Partida Rol por web

La Tumba del Rey Lich

3. El consejo de los tres martillos.

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27/03/2014, 14:07
Hagrim Magna

Un pañuelo rojo... ¡un condenado pañuelo rojo! ¡Un MALDITO pañuelo rojo! No aparto mi mirada del pañuelo hasta que se cierran las puertas del salón. Parpadeo un par de veces incrédulo y acto seguido encamino mis pasos al Devorador de Tuercas rumiando mis pensamientos.

¿Pertenecerá Daga a esa banda de rufianes? ¿Permitirán enanas en sus filas? ¿Y si está ahí como una excusa para vigilarme? Creo que lo mejor es que coma con ella y le sonsaque... aunque sea preguntando directamente. 

Pediré un barril de cerveza y me aseguraré de que nadie lo manipula para intentar envenenarme o algo similar. También iré pidiendo comida y espero que esta chica no tarde mucho. Menos mal que no es una humana, tengo entendido que les gusta hacer esperar a sus varones. Infelices humanos.

Tengo que acordarme de no beber demasiado... esta tarde debería encontrarme con Wu, transmitirle las palabras del Consejo y mostrarle los pergaminos. Creo que se sentirá contento de que nuestros líderes quieran hablar con él.

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27/03/2014, 18:25
Narrador

El Devorador de Tuercas resaltaba con un par de grandes engranajes sobre su puerta, a modo de cabecera y presentación, fijados al centro de una ancha placa de metal. A la izquierda "El Devorador" y a la derecha "de Tuercas". Al final de la derecha, el dibujo con relieve de gusano subterráneo hecho a base de anillas metálicas.

Para tu sorpresa, el local tenía dos puertas contiguas. Una normal, y a su derecha, otra más menuda, para niños. Al ver a un gnomo usar esa puerta comprendiste que para ellos alcanzar ciertos pomos y girarlos era un serio problema. Los gnomos solían ser tratados como criaturas cómicas, y dadas cosas así, con razón.

Una vez dentro, el panorama era de una diversidad racial considerable. La mayoría eran gnomos, que parecían en su descanso laboral para comer, pero también había un pequeño grupo de goblins - de estatura y conocimientos de ingeniería parejos a los gnomos - jugando a las cartas en una mesa. Finalmente, una gnoma con más pinta de bruja maligna que ingeniera parecía algo malhumorada en una mesa esquinada, y una humana con riñonera y pantalones y camiseta corta, en la esquina contraria, examinaba tranquilamente una extraña esfera de metal con sus pies sobre la mesa. Los humanos no solían ser ingenieros.

Puedes optar por hablar con alguien o esperar a Daganza directamente.

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28/03/2014, 08:53
Hagrim Magna

Busco otra mesa esquinada o ligeramente apartada con la mirada y cuando la encuentro me dirijo hacia ella. Creo que no pego mucho en este local. Me siento en la mesa y llamo la atención del primer camarero que pase:

- Quiero algo de comer, - comienzo, - para tres personas, - continúo con mi petición pensando que si Daga tiene tanto saque como yo, comida para dos se nos hará escasa, - algo que esté rico y no sea muy caro. ¿Entendido? - le miro muy seriamente para asegurarme de que lo ha entendido.

- Y quiero dos jarras grandes de cerveza. Las más grandes que tengan. Y usted amigo, se va a asegurar personalmente de que no estén nunca vacías mientras yo siga sentado en esta mesa. ¿Me comprende? - la última pregunta la acompaño del deslizar de unas monedas¹ de plata en el bolsillo del camarero.

Cuando le ha quedado todo claro reposo mi espalda en la silla y me dedico a esperar. Espero que esta chica no tarde mucho. Por si acaso vigilo con la mirada si alguno de los parroquianos me vigila más de lo que debería... lo mismo hay más tipos de los pañuelos rojos por aquí.

1* Dime si me resto una de oro o algo similar

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28/03/2014, 19:01
Narrador

El gnomo te sirvió. Eras un cliente exigente y poco amigable, pero buen consumidor y un cliente más. El resto del tiempo pasó sin incidentes. La taberna siguió a su curso, siendo lo más perturbador el conjunto de goblins jugando a las cartas de forma muy introspectiva, sin meterse con el resto. Había goblins en la Horda, y muchos, pero otros tantos se seguían manteniendo neutrales, y eran buenos colaboradores en tareas de ingeniería.

Finalmente, tras un tiempo que no lo fue tanto, y una espera amenizada por la espera, llegó Daga.

Por el momento asumo que son gastos menores y corrientes, como la munición.

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28/03/2014, 22:38
Daganza Winderth

Daganza entró tal y como la habías dejado la primera y última vez que la viste. Paseó la mirada con el local, saludó brevemente a ciertas personalidades del local por ser una clienta habitual y finalmente se sentó frente a ti.

— Soy toda tuya— saludó la enana con una sonrisa—. Según qué digas y cómo te portes, mis ganzúas— movió las varillas de metal sobre sus labios, apuntándote— trabajarán para ti, sin ti o contra ti. Y créeme, Hagrim, cuando digo que soy tan encantadora como inquietante.

Daga tenía un particular sentido del humor, eso era innegable. Suponías que podías aplastarla en un combate directo, pero aún así la mujer sabía cómo quererse a si misma.

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29/03/2014, 17:47
Hagrim Magna

Correspondo a su sonrisa con otra similar. - Debes de ser muy inquietante entonces.

Le sirvo una jarra de cerveza del barril que pedí y me relleno la mía.

- Estoy pensando en organizar una expedición. - comento yendo directamente al grano. - Antes necesitaré un par de días para arreglar unos asuntillos por aquí. Pero no está de más que vaya buscando gente para el trabajo. No quiero un grupo numeroso... cuatro o cinco personas máximo estará bien. Vamos a un lugar inhóspito y peligroso, y la discreción y el sigilo serán nuestra mejor herramienta. Por ello me vendría bien la ayuda de alguien como tú. Tu experiencia hace de ti un guía perfecto. - Intuyo que de momento la explicación no le deja muy satisfecha así que me preparo para la parte interesante: el cebo.

- Habrá oro. Mucho oro. Y otras posibles suculentas recompensas... pero como te digo será peligroso. Quizá demasiado. ¿Crees que podría interesarte? - no estoy mintiendo. En Rasganorte los muertos guardan grandes tesoros, y luego está todo el oro de las víctimas de los muertos andantes. Veamos como reacciona antes de decidir a contarme más. 

- Una cosa más - puntualizo elevando un dedo. - El trabajo exige discreción y confidencialidad. No podrás comentar detalles del mismo con nadie que no esté implicado... ni aun cuando el trabajo acabe a menos que se te indique lo contrario. -

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29/03/2014, 18:45
Daganza Winderth

Daganza te escuchó paciente y atentamente, concentrada. Tras elo, se recostó en el asiento y bebió de su cerveza unos tragos más, pensando en silencio, con pose de darle vueltas imaginando si la idea la escocía o atraía más.

— Te seré sincera, Hagrim— dijo la enana al fin, con voz de, "pese a ser una mujer, por una vez no hay trampa ni cartón". Estoy harta de jugarme la vida. Después de años como aventurera errante, mercenaria y socia de gremios, he llegado al punto en que piensas, ¿realmente merece la pena?

Daganza negó con labios mudos y un dedo ante si mientras cerraba los ojos.

— No lo creo— sonrió—. Así que ahora, aunque gano menos dinero, duermo más tranquila. Me decido a poner trampas, encontrarlas y hacer de llave y candado maestros— bufó, haciendo vibrar las varillas de metal sus labios—. Maestros sin magia de por medio, claro.

Sacó una daga de su bota y la dejó sobre la mesa. Hizo lo mismo con la bota contraria.

— Jugar limpio está bien si quieres morir rápido— dijo, aunque era una aseveración imposible contra un Paladín—. En primer lugar, si el trabajo no es legítimo— legal—, a estas alturas a mi no me van a acusar de obstrucción a la justicia— dejó caer sobre la mesa, mostrándose algo más cívica de lo que cabía pensar en un principio.

A tu mente vinieron tus propias palabras; "El trabajo exige discreción y confidencialidad. No podrás comentar detalles del mismo con nadie que no esté implicado... ni aun cuando el trabajo acabe a menos que se te indique lo contrario". Daganza había sacado posibles naturalezas de ese trabajo, no todas dignas de confianza.

— En resumen, mis dagas son mi último recurso— sentenció la enana—, y mi arco un apoyo en segunda fila. Mi valor reside en mis habilidades— levantó las cejas con una sonrisa, haciendo bailar en su boca su juego de ganzúas—, mis ayudas menores de valor incalculable— se vendió— y mi despampanante carisma.

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30/03/2014, 17:26
Hagrim Magna

Escucho atentamente todo lo que Daganza tiene que contarme. Palabras sensatas. Coherentes y sensatas. Aunque creo que ha sacado conclusiones erróneas y precipitadas de mis palabras.

- No es nada ilegal. - Recalco para dejarlo bien claro. - El tema de la confidencialidad y discreción es porque se trata de un asunto oficial. Cuando el Consejo decida hacerlo público será cuando se pueda hablar de ello, no antes. Jamás te acusaría nadie de obstrucción a la justicia. - Acabo por el momento de soltar frases en tono serio.

Ahora paso a la parte más relajada. - Lo que más me interesa para el trabajo son tus habilidades, no tus dagas ni tu arco. Pero te jugarás la vida. Eso no puedo negarlo. Y entiendo tu postura así que tú tienes la última palabra. Si prefieres no correr ningún peligro es mejor que dejemos de hablar de trabajo. - sonrío. No ha sido ninguna amenaza o ultimatum, ni he pretendido que se sienta acorralada. Sólo es un hecho.

- Disfrutemos de la comida y te veré a la vuelta. Si sigues por aquí. - añado con una sonrisa mientras levanto mi jarra para brindar.

La verdad es que es carismática. - ¿Puedo preguntarte algo? - indico mientras doy otro trago a mi cerveza.

Espero a que asienta¹ y voy directo al grano: - He visto que llevas un pañuelo rojo en tu mochila. ¿Significa algo? -

Mientras espero su respuesta sostengo su mirada con interés y me concentro en averiguar si puede ser amiga o enemiga².

1* Si no asiente no lo pregunto. Puedes editar este post y borrar esto cuando quieras.

2* Detectar el mal.

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30/03/2014, 17:34
Daganza Winderth

Daganza se mostró un tanto aliviada y satisfecha con la legalidad de tus acciones. Hasta podía decirse que un poco impresionada por el hecho de que fuese un asunto del Consejo. Era obvio que sentía curiosidad.

— Te escucho— dijo haciéndose la dura—, pero no te prometo cenar antes de ver el plato. Y por supuesto...— esbozó una pequeña sonrisa, ligeramente oscura— todo lo que merece la pena entraña peligro, pero a mí no me pondrás en línea de batalla. Si voy a una, será porque yo lo decida o porque me convenzas, no porque sea parte de mi trabajo.

Brindó contigo y, ante tu pregunta, asintió mientras hablaba.

— Puedes. Otra cosa es que responda— dijo bromeando. Tras oír tu pregunta sobre el pañuelo, se rió con voz clara pero fuerte y te respondió—. Sí, sí, claro que significa algo. Que mis trampas son tan eficaces como siempre.

Nuevamente, tus poderes no detectaron una alineación maligna en Daganza. Ni una naturaleza maligna, por supuesto. Era una enana. Y bebía cerveza. No podía ser mala.

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30/03/2014, 17:58
Hagrim Magna

- No puedo darte más detalles todavía. - respondo a Daga. - Quería aclararte los términos básicos primero... - vamos que todo es legal, que será un trabajo para el consejo y que habrá peligro - Ver si te podría interesar un trabajo en esas condiciones. - Apuro mi cerveza. - Pero te doy mi palabra de que volveré cuanto antes, esta misma noche o mañana, para darte todas las explicaciones oportunas. -

- Debo hablar primero con una persona, luego volveré aquí y te daré más detalles. Después de escucharme podrás decidir si quieres venir o no. - espero que le parezca bien, pero no puedo hacer otra cosa. No puedo contarle mi plan hasta no saber qué quiere el consejo de Wu y su pueblo.

- Siento no poder decirte más ahora mismo. - digo a modo de disculpa en el tono más sincero que puedo pues es la verdad. Luego me dedico a acelerar con la comida y bebida restantes. Disfruto de la compañía de Daga pero debo acudir a ver a Wu.

En cuanto acabe de comer me despediré de ella y quedaré en verla aquí mismo a la noche o a la mañana siguiente. Por supuesto a la comida invitaré yo. Yo lo sugerí y es mi deber.

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30/03/2014, 18:06
Daganza Winderth

— Gafes del oficio— desestimó Daga. Aunque tendría que haber dicho "gajes del oficio", parecía segura de haber dicho exactamente lo que quería—. Aunque tengo más cosas que hacer. Nada, por ejemplo— explicó, todavía con su sonrisa divertida de pinchar continuamente.

La comida transcurrió sin mayores incidentes, hablando de todo y nada. Sin hablar de los Defias, ni de la tarea que te ocupaba. Finalmente, tras confirmar que Daganza era una mujer dura y de bromas retorcidas, pero que mantenía cierto sentido de la moralidad y el saber estar, siempre aparentando ser peor de lo que en realidad era, te despediste de ella y fuiste a ver a Wu.

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30/03/2014, 18:12
Wu Brisa Fría

La puerta del pequeño almacén se abrió para dejarte pasar. Estaba cerrada por dentro, pero Wu te abrió. El interior era de penumbra, con una solitaria lámpara de aceite sobre un barril ancho y bajo. Wu lo había usado como mesa, y sobre él había también una pequeña navaja y algunos trozos diminutos de madera, muchos de ellos cuidadosamente tallados.

— Pasa, Hagrim— dijo el oso haciendo a un lado su grueso cuerpo—, pensaba que tardarías más.

Habías tardado medio día, y aquella habitación no tenía ventanas ni distracciones. El tiempo tendría que habérsele hecho eterno, pero parecía que nada más lejos de la realidad.

— Dime— te pidió con voz profunda, caminando hasta sentarse de nuevo al lado del barril. Te ofreció un asiento continuo, sobre una silla algo destartalada—. Tengo muchas ganas de saber qué ha pasado.

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30/03/2014, 19:21
Hagrim Magna

Lo primero que hago es cerrar la puerta por dentro por precaución. Luego acompaño a Wu hasta su barril y me siento en la destartalada silla.

- El Consejo me tuvo esperando un rato... podían haberse entretenido más pero hemos tenido suerte. - indico refiriéndome al "poco" tiempo que he tardado en venir. Me asombra la paciencia de Wu, yo no habría sido capaz.

- Creo que traigo buenas noticias. - añado con una sonrisa mientras saco los dos pergaminos. Le tiendo el primero de ellos a él. - Quieren que hables con ellos en persona. No sé hasta qué punto se han tomado en serio mis... bueno tus advertencias. Pero me pidieron que te entregara ese pergamino. - indico el rollo que acabo de darle. 

Luego señalo el segundo pergamino. - Esto es un salvoconducto para ti y para mí. La guardia no nos detendrá y podremos ir directamente a hablar con el consejo... si quieres. - la matización final es imprescindible pues desconozco el contenido del primer pergamino. Quizá las palabras del Consejo no agraden a Wu.

- En cualquier caso, decidan lo que decidan, yo quiero ayudar de forma más activa a los tuyos. - digo firmemente. - Quiero organizar un grupo pequeño que se infiltre en Rasganorte. Averiguar dónde se oculta el ser que controla a los muertos y si podemos, acabar con él. - planto ambas manos encima de la mesa sin dar un golpe pero con contundencia. 

Miro a Wu y procuro leer entre líneas su rostro, aunque me resulta difícil, mientras lee las palabras del Consejo.

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01/04/2014, 00:17
Wu Brisa Fría

Wu dio un par de pequeñas palmadas, aplaudiéndote. El vello de sus manos y la forma de las mismas hacía que sonase de forma suave, amortiguada. Tras ello, componiendo una sonrisa, te agradeció todo y comenzó a leer.

Adquirió un semblante de concentración, meditabundo y, sin perder la sonrisa por las circunstancias, serio. Te diste cuenta de que, de forma muda, movía los labios intentando imaginar cómo sonaría alguna palabra, fruto de la diferencia idiomática. Leía muy despacio, y alguna vez se paraba a preguntarte el significado de alguna palabra. Otras, adivinabas que sólo comprendía el contexto, o que deducía algunas palabras o las obviaba a raíz del mismo.

Tras un largo rato, Wu finalmente resopló, cansado, y dejó el escrito, tras enrollarlo, sobre la mesa.

Bien— fue lo primero que dijo, satisfecho—. Veo que han tardado poco en saber de las minas.

No lo dijo claramente, pero sospechabas que ese comentario iba dirigido más a ti que al Consejo.

Su rostro reflejó desaprobación, y quizás algo de desconfianza, pero relajó el semblante.

— Pero debo dar las gracias, no quejarme— reconoció franco, aunque falto de expresiones—. Hablaré con ellos en persona— aceptó—. Al anochecer será más fácil, ¿te parece?— preguntó de forma inocente. Él era el extraño—. Pero... insisto, Hagrim. Puedes ir al continente norte, y te lo agradezco. Sería útil. Pero no llegarás al corazón.

Era la segunda vez que Wu decía eso, y parecía totalmente convencido. Para él resultaba impensable que pudieses llegar tan lejos con un grupo pequeño. De hecho, la anterior vez dijo que necesitarías varios ejércitos. Y aún así, sabía que meter las narices en esas tierras podía ser muy útil, aunque no llegases demasiado lejos.

Por eso quiero hablar con el consejo— aseveró finalmente—. Esto me suena...

Sonrió. Definitivamente, Wu Brisa Fría era una persona paciente.

— Pero tengo una duda— intervino en el útlimo momento—. ¿Qué es bien-bien un salvo-ducto?

Salvoconducto. Wu no daba para tanto, ni pese al contexto. Se imaginaba la idea general, pero...

En cualquier caso, era sólo un detalle.

Puedes fundir la respuesta a su pregunta directa, si quieres. Habla con Brisa Fría de lo que quieras — y funde lo que quieras — y, cuando estés listo, pasamos al Consejo de los Tres Martillos — de nuevo — o al siguiente escenario que decidas.

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01/04/2014, 08:41
Hagrim Magna

- ¿Minas? ¿Qué minas? - es lo primero que pregunto. Parece que tanto el Consejo como Wu sabían algo más y me han mantenido al margen o en la oscuridad. Esto va más allá de los intereses del pueblo de Wu, o de alejar y contener a los muertos vivientes.

Pinta que esto va de política, no del bien común. No de algo que sería bueno para todos. Y comienza a cabrearme. Voy a tener que pedir explicaciones al Consejo y no les va a gustar mi actitud.

- Al anochecer estará bien. Cuanta menos gente pueda verte más fácil será que lleguemos pasando desapercibidos. - Concuerdo con la idea de Wu. - El salvoconducto es para eso. - le explico. - Es un papel que mostraremos a la guardia cuando nos den el alto... si es que nos paran. Cuando lo lean verán que tenemos permiso de nuestros líderes, del Consejo, para acudir a verles, y que no deben molestarnos. Es posible incluso que nos acompañen para protegernos. Es lo que hacen con la gente importante. -

Miro alrededor buscando algo con la mirada... - Oye, Belm no te habrá dicho si ha dejado algo de cerveza en este almacén, ¿verdad? - pregunto sediento. - Seguro que tiene un escondite en alguna parte y si vamos a esperar a que anochezca mejor hablar sin la garganta seca. - acabo con una sonrisa.

Wu no tiene la culpa de que exista la política en este mundo. Ni de las decisiones de sus líderes o del Consejo.

- Oye, ¿puedes explicarme mejor eso de que esto te suena? - pregunto después. - Quizá tengas razón y no sea capaz de llegar al corazón de Rasganorte... pero si nadie hace me ofrece un plan alternativo no voy a quedarme de brazos cruzados. - explico.

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02/04/2014, 02:54
Wu Brisa Fría

Las Minas...— dijo un meditabundo Wu—. Nada importante. Hechas bajo tierra, para conseguir los mine-rales— Wu estaba aprendiendo una nueva palabra— del continente norte. No quería que se supiese.

Era razonable. El Consejo de los Tres Martillos sabía que la raza de Wu había estado sacando recursos no renovables de Rasganorte, y que debían de tenerlos atesorados en sus tierras. Dudabas que fuesen a hacer nada parecido a una ofensiva militar, creando tiempos de guerra por algo así, y más a una potencia neutral y pacífica, y más con la amenaza potencial o real de los no-muertos, pero el recelo de Wu era, aunque infundado, comprensible. Él no sabía tanto como tú de tu gente, ni de su comportamiento. Aunque si fuese por Moira...

Sí, por supuesto, siempre había política de por medio. Era un mal necesario. Pero sabías que el Consejo tenía a Falstad, un jinete de grifos de tierras salvajes, y a Muradin, el hijo de quién unificó a los clanes enanos bajo su liderazgo. Pese a los obstáculos de la burocracia y los intereses políticos, confiabas en que se hiciese el bien común, aunque no fuese de la forma más eficiente y directa posible.

Otra vez, gracias— respondió tras tu explicación del salvoconducto—. Lo siento. Mi humano es malo. Mi enano, cero— se rió. No sabía decir nulo, y verse hablando como un troll parecía divertirle.

Pero infló un poco el pecho, inconscientemente, al escuchar que era considerado "gente importante". Un osito adorable. Se levantó y palmeó uno de los contenedores a su derecha. Al tiempo, se alejó y trajo entre los brazos una caja llena de vasos nuevos — con mucho polvo — y un trapo. Para limpiarlos, claro.

Ahí hay cerveza. Mucha— dijo señalando el contenedor de antes—. Pero cuidado, o tendrás que darle muchas monedas a Belm— sonrió—. Si vas a verle antes de irte a otro sitio, donde quiera que sea, dale las gracias de mi parte. Por esto— señaló a su alrededor, al almacén—. Estaba cansado de dormir al aire libre.

Aunque Wu tendría mantas en su gigante mochila, y un grueso pelaje, seguía siendo horrible tras semanas. Lo sabías demasiado bien como para no sentirte identificado y reconocer que tenía razón. Agua de otoño para el aventurero sin posada. Eso era un techo, ni aunque que fuese pequeño y sin cama.

Sobre Ras-ga-norte— comenzó Wu, intentando no decir otra vez "continente norte", es fácil. Me suena porque te lo dije, memoria de salmón— el pueblo de Wu compartía según qué frases echas. Más o menos. Ya se animaba a bromear contigo, y todo—. Tu gente fue. Humanos, enanos y esos humanitos pequeños-pequeños— achicó los dedos índice y pulgar, como una figurita de ajedrez. Gnomos, claro. Los habías visto a raudales en El Devorador de Tuercas—. Y la otra gente. Orcos, Hombres-Toro, y esos que no sé ni cómo decir. Los del pelo raro que se mueven mucho.

Trolls. Ágiles. La única raza que podría caminar con las manos y seguiría siendo más rápida que un gnomo. Salvando a los centauros, claro, según qué entendieses por mano. Los trolls eran tan flexibles que a veces te lo pensabas.

— Pero toda la gente tuvo que irse. Los muertos ganaron— Wu negó con la cabeza—. Llegar al corazón del continente es nuestro objetivo. Y pedimos la ayuda de tu gente. Por eso estoy aquí— aún así, Wu te sonrió de oreja a oreja y asintió—. Aún así, alguien tiene que empezar. Dar el primer paso. Mi gente tiene miedo, tú no, y creo que eso podría hacerse.

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02/04/2014, 08:28
Hagrim Magna

Entiendo a Wu. Más de lo que otras personas que nos vean desde fuera puedan creer. Palmeo su enorme espalda y me dirijo a uno de los contenedores con dos de los vasos ya limpios para servirnos un poco de cerveza a ambos.

- Hay algo de lo que no tienes que preocuparte. - dije procurando ser sincero. - El Consejo no quiere vuestros minerales... al menos no por la fuerza. Estoy seguro de que te darán mensajes para tus líderes para iniciar conversaciones. Querrán comerciar con vosotros y eso es algo que siempre es positivo. Seguramente les interese el oro o alguno de los otros minerales, y os pueden ofrecer muchas cosas a cambio. Armaduras quizás, no sé... lo que pueda interesar a tu pueblo. El intercambio de bienes entre distintos pueblos es lo que nos ha hecho evolucionar. Además tanto tu pueblo como el mío conseguirían un aliado para tiempos difíciles. -

Le entrego su vaso y muestro el mío lleno antes de dar un lago trago. Luego sonrío. 

- Venga, bebamos un poco hasta que se haga de noche. Me caes bien Wu. Me caes bien... - digo finalmente mientras sigo bebiendo. Creo que es hora de hablar de cosas más distendidas así que hasta que se haga la hora de partir le contaré al hombre-oso alguna historia de Azar, o de mis comienzos con él. Tengo algunas bastante ridículas que pueden ser divertidas, como aquella vez en la que caí de cabeza en un barril de cerveza y me quedé atorado unos minutos...

Nota: Vamos a ver al Consejo en cuanto se haga de noche.

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02/04/2014, 13:21
Narrador

Tras una amena charla, en la cual descubriste que Wu también tenía sentido del humor — y que le costaba adaptarse a los Reinos del Este — hiciste lo posible por disimularlo. Un tanto complicado, porque no daba la estatura ni complexión de otras razas con las que podríais jugar, pero factible si teníamos en cuenta que había gente realmente desproporcionada.

Así pues, Wu avanzó ataviado prácticamente como un monje de clausura, con sus pequeños ojos asomando por la capucha mientras el resto quedaba tapado o en penumbra. Tras llegar a las dependencias de la realeza un par de guardias de élite os escoltaron — algo protocolario pero innecesario — hasta las mismísimas puertas del trono.

Las mismas, entonces, se abrieron para vosotros.

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02/04/2014, 13:21
Consejo de los Tres Martillos

El Consejo de los Tres Martillos se quedó de piedra, como quien dice — y siendo enanos, nunca mejor dicho — al ver como tras, pasar, Wu se retiraba el hábito, dejando a la vista su verdadera apariencia. Se hizo un tenso silencio en el cual nadie hizo nada más que mirarse todos entre todos, hasta que alguien se atrevió a romperlo.

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02/04/2014, 13:23
Falstad Wildhammer

¿Furbolg?— preguntó Falstad, como si esa palabra significase algo.