Partida Rol por web

Aguanté el arco hasta que el resto estuvo preparado, cuando vi salir volando las flechas de Viento y Mía solté la cuerda.

Me quedé con los brazos cruzados hasta que mis compañeros tensaron la cuerda y en el momento en el cual soltaron la flecha con un rápido movimiento de brazo lancé una de mis dagas justo al cuello del orco.

                Cuatro arqueros, cuatro orcos. Parecía una ecuación justa.  Así fue que Viento, Kivhit, Mía y finalmente Fafnir hicieron el lanzamiento de sus armas. Los tres primeros, una flecha cada uno, el último, una de sus dagas.

                Los instrumentos casi no hicieron sonido, más que un silbido leve, al surcar el aire de la noche. Las tres saetas impactaron en los pechos de cada vigía y el cuchillo cortó la garganta del cuarto. Los vieron caer, dos desde las torres hacia el suelo; los otros dos directamente perecieron en su posición, caídos en su puesto de vigilancia.

                Entonces la bola de luz se movió, la siguieron, rodeó un poco más el muro y se puso a brillar bajo un ladrillo en particular. Lo estaba señalando. Luego de hacerlo desapareció en un haz de fulgures pequeños. Mía tocó el ladrillo, cedía, lo empujó. Con un click sordo, una parte de la pared se corrió dejando entrar a la ciudad. El cuerpo de uno de los orcos yacía delante, con su sangre oscura manchando el terreno. Había casas pequeñas, de techos bajos y desprolijos, un aljibe y algunas callejuelas. Ni entraron el muro se cerró tras ellos.

                Estaban en la ciudad orca… había que ahora hallar el camino a las catacumbas… y sobre todo evitar que nadie notara que había extraños allí. Se debía ocultar a los cuerpos.

Por fin estábamos dentro de la ciudad orca y aquello no podia ser mas que un suicidio, en aquel lugar tendria que haber cientos de orcos puede que incluso miles y si alguno nos detectaba de seguro toda la ciudad trataria de matarnos, tendríamos que tener mucho cuidado y escondernos bien, pero antes que nada tendriamos que desacerrnos de los cuerpos de los orcos que habíamos matado.

- deshagámonos de los cuerpos antes de avanzar - digo a mis compañeros aunque tengo claro que es una tonteria decir eso, ellos tienen claro que hay que hacer eso.

Había dos cuerpos en el suelo y dos en la torre. Los de arriba no creo que los encontraran en un tiempo, sin embargo los de abajo había que esconderlos. Era difícil deshacerse de un orco apestoso, más lo sería de dos... Miré a Rayitas y luego a los orcos, entonces empecé a imaginarme cómo cabrían los dos cuerpos en el estómago del tigre. "Quizás si primero los troceamos..." Me daba miedo que el minino se empachara de orco, así que al final descarté la idea.

- ¿Y si Fafnir los desintegra con una llamarada o algo? Tu, Viento, puedes dirigir un poco el humo para que no se note que aquí hay orco ahumado.

  Bregor recogió los dos cuerpos caidos en el suelo de los orcos y se los cargó a los hombros.

  -No creo que haga falta quemarlos, podemos esconderlos directamente en la entrada secreta que acabamos de descubrir, una vez dentro con cerrar de nuevo la puerta es como si aquí no hubiera ocurrido nada.-

  Acto seguido Maderaoscura entró por el pasadizo y deposito los dos cadaveres allí. Desenvainó su espadón y se dispuso a inspeccionar el camino en la vanguardia.

-Bueno, supongo que eso soluciona todo- dije encogiéndome de hombros y tomando la daga del cuello del orco antes de que Maderaoscura enterrara los cadáveres- solo espero que el olor a sangre se mezcle con el olor a tierra y no los sientan-

- Esperemos que así sea, pero ahora lo mejor es movernos permanecer quietos en un mismo sitios es peligroso -

Ahora teniamos que avanzar intentando escondernos o eliminar a todos los orcos que nos encontrasemos sin hacer el menor ruido, desde luego si por mi fuera matarlos a todos seria la mejor alternativa pero algo me decia que eso nos pondria en demasiado peligro.

Estábamos en una ciudad orca, por fin veía una con mis propios ojos, se acabó describirlas en base a cuentos y leyendas añejos que habían empeorado con el tiempo y desvirtuado por completo la realidad. Una ciudad orca, con orcos, orcas y orquitos vivos, aquello era material de primera. Sin embargo, aquel material nos haría trizas si no íbamos con cuidado.

- Me parece un suicidio movernos por una ciudad en la que, nos vea quien nos vea, sabrán que somos intrusos... Pero, como dice Viento, quedarnos quietos tampoco es una gran opción.

Me colgué el arco y saqué la cimitarra, luego me apresuré a ponerme a la altura de Maderaoscura.

Mientras mis compañeros decidian que hacer con los cadaveres miraba a todos lados preparada por si algun orco aparecía de repente.

- Deberíamos subir ahí- dije señalando la almena donde habíamos matado a los orcos con las flechas- No sabemos donde está la catacumba, y no sería bueno hacer que mi poder nos muestre el camino, pues alguien podría ver la luz, pero desde allí arriba podremos ver todo el lugar, y situarnos mejor, también ver la cantidad de enemigos que tenemos delante. No sabemos el camino y empezar a investigar a ciegas puede ser un suicidio, desde esa altura tendremos una buena perspectiva

                El tema de qué hacer con los cuerpos era importante, puesto que dejarlos allí, implicaba que los seres de la ciudad descubrieran que habían sido invadidos por fuerzas extrañas. Así que debatieron en forma rápida cuál era el mejor curso de acción. Finalmente decidieron esconderlos en la entrada del muro, en ese pasadizo que aparentemente sólo ellos conocían. Así que Madera Oscura los puso allí, pero antes Fafnir recuperó su daga.

                Ahora estaba el problema dos: ¿cómo localizar las catacumbas? Ir caminando en medio de una ciudad enemiga no parecía algo muy inteligente. Mía planteó el subir a la torre para poder tener una mejor visualización de la ciudad.

                Estaban debatiendo esa movida cuando sintieron unos pasos, a lo lejos, venía un orco viejo con un carro de madera diciendo:

                -¡Restooos, restos podridos a dos osarios, restos podridos a dos osarios la pieza! Comprad vuestros restos!!

                Era un maldito vendedor ambulante de “comida”

                -Oh, esto se pone interesante –dijo Tempestad con ojos furibundos.

Lo de subir era factible y bastante facil yo podia subir volando con extremada facilidad y seguramente llevar alguno de mis compañeros conmigo, tal vez no a todos de una pero vamos que era algo posible y relativamente sencillo, pero para cuando me planteaba responder a mis compañeros y decir que los elevaria hasta alli escuche aquel sonido, un maldito vendedor de comida... o lo que se pudiera considerar comida en el caso de los orcos, habia que hacer algo rapido.

- juntaos a mi voy a elevarnos hasta la torre donde matamos a los orcos -

-Creo que a esta altura si sería recomendable enterrar los cuerpos para que el viejo no los encuentre- dije mientras Viento comenzaba a usar su magia para elevarnos, me quedé con una daga en la mano por las dudas, aunque matar al viejo orco tras que este estuviera gritando no era la mejor de las ideas,atraería a cualquiera que dejara de escucharlo de pronto.

Solo esperaba que el movimiento de Viento fuera lo suficientemente sigiloso como para evitar ser vistos.

- ¿Podrás con todos? - Dije alzando una ceja con cierto temor y pegándome a Viento. Estaba convencido que si alguien caía empezarían a caer los más alejados al joven.

- Si - Dije solamente como respuesta, podia llevarlos a todos si no se movian demasiado y no hacian nada extraño.

Me acerqué a Viento, esperando que pudiera con todos, pero aún así saque el arco y preparé una flecha por si el vendedor de...¿comida? le daba por mirar para arriba y vernos, era mejor matarlo antes de que diera la voz de alarma. ¿Realmente comían eso los orcos? Era una pregunta retórica, pues sabía perfectamente la respuesta, aunque hacía que me dieran ganas de vomitar

                Viento concentró su poder. Una masa de aire se congregó a su alrededor y de sus compañeros. Mía de todos modos sacó su arco y se preparó por si había que liquidar al vendedor ambulante. Fafnir pensó que debían enterrar los cuerpos para salir de toda posibilidad de ser descubiertos. La cuestión fue que en momentos todos comenzaron a elevarse. Y vieron acercarse la torre de vigilancia. En un instante llegaron a la superficie del mismo edificio desde donde uno de los orcos había oteado la distancia.

                Aterrizaron con suavidad aunque quedaron algo apretados en el interior de la torre. Tempestad, viendo que había poco lugar, se comió al orco que yacía en el suelo y escupió la flecha. Alguno de los que habían usado el arco podría recogerla aunque se encontraba un poco babosa de la saliva del tigre.

                -Bien, hemos… llegado alto –comentó la bestia en un gruñido de tono quedo. Ahora desde la nueva posición, tenían una mejor vista de la ciudad. Debajo de ellos una mujer orca estaba comprándole algo de comer al vendedor ambulante.

  -Bien, que pensais que debemos hacer ahora ¿Intentamos pasar desapercibido lo más que podamos o ya que estamos dentro nos liamos a mamporro limpio hasta que lleguemos al fondo del asunto?-

  Mientras decía esto, Bregor trazaba con la vista los diferentes caminos disponibles, que caminos se dirigían al interior de las ruinas y cuales parecían estar menos vigilados o al menos que contasen con la mayor cantidad de sombras

- Ponerse a luchar sin más seria una locura, no sabemos cuantos orcos hay aqui ni de cuanto armamento disponen, si nos descubren podría ser nuestro fin, debemos averiguar donde quedan las catacumbas, si en nuestro camino encontramos orcos pues les daremos muerte, pero hay que intentar no llamar la atención

Miré a las calles que tenía debajo, buscando lo que pudiera parecer un pasadizo o una entrada a las catacumbas, después mire si había más torres y si se veían orcos en ellas

Estaba realmente cansado y eso que la distancia a recorrer no habia sido excesiva, pero hasta el momento habia volado siempre yo solo, y elevar mi cuerpo era algo relativamente sencillo, conocia mi peso y sabia exactamente como manipular todo a mi alrededor, pero cargar con todo el grupo... la cosa se complicaba bastante mas y eso me habia pasado buena factura.

- Yo prefiero que avancemos con cuidado y escondidos si hay que matar matemos, pero no tratemos de arrasar por la fuerza podriamos agotarnos mas de lo debido aun incluso si sobrevivieramos -