Partida Rol por web

El apartemento es pequeño, está sucio y caos no describe ni la parte más ordenada. Consiste en una puerta reforzada, que da a un salón con un sofá, una mesa, una ventana con cortinas viejas y raídas. Sobre dicha mesa hay restos de comidas, libros, y piezas de armas. Municiones y diversas herramientas están esparcidas por doquier, acompañadas por botellas de bebidas alcohólicas tanto acabadas como sin empezar. Sobre el sofá está durmiendo Artellus, a quien los primeros rayos de luz que se filtran a través de las cortinas comienzan a despertar.

Del salón salen dos puertas. La primera da a una pequeña cocina, donde la principal comida son botellas de cerveza y latas de ración de soldado o conservas variadas. Incluso en esa habitación hay un pequeño cuchillo de combate clavado en el marco de la puerta, en el ángulo muerto desde la entrada. De él cuelga un embutido especiado de aspecto sabroso y casi acabado.

La otra puerta da a la habitación. Allí, el tradicional desorden de ropa y objetos tirados por el suelo se ha recogido hacia un rincón, y dos mochilas abiertas ocupan la mayor parte del espacio. La cama la comparten las dos integrantes femeninas del grupo, y la mesilla está adornada por una botella de un licor tan fuerte que sería capaz de levantar a un muerto. Una puerta conecta esta habitación con un pequeño baño.

Artellus enseñó su pequeño y destartalado piso a sus ahora nuevas compañeras de piso y "subordinadas" en el comando inquisitorial. Mientras lo enseñaba iba intentando apartar las cosas más molestas pero en medio del desorden mover algo simplemente provocaba que otra cosa ocupara su lugar y siguiera molestando así que pasados pocos minutos decidió que esa era una manera tan buena como cualquier otra de tener la vivienda...y probablemente fuera mejor así, al final acabaría desordenado cuando tuvieran que huir...sensación que Artellus parecía tener grabada en la mente a fuego desde que se les explicó su misión.

Cuando acabó de enseñar el piso a sus acompañantes las dejó en la habitación para que pudieran ordenar sus cosas(en el caso de que quisieran hacerlo) y se fue al salón a sentarse y tomarse una cerveza mientras pensaba en los primeros pasos a realizar y en la mala suerte que Thadius y Raivaros habían tenido durante el vuelo que los había sacado apresuradamente de las dependencias inquisitoriales.

Lyra se despertó sobresaltada e inmediatamente agudizó los sentidos, como el que se pone alerta al escuchar la voz de alarma. Se incorporó y saltó de la cama con un movimiento ágil y silecioso, por lo que consiguió no despertar a Kate. Contempló brevemente el sueño de su compañera y se giró concentrandose durante unos instantes en la escasa luz que entraba por la ventana, el cielo aún estaba de ese azul, que no sabe si es día o noche, aunque debía faltar poco para el amanecer.

Fue a la cocina y tras coger una de las latas de ración de soldado se sentó sobre la mesa. Mientras, sus pensamientos volaban hacia Raivaros

-Condenado tecnosacerdote. -Lyra era una guerrera independiente e individualista pero no le gustaba dejar a un compañero atrás.

Cuando terminó de comer se acercó a la ventana observando con cautela el exterior

-No deberíamos quedarnos aquí, sería muy fácil dar con nosotros porque aunque aún no sepan que estamos vivos no tardarán en saberlo. Necesitamos "oir" qué están haciendo.

Y se dirigió al salón a despertar a Artellus.

-Vamos, hay que empezar a moverse.

Kate fue la última en despertar y lo hizo asustada. Se encontraba desorientada en un principio, pero cuando su vista se acomodó a la luz de la estancia recordó todo lo ocurrido. Se frotó los ojos y estiró sus músculos. Luego se levantó tras ver que el lado de la cama que había estado ocupando su compañera se encontraba vacío. ¿Dónde estaban? Se vistió deprisa y salió de la estancia. Allí estaban ellos, Artellus, el líder de la misión, y Lyra, que parecía impaciente por salir de aquel lugar.

La arbitradora tenía hambre, pero pensó que prefería continuar así que buscar comida entre tanto desorden y tanta mugre. Suspiró, vaya primera misión... aunque bueno, ¿Qué esperaba? ¿Hoteles de lujo? Al menos los tipos raros se quedaron con los médicos...

- Lista.

Su voz aún era de recién despertada. Era su primera misión, y quería que saliese lo mejor posible.

Buenos días compañeras-se dirigió Artellus hacia Kate y Lyra mientras se servía un vaso de la primera botella que vio sobre la mesa-¿Queréis?-ofreció a sus acompañantes con una inclinación de la botella hacia ellas-Bueno, os sirvo un vaso y os lo bebéis si queréis-dijo llenando dos vasos del líquido de color ámbar para tomar un trago tras dejar la botella en la mesa y sentarse mirando hacia el infinito mientras rozaba con los dedos el colgante que pendía de su cuello.

Bueno, parece que tendremos que continuar sin el psíquico y el adepto del Mechanicum...esto nos va a suponer más trabajo y sobre todo más riesgos pero creo que podremos lograr nuestros objetivos igualmente. Debemos buscar indicios de aquellos que quieren encontrar los restos de la Fragata...-Artellus bebió un trago de su vaso y continuó​- Considero que deberíamos tener en cuenta la posibilidad de que sean los mismos que organizaron el ataque al edificio inquisitorial, así que nos enfrentamos a unos hijos de puta muy bien organizados y armados...quizás en los bajos fondos podamos encontrar algo que nos lleve hacia ellos como primer paso para decapitar a la organización que pretende dejar pequeña a la Cábala Tiranista-dió un nuevo trago al vaso mientras observaba a su acompañantes-¿Alguna idea de por donde empezar?

Sedienta, Kate bebió un gran trago del vaso que le había servio Artellus y escuchó sin interrumpirle todo lo que quería decir. Después se quedó unos segundos, pensativa.

- Buscar en los bajos fondos me parece un buen lugar por donde podemos empezar. Como mínimo encontraremos a alguien que tenga información y como máximo... ¿quién sabe? A lo mejor hasta están escondidos cerca. Eso sí, mejor ser sutiles y no llamar demasiado la atención. ¿Qué opinas tu, Lyra?

Lyra cogió el vaso que Artellus le ofrecía y lo apuró de un trago; a pesar de lo temprano de la hora le ayudó a entonarse.

Mientras su compañero hablaba, Lyra jugueteaba con un cuchillo que había extraído de una de sus botas, acariciando el filo sonrió ante las deducciones del hombre, pues eran certeras. Tras la intervención de la mujer, la guerrera hizo girar el puñal en su mano una vez más y lo ocultó de nuevo en su bota.

-Información, militares, hijos de puta... ahí abajo hay mucho más que eso, allí es donde se esconden, se mueven, ejecutan... y mucho más que aún desconocemos -se interrumpió un momento para estirarse perezosamente y saltar de la mesa.

-Sin embargo, es donde debemos ir, necesitamos penetrar en su estructura y, sí, sutilmente -dijo mirando a Kate. -Aunque, que no se den cuenta va a ser lo más difícil. Propongo coger un vehículo para acceder a los niveles bajos, andando llamamos demasiado la atención.

Artellus observaba a sus compañeras desde detrás del vaso de licor, que iba bajando lentamente mientras bebía tranquilamente de él, estudiando las posibilidades de la propuesta de Lyra.

-Un vehículo...-dijo pausadamente Artellus-quizás sea una buena idea, pero yo no dispongo de uno y, quizás un vehículo en buen estado podría ser una llamada de atención para los esos cabrones. Si vamos en un vehículo propio deberíamos conseguir uno acorde a la zona, de alguien del lugar, alquilarlo o robarlo daría igual, pero de la zona; o usar el transporte público y así mezclarnos en la multitud, cosa útil a la hora de escondernos de los ojos poco deseados y, además impedirá que abran fuego a la primera de cambio, o se arriesgarán a que la población se vuelva en su contra debido a masacres innecesarias.

Al terminar de hablar Artellus dio un pequeño trago al licor mientras sus miraba a sus acompañantes.

Lyra sopesó las cavilaciones de Artellus, paseándose de un lado a otro del salón, y sin embargo eso no le impedía estar alerta, sus oídos se hallaban fuera advirtiendo cualquier sonido proveniente del exterior, era parte de su carácter, forjado en el corazón del desierto. Finalmente se apoyó en la pared:

-Ojos hay por todas partes, ya nos están esperando, desconozcan o no que estamos vivos sabrán que han mandado a alguien a curiosear, el transporte público estará vigilado y, dado el caso, no les será difícil encubrir un pequeño altercado a la población.

Continuó hablando percatándose de que el cielo ya clareaba -El vehículo nos permitirá libertad de movimientos, facilidad para escapar o perdernos entre las calles si fuera necesario, robaremos uno de la zona como dices para encubrirnos mejor.

Kate escuchó con atención las ideas de sus dos compañeros sopesando las posibilidades. Bebió un último trago y dejó el vaso, comenzando a pasear de un lugar a otro. Algo le inquietaba y necesitaba moverse para pensar con claridad.

- El transporte público deberíamos descartarlo. No quiero poner en peligro a demasiada población; además, cuanta menos gente nos vea será mejor.

Continuó paseando por la habitación, ahora que había rechazado una idea creyó oportuno aceptar otra o en consecuencia dar una idea alternativa. Se tocó el pelo inconscientemente para llevarse un mechón a la boca, una manía que tenía desde hacía bastantes años, pero en cuanto lo tocó con las yemas de los dedos lo soltó, un poco asqueada. Lo tenía bastante sucio. Cierto... no pudo tomarse ni un baño... Cogió un coletero y se recogió el pelo en una coleta mientras continuaba con su andar lento y pausado.

- Un vehículo cualquiera tampoco sería adecuado ya que si es demasiado ancho nos limitaría el callejeo. ¿Quizás unas motos? Son rápidas y caben por sitios por los que los demás vehículos no pueden acceder. Aún así deberíamos decidirlo pronto, cuanto más tiempo pasemos en un sitio más peligroso se volverá.

Artellus se pasó la mano por la barba que le cubría gran parte del rostro.

Tenéis razón las dos, sin embargo debo decir que lo de usar motos me parece una imprudencia, es mucho más facil recibir daño en caso de persecución, y además deberíamos robar tres motos...un único vehículo de aspecto viejo y destartalado llamará pocas sospechas, será fácil de robar y nos proporcionara cierta protección en caso de ser descubiertos...

Según hace mención a robar un vahículo viejo, Artellus recuerda haber visto un coche antiguo que no ha sido movido de sitio durante las últimas semanas apenas a unas manzanas de su edificio.

Lyra se incorporó ágilmente y volvió a mirar el cielo, el tiempo se esfumaba a cada segundo que perdían. No tardarían en encontrarlos.

-Vayamos en vehículo pues. Yo lo conduciré, pero tendríamos que estar preparados por si nos encontramos alguna sorpresa en el camino.

Miró a su alrededor -Deberíamos de aprovisionarnos de lo necesario, nos hará falta ahí abajo.

Artellus se incorporó dejando los restos de la bebida en el fondo del vaso.

Vayamos pues. Preparad lo que consideréis necesario, personalmente considero que con algunas armas que se puedan esconder debería bastarnos para ir a recoger información, mejor no llamar demasiado la atención, no vaya a ser que nos enzarcemos en un tiroteo poco recomendable. En 5 minutos listos para irnos, ¿de acuerdo?

Dicho esto Artellus se encaminó hacia las cajas y cajones repartidos por las habitaciones para buscar el material necesario para la recogida de información. Rápidamente se puso la ropa de civil, encima de la cual se puso el chaleco acolchado, donde escondió la pistola compacta y un cargador, así como el cuchillo y la placa inquisitorial que podía salvarlos el pellejo. Finalmente cogió 40 tronos de oro y volvió hacia el salón, dispuesto a terminarse el vaso abandonado en el salón mientras sus compañeras se terminaban de preparar

Lyra observó un momento a Artellus antes de moverse, mientras éste revolvía entre las cajas buscando por lo que parecía, armas.
-¿Lo necesario para recoger información?-sonrió irónicamente- más vale que tengas razón y nos dejen quedarnos solo lo imprescindible para indagar...
Fue hasta el cuarto donde habían dormido la noche anterior y recogió sus cosas y sus armas asegurándose de que estuvieran cargadas, acarició con cariño su hacha y la ocultó, no pensaba dejarla alli a pesar de que el hombre las había instigado a no llamar la atención. Rebuscó entre el desorden y se hizo con unas cuantas racciones de soldado, no sabía cuánto tiempo permanecerían abajo y sin un ruido regresó al salón.
Imitió a Artellus y dio un último trago a su vaso
-Vamos a dar un paseo en carruaje-ironizó

Impaciente por salir en busca de acción, Kate se fue al baño, se arregló como pudo, pues su forma de ser le decía que una arbitraria siempre tenía que ir bien arreglada y en cuanto cogió las pocas pertenencias que tenía se unió a sus compañeros.

- Lista. Salgamos de una vez de aquí.

Esperó a que Artellus saliese primero respetuosamente. Si él era el líder lo trataría como tal.

Espero que los otros dos estén bien, por ahí...

Artellus conduce a lo que queda de su nuevo equipo hasta el viejo y destartalado vehículo a través de los estrechos callejones peatonales que recorren como pequeñas venas la inmensa ciudad. Tras caminar durante lo que les parece un cuarto de hora llegan a un viejo parking público, y en su nivel de calle veis el coche del qeu os habló el asesino.

Cuando os acercáis comprobáis por la gruesa capa de polvo que no ha sido movido en bastante tiempo, y os teméis que no vaya a arrancar por falta de batería, combustible o una avería. Mientras Lyra revisa que las ruedas no estén pinchadas y Kate vigila que nadie les vea, Artellus usa su cuchillo para forzar la puerta del conductor. Tras un par de intentos, el seguro se quita y la puerta queda abierta.

Lyra se coloca en el asiento del conductor e intenta arrancar el vehículo forzando el contacto con su cuchillo, pero tras un amago de arrancar el motor se detiene. Vuelve a intentaarlo, con idéntico resultado. Necesita hasta un cuarto intento para que la batería responda y el coche arranque por fín.

Avanzáis por la ciudad aparentemente en dirección contraria al resto del mundo, ya que la mayor parte de la gente intenta subir de los niveles inferiores para acudir a sus puestos de trabajo, prácticamente solo os encontráis por el camino de descenso a todo tipo de vehículos de transporte de mercancías. Tratáis de evitar las vías principales, lo que os hace dar un rodeo bastante grande y quedar varias veces bloqueados por camiones que están en mitad de la vía descargando sus mercancías, pero finalmente llegáis a los niveles más inferiores de la ciudad pasado el medio día.

Artellus iba comodamente sentado en el asiento de copiloto del coche que se habían apropiado, con la mano derecha apoyada en la ventanilla y recostado sobre el respaldo observaba las calles mientras se acercaban a los niveles inferiores, su mano izquierda acariciaba su colgante de forma intermitente como si de un tic se tratara.

Cuando empezaron por fin a descender hacia su objetivo se enderezó, guardando el colgante y metiendo la zurda en el bolsillo donde llevaba la placa inquisitorial, apoyando toda la espalda sobre el asiento y ladeándose ligeramente para dejar espacio a su brazo, que doblado dejaba la mano sobre la empuñadura de la pequeña pistola que guardaba en el interior del chaleco, fuera de la vista de los viandantes. Sus sentidos se pusieron alerta y empezó a prestar más atención a los pequeños detalles como los viandantes, guardias de seguridad, las calles con sus nombres, giros y direcciones que tomaban en su descenso hacia las respuestas que ansiaban conocer.

Atención ahora, los cinco sentidos pueden ser pocos para lo que quizás nos espere.-dijo de forma seca y sin apenas alzar la voz por encima del ruido del probablemente más que anticuado motor.

La expresión seria de Kate se acentuó ante la advertencia de Artellus. La verdad es que en ningún momento se había sentido a salvo.

Asintió levemente con la cabeza y observó con más detenimiento el lugar por el que pasaban.  Habían pasado muchas horas dentro del coche y sentía las piernas entumecidas.

Aunque no sé qué es peor. Si estar fuera o dentro...

- Con cuidado, Lyra.

Sabía que el comentario en sí sobraba, porque Lyra ya estaba teniendo el cuidado suficiente, pero necesitaba hablar, decir cualquier cosa.