Partida Rol por web

Escuché claramente la voz de Thomas, parecía realmente conmocionado y, no me extrañaba, pues yo mismo curé sus heridas, hechas por ese hombre que se ocultaba en las sombras.

Amarré mi maletín con fuerza tratando de sentirme un poco más seguro, pues, aunque no sea un arma, puedo usarlo como tal aunque no estoy muy seguro de la eficacia de éste como arma.

Con el maletín fuertemente agarrado avanzo un poco.

-¿Hola?-digo tratando de que sepa que le hemos visto.

Por toda respuesta a las palabras del doctor, escucháis un sonido similar a un rugido que es difícil creer haya realizado un ser humano. Con un rápido movimiento la figura desaparece de vuestra vista, y un golpe cierra la puerta que une la habitación frente a vosotros con el pasillo donde se encuentra.

Constantine da un paso atrás ante el rugido del ser, pero pronto se recupera y entra en la habitación con su arma apuntada hacia la puerta cerrada.

Puede tener a mi hermana, debemos… debemos acabar con él.

Es posible resolvió Thomas Aunque también es posible que todo esto se trate de una trampa. Siguió con cautela a Constantine. No era para menos. El ruido surgido de la garganta de aquella sombra que fue otrora el cochero amendrentaba cualquier firmeza por my valeroso que fuese uno.

Constantine trata de abrir la puerta, pero algo la bloquea desde el otro lado, y aunque Thomas tambien lo intenta no consiguen hacer que la puerta ceda.

El joven mira a su alrededor buscando algo con lo que romper la puerta, quiza algun ariete o algo similar.

Debe haber algun otro camino para llegar. O quiza... quiza haya algo que podamos utilizar para romper esta puerta...

La situación es un poco rara. El extraño no habla y sale huyendo, literalemente. Tanto Constantiner, como Thomas tratan de abri la puerta pero no pueden. Constantine echa un ojo a ver si ve algo con lo que forzarla. Yo vuelvo, por mi parte, a buscar algo con lo que forzarla o alguna otra posible salida, pero es cierto que seguramente ese hombre sea capaz de decirnos dónde esta Katia o qué ha pasado con ella.

No veo nada que pueda servirnos de mucho, asíq eu bajo un poco la cabeza y algo cabizbajo hablo a mis dos compañeros.

-¿Y si tratamos de abrir la puerta los tres?-les comento-. Tal vez si ejercemos todos fuerza, la puerta ceda-les digo estuduando la robusted de ésta bastante convencido de qu enod ará resultado, pero a sabiendas de que si no lo intentamos no dará resultado seguro.

Empujamos con todas nuestras fuerzas, pero la puerta no cede a nuestros esfuerzos.

-Igual deberíamos buscar a los demás, pero está claro qeu debemos seguir ese camino-les digo secándome el sudor que ha comenzado a salir de los poros de mi piel.

Creo que sería lo más acertado dijo tras hacer el ultimo esfuerzo para hacer ceder la puerta. La verdad es que Thomas aún tenía bien grabado en su recuerdo el enfrentamiento con el terrible cochero. Aunque no lo reconocería en público el miedo a verse las caras otra vez con aquel ser acongojaba sus actos.

Volvamos