Partida Rol por web

La ruina del Hombre

Como de un sueño, despierta...(Nyormel, 4 de Numa del 471 d.T.)

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21/12/2009, 23:46
Director

La verdad es esquiva en el mejor de los casos y gusta de enredarse en historias fantásticas que por muy poco no pueden ser calificadas de peligrosas.

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21/12/2009, 23:47
Director

La noche transcurrió plácidamente. Al amanecer, la luz de la ventana trajo consigo el despertar. Fue la primera mañana en varios días en los que Jayrah no sintió ningún malestar, incluso al contrario, tenía hambre. No había comida en la habitación, lo cual no era en absoluto lo habitual, pero al menos sí seguía allí el arcón listo con la ropa preferida de la dama.

En el exterior, el Sol parecía buscar la fuerza en las alturas, remontando rápidamente desde la línea plana del lejano Este. No había aún sonido en las calles más allá de un leve murmullo que traía el viento.

Notas de juego

Esto es el inicio de la escena. En seguida nos ponemos en harina.

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22/12/2009, 13:10
Jayrah Ydhûn

Jayrah se vistió con rapidez, pero no por ello dejando de cuidar su aspecto, eligiendo muy bien cada pieza que se ponía. Iba a ser un día importante, crucial, en su vida. Y no quería que nada quedara al azar. Ni siquiera su atuendo.

Cogió un vestido de terciopelo gris perla, con aplicaciones y bordados en seda verde. Los puños eran de puntillas, así como un pequeño volante que remarcaba su escote al rodearlo, y ocultarlo a la vez. Una dualidad interesante. Pocas joyas, y muy discretas. Se peinó, dejando su melena sin recoger, a posta. Sin duda el pelo recogido era mucho más elegente, austero. Pero hoy iba a conocer a su madre. Y se sintió bien al presentarse ante ella con la vivacidad de una joven mujer.

Un toque de perfume, un pañuelo en su anillo, una capa de seda.

Y estaba preparada...

Notas de juego

bien, puedo desayunar...? ¿O mejor llego viva a la reunión...?

:P

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27/12/2009, 12:33
Director

El desayuno fue frugal ante la mirada culpable de los sirvientes. La cocina tenía el aspecto de haber sufrido el ataque de un demonio del viento. Consistió en un par de piezas de fruta y miel recién abierta. También unas gotas de vino. Todo estaba buenísimo, tan bueno que parecía de la reserva personal de Noro, no de lo que habitualmente se guardaba en la despensa.

Al salir, la calle se mostró limpia de gente. No era por que fuera pronto, sino por ese aire de desconfianza que aún flotaba en un ambiente enrarecido. Jayrah nunca había visto así la ciudad tras las murallas. Era como si la ciudad contuviera el aliento.

Atravesó la puerta de entrada al palacio y allí cambió la cosa. Un grupo de soldados de cháchara la observaron y los sirvientes se dedicaban a lo suyo. Buscó la puerta principal, una maravilla tallada en roble negro, tan grande como una cueva milagrosa y que estaba ya abierta. El olor del interior era a flores frescas, como siempre dentro del palacio que llamaban Jardín de Piedra. La mujer se adentró por los pasillos bajos y rodeó ligeramente el primer patio hasta dar con un acceso que le llevó hacia la torre interior. Un sólo guardia esperaba en la puerta rodeada de flores y árboles jóvenes.

- Señora, presentaos - fueron sus únicas palabras. No era un guardia cualquiera, parecía uno de los nuevos admitidos en la guardia blanca y además, por su porte, de familia noble.

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02/01/2010, 13:51
Jayrah Ydhûn

El Palacio. ¿Cuántas veces había paseado por sus dependencias...? Quizá no tantas como la familiaridad le parecía indicar. Pero era cierto que el aroma a flores, las tallas vetustas en la piedra gris, los parterres recortados con pulcritud, el murmullo de alguna fuente escondida y el fru-fru de sus propias faldas de seda al andar, así se lo sugerían.

Esta vez, aún con esa familiaridad a cuestas, todo era distinto. No. Ella, ella era distinta. La Jayrah que cruzó la inmensa puerta de ébano, no era ya la niña que lo había hecho hasta entonces. Había sido una niña solitaria, seria. Hasta torva. Pero niña al fin y al cabo. Ya no. Ahora, la Jayrah altiva que se internó hasta la Torre interior era una mujer. Igual de solitaria, igual de seria. Incluso, igual de torva, o quizá más. Pero una mujer.

Se detuvo ante el hombre, un efectivo de la Guardia Blanca, sin duda, un noble por su porte. Le estudió mientras éste le daba el alto, y dejó pasar un segundo antes de responderle, lo suficiente para que él pudiera estudiarla también.

-Soy Jayrah Ydhûn, única hija y heredera del Marqués de Ydhûn, Algyyr. Resido actualmente con mi Tutor, Noro Darryyn, aquí, en la Ciudad. Me esperan dentro, tengo el placet de mi Tutor, y del Principal, Jorgall.

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03/01/2010, 21:25
Director

El guardián hizo un esfuerzo evidente por recordar el nombre. Era novato, lo estaba dejando claro, pero al menos pareció caer en la cuenta de las novedades del día.

- Se me informó de algún cambio, sí. Entiendo que vos sois la dama que se esperaba. Podéis pasar.

Abrió la puerta con una llave que llevaba atada. Una pequeña sala con apenas una alfombra amplia y unos tapices colgados decoraba lo que parecía un acceso a una nueva puerta, también protegida, en este caso por dos hombres. Cuando llegó a su altura, éstos no le preguntaron nada, simplemente abrieron la puerta tras observarla muy serios.

La nueva sala se abrió ante ella con una explosión de luz reflejada por escudos de plata pulida repartidos por las paredes.

El suelo estaba confeccionado como un telar de pequeñas teselas que dibujaban el escudo de la casa Ermylliôn. El mismo Donner estaba allí, de pie junto a un trono grueso de madera noble sin tallar.

No estaba solo. Junto a él estaba el Principal Jorgall, sonriente como siempre y también el otro Principal, ahora no recordaba el nombre, un hombre vestido con armadura negra, de negra barba también, muy poblada en contraste con la escasez de pelo que aún resistía a caer de su cabeza.

Lonnegahr de...¿Solaayn? era otro de los invitados. Un noble joven con mucho éxito entre las damas, pero también muy dado a aparecer y desaparecer sin previo aviso. Jayrah sólo se había encontrado con él en contadas ocasiones, y por las damas de la corte más cercana al Donner sabía quién era, no por otra cosa. Parecía impaciente e inseguro, incluso irritado.

De momento no había nadie más.

Jorgall vio a Jayrah y la saludó con honesta alegría, pero sin moverse de su posición. Los límites establecidos indicaban que el Donner debía permitir cualquier conversación en la sala (exceptuando los correspondientes saludos) antes de que se produjeran.

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07/01/2010, 19:17
Jayrah Ydhûn

Jayrah alzó el mentón. Entró en la sala como lo habría hecho una princesa, con porte y dignidad, y quizá, sólo quizá, un punto de altivez. La realidad es que estaba cohibida hasta cierto punto. No por el boato desplegado, no por las personas que se encontraban allí dentro. No, era la situación que estaba por venir la que hacía que sus pasos, tan seguros en apariencia, le asaetearan la piel con miles de agujas invisibles.

Pero siguió adelante, hasta el mismo Donner. Allí se inclinó, graciosa y elegante, sin perder un ápice de la compostura que cuidaba con mimo.

La seda crujió al recoger la falda para acentuar su media reverencia. El pelo negro y brillante, suelto, se deslizó por sus hombros. Mujer y niña, misterio toda ella.

-Mi Señor.... Permitid que os salude, y que os agradezca la venia que me habéis concedido.

Esperó a que le respondiera, y la autorizara a seguir adelante para saludar al resto de los presentes. Eso pensaba hacer, con discreción y cortesía. Reservada. Y después aguardaría los acontecimientos en un sitio poco avanzado, discreto también, como ella misma...

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08/01/2010, 23:42
Donner Gareth Ermylliôn

El Donner era un hombre fuerte, pero elegante en sus movimientos, a pesar de las recargadas ropas que lucía. Era difícil distinguir si se trataba de una armadura muy elaborada o de una tosca toga hecha de finos remaches de reluciente plata, engarzada con cuentas de acero y cosida con finas telas.

- Te saludo, Jayrah la Joven Ydhûn. En realidad, soy yo quien debe estarte agradecido. Es un alivio ver ojos verdaderamente sinceros en esta sala - añadió con una sonrisa que advirtieron sus acompañantes -. Empezaríamos ya, estoy seguro de que tú estarás impaciente, pero aún esperamos un invitado. Finalmente tu tutor ha decidido no presentarse. Era cosa suya venir o no. A mí me parece bien cualquier decisión que tome Noro. Me ha servido demasiado como para que me tome a mal nada de lo que haga.

A su lado, el joven Lonnegarh miraba con abiertos ojos verdes la escena. Eran unos ojos inquietantes, llenos de intensidad, como un depredador que espera el momento adecuado para saltar sobre su presa. Sin odio, sin furia, sin rabia, simplemente porque esa es su naturaleza.

En ese momento se anunció otra entrada. Dos hombres, uno mayor, aún con porte orgulloso, pero mirada indecisa bajo la tez marmórea y la trémula barba cana, y otro más joven, de indudable parecido físico, moreno y de cuerpo poderoso, ágil. Ambos vestían ropas adecuadas al encuentro de un gran señor y sin duda distinguían los motivos de sus casas, que no podían ser, por lo que Jayrah sabía, de ninguna de las casas nobles de cierto rango que tuviera su tierra en Los Prados.

A diferencia de con Jayrah, el Donner se acercó a ellos sin sonreír. Tomó con fuerza la mano del hombre mayor y saludó cortesmente a su acompañante.

- Llega la hora en que quizá saquemos alguna luz de estos días de tiniebla, hermanos. Empecemos cuanto antes. Bowett, trae una banqueta.

- ¡No! - protestó el hombre mayor con vehemencia -. Asistiré de pie...si me lo permitís.

Entonces sí sonrió el Donner.

- Os lo permito. Adelante entonces...

Notas de juego

Bueno, dejo la cosa preparada para cuando vuelva dentro de una semana, ok?

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09/01/2010, 15:33
Jayrah Ydhûn

Jayrah se quedó, como había decidido antes, ligeramente en segunda fila, presenciado los acontecimientos.

Vio la entrada del anciano y el que posiblemente fuera su hijo, y no perdió detalle de los matices de su corto diálogo con el Donner. Tampoco pasó por alto la actitud del joven noble, Lonnegarh, fría y paciente. Al acecho. Pero inmediatamente se dio cuenta de que ella misma podía aplicarse esa misma actitud, no tan fría, desde luego. Pero sí al acecho...

Notas de juego

Ok, veamos qué ocurre a continuación.

:)

Que te vaya bien por la nieve!!

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22/01/2010, 20:13
Director

Notas de juego

Compañera, al fin me he recuperado del trancazo. He posteado a los demás, pero tu post es serio, muy muy serio...y requiere tiempo. Si no te importa, mañana como pronto o más probablemente el domingo, podré prepararlo convenientemente.

Gracias por tu paciencia y tus esfuerzos. Eres valiosísima.

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23/01/2010, 13:48
Jayrah Ydhûn
Sólo para el director

Notas de juego

Tranqui, niño. Yo espero lo que haga falta. Además, ahora que dirijo por fin, me doy cuenta de lo que cuesta coordinar, estar a la altura, mantener un ritmo...

:)

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29/01/2010, 20:23
Director

Se colocaron todos formando un círculo en mitad de la sala. Por un orden que Jayrah no supo entender, pero que parecía estudiado. El Donner quedó escoltado por los dos principales, el joven de ojos verdes frente a él, a su izquierda, el hombre mayor en el centro y el otro joven de ojos oscuros a la derecha. Jayrah había quedado entre Jorgall y el joven de los ojos oscuros, un poco a la derecha del Donner. Así pues, el círculo no estaba completo. Aún faltaba la presencia de alguien justo enfrente de Jayrah.

- Creo que hasta que completemos el círculo - se anticipó el Donner - podemos hablar, sin presentarnos formalmente, de cosas que, precisamente debido a este hecho, no serán oficiales. Aunque nos centraremos en el debate, debo anunciar a mis hombres que hemos alcanzado un acuerdo de uso y abuso sobre las minas de Ojchra. Eso fue alcanzado, también debo decirlo, hace tanto como tiempo lleváis aquí - dijo mirando al hombre mayor -. Venimos por tanto a cerrar un trato ya acordado, sólo a cumplir el rito, así que espero que nadie me venga a perturbar precisamente ahora con inconvenientes.

El viejo asintió, dando a entender muy a las claras que por su parte no habría problemas.

- En este aspecto - continuó -, tengo especial interés en saber qué interés puede tener un caballero como vos - y ahora miró al joven de ojos verdes - en hacer uso de su muy antigua prebenda de elegir un caso oficial para ser partícipe. Debido a que este regalo se os fue concedido hace ya una década, si no me equivoco, verdaderamente espero que esta novedad no vaya a causarme problemas.

El aludido hizo ademán de contestar, pero se encogió de hombros muy débilmente, con una sonrisa a punto de salir de sus labios.

- Obviaré los gestos comunes, señor - advirtió el Donner ante la actitud del joven -, pero no pienso en modo alguno permitir alteraciones sobre lo esperado.

La puerta volvió a abrirse. Los presentes miraron hacia ella sin moverse de su posición.

- Querida - dijo al fin el Donner, sonriente de nuevo -, llegas pronto para lo que supongo ha sido un arduo viaje. Pasa, entra a completar el círculo.

Una hermosa mujer entró en la estancia, brillante su cabello oscuro bajo la luz blanca. Vestía y se movía con la elegancia de una alta dama y aún así en sus ojos se podía ver el fulgor de una guerrera, de las castas antiguas, quizá. Apretaba los labios, pero sonreía y miraba con fijación al Donner. Lentamente, se colocó delante de Jayrah...y la miró.

Hubo un silencio lleno de años de ausencia.

Notas de juego

Bueno, al final no es tanto. Se debe a que había olvidado que, según el rito, hasta que el círculo no se completa, nadie más que el señor puede hablar. Ahora sí se ha completado el círculo.

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30/01/2010, 20:12
Jayrah Ydhûn

La vio entrar con el porte de una nave airosa y noble que se adentrara en puerto desconocido, las velas desplegadas y la proa altiva.

La vio mirarla con la mirada del reconocimiento. Y ella la miró a su vez, preguntas y afirmaciones, confidencias, llanto y alegría, años y años de espera, y ahora, ya no de ausencia, sino de convencimiento de reencuentro tras una pérdida asumida. Todo en una mirada.

Pero ahí estaba, y sus sentimientos fueron encontrados. La mujer era su madre, no le cupo duda, y estaba ahí, frente a ella, como si se miraran una y otra en un espejo que jugara con el tiempo. Las mismas facciones, el mismo pelo, la misma aura de valentía y de señorío.

Si hubiese podido hablar, tampoco lo hubiera hecho. Y si hubiera podido moverse, quizá lo que su corazón le pedía habría sido poco apropiado para el lugar en el que se encontraba. Porque Jayrah deseó lanzarse a los brazos de aquella a la que dieron todos por muerta, aquella que le negó el calor de un regazo, aquella que, no hubo dudas acerca de ello, no pudo dar rienda suelta a su pasión de madre por causa ajena, no por voluntad propia.

Pero ella era Jayrah Ydhûn, de una casta invicta a pesar de sometida, una mujer hija de su madre, una mujer.

Con las verdes pupilas clavadas en las de su madre, no parpadeó. Apenas sonrió. Apenas se movió. Una leve, levísima inclinación de cabeza, una muda bienvenida, una callada aceptación.

Y esperó.

Notas de juego

Bien, pero Jayrah está demasiado conmovida y es demasiado orgullosa para demostrarlo.

Va a permanecer callada, por ahora.

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04/02/2010, 19:04
Donner Gareth Ermylliôn

 - Bien - aplaudió el Donner -, hemos completado el círculo. Venimos a tratar temas importantes. No todos lo sabéis, pero el trato que hemos preparado entre los nobles señores de Nyrr y mi casa está siendo pasado a pergamino para dejar constancia de tal una vez lo firmemos. Tal tratado, celebrado en ceremonia privada, nos dará la ocasión de disponer del reparto de las ganancias de la mina que ellos han explotado hasta hace una generación en los límites septentrionales de nuestra tierra. Yo me comprometo a limpiar las continuas incursiones y ataques de lo que ellos denominan "hombres salvajes" y a cambio, tendré buena provisión del material que, como sabéis, siempre necesitamos.

Así pues, vienen como oyentes a presenciar una pendencia que he seguido con bastante preocupación y, últimamente, con cierta hartura. El camino llamado Senda Gris, utilizada por los carboneros durante muchos años, nos resulta perfecto para el transporte. Hay que desbrozarlo y bajo pago, de eso me encargaría yo porque tenía intención de cobrarme esa tierra para no complicar mucho el asunto del envío de carros y mercancía. Veeryn de Hyss me negó semejante derecho, así puedo decirlo. A mí. A su señor. Difícil ha sido para mí tragar esta osadía y bien tenía previsto hacerle entrar en vereda cuando...murió...en los aciagos acontecimientos que han poblado estos días tristes.

El regente envió una mirada de aprecio al hombre mayor que se sostenía en pie más por la fuerza de su orgullo que la de sus piernas.

- Bien, no me entretendré en el profundo penar que me produjo saber de tan mala noticia, pero el derecho me otorga poder sobre esa tierra a la muerte de su propietario sin herencia directa. Y es en ese momento, cuando el joven Lohnnegahr aparece después de tanta ida y venida y afirma sin despeinar sus bello rostro que es hijo legítimo de Veeryn. Así pues viene él a explicarlo porque, yo mismo, espero con impaciencia resolver cuanto antes este asunto. Y advierto que no soy buen contrario cuando se me hace perder el tiempo o se me toma por idiota. Así pues, Lohnnegahr de SOLAAYN - remarcó mucho el apellido -. ¿Qué tenéis que decir?

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04/02/2010, 19:18
Lonnegahr de Solaayn

El aludido sonrió con cierta arrogancia al ser mencionado y, cuando se le dio permiso, buscó en sus ropajes un pequeño documento que guardaba con bastante cuidado.

- Debo decir que me siento honrado al saberme reconocido por nuestro señor de forma tan ajustada. Así es, no tengo, como sospecháis, parentesco alguno de sangre con el señor Veeryn de Hyss. Sin embargo, ha querido la Voz que en esta última visita al palacio, en cuya presencia siempre me siento seguro, haya sido bendecido con el amor más puro, como no hubiera podido soñarlo ni en mis más fogosas noches. La dama Kattya de Breesel, mantiene el apellido que tuvo el señor de Hyss antes de ser recompensado por méritos de guerra, y antes, de hecho, de casarse con su segunda mujer, Ollya, después de muerta la primera.

Ollya también murió, pobre señora, y con la muerte ahora de Veeryn y de todo aquel que tuvo conocimiento carnal de él, su única hija es ahora su heredera. He sabido todo esto de casualidad, cuando ayer por la noche, el frÿlle Casyyr nos casó en íntima ceremonia.

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04/02/2010, 19:30
Director

Todos enmudecieron. Gareth apretaba tanto los dientes que los labios se le estaban poniendo morados. La mujer frente a Jayrah había perdido el color, pero nadie podía hablar antes que Gareth a menos que él les diera permiso.

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04/02/2010, 19:31
Donner Gareth Ermylliôn

- Conozco a Casyyr desde que yo era un cachorro. Nunca haría tal cosa...

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04/02/2010, 19:32
Director

Las palabras del Donner fueron interrumpidas por un grito espeluznante que venía de algún lugar al otro lado de la pared que Jayrah tenía enfrente. Amortiguado por la piedra, sonó como un chillido agudo y horroroso, pero muy claro a pesar del muro.

Los hombres de Nyrr, el mayor y el menor, miraron a Gareth, que se dirigió directamente hacia el muro, disolviendo el círculo. Todos los demás, los Principales los primeros, se dirigieron también hacia allí. Seguían escuchándose chillidos.

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05/02/2010, 00:29
Jayrah Ydhûn

El rostro de Jayrah nada reveló, pero aunque le había costado, consiguió desprenderse del magnetismo que emanaba de la mujer que tenía delante para poder escuchar y comprender lo que estaba diciéndose en el círculo.

Pero no fue hasta que nombres conocidos sonaron que su atención no se desvió hacia ese joven pero sobradamente seguro de sí mismo hombre, ese Lonneghar de Solaayn. Y el nombre que consiguió que no sólo desviara su atención, sino también sus ojos, fue el del preste. Casyyr.

¿Acaso ese clérigo se había vendido...? ¿Acaso jugó con ellos, los engañó, o les tendió una trampa, desviándolos de la verdad...? No. No lo creía así. ¿Entonces...?

No pudo continuar con el hilo de sus pensamientos. Un grito, y varios después, chillidos de mujer, tras el muro.

Todos se dirigieron hacia allí.

Ella volvió a mirar a su madre, el círculo estaba roto, pero ahora no podían hablar tampoco mucho, maldita sea. Se acercó a ella, la cogió de ambas manos, y sin añadir palabra la abrazó. Nadie las estaba viendo, de eso estaba segura, demasiado ocurría a su alrededor como para que lo que las dos mujeres hicieran importara a nadie.

Lo que fuera que ocurriera tras el muro, podría esperar a ese abrazo...

Notas de juego

:P

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05/02/2010, 21:59
Director

La mujer devolvió el abrazo a Jayrah, olvidándose por un momento de todo lo demás. Como si el mundo entero fuera aquel lugar donde ellas se reencontraban casi sin saber quiénes eran. El amor de una madre a su hija llegó casi veinte años después, de golpe, tan terrible que ninguna pudo reprimir las lágrimas.

Al frotarse los ojos, sin embargo, Jayrah vio que no todos estaban pendientes del sonido. Lonnegahr se mantenía en un segundo plano y parecía indeciso. Las miró largamente, con unos ojos verdes intensos, llenos de un odio que parecía natural, no provocado, como si odiara simplemente todo aquello que viera. Luego se fue directamente hacia una zona de la pared y miró por esa parcela, con el cuerpo muy pegado al muro.