Partida Rol por web

FICHA DE PERSONAJE:

Nombre: Capitán Nemo

Jugador: Gibrowei

Profesión: Pirata científico

Puntos de Desarrollo / Nivel: 0 / 0

Puntos de Héroe: 0

Puntos de Vida: 20

ATRIBUTOS:

Destreza 3
Inteligencia 3
Vigor 1
Constitución 2
Carisma 2

HABILIDADES:

- Conocimientos:

Ciencias (Nivel 1) D6
Forja de armas (Nivel 1) D6
Medicina (Nivel 1) D6
Mecánica/Reparar (Nivel 1) D6
Magia (Nivel 1) D6
Geografía (Nivel 1) D6

PODERES: 

EQUIPO: 0 / 11

Bono de Ataque: d10 + +

Daño: d + 

Bono de Defensa: d10 +

Resistencia al Daño:    (esc) +          (arm) +         (con.)

Perdona tio, no me avisaste y no sabía que ya lo tenías hecho.

Bien, tus 10 PD adicionales como yo te dije, es como si tuvieses una especie de "superpoder" como tus compis, pero en vez de ello, lo que tienes son ayudantes y equipo.

Tienes automáticamente el nivel 0 de poder "Capitán Nemo" lo que equivale a 1d4, igual que las habilidades.

Eso te da un número de puntos de Poder (algo así como el MP de los juegos de rol) igual a tu numero de puntos de Desarrollo.

Para construir objetos o llamar individuos, será 10 Puntos de Poder por cada individuo o 50 kilos que quieras conseguir. A esto le sumaríamos 2 Puntos de Poder extra por ser 1d4.

Tendrías que superar una CD que te daría en función de lo que quisieses, y sumando destreza, inteligencia o carisma, dependiendo también de lo que tuvieses en mente.

Sé que es todo un poco lío, pero pregunta abiertamente.

Y haz las compras. (tira 1d10 y multiplica por 500 para saber cuantos creditos tienes)

Eh, Hindú,... ¿sigues por aqui?

Nautilus. En algún lugar en medio del océano Pacífico. Junio de 1898.

Ya habían pasado 41 años desde que ocurrió el incidente en la india. Eres Dakkar, el hijo del rajah indio, sobrino del importantísimo Tipu Sahib. Fue el imperio británico quién esclavizó a tu pueblo. Fueron ellos los que asesinaron a tu mujer y a tu hijo. Las barbaridades que cometen algúnos hombres bajo el estandarte de un imperio te resultaba molesto y chocante.

Decidiste construir en secreto el submarino Nautilus, que habías diseñado para expediciones científicas, en una isla desierta. Desde entonces recorres los mares con una tripulación de diferentes países, que te guarda lealtad absoluta.

En él, puedes investigar, analizar y vivir en armonía con el mundo. El fondo marino es un lugar lleno de misterios sin resolver, y eres tú, quien está descubriendo casi todos. Prefieres gardártelos para ti, puesto que si salen a la luz seguramente alguien trataría de usarlos en su propio beneficio.

De vez en cuando, sin embargo, llevas a cambio tu venganza personal. Atacas barcos ingleses y españoles, consigues que se hundan en el fondo del océano, lugar de donde no vuelven a salir. Sientes una punzada de dolor por los inocentes que matas, pero siempre has pensado que es por un bien mucho mayor, derrocar al imperialismo.

No eres una mala persona, sin embargo, aunque estés un poco trastornado. Así lo demostraste al rescatar a cierta familia, naúfraga, y enseñarles tu vida en el fondo marino. Les cogiste cariño, pero entendías que ellos debían volver a su superficie, a su vida. La tuya, en cambio, siempre permanecería en el submarino. Estabas destinado a la soledad, aunque eso en el fondo no te importaba.

Cierto día, decidiste salir con un traje de buzo a por una muestra de coral. Habías descubierto que era un material lo suficientemente fuerte como para usarlo de base en tu nuevo experimento. Querías tratar de crear un circuito casi orgánico para implantarle a una especie de cyborg que querías crear. Esa era tu mayor obsesión.

Creías que el líquen, podía servirte como exoesqueleto, de cara a proteger posibles "órganos" internos que pudieses implantarle. La mente de un ingeniero como tú, maquinaba muchas cosas.

Estabas radiante de energía y de felicidad, hablando con tu compañero, que te asistía desde el submarino, cuando de pronto se hizo el silencio.

- ... Robert,... ¿me oyes? - llegaste a decir. Pero no hubo respuesta.

Tu preocupación era máxima. Apoyaste el liquen sobre una roca, a un lado, puesto que pensabas que volverías a por él más tarde. Te giraste y comenzaste a volver hacia el submarino. No quedaba mucho cuando de pronto notaste un golpe muy fuerte.

No había sido a tí, de eso estabas seguro.

Entonces el tubo que te transmitía el aire, comenzó a soltar agua. Alguien había cortado el cable que te unía al barco y tu traje de buzo se estaba llenando de agua. Te quedabas sin aire, y notabas cada vez el cuerpo más pesado.

¿Qué diablos le ha pasado a Robert?, pensó Nemo mientras apoyaba el líquen sobre una roca con la intención de volver al Nautilus.

Al contrario que muchos hombres, Nemo no tenía ningún temor de los más profundos entornos marinos, en los que se desenvolvía como un auténtico pez. Esa calma, esa quietud... eran actitudes que con el tiempo había logrado adaptar a su propia personalidad. Era lo que ocurría en superficie lo que le aterraba, lo que se hacían unos humanos a otros guiados sólo por mezquinos intereses... ¿había sido Robert víctima de esta maldad propia del ser humano? ¿acaso tenían a bordo del Nautilus un espía? A Nemo no le cabía ninguna duda de que muchos de los secretos que ocultaba el Nautilus eran terribles hallazgos en según qué manos...

Cegado por estos pensamientos y preocupado por su asistente, nadó presuroso hacia el casco del Nautilus cuando advirtió que el tubo por el que respiraba se estaba llenando de agua a una velocidad de vértigo... Nemo sabía que poco podía hacer (quitarse el traje bajo el agua era impensable) por lo que decidió asegurar toda la distancia posible entre él mismo y el submarino y, llegado el momento, aflojar algunos de los pesos del traje para cubrir nadando los últimos metros.

Nemo cogió aire. Lo iba a necesitar.

Nemo cogió aire. Lo iba a necesitar.

La escafandra estaba prácticamente llena de agua. Poco a poco, fue soltando los enganches de la misma. Al menos así vería más. Se quitó la escafandra y la dejó caer en el fondo del océano. Unido ésto, a que también se estaba soltando los pesos, hizo que se moviera con rápidez y que pudiera avanzar de una manera mucho más rápida hacia el Nautilus. La entrada se hacía desde abajo, así que tampoco tenía que recorrer mucho espacio. El tubo estaba en el suelo, lo cual indicaba que lo habían cortado cerca del inicio, y no a mitad. Las esperanzas que tenía Nemo de que fuese un accidente, se disiparon de golpe.

Alguien va a morir por esto, pensó Nemo. No le cabreaba tanto el hecho de ser el objetivo de un ataque (al fin y al cabo, se había pasado media vida siéndolo...) como la incertidumbre de no saber cómo se encontraban sus hombres, de los que se sentía profundamente responsable. Con un odio infinito continuó cogiendo aire para cubrir los últimos metros hasta el Nautilos a nado...

Con mucho esfuerzo, y sufriendo más de lo que pensaba, Nemo consigue llegar a la parte inferior del barco. Se eleva unos centímetros por encima de la superficie del agua cuando sus pulmones comienzan a llenarse de nuevo con el precioso aire del submarino. Nadando un poco para acercarse al borde, Nemo finalmente sale del agua y se quita los restos del traje.

No lleva mucha Ropa debajo, pero al menos lleva un pequeño pantalón para impedir que el traje le rozara en las zonas más sensibles de su cuerpo. Mientras se seca con una toalla que ya tenía preparada, mira alrededor para darse cuenta de que no hay movimiento. En realidad eso no es raro en el Nautilus, pero precisamente ahora, precisamente cuando ha sufrido el ataque,...

Busca con la mirada a Robert, que es quién normalmente viene a recibirle, debido a que es la persona que se encarga de ayudarle en las incursiones a pie por el fondo marino. Pero de nuevo, no ve nada.

Nemo se internó por el interior de la nave y se encontró con su ayudante, Robert, tirado en una esquina, sangrando de la cabeza e inconsciente.

- ¡¡Robert!! ¡¡Robert!! ¿Qué te pasa, chico? - dijo Nemo mientras examinaba el cuerpo de su marinero, temiéndose lo peor - No te muevas, chaval, trataré de curarte.

La preocupación no impedía, sin embargo, que el Capitán se encontrara rojo de ira: atacarle a él era una cosa, pero a uno de sus hombres... lo convertía en algo personal. Con sumo cuidado Nemo examinó el estado de su compañero, calibrando si aún era posible hacer algo por él...

Robert en primera instancia permanece inconsciente, pero tras arrojarle un poco de agua a la cara recupera su ser. Parece, por lo que aprecias, que no tendrá mucho problema, parece una herida de algo que le golpeó por detrás, debido a la posición.

Hace unos ruidos guturales y comienza a hablar un poco.

- EH... eh... eh... !Señor!  - Entonces te mira, y sus ojos se abren a medida que se da cuenta de lo que sucede. - ¡Me golpearon! - Al tratar de incorporarse se duele y se lleva la mano a la cabeza y toca la sangre - ¡Joder! Vinieron por atrás señor, yo,... - baja la cabeza - lo siento señor.

La herida no parece muy grave, ha sido sólo una contusión.

- Descanse Robert - dijo Nemo, relajado al ver que su tripulante estaba magullado pero fuera de peligro. El Capitán se levantó y observó la estancia, atento a posibles pistas dejadas por el agresor. Con la intención de colmar sus ansias de venganza, salió de la habitación, buscando a alguno de sus hombres que tal vez pudiera arrojar luz sobre el asunto.

- ¡¡Eh, perros sarnosos!! ¿Qué demonios pasa aquí? ¡Llamad al médico, Robert está herido! ¿Dónde está Ned? ¡¡Buscadlo!! Necesito hablar con él... ¿Hola? *- gritó Nemo a su tripulación. Solía dirigirse a ellos con el máximo respeto y admiración, pero ahora mismo no estaba para tonterías...

Nemo sale de la habitación dejando a Robert tumbado en el suelo. Seguramente él no sabría nada de nada, puesto que le atacaron por la espalda.

Los gritos de nemo resuenan con un eco metálico en la bodega del Nautilus, pero nadie responde. Normalmente cada uno tiene un puesto fijo en el barco y no suelen moverse demasiado. No es una tripulación demasiado numerosa para el tamaño del barco, sin embargo, alguien debería de oirle... debería. Parece que finalmente, está hablando solo. ¿Puede ser un motín? Nemo no lo cree, pero no entiende dónde se ha metido todo el mundo.

Tras andar unos pasos...

Nemo no salía de su asombro. Bien es cierto que la edad y su considerable paranoia le habían convertido en alguien permanentemente alerta pero aquello decididamente no tenía nada de normal. Examinando la estancia con paso decidido, el Capitán decidió acercarse a la armería para aprovisionarse debidamente: si tocaba defenderse sería mejor estar preparado. Sin embargo, Nemo se mesó la barba mientras analizaba la situación y llegó a una conclusión que a todas luces le pareció evidente...

Nemo se mesó las barbas, si alguien había golpeado a Robert por detrás, debería de ser alguien de dentro del barco, o eso, o...

Miró a un lado y a otro, buscando algúna pista que le llevara a saber quién le podía haber traicionado. Entonces vió unas huellas. Había rastros de agua de varias personas que iban hacia dentro del barco. Seguramente hubieran entrado con un traje de buzo, pero... para no darse cuenta la tripulación, les tenían que haber ayudado desde dentro.

Nemo se maldijo, agarró un arma y se encaminó hacia el interior siguiendo los pasos, un poco más allá, entontró los trajes de buzo. Dos personas los habían dejado allí, pero el rastro seguía, no se habían preocupado en taparlo. Iban claramente hacia ingeniería.

El Capitán se temió lo peor cuando supo que los saboteadores se dirigían a ingeniería, pues bien sabía que allí se encontraban algunos inventos y descubrimientos que en según qué manos serían definitivamente funestos. Sin ningún tipo de ceremonia Nemo salió corriendo en pos del rastro de agua, decidido a descubrir a aquellos villanos.

Sin darle demasiadas vueltas habías llegado al kit de la cuestión. Aunque aún no podías estar del todo seguro. El rastro de agua era muy claro, y seguirlo no te costó demasiado. A tu paso no te encontraste con nadie, y los miembros de la tripulación que te cruzabas, decían no haber visto u oído nada extraño.

Asi, con esa incertidumbre, llegaste a ingeniería,... vacío,...

Nemo masculló un insulto en su lengua nativa al observar como la sala de ingeniería se encontraba totalmente vacía. Años y años de experimentos y descubrimientos que harían a la ciencia avanzar cientos de años en tan solo unos meses habían sido expoliados. Nemo se sentía muy furioso, lo suficiente como para no pensar con claridad...

Con decisión, apretó un botón de emergencia que comunicaba la sala de ingeniería con cualquier puesto del Nautilus a través de un altavoz*. Carraspeó y a continuación habló con contundencia a través del micrófono.

- Soy el Capitán Nemo. Que todos los hombres acudan al templo** inmediatamente. Prioridad máxima; repito: prioridad máxima.

El tono de Nemo no daba lugar a dudas, era inflexible con la indisciplina y sabía que todos sus hombres acudirían a la llamada de inmediato. Todavía no habían emergido a la superficie, por lo que era probable que los saboteadores todavía estuvieran en el Nautilus... Sin más dilación, se dirigió hacia el templo para hablar cara a cara con su tripulación.

El sistema de megafonía resuena por todo el Nautilus. Entonces Nemo se gira hacia sus inventos. ¿Cuál de ellos habría desaparecido? La búsqueda no tardó mucho en resolverse: "El detector de barcos" 

Nemo había estado trabajando en ello últimamente. Un sistema por el cual, mediante el manejo de las ondas de radio, podrían a llegar a detectarse la proximidad de barcos. Eso, en manos malvadas, podría hacer mucho mal, y lo que es peor, su escondite más preciado, el submarino, también podría ser detectado.

Con paso firme, se dirigió al Templo, donde ya estaban llegando los últimos tripulantes. Nemo pudo distinguir que Robert estaba entre ellos.