Partida Rol por web

La ciudad de repente se ha quedado sin luz, una fuerza  o algo muy fuerte ha dejado sin  iluminación a la ciudad de Camberra. Todos se miran, mientras Paolo casi como alguién con epilepcia se ha quedado quieto en su silla,  casi como sí no comprendiera lo que acaba de suceder. Al parecer el poder del nosferatu es tan fuerte como para dejar sin luz una ciudad entera.

La ciudad suena  sorprendida ante la plena oscuridad. Una urbe ante la oscuridad absoluta parece retroceder un par de siglos bajo la lluvia que cubre el cielo.

La sorpresa los invade por un momento, pero sólo un estimulo los despierta.

Un timbre.

El timbre sale del cuerpo inerte del fulano que aniquilo el rayo.

 - ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? - Pienso desorientado. Hace unos instantes estaba viajando a la velocidad de la luz por cableados de cobre y de fibra óptica, por todo el mundo. Ahora estoy sentado. Abatido. Como una marioneta a la que le cortan los hilos.

 Intento hablar. Consigo mover la mandíbula, pero no emito sonido alguno. Sin entender porqué, me descubro con la lengua fuera, como un pedazo de carne dormida. No la controlo. Poco a poco, consigo reunir el auto control suficiente como para recuperar el movimiento consciente de algunas partes de mi cuerpo y recojo nuevamente la lengua en mi cavidad bucal.

 Abro los ojos, tras un esfuerzo enorme, pero a penas distingo nada más que sombras. La oscuridad me envuelve. El denso manto negro es rasgado por el sonido estridente de un teléfono móvil. Miro hacia el sonido y distingo una luz velada tras las ropas chamuscadas del cascarón vacío y calcinado que hemos dejado hace un momento en la entrada de la casa.

 Entonces parezco reubicarme por un instante. Mi mano señala a la señal del móvil y consigo articular una sola palabra, concentrando todo mi tesón en ello:

 - Wallas.

 El esfuerzo es demasiado grande. Me siento como si no tuviera energía. Me dejo caer nuevamente sobre la silla. Arqueo mi espada hacia atrás y, de alguna forma, ruego que las fuerzas vuelvan pronto a mi maltrecho cuerpo.

¿Podran todos los nosferatus hacer eso? Nunca habia visto algo asi en mi no-vida... Piensa Saul mientras mira impresionado a Paolo manejar esa computadora con la mente y acto seguido, la enorme coincidencia del apagon.

Pero sus pensamientos se detienen con el sonido que proviene del cadaver y mas aun con la palabra esbozada por Paolo.

A toda velocidad toma lo que sea que tiene el cadaver en el bolsillo y en el caso de ser un celular, mira el telefono que esta llamando y acto seguido con mucho cuidado contesta -¿Wallas?-

No puedo dejar de sobresaltarme el que le suene el teléfono al muerto.

A pesar de ser un no muerto todavía hay cosas que me afectan.

Saul reacciona mas rápido y me limito a esperar haber que ocurre pero atento por si los que llamaran estuvieran al otro lado de la puerta dispuestos a entrar si no contesta el muerto.

Habiamos entrado en la casa luego de incidente del rayo, paolo se acerco al computador para comenzar a buscar informacion mientras los demas esperabamos con ansias. Mientras esperabamos Llucía me hizo una pregunta, y no iba a escapar de compartir la respuesta. Miraba al piso intentando tranquilizarme mientras volvia mi mente a aquel momento cuando estuve cautiva.

-Yo.. si creo haberlo hecho antes, cuando escape de la casa... un rayo igual al anterior rompio la cerradura de la puerta. El dolor era tan intenso como hace un momento, aunque me temo que no puedo controlarlo.

Cuando termine de hablar mi rostro se alzaba hacia el frente buscando los ojos de mi interlocutora. Antes de obtener alguna respuesta o comentario de su parte el Nosferatu llamo mi atencion, estaba con los ojos blancos como si no estuviese en si mismo... y el comportamiento del computador era extraño tambien, parecia como si Paolo hubiera pasado su consciencia a la computadora.

Subitamente un estallido, seguido por un apagon en cadena que termino dejando sin luz a toda la ciudad... el sonido de un celular, el celular del muerto por el rayo sonaba en la oscuridad. Como por un reflejo agudize mis sentidos, atenta a cualquier cosa que pudiera aparecer. No habia oido bien las palabras de Paolo, pero cuando Saul se lanzo por el telefono pude oir claramente por quien preguntaba... Wallas... si mal no recordaba ese era el nombre del nosferatu que me habia encontrado, Paolo lo habia logrado.

 En la misma posición. Tumbado en la silla, con la espalda arqueada, escucho como parece que Saul ha interpretado correctamente lo que quería decir y respiro aliviado. El alivio me trae relajación y la relajación, recuerdos. 

 En mi mente se suceden las imágenes de satélite y coordenadas que hace unos instantes conseguí encontrar. Sin moverme, con el cuerpo inerte, consigo concentrar toda mi energía en hablar:

 - Ya sé dónde está la casa. - Mi voz es a penas un susurro, pero confío que los demás lo hayan oído en la oscuridad y quietud de la noche.

Antes de que Saul logre hablar con su interlocutor Paolo nos comunica que ha logrado saber donde esta la casa.

– Marchemos pues antes de que llegue alguien. – en un tono no muy alto para que no nos oiga quién este llamando por el teléfono móvil.

El telefono sigue sonando sin que nadie lo responda, todos se miran sin saber que hacer mientas Daniel esta dispuesto a salir corriendo. Sin embargo  Saul con un poco de sentido comun responde.

Cita:

Sí soy yo...¿Paolo eres tu? Dice sorprendido. recibi tu mensaje desde el blackberry, lo raro es que a él nunca le he dado mi telefono, ¿cómo lo conseguiste?, acaba de haber un apagon en toda la ciudad, esto es de locos.

Dice el nosferatu a Saul, pensando que esta hablando con Paolo.

Llúcia se encontraba pegada a la puerta y observando por la ventana, de la cual no se había movido, desde que la ciudad se apagase como si una capa de oscuridad hubiese sido posada lentamente sobre cada uno de sus lugares. La penumbra ha vuelto a sus facciones un compendio de sombras, aunque el brillo de sus ojos se mantiene fuerte, como dos puntos de luz que ya no hay en ninguna parte en los alrededores. Su ceño fruncido, atento, se había concentrado en esperar movimiento fuera de la casa más que en lo que pasara en su interior, por lo que había dejado a cualquiera que atendiese lo que sonaba, o que se ocupase del resto. Quizás Paolo había sido el que había generado eso, pero no importaba, si alguien les estaba siguiendo el rastro aquel momento sería el propicio.

Llúcia esperaba, sus sentidos agudizados, su cuerpo que había adoptado una posición para atacar o defender.

- No, no salgamos corriendo. Si alguien nos está siguiendo, estará esperando que huyamos para saltarnos encima - dijo al Gangrel, tan suave que pareció un simple suspiro en medio de sus dientes apretados.

Miró un momento a Paolo.

- Si sabes cómo ir, no perdamos tiempo.

Sin saber muy bien que contestarle a Wallas, Saul pone el altavoz para que todos puedan escuchar y hablar con el nosferatu, especialmente porque no sabia que decirle. Si Paolo ya sabe donde esta la casa ¿Para que hablar con wallas?.

Mantiene el silencio mientras mira a sus camaradas, con un gesto de pregunta, como no sabiendo bien que hacer ni que decir.

 Poco a poco, las fuerzas regresan a mi cuerpo. La oscuridad del exterior parece reflejar la falta de energía que yo mismo padecía tras el exhausto proceder ante la pantalla del ordenador. Esa sensación de obtener toda la información de golpe, con mi cabeza como si fuera a estallar, unida al sentimiento indescriptible de encontrarme en todos los lugares del mundo al mismo tiempo, ha sido como si mi ser, mi yo, se dispersase por la autopista de la información, atomizándose y disgregándose, hasta desaparece por completo, quedando como único impulso de mi ser, la conciencia.

 Ahora, sin embargo, vuelvo a notar mis brazos y mis piernas. Vuelvo a notar la vitae impulsándose por mis venas y, dolorosamente, mis extremidades vuelven a recobrar la movilidad. Lenta y dolorosamente, me levanto de la silla y me dirijo hacia Saul. Cuando llego a su lado, me dejo caer pesadamente junto a él, que sostiene el teléfono en la palma de su mano, con el altavoz conectado.

 - Hola Wallas, soy Paolo. - Mi voz suena como si emergiese de una tumba. A penas un resuello pasa por mi garganta para transformarse en palabras que pudieran oír los demás, no sin esfuerzo. Intento recomponer algo la voz, mientras parezco notar cómo Wallas se estremece al otro lado de la línea, al escuchar mi voz y preguntándose si sería el mismo Paolo que conociera no hace mucho.

 - Debemos regresar a donde encontraste a Kate... a aquella casa. - Tomo aire con fuerza antes de proseguir. Ignoro deliberadamente las preguntas de Wallas, pues no tengo ni tiempo ni fuelle para responder. En su lugar, le pregunto: - ¿Qué sabes de ese lugar?

 Ya he dicho a los demás que yo ya sé donde está la casa, pero... ¿Y si ahora Wallas me mintiera, pretendiendo guiarnos a una trampa? Sería muy indicativo de sus intenciones y nos ayudaría a ver hasta donde alcanza la trama que pretendemos dilucidar.

Permanezco con la mano en la puerta sin abrirla.

Miro a Llúcia asintiendo ya que tiene razón auque no hablo para que no nos oiga Wallas.

¿Tendremos que desplazarnos muy lejos o será en las afueras de la ciudad? Ahora saldre de dudas.

Por si necesitáramos dinero reviso el cadáver para ver si lleva dinero algún pase de transporte público.

¿cual casa? responde el nosferatu confundido, yo no se de que casa estas hablando, lo que sí se es que la rubia que pidio un lapiz  entro fue por la alcantarilla de Adelaide Av, con Kents.  Dice un poco confundido. Yo no se de que casa salio, pero sí por donde entró a las alcantarillas.... posible lo que buscas esté cerca.

 Asiento y media sonrisa se dibuja en mi rostro.

 - Gracias Wallas. Adelaide con Kent. Es de gran ayuda. Muchas gracias.

 Le hago un gesto a Saul para que corte la comunicación. Miro a los demás, poniéndome de pié trabajosamente, pero mostrando poco a poco más y mejor compostura.

 - Vayamos hacia allí. Una vez lleguemos al punto que ha dicho el Nosferatu, yo guiaré hasta la casa. Está cerca. No habíamos aparcado lejos la macchina*, ¿verdad?

 Se le escapa la palabra en italiano. Cosas del agotamiento.

Con seriedad miro la situación y comienzo  a  revisar las esquinas oscuras del lugar, es posible que esto no sea seguro, y ahora en la total oscuridad lo  de manejar sea un riesgo, pero sea lo que sea, debemos movernos. El carro debe estar donde lo dejamos... espero que tengan los ojos bien abiertos. Ir a esa casa es ir a la boca del lobo, pero posiblemente encontremos algunas respuestas.

Tras decir esto,  doy media vuelta y me dirijo hacia el carro. Vamos...

Cuando comienzan a caminar  hacia donde estaba el carro, la ciudad  parece más aterradora de lo que es. Ninguna sola luz, nada. Es  dificil ver delante de cada paso. El carro parece  una mancha oscura parqueada en la calle.

 Comino junto a los demás, mientras relamo cada recuerdo de la experiencia recién vivida. Todas esas nuevas sensaciones, dolorosas, alienantes... pero tan intensas. He creído por un momento estar muy cerca de mi propio fin, el dolor indescriptible y el cansancio extenuantes vuelven ahora a mi mente como un modelo a seguir, un patrón que promover. 

 Dibujo una macabra sonrisa en mi rostro, que vuelve a ser tan grotesco como sólo puede serlo un nosferatu. Volver a mi apariencia "natural" hace que mi voz recupere su tono lúgubre, cavernoso y de ultratumba, pues la deformidad de mi tráquea ha hecho maravillas en este sentido.

 - Si queréis conduzco yo, pero entonces lo más probable es que acabemos empotrados contra una farola. Sería una lástima, pues echaría a perder el coche.

 Siento ese silencio incómodo que indica que nadie comparte mi humor, pero no me importa en absoluto.

 - Estaré aquí, aunque no me veáis.

 Dicho esto, desaparezco entre las sombras.