Partida Rol por web

-Esta noche cenaremos lo mismo que los últimos días, o peor aún,. Quizá no cenemos nada. Hay muchas bocas que alimentar- respondió Valdia quien ayudaba a Lorantha con Grunt, aunque sin levantar demasiado la voz. La cocinera del clan había sangrado demasiado durante el combate, y aunque se encontraba bien, aquel era uno de esos días en que tenía muy claro que prefería estar muy sumergida entre trastos sucios que luchando en una batalla como aquella.

-Siempre podemos disponer de los cadáveres de esos pieles verdes si la comida escasea- expresó el kislevita Domochievski con tal naturalidad que era difícil discernir si hablaba en serio o estaba bromeando; aunque claro, el prácticamente nunca bromeaba.

-No creo que nos movamos está noche. Seguramente habrá muchos heridos que atender, aunque lo mas seguro es que tengamos que cruzar de nuevo el río para evitar ser atacados al oscurecer. En cualquier caso, no nos vendría mal ir preparando una fogata para calentar a los heridos y quizá enterrar a los muertos-.

La batalla finalmente había terminado, con el avance de las tropas imperiales el orco al cual me enfrentaba había huido o sido abatido, mi mente no podía recordar mucho, lo ultimo era que me había lanzado a recuperar mi lanza, dejando mi cuerpo a descubierto para que aquel piel verde descargara un ataque mas contra mi, quedé en el suelo rendido y sin fuerzas y después de eso solo recordaba ver a los imperiales limpiando el lugar de esas criaturas infernales. -Alguien por ahí? Necesito atención medica.- Digo mientras me reincorporo lentamente, después de guardar mi maza me dirijo ne dirección de mis compañeros en busca de que alguien pueda atender mis heridas.

Toco ligeramente los puntos donde los goblins y orcos han conseguido golpearme, sonriendo tras pensar que podría ser otro de los cadáveres humanos que ahora yacían cerca de nosotros.

- Buena pelea compañeros....Kurt, Nathan, chica pelirroja, gracias por el apoyo creía que de esta no lo contaba.  Saludo a Grim levantando la alabarda. - Bien hecho Sr. Grim, a mantenido nuestro flanco usted solo.

Busco un lugar para sentarme antes de que la pierna termine de fallarme y acabe con mis huesos en el suelo. Al escuchar las palabras de nuestro cercano compañero enano, siento de nuevo la punzada de dolor que emana de cada una de mis heridas.

- No estaría  mal que alguien mejor que yo atendiera mis heridas. Pero de no haberlo el que lo necesite se tendrá que conformar con mi pericia. 

El mercenario simplemente respondió con un gruñido y un asentimiento al cumplido. Él no tenía dominio alguno de artes curativas, así que se dedicó, una vez los pieles verdes se batieron en desbandada, a lo que probablemente sería más útil: reclamar botín. Empezó a buscar virotes con los que reponer aquellos que había lanzado... Y si encontraba algún "karl" o algo de pólvora y munición, tampoco le iba a decir que no...

El final de la batalla trajo una mezcla de emociones ; alegría por haber salido casi entero ,tristeza por los compañeros caídos  y de repente una oleada de cansancio , dolor por las heridas  y hasta  hambre y sed.Me dejo caer en el suelo y me quedo un rato mirando el cielo dando las gracias por haber salido con vida .A mi tampoco me vendría un matasanos .Digo saliendo de mi ensoñacion al oír los comentarios de los demás .

- ¡POR TODOS LOS DIOSES! ¿A DÓNDE HAN IDO TODOS LOS VALIENTES QUE HAN LUCHADO CONMIGO CONTRA LOS ORCOS? ¡ME LOS HAN CAMBIADO POR NENAZAS! - bramó la elfa que apenas si había acabado de arrancar de los brazos de la muerte a Grunt - ¡ESPERABA ESE COMPORTAMIENTO DE TRØJAN, ¿PERO DE LOS DEMÁS? ME AVERGONZÁIS. ADEMÁS, ¿CUÁNDO HE DEJADO UNA SOLA DE VUESTRAS HERIDAS SIN ATENDER? - concluyó molesta.

- Los que estéis heridos colocaos ahí. - dijo volviendo a su natural y melódico tono de voz. - Voy al caballo a por mis cosas para poder atenderos. Sí podéis ir calentando agua mejor.-

Al poco ya se encontraba atendiendo al grupo, recitando sus plegarias y utilizando los rudimentarios conocimientos de sanación adquiridos entre los mercenarios humanos.

El tiempo pasaba de prisa mientras los mercenarios y sobrevivientes del contingente imperial eran atendidos por Lorantha. Los jinetes por su parte, tras rematar a la mayoría de los Goblins, habían partido en su mayoría para dar caza a algunos de los pieles verdes fugitivos y al mismo tiempo explorar la zona. Por su parte, las fuerzas principales de la batalla conformadas por el reducido ejercito imperial comandado por el capitán Hansel así como por el basto ejercito enano, empezaban a congregarse junto a la orilla con la aparente intensión de montar una campamento de campaña. Ahora probablemente estarían discutiendo acerca de quien tenia la gloria en la batalla.

A lo lejos, hacia el este, se escuchaban mas trompetas de guerra, esta vez imperiales. A los pocos minutos en la lejanía, del lado del río donde se congregaban ambos ejércitos se veía venir a un nuevo contingente de soldados imperiales cuyo número no se distinguía a la distancia, pero que no debían de ser mas de cien. De cualquier forma, era un mal momento para llegar, ya todo había terminado.

Domochievski quien tras recibir atención medica se había levantado a escudriñar la zona cercana, ahora regresaba con la mirada fija en la otra orilla. -Buena hora para aparecer- exclamó en relación a las tropas que se acercaban a la distancia. -Seguramente son refuerzos imperiales de la guarnición del paso del perro loco; de poco servirán a estas alturas, y seguramente no han traído víveres con ellos-.

Caminando hasta donde se encontraba Lorantha con el grupo de heridos quienes aprovechaban la ocasión para tumbados en el suelo, tener un merecido descanso tras el ajetreado momento. -Los que ya estén bien pónganse en pie y recojan todo el botín que puedan, nos hará falta. Bien podremos tomarlo como paga por el servicio que aquí hemos prestado- sentenció.

Veo a Domochiecski acercarse.. Y me temo lo peor. Ese hijo de Kislev nunca tenía humor para nada.

Se pone a ladrar ordenes. Que aunque me parecen muy acertadas. Mi cuerpo dolorido se niega a obedecer.

Vamos Nathan, en pie -me ordeno a mi mismo.

Sonrío a la peliroja al pasar junto a ella, poniéndome lo más tieso posible para impresionar.

Observo a mis compañeros más seriamente heridos y doy gracias a Ranald por haberme dado la fortuna necesaria para salir del combate con alguna herida menor.

Comienza el saqueo...

Avanzando a través de la corriente, envuelto en su pesada armadura y cabalgando a lomos de su gallardo corcel, el capitan Mike Hansel, comandante del contingente imperial, cruzaba el río para reunirse con el grupo que había bloqueado el paso. Su apariencia dejaba mucho que desear, y no por que tuviera mal aspecto, sino por que parecía que acababa de dar un paseo por un bello prado. No había ningún rastro de batalla en él ni en los lugartenientes que le acompañaban, casi con seguridad, el capitán se había mantenido a retaguardia en esta ocasión.
Un grupo de jinetes de los que habían llegado a auxiliar en la batalla se habían adelantado hasta él y aparentemente le daban un parte de lo sucedido, o mas bien de la conclusión de lo sucedido. Lo único que a la distancia se alcanzaba a entender, era que hablaban de los pieles verdes que habían escapado y que ahora eran cazados y de los imperiales caídos en batalla. Lo ultimo sobre todo fue obvio pues a la orden del capitán pronto varias de sus tropas fueron despachadas para recoger a los fallecidos.

El capitán apenas iba a continuar su avance hasta donde se encontraban los miembros del clan y los tres imperiales que les acompañaban, cuando Jaime, aun montado en las ruinas, emitió un sonoro grito de reclamo. -Hey tu, papanatas, casi nos matan por tu culpa, que se supone que estabas haciendo del otro lado-, aunque lo cierto era que el mismo los había metido a todos en aquella situación.

Comienzo a arrastrar los cuerpos de los soldados imperiales muertos a la orilla. Merecían un entierro mejor que el ser arrastrados y pisoteados por la corriente. Además, de estos chicos sí podría sacar cosas útiles. Armas de manufactura imperial que no llamarían la atención. Armaduras de mi talla. Alguna que otra moneda. Pero sobretodo, ropas para sustituir las demasiado rotas, o hacer remiendos en las no tan estropeadas. Puede que incluso alguno portase algo de comer. 

Voy cargando con todo lo que creo útil, con un trozo grande de tela me hago un hatillo para poder trasportarlo todo al carro.

Quizás alguna camisa de malla de orco podría ser ajustada al tamaño humano. Aunque claro... estaba pensando más bien en mi tamaño.

No cojo ninguna rebanadora orca. Demasiado pesadas y de seguro complicadas de usar para un hombre como yo.

Los despojos para el vencedor ... Digo levantándome del suelo dispuesto a buscar algo que pudiera mejor mi equipo  antes de que los demás se queden el botín .Al cabo de un rato  de rebuscar encuentro un camisa de malla que no tiene mal aspecto  y no presenta agujeros.Cuelgo la camisa de la punta de la alabarda para mantener el olor lejos de mi nariz .Tendre que airear esto para quitarle el pestazo a orco .

Gracias a los misteriosos poderes dela elfa me sentía un poco mas repuesto, aunque la verdad era que aún tenia as heridas del combate muy presentes en mi cuerpo. -Gracias Elfa, como siempre es un placer contar con tus habilidades misteriosas.- Por otro lado escucho los halagos del compañero Walter, y respondo su cortesía. -Gracias camarada Walter, como siempre un placer combatir a tu lado, aunque, mas tarde seria bueno compartir también unos buenos tragos de aguamiel, mientras presumimos nuestras heridas de combate. Por el momento creo que ya me siento suficientemente bien para recoger el botín de guerra, que no quede nada, aunque no todo nos sea útil, todo es vendible y la verdad es que nos vendría bien un poco de dinero.- Me levanto y me dirijo a recoger todo el botín que pueda cargar para transportarlo hacia la carreta.

- No sé qué haría este grupo sin ti Lorantha. Ya van dos veces que me has ayudado y ya he perdido la cuenta de cuántas al resto -decía incorporándose como podía. Echó un vistazo a su alrededor y vio la masacre. Había muertos, caos, destrucción por todas partes. El hedor a orco era insoportable y por nada del mundo iba a tocar nada que hubiese pertenecido a un orco. No le interesaba lo más mínimo el botín, así que le aprovechase al resto.

- ¿Dónde montarán el campamento? -dijo con dificultad.

Basura, todo ello. El mercenario observó el "botín" disgustado, la mayoría de las piezas eran de tamaño orco o de tamaño goblin, inútiles para gran parte de ellos. Además, claro, de estar mugrientas y desgastadas como sólo podía estar el armamento de un orco... O, quizás, de un hombre bestia. Probablemente, lo único aprovechable, a no ser que alguien quisiera una lanza o una espada corta, eran los arcos cortos y las flechas. 

-Menuda basura...-masculló por lo bajo. Pero aquello no terminaba ahí, Jaime decidió que era buena idea increpar al líder del ejército imperial, ahora que la mitad de los suyos estaban heridos. Y, sobre todo, sin estar en disposición de huir si las cosas se ponían feas. 

-Jaime, por favor, cierra la boca antes de que nos maten a todos-dijo Kurt, aunque más que algo de cansancio y amargura que con verdadero miedo por que eso ocurriera. 

Después que la orejas largas me ayude con su magia, mi mirada de recelo hacia lo que estaba haciendo se relaja visiblemente. Parece que no sólo es buena con el arco, sino que domina la magia. Es una buena aliada y peligrosa enemiga a tener en cuenta. El corte del brazo por el lanzazo del goblin se cierra dejando una débil cicatriz, otra pulga al perro... Después de un combate tan frenético me resulta extraño no tener más secuelas.

Mis compañeros están recogiendo el botín y los más heridos parecen que pueden andar, levanto una ceja cuando el Enano al que salvé del orco cuando se le había caído el arma, elogia al atolondrado de los pelos rizados, que tiene más de impulsivo que de diestro, de todas maneras me alegro que esté vivo.

Recojo un par de revanadoras y escudos, y me intereso por ellas, son tan pesadas que mis muñecas protestan, pero todo sería cuestión de practicar digo yo.

-Pues tener armas y armaduras orcas, puede que nos sean útiles...- mi imaginación vuela libre con misiones de espionaje o de trueques con otra tribu por información.

Al final no había tenido que ser yo el que atendiese con mis conocimientos en sanar al resto de compañeros y gracias a Sigmar, en mi estado de cansancio actual hubiese hecho mas mal que bien. Lorantha se había encargado de restañar nuestras heridas con una eficacia muy superior a la que yo hubiese podido siquiera imaginar, después de esto la mayoría de los heridos ya podíamos dedicarnos a recoger el equipo orco o "botín" según a quien preguntaras.

- Muy agradecido Lorantha, con sus cuidados es fácil volver al trabajo. Me inclino ligeramente ante la elfa para despedirme y contesto a las palabras del Grim. - Eso esta echo señor enano brindaremos cuando consigamos algo de ese agua miel. 

Empiezo a despojar a los orcos de sus armas...este arco no esta mal quizás pueda agenciármelo.... y armaduras, llevándolas hacia el carro que tenemos cuando veo al grupo de jinetes al que guía el capitán Hansel. Por su aspecto hoy no se había ganado el sueldo, pero no era cosa mía decírselo y mucho menos sintiendo aun cercana la sensación de la muerte. 

La elfa restó importancia a las atenciones médicas que procuró a sus compañeros, incluyendo a los nuevos, que pese a pertenecer al ejercito imperial no tenían la culpa del mando que les había tocado en suerte.

Ocupada como estaba todavía terminando de atender a los heridos ignoró las palabras de Jaime, que parecía todavía con ganas de liarla, y preocupada todavía por la salud de Grunt que no había recuperado todavía la consciencia, se dirigió a Kurt pues sabía que no le importaría hacerla un favor. - Kurt, mientras acabo de atender a los demás ¿podrías hacerme el favor de recuperar todas las flechas posibles y rellenar mis carcajs? - añadiendo tras agradecerle su ayuda - las que sobren las puedes dejar en el carro. -

A Lorantha le hubiera gustado ayudar algo más, sin embargo, las condiciones no eran las mejores para atender las heridas, aunque si todos conseguían descansar un rato, podría comprobar la evolución de estas y ayudarles a una pronta recuperación.

De todos modos no sabía cuanto tiempo les dejaría descansar el capitán, pues sabía que quería mandarles al interior de las tierras orcas y era una cuestión que debía urgirle, esperaba que al menos les diera el tiempo suficiente como para recuperarse.

El mercenario asintió a las palabras de Lorantha, pasando a recoger las flechas que pudiera. Jaime no iba a reaccionar, y aquello solo parecía haber servido para acabar heridos y gastar recursos. Desde luego, él cada vez iba más escaso de virotes, algo sin duda malo.