Partida Rol por web

Era el cuarto viaje que hacían a los búnkeres. Estaban cansados, pero sabían que ya no duraría mucho. Les esperaba una paz permanente. Y sintieron que la estaban esperando con demasiada impaciencia. Cuentos de una fe, esperanza y paz en una vida eterna se agolpaban en las mentes de los marines. Una extraña sensación, dado que estaban en medio del infierno.

Marcus había usado los VCE para construir varios bunkers alrededor del Centro de Mando. Habían decidido que éste sería el núcleo defensivo protegido por el perímetro exterior. Comenzarían su defensa en el anillo extrior, atacando desde lejos mientras el enemigo se acercaba a la base. Cuando los Zerg estuvieran a punto de superar la posición, podrían retirarse al anillo interior de búnkers enlazados para la defensa final. Después de eso... aguantarían todo lo que pudieran, y rezarían para que fuese suficiente.

Entretanto, Fu se había llevado a un par de los otros en un transporte blindado junto con todas las minas que habían podido encontrar. Ahora, el soldado estaba plantando minas en un patrón específico alrededor de la base, tan feliz como un granjero trabajando en el huerto de su patio trasero. Esperaban que obtuviera una buena cosecha.

M´Butu, Ardo, Littlefield y Melanie estaban encerrados ahora en la fábrica, manufacturando más munición para los rifles. Breanne se había mostrado de acuerdo cuando habían señalado que los Zerg no se detenían nunca, ni tan siquiera cuando estaban heridos sus compañeros o ellos mismos. La idea era sencilla. Como Ardo había dicho, en vez de munición estandar, habían reprogramado el replicador para que produjera munición de punta hueca y blanda. A diferencia de los convencionales, estos proyectiles se achatarían y expandirían al impactar contra sus objetivos. No tenían como propósito herir, sino matar y causar el máximo daño posible. Ardo, sobretodo, estaba ansioso por comprobar si funcionaban.

Marcus seguía trabajando cerca de ellos, en el búnker del sur del perímetro. No le había dicho a nadie más de diez palabras después de la muerte de su hermano.

Maldita sea. Si había algo peor que saber que vamos a morir era tener que hacerlo trabjando como mulas y encima hacerlo al lado del bocazas de Ardo. Por lo menos esta vez mantenía la boca cerrada. Tras la reacción de Cutter pocas ganas le quedaron de abrir esa enorme bocaza que tiene y es algo que por lo menos yo agradezco enormemente.

Casi estaba deseando que llegaran los Zerg para aliviar semejante suplicio. Entre tanto no me quedaba otra que aguantar tan inmunda compañía.

Ya queda poco tiempo para que esas bestias lleguen hasta nosotros. Pagarán con su vida tanto sufrimiento. Lástima que los Bastardos de los Hijos de Korhal se vayan a ir de rositas y encima quedando como los salvadores de la población.

Mi caracter se está agriando cada vez más. Tal vez debería intentar relajarme un poco aunque claro, con la que está a punto de venirsenos encima el relajamiento no es muy factible.

Poco hay para pensar, todos vamos a morir sea como sea, por lo menos hagamos que valga la pena, por la Confederación, por la gente que podremos salvar, al cuerno los rebeldes y lo que los demás piensen, yo se bien por quienes lo hago. Y así sigo procesando todas las municiones posibles para la "Gran reunión" y espero que todos tengan un porción del pastel.

Ardo se preparaba para ese momento que al final parece que llegaría. Al menos su vida serviría para algo. No sabía nada de todo lo anterior y la verdad es que tampoco importaba ya. ¿Quién sabe si Meredith no había sido un juego mental de la Confederación? A lo mejor llevaba toda la vida siendo Marine y ellos sólo habían querido darle un pasado...

El caso es que todo eso ya no tenía ningún valor. Pero lo que harían ahora sí. Por ello... Merecía la pena morir.

Los búnkeres eran elementos de producción estandar para los VCE y podia decirse en rigor que visto uno, vistos todos. Sus gruesas paredes de metal delimitaban un espacio suficiente como para alojar cuatro soldados, con portillar para armas en todas direcciones. No eran demasiado confortables pero contaban con el beneficio de ser los lugares más seguros que se podían encontrar al interior de una base de la Confederación. Una vez montados, eran extaordinariamente difíciles de derribar. Hasta que punto eran resistentes, era algo que estaban a punto de averiguar.

Del compartimento central de uno de ellos, lleno de cajas de munición salió Melanie, que miraba en dirección al horizonte. Al ver al resto de los marines se paró en seco.

- Yo, eh... lo siento - dijo - Ya me quito de en medio. Nunca he tenido alma de turista -  Se rió de forma cansina. Entonces volvió a mirar al infinito - ¿Por dónde creeis que vendrán primero?

Se acercó a Ardo.

- Oye, soldadito. Si luego no tengo ocasión de decirtelo... creo que lo que has hecho es... - su voz se apagó.

Ardo la miró con una sonrisa cansina.

- Aún no hemos hecho nada. Aún tenemos que conseguir lo más difícil. De todas formas, quiero que hagas algo, lleva esta pistola encima- Le entregó un arma pequeña-Por si acaso. Y no te separes de nosotros. Serás la encargada de irnos pasando munición, ¿de acuerdo?

- Eh, si, eh... bueno... iba a decír que lo que has hecho es "bueno" o "correcto" pero supongo que las palabras no parecen hacerle justicia - apoyó el brazo en el alfeizar de la portilla y puso la cabeza sobre ellas mientras proseguía - Puede que incluso... épico.

Melanie se giró hacia Ardo, miró a los otros marines.

- Vale, puede que épico tampoco. Sea lo que sea, gracias. Piensa en la cantidad de personas que vivirán gracias a esto. Nunca lo había pensado. Puede que nunca te den las gracias. Puede que nunca sepan lo que ha ocurrido aqui o ni tan siquiera que estuvimos aqui, pero te doy las gracias en su nombre.

Melanie cogió el arma  la cargó con un movimiento digno de un experto.

- ¿No tienes miedo de mí?

- Ahora sea como sea, los que estamos aquí no pertenecemos a ningún bando. No, no tengo miedo de ti, ni de ninguno de los demás. Ni siquiera tengo ya mucho miedo de los zergs que van a llegar... Sólo tengo ganas de ver si somos capaces de hacerlo. 

Se giró hacia todos los demás con una sonrisa en su rostro.

- Y creo que seremos capaces.

- ¡CÁLLATE DE UNA PUTA VEZ! - le digo a Melanie señalándola con el dedo mientras avanzo hacia ella con cara de pocos amigos, o mejor dicho, con cara de ningún amigo. ¡TODO ESTO ES CULPA VUESTRA ASÍ QUE PERMANECE CALLADA SI QUIERES CONSERVAR TU FIGURA TAL Y COMO ESTÁ AHORA MISMO HASTA QUE ESOS BICHOS ASQUEROSOS CAIGAN SOBRE NOSOTROS!

Lo que faltaba, dos romanticos que se quieren justo cuando estamos todos por morir y encima Pero no llego a completar mi pensamiento porque M´Butu expresa muy bien lo que siento. No necesitamos esto, solo quiero ver Zerg y masacrarlos a todos los que pueda. Pienso mientras sigo apilando municiones en el búnker.

- Aquí Fu. Contacto visual al oeste. Tenemos compañía.

Llegaban antes de lo previsto.

- ¡Preparados, gente! - era la voz de Breanne por el canal táctico - Primero el perímetro exterior y después, a mi señal, retirada hacia el perímetro interior. ¡Informe de situación!

- Alley, estoy aquí. Exterior tres noreste.

- ¡Fu, exterior cuatro, noroeste! Son un montón y...

- ¡Cierre el pico, Fu! ¡Informe!

- Bernelli en exterior dos, sur, teniente.

- ¡Maldición! - rujo. Venga pandilla de nenazas lloricas moveros y tomar posiciones.

- Aquí M'Butu. - digo. De camino a Exterior 6. - añado. Llego en menos de medio minuto.

- Si he de morir quiero hacerlo junto a un Hermano. - pienso.