dijera que todo estaba bien.

¿y si su padre se había hecho daño?

El corazón le dío un vuelco.-¡PAPA!.- exclamo de pronto y salío corriendo para ir a casa a buscarle.

De repente, como si no hubiera pasado nunca todo cesó. Me incorporé buscando con la mirada a unos y a otros, verificando que nadie había resultado herido y como si eso me quitara el sueño me alivió comprobar que así era.

- Parece que no...respondí a la pregunta de la repartidora ante lo evidente para voltear la mirada en Joey. - Vamos, campeón, todo esta bien. Llegué a decir intentando que se tranquilizara, aferrado como estaba al fornido camionero. Aunque fue su madre quien finalmente lo consiguió quedando abrazado a ella.

- Voy a mirar que todo marche bien ahí fuera. Y de paso seguir a Christyn, me importaba lo suficiente ella y su padre como para dejar que se fuera de aquella forma corriendo.

Abrí la puerta del local de Chad y salí por ella, frunciendo el ceño, escrutando en que dirección había salido. - ¡Ey...espera Chryst!.

Salgo detrás de la barra ayudando a Dakota salir.

-¿Estáis todos bien?- Pregunto con preocupación.

Parecía no haber pasado nada, pero desde luego el susto fue tremendo.. y los destrozos... no fueron cuantiosos pero si escandalosos.

Me dirijo a la puerta y me quedo en el dindel mirando hacia fuera para ver que ha pasado en el exterior.

- Que demonios ha pasado aquí?

-Ya ha pasado todo cariño, tranquilo, todo va bien. ¿Te has hecho daño?-pese a que lo repetía una y otra vez en voz queda parecía que necesitaba convercerse a ella antes que a Joey, aferrado a sus piernas de tal forma que podía sentir cómo se le clavaban las costuras de la ropa por el lado en el que se tensaba demasiado y le dificultaba examinar de forma rápida el estado del niño.

Josh salió tras Christyn y ella suspiró relativamente tranquila. Corre, Josh. ¿cuánto podía correr Christyn? Lo suficiente, sin duda, sería una niña en comportamiento pero la potencia física iba acorde con su edad... pero Josh no tendría problemas para alcanzarla antes de que pudiese haber una desgracia y ayudarla en su casa. O eso esperaba.

Abrazando con un brazo a su hijo, doblada hacia delante para poder estrecharle bien se intentó quitar de en medio los múltiples mechones que ya habían convertido su moño de trabajo en una causa perdida pero en cuanto la mano libre pasaba por los mechones castaños volvían a caerle desordenados a ambos lados de la cara y parte del rostro.

Qué desastre... 

El otro chico, el escritor, ése también había huido de la zona y la pareja de chicas intentaba reponerse aunque no se le escapó el aire protector de la que había pedido el cambio para tabaco. Quizá fuese por la afinidad sobreprotectora pero consideró que no podía (ni debía) entrometerse en el estado de ambas hasta que los nervios se hubiesen calmado.

-¿Está bien?-miró a John, que había protegido a su hijo, con un sentimiento de deuda que pocas oportunidades tendría de saldar.

Quiso contestar a su jefe pero no pudo hacer otra cosa que mover los labios en busca de una explicación que no le llegaba. Nadie tenía la culpa de esos temblores, ¿verdad? Símplemente llegaban y tal cual habían llegado se iban.

-¿Troy no estaba en la carretera durante el temblor?-como un chispazo de energía la imagen del desagradable pseudoermitaño dando un portazo le había venido a la mente y aunque no profesaba ningún afecto hacia Troy tampoco le deseaba ningún mal.-Jesús...-la mano que estaba apoyada en la espalda de su hijo se crispó, sujetándole de la camiseta-esto es un desastre.

Tras comprobar que todos estaban bien, y que no sufrían daños, Layla se tranquilizó. Un par de personas abandonaron el local apresuradamente, y de pronto reparó en su furgoneta de reparto, si estaría bien, o hubiese sufrido algún tipo de percance durante el extraño suceso.

- ¡Oh, cielos, la furgoneta! exclamó. 

Sacó unas monedas del bolsillo, las dejó sobre la barra -Le dejo aquí el dinero del café, señor. mientras salía del bar, para comprobar que su vehículo no tenía ninguna anomalía.

Las sirenas de los coches de policía, bomberos y ambulancias no tardaron en llenar las calles de Mist Valley. La mayor parte se dirigía a la zona antigua del lugar, donde los edificios eran más débiles y las estructuras corrían más peligro.

Los diferentes coches se paran en la calle donde Ruth Anne tiene su tienda, y dos bomberos no tardan en entrar en ella.

- ¿Están todos bien? ¿Hay alguien más? ¿Algún herido?

Mientras uno habla, el otro se acerca a la pared que parece estar a punto de desmoronarse, sorteando los muebles movidos y los productos caídos.

- Hay que apuntalar esto. Es mejor que salgan. - El bombero mira a Ruth Anne. - ¿Hay algún producto peligroso aquí o en el sótano?