Partida Rol por web

unos pasos se oían acercarse (a paso normal), más alante, por el codo del camino, junto al borde del peñasco, avanzando tras unos arbustos hacia vosotros.

Desde la linde del bosque en que he quedado, miro con desconfianza el origen de los pasos que acércanse a nos et que al carromato quemado luego: Mala cosa estar al costado de un siniestro, no fuera a ser que pidiéranos responsabilidades a nos por lo acaecido. 

Me interno, de esta manera, entre los árboles para ocultarme y ver quien viene et qué intenciones trae.

Dos hombres ataviados en el cuerpo con protecciones y encima ropas pardas sin distinción, aparecieron en el codo del camino, un instante después de que inutilmente Roger de Rocaflorensa se internara en unos arbustos junto al precipicio y el camino. Traían su mano en el pomo de sus espadas y calzaban botas anchas, de caminar muy mucho. Vocearon al almogávar.

¿Qué hace vos ahí tapándose? -luego el otro miró al resto (Katixa, Fuco y Gil)-. ¡Mirad! ¡Otros tres ahí delante! -os miraron bien, de abajo a arriba, estaban junto a Roger, que ya salía de su escondite-. Pero no es ninguno de ellos... -se decían uno a otro-. Uhm... Levantad -a Roger-, ¿quiénes sois? -preguntó uno de ellos así, en general-.

Aquellos hombres parecían (debían ser) soldados de algún tipo (iguales de fuertes que el almogávar pero no con tanto aspecto de bandido como él.

Cuando ví a los hombres aparecer me asusté. Estos debían ser los hombres de los que hablaba el cuervo. Olían a cuero y acero, no me daban buena espina. Retrocedí un poco, como para acercarme a los árboles, buscando su seguridad pero sin hacer ningún gesto brusco. Miré al cuervo, no tenía que decirle nada, levantó el vuelo y se fué. No muy lejos espero, pero a un lugar seguro desde el que poder observar y no ser atacado.

Esperé callada a ver como se resolvían los acontecimientos, lo más alejada de los hombres que me era posible, no contesté a la pregunta del soldado. Miré a Fuco y Roger, eran los brazos fuertes del grupo y si había que luchar era de los que dependería mi vida...de eso y del cuchillo que apretaba con fuerza. Del estudiante ya estába separada, no esperaba mucho de el en esta situación, pero sentí dentro de mí que no quería que le pasase nada.

Fuco observó, encontró con la vista, enganchado en una tabla, un colgante

Llamome la atención el colgante en el carro y lo tome para poder estudiarlo con mas detenimiento. Al escuchar los pasos y las adevertencias de mis compañeros guardome el colgante en mi faltriquera y guarde los cuchillos a la espalda para no parecer hombre armado antes los dos soldados que vi que se acercaban

-Buenas tardes os traiga Dios- digo con el mayor respeto. -somos unos viajeros de camino a Salamanca y en buscando un sitio donde pasar la noche nos topamos con este carro medio quemado. Acudimos prestos por ver si alguien requería de ayuda o servicio mas no encontramos a nadie aqui. ¿Acaso saben vos cual es el proposito de este carro y porque anda medio chamuscado?-

Gil dio un paso y siguió con las presentación de Fuco para tantear a los soldados - Asi es. Camino de Salamanca y de allí a Lisboa a su universidad. Gil - hace un gesto de saludo y echa un vistazo al carro quemado pretendiendo llevar la mirada de los soldados hacia él ahora que su compañero ha cogido el amuleto - el señor les proteja por estos caminos. ¿A quién sirven caballeros?

Descubierto en mi inútil intento por ocultarme permanezco, yo que soy más bien parco en palabras, al costado de los ambos acompañantes que han aflojado la lengua, presentándonos, a los en allí presentes, como viajantes o caminantes con el suyo destino a Salamanca.
Apóyome en la mía lanza, que nuevamente empleo como si de un cayado se tratara pero que deseo tener bien a mano, como mínimo hasta que se desvelen las intenciones de aquestos soldados que tan oportunamente han aparecido al lugar del siniestro con la carreta quemada.

Pues el camino de Salamanca, yendo por estas tierras, está al otro lado... vais en sentido contrario... -lo cierto es que Salamanca estaba al norte, y vosotros huíais hacia el sur-. Los tipos dejaron de tocar sus espadas. Nos somos alguaciles de Plasencia, y en tal carro transportábamos a un hombre, un hombre de cabellos largos y oscuros, y prendas negras, bandidos de por aquí, seguramente. ¿No lo habrán visto alguno de vos, verdad? Topamos con dos, pero el que vos digo lo logramos encerrar no muy atrás. El otro escapó. Ahora era prisionero llevado a Plasencia y luego tenía parte de ir a Ciudad Rodrigo, pero... el maldito huyó ¿saben vos?

Al parecer, ellos custodiaban y transportaban en el carro al tipo del que hablaban. Habían ido a inspeccionar a los alrededores, pero sin éxito. Entonces, a uno de ellos le sobrevino una idea.

¿Querédeis de ganar algunas monedas? -dijo uno de los alguaciles mientras el otro resoplaba como agobiado por haber perdido al cautivo-.

Monedas??? Nunca vienen mal aunque hay algo que aprémiame en demasía como para no tenerlo en cuenta:

Hablad y hacedlo bien, del vuestro negocio - sugiero con una amplia sonrisa en el rostro -. Mas que de tanto caminar quedámonos vacíos de provisiones e no acertamos dar caza por la zona - explico con un gesto hacia los bosques -. Asina que no estaría mal que cerráramos el trato compartiendo alguna vianda de la que vayáis bien surtidos! - propongo, la boca ya haciéndoseme agua.

Escuché hablar a los hombres, y ví que los dos soldados se relajaban. Mas yo no me sentía cómoda sabía de la calaña de esos tipos. ¿Que un hombre huía de ellos?¡hurra por el! Seguro que no había hecho nada tan grave, robar gallinas, molestar al noble de turno...sentí ganas de escupirles a la cara, mas no lo hice.

Ofrecían monedas, unas miajas seguro de lo que se llevarían de llevar presos a ese hombre, y pretendía que hiciésemos todo el trabajo y que nos jugásemos el pellejo. Y ahí estába el moro relamiéndose con la idea de una paga y comida. No necesitaba nada de esos tipos, ni comida ni dinero. Y  por mis orígenes simpatizaba más con el canalla que había huido. Aún así avancé entre mis compañeros para hacerme hueco y se me escuchase. Entónces pregunté, - ¿Qué ha hecho?-Me quedé mirándo fíjamente al que parecía llevar la voz cantante. Intentando adivinar en caso de que no me ignorase si decía verdad o no.

No lo sé señora -respondió uno de ellos a Katixa-. Sólo lo llevamos al Concejo de Plasencia y de ahí lo llevarán a Ciudad Rodrigo, nosotros sólo somos mandados y ordenados. Si gustáis, podemos daros pan y algo de viandas también, queso o tocino aún comestible. Por lo visto ese tipo es peligroso, aunque no andará muy lejos. Busquémosle, pues hay muchas aldeas cerca y puede ocultarse en alguna. Podemos quedar aquí en un par de horas -el tipo intentaba organizar la batida, si aceptábais-.

No había mentira en los ojos de aquellos hombres. De ser otros y más crueles, ya os habrían asaltado, robado y quién sabe si matado.

Me encogí de hombros, como si la decisión no dependiese de mí. Me negué a aceptar sus viandas, eso me habría comprometido y yo no estaba segura de querer dar caza a aquel hombre.Ayudaría a encontrarlo, si, pero primero escucharía su versión y luego decidiría a quien ayudaba. Si se refugiaba en alguna aldea puede ser que tuviese conocidos, gente dispuesta a ayudarle. Gente para quien no fuese peligroso, si no un padre, un hermano, un marido...también quería escuchar la versión de esas gentes. Y por supuesto la del resto del pueblo. Había mucho que hacer, muchas personas con las que hablar y una persona que teníamos que decidir si cazar o ayudar a escapar.

Tomo el pan y las viandas gustosamente, más que eso, muerto de hambre y sin desperdiciar el valioso tiempo empleando absurdos modales cortesanos...

¿Qué ha hecho?

Oigo que indica la bruja... Qué más dará lo que en haiga hecho! Estoy a punto de tronar, mas que estimo mejor e más oportuno morderme la mía lengua y continuar saciando el hambre que me estaba consumiendo... escucho las innecesarias explicaciones del soldado et que acabo con las vituallas ofrecidas.

En dos horas aquí - accedo sin contemplaciones -. Vivo o muerto - sonrío internándome en la zona por la que vimos desaparecer al preso - et que yo empezaré la búsqueda por aquí!

Me acerco junto con Roger a las viandas que nos ofrecen los soldados pues la fame haceme perder la precuacion -Pardiez que os ayudaremos. Las monedas nos vendran bien y parece que no hacemos mas que ayudar a la justicia- digo mirando de soslayo a Katixa como buscando su aprovacion

Quiza deberiamos dividirnos para rastrear mas terrenos. Nosotros buscaremos por esta zona- digo señalando a un lado del carro- y vosotros podriais por esta otra. Solo como sugerencia.....si os parece bien, o como vosotros veais mas adecuado, que para eso sois hombres de armas y expertos en estas lides. 

Vivo o muerto

Esperemos no tener que llegar a ese extremo. Ese hombre tendrá su valía vivo o esperará ser ajusticiado por alguna autoridad. Si lo quisieran cadáver no se habrían esforzado en llevarlo preso con estos hombres de escolta. En cualquier caso, en cuanto anochezca aquí* volveremos a vernos. Es casi entrando la noche y no ha lugar que siguieramos la busqueda sin apenas luz

Gil observo que Katixa no aceptó la comida.

O no está cómoda con la propuesta o no se fía de estos soldados. Ambas cosas me parecen inteligentes... pero yo tengo hambre. 

Y se acercó a dar cuenta del ofrecimiento a dos papos mientras aceptó la propuesta de los soldados. 

- De acuerdo, buscarémosle. ¿Pero cómo hizo para escapar? El carro parece haber ardido... ¿lo quemó él?

Los alguaciles asintieron a Fuco: en un par de noches se haría la noche y habrían de quedar con ellos allí, fuera cual fuera el resultado. Luego, antes de irse, respondieron a Gil.

El carro comenzó a arder, así, como de la nada -respondió-, y la llama creció y creció. Creímos que el preso yacería vivo, pero dió una patada a la puerta y escapó. Entre que desatamos los caballos para ir tras él, éste desapareció... ¡qué hideputa! Venga, nos vemos en ese tiempo aqui.

Y se alejaron al paso para peinar la zona. Vosotros comenzásteis a avanzar monte arriba, dejando atrás el camino. Roger, por su parte comenzó a rastrear las zonas donde había pisado el tipo que vísteis apoyado en el carro y eran evidentes, asique pudísteis seguirlas*

Tras poneros en marcha, Roger a la cabeza, vísteis al cuervo de Katixa posarse sobre ella. Os habíais dado cuenta que el animalita de ésta (al que tanto hablaba) quedaba quieto por las noches sobre su brazo o su hombro, yo no salía a volar cuando no era de día. Por ello, éste había vuelto con su dueña, que tenía dentro del zurrón como un pequeño nido donde se "enroscaba" y ahí quedaba. Roger miraba pisadas monte arriba y ramas cortadas, y todos los seguíais a él. Parecía que iba a tomar una presa en cualquier momento, pues aquella pericia era algo anormal (quizá era su don, quién sabe). En breves se hizo de noche, y en estando en la ladera de la montaña, que sin luna agonizante ni viva ni llena, que nada veíais*. Por decirlo así, que no veíais nada a dos pasos que diérais de vosotros en cualesquier dirección. Quizá caminar así era harto peligroso por el terreno en pendiente

Los ruidos de la noche, como búhos o grillos, comenzaban a inundar la oscura, oscurísima escena.

Camino detras de Roger que va como olisqueando el camino. Parece un perro de caza que ha encontrado un rastro y no parará hasta dar con la presa.
Como no encontremos rapido al hideputa harapiento este Roger nos va a llevar hasta la boca del infierno. Pardiez que no veo una figa! Voy pensando mientras de un traspies choco con la espada de Roger

-Uchh. Perdona compadre. Esto....... esta cayendo la noche en demasia, no pensais vos- Digo dirigiendome al grupo -Dentro de poco no sabremos ni volver al maldito carromato. Quiza se hora de abandonar la busqueda. No pensais asi?-

-Ademas, esto me da mala espina. Lo soldados dijeron que el carro comenzó arder de la nada!! Eso no huele nada bien, de hecho huele bastante mal, a azufre diría yo-

Comí separada de los hombres, de mis viandas. Hora la mitad del pan que no le había dado al cuervo, hora unos pocos frutos. Entónces el moro se lanzó con su "vivo o muerto" y se puso a buscar el rastro.- ¡Mari!¿qué he hecho yo para relaccionarme con semejante zoquete?- Por suerte el ladrón parecía tener más seso y aunque quería apresarlo prefería que fuesen otros los que administrasen justicia. Me hacía gracia como olvidaban que nos estábamos en una posición parecida al fugitivo y que en otras circunstancias estos mismos hombres darnos caza. Pero el destino nos había colocado en esta tesitura y nos obligaba a hacer algo, todavía no sabía el qué. Entónces dijo el guardia lo del carro en llamas, abrí los ojos como platos pero nada dije.

Acabados todos de comer salí detrás del moro, si lo encontraba era capaz de matarlo, y yo no quería eso...tampoco estába segura de querer atraparlo, pero podía tratarse de un brujo poderoso, y si era capaz de comandar el fuego eso lo hacía muy peligroso. A saber que otros hechizos conocería. Recibí al cuervo en el zurrón y le dí unos pocos frutos, escuché lo que tenía que decirme. Entónces habló el ladrón-busquemos un poco más-quería alcanzarlo, quería saber. -Dejadme ver el medallón-Esperaba encontrar en el alguna pista

Et que facíase de noche e cada vez era más difícil seguir el rastro. E hallábamos internados en la espesura que poca cosa se veía y muchos trabajos costábanos siquiera seguir la senda marcada et que alguno de los componentes de la compañía parecía estar farto de caminar a oscuras e temeroso de caer en una poza.
- Acampémonos - sentenció señalando un claro en la frondosidad arbórea - mañana seguiremos rastreando e por Dios que aqueste fugitivo en habrá de caer! - golpeo el puño contra la palma, habiendo fecho mía e como cuestión personal la búsqueda y hallazgo de aqueste ome.
- Si lo disponéis bien - et que de no ser así tendré que velar yo la noche entera - faremos guardias no vaya a ser que nos convirtamos en cazadores cazados et que sea nuestra presa quien acabe con nos! - empiezo a apilar algunas ramas para facer un fuego que quizás delate nuestra presencia pero que acaso mantendrá alejadas las bestias de nos!