Partida Rol por web

-¡Alabado sea el Santisimo! - vociferó el reverendo horrorizado - ¡Señor acoge en tu seno a estas almas inocentes, Eileen y Katherina, y procura su descanso eterno!

Su omisión de Victoria era totalmente intencionada. Los suicidas no tenían cabida en el Reino de los Cielos. ¿Quién en su sano juicio puede causar tanto daño a gente inocente?

Por desgracia ahora mismo no tenía mucho tiempo para pensar pues debía dar los Santos Sacramentos a las víctimas de tamaña fechoría.

-No lo entiende Señor Brown... está claro que nos importa mas el encontrar a los brujos que una estúpida pelea, le acabo de decir que usted no es uno de ellos y que mis dos sospechas son el señor Arthur Miller o el nuevo que acaba de llegar... pues aún no entiendo su entrada en este terrible lugar... estoy deacuerdo en dejar las pelas a un lado y centrarnos en lo realmente importante... cazarlas y matarlas...- 

Escucho las palabras del Reverendo - Y si no le importa Reverendo... ha muerto una tercera persona, la señorita Victoria... aunque a ustedes les de completamente igual, a mi me importa, por mucho suicidio que haya.- Bajo la mirada entristecido y me acerco al señor Statham... -Se como se siente... pero confíe en mi, cazaremos a esas brujas.-

El señor Nathan siempre se las apaña para estar en todas las discusiones, ¿Pretende crear discordia o realmente trata de encontrar a los brujos? 

- El señor Brown lleva razón en que el cazador no tuvo buen ojo en las anteriores votaciones y no vio venir a Samanta, pero tampoco puedo culparle por ello pues mis sospechas contra la bruja no eran mucho mayores, a pesar de poder votar contra ella únicamente debido a unas ligeras sospechas. Y ese es el problema, vecinos, que votamos a ciegas ¿De verdad podemos condenar a alguien únicamente por unas sospechas? ¿Tan poco valor tienen nuestras vidas en estos días? Con esta discusión entre vosotros -Señala al cazador y a Winston - sólo conseguiréis tener el pueblo en vuestra contra, debemos llegar a un consenso y conocernos entre todos.

Señor Laurent, aunque compartamos gustos - se fija en sus pinturas - su llegada aquí es bastante inoportuna por ambas partes, cosa que ya habrá notado. La confianza con los extranjeros está en la cuerda floja, como ya ve - señala nuevamente a Brown y Nathan -, será mejor que cuide sus palabras e intente explicarnos qué hace realmente aquí, pues estamos en una estación dónde no solemos encontrarnos con extranjeros.

Señorita Leyton, si de verdad usted montó aquella guardia únicamente para rezar, me parece admirable y siendo usted una mujer de dios me parece más que razonable, pero... De que alguien aporte algo raro sobre aquella batida donde murieron tres mujeres, me temo que será de usted de quién primero desconfíe.

Y el resto del pueblo, ¿Qué opina de mis palabras? 

Interrumpo a Roderick -Señor Roderick, comprendo y respaldo sus palabras. Tenemos que tener pruebas objetivas, y por el momento sólo hay conjeturas. Cierto que los extranjeros han sido puestos en el punto de mira, pero sinceramente, aún no entiendo el motivo ya que me parecen datos subjetivos, o eso o me he perdido algo. Por otra parte Nathan acusa también sin pruebas a miembros del pueblo, y no digo que tenga o no razón, simplemente que es muy fácil apuntar a ojo, pero no debemos caer en eso, debemos buscar pruebas, y seguro que alguno debe tener muestras fiables de conocer quienes son los culpables.

-¿Pruebas? Es demasiado listo para dejarlas... todos los presentes menos usted hemos sido votados y hemos tenido algún que otro desliz... usted no, piensa demasiado lo que dice, es precavido y por eso no salió votado... usted es el brujo, pues sin duda disimula mucho mejor que los demás en la situación que nos encontramos... y ha entrado el nuevo y como no, corriendo ha ido a saludar al... nuevo, haciendonos creer que está aquí para ayudarnos, cuando no tiene lógica alguna, ¿De ser así no debería haber entrado antes? Solo se me ocurre que entra porque es brujo para ayudar al que quede vivo... es decir al señor Arthur Miller...- Digo sonriendo mirando a ambos sujetos...

Escucho a unos y a otros, no entendía lo que estaba diciendo. Me habían acusado de algo y eso que acabo de llegar. Confuso decidí hablar, quizás así me puedan arrojar luz a todo este desconcierto. Aún seguía con miedo en el cuerpo, cada vez que comentaban algo se me erizaba la piel. Tenía que ser realmente grave.

- Me han llamado de muchas formas, pero tengo que admitir que es la primera vez que me tachan brujo señor West. Yo creía que las brujas eran cuentos para asustar a los niños, pero veo que se lo toman en serio, muy en serio. No pienso discutir si es verdad o no, no se lo que está ocurriendo aquí. De verdad. Solo estaba de paso, voy de pueblo en pueblo para ganarme el sustento, pinto paisajes, retratos, incluso una casa si me lo proponen. Vine aquí porque creía que era un pueblo pequeño y tranquilo, quizás necesitaban de mis servicios, solo eso. Se lo puedo jurar. Si hubiera sabido que me causaría problemas desde luego no estaría aquí. Soy un recienllegado y ya me estoy lamentando de mí decisión de cruzar la puerta. 

No se donde me había metido, y eso me asustaba aún más, mis manos empezaban a temblar. Me daban ganas de llorar pero me contuve. Un "hombre" no debería derramar lágrimas de esta forma.

-Soy precavido porque soy historiador, y siempre se debe cuidar el vocabulario. Una vez más hace acusaciones subjetivas, saludé al nuevo simplemente porque en ese momento me encontraba delante de él, nada más. Si sigo su regla de tres podría acusarle yo a usted, una de las personas que ha tenido más problemas desde que estamos encerrados, con continuas acusaciones infundadas y discusiones variadas en función de la pertenencia al pueblo o no, de la religiosidad o no, tal vez la mejor forma de ocultarse sea el mostrarse ante los ojos de los demás, a veces el que más se expone es el que menos riesgo corre, no obstante no tengo ni idea de si es verdad que usted es un brujo o no, puesto que no tengo pruebas objetivas, y claro está no quiero ponerme a su altura.

- No puedo hacer nada contra su desconfianza señor Usher- se me dificultaba hablar  y mis ojos seguían cubiertos por las lagrimas-Sin embargo se que solo Dios podrá juzgarme y el será quien me castigue por mis pecados. - Hice una pausa para frotar mis ojos.- De todas formas mil veces prefiero morir en la hoguera  que purifica que en las manos de los brujos que quien sabe harían con mi persona.

Los demás discutían siendo los forasteros los que peor parados salian todo por causa de Samantha y de Nathan. 

- Solo pido que si sus palabras causan mayor desconfianza sobre mi y eso es causa de mi muerte, usted se haga cargo de los niños del orfanato.

-No se sabe quién puede ser, no hay indicios.. Sólo sospechas, y gente más letrada que yo puede descubrirlos. Yo solo quiero que esto termine, y hago notar que lo mismo que hay brujas mujeres, el maligno pudo haber elegido a algún hombre que también podría ser culpable. Tenedlo en cuenta, porque los caminos del mal son inescrutables -digo, mientras observo a los presentes.

Estaba exhausta con todo lo ocurrido del día dos más muertes y casi la mayoría eran mujeres algunos se equivocaban nada mas por acusar a la mujeres de simplemente, porque pueden ser brujas también pueden haber hombres que no porque sean hombres no saben hacer brujería…

Pero era muy fácil cargarse a la mujeres, ellos verían, no se me ocurría en nada en este momento que decir estaba más blanca que la tiza, como mi nombre, mi marido me trajo un vaso de agua y tome un sorbo de agua. Me iba más calmando, y me iba notando que tenía mejor aspecto porque me lo notaba en la cara con la palma de mis manos.

Quise hablar una vez que tome forma y color. Les dije un poco seria. –Haber señores sabéis con firmeza quienes son los causantes de tantos asesinatos… porque  por lo que estoy viendo mujeres no estamos quedando vivas en este pueblo. Y también pueden ser lo hombres sospechosos.

Algo se ha roto y mi interior y dudo que vuelva a ser el de antes, pero la situación es acuciante y no puedo abandonarme al dolor. Agradezco sinceramente el apoyo del señor West. Él pasa por un sufrimiento semejante y sabe la pena que me embarga. Tomo asiento y asisto a la llegada del nuevo y a la discusión entre el señor West y el señor Brown.

- Señor Brown, le ruego que cese en sus viscerales e infundados ataques a los forasteros en general y al señor West en particular. No soy polémico, pero debo recordarle que, si bien el señor West lo acusó a usted, tampoco usted tuvo reparo en acusarlo a él, así que están igualados. Su comportamiento es, discúlpeme que se lo diga, cuasi histérico y carente de lógica. ¿Acaso la bruja Reyghers no era oriunda de Salem? Pare de dejarse llevar por su xenofobia y razone.

Miré al señor West totalmente incrédula.

- Permitame decirle, señor West, que es usted un auténtico hipócrita. -Mi mirada se volvió ligeramente severa.- Usted mismo es un forastero, ¿cree que sería justo señalarle con el dedo por ello? Y si, recuerdo perfectamente que a usted lo acusaron por ese motivo -me apresuré a añadir.- ¿Pero a usted le pareció justo o le agradó? ¿No, verdad? Entonces no le haga a los demás lo que no quiera que le hagan a usted. Dele un respiro, igual que el resto se lo dio a usted.

La discusión cada vez toma más fuerza y las acusaciones se dan por todos lados, mientras más muertes aparezcan peor se volverá el ambiente en el salón.

-Pero señor Statham, hasta donde yo vi la muerte de la señorita Katherina Reyghers fue a causa de múltiples cuchilladas, usted sabe algo más sobre aquella muerte para afirmar que la señorita Reyghers era una bruja?-

Miro un poco sorprendido por la afirmación que acaba de realizar el señor Statham, -Mis sospechas principales son obvias y naturales, no veo nada de ridículo en desconfiar más de los forasteros que de los ciudadanos de Salem, pueblo que conozco desde pequeño… sin embargo no niego que puede haber la posibilidad que algún vecino de Salem se ha dejado corromper por el oscuro y trabaje con las brujas en sus sucias intenciones.-

Lester Clemins abrió con su llavero una pequeña trampilla, escondida en una esquina del gran salón, que daba al sótano de la mansión. Una pequeña escalera de caracol baja hacia la oscuridad que parece del mismo averno, y un terrible olor a humedad subía desde abajo. Parecía que el sótano llevaba bastante tiempo abandonado, pues ningún funcionario del ayuntamiento se atrevía a bajar y además no aportaba nada a la labor que allí se llevaba a cabo.

-Será mejor que quitemos de en medio los cadáveres antes de que el hedor de la corrupción empiece a ser insoportable -su mirada se cruzó con la del sacerdote y la de los más fieles creyentes allí presentes- No se preocupen. Recibirán una sepultura digna en cuanto todo esto acabe. Patrick, échame una mano.

El verdugo envolvió con asco el casi carbonizado cadáver de Samanta en una vieja sábana y cargó con él hacia el húmedo sótano sin decir una palabra. A decir verdad, no había pronunciado ni una palabra desde que llegaron aquí. El alguacil le siguió cargando con el cadáver de la señorita Schulze al hombro. 

Y así, de dos en dos, los cadáveres de Rick, Leiden, Katherina, Victoria, Marcus y William fueron desplazados a la oscuridad meintras las discusiones y acusaciones continuaban en el salón principal.

-Señor West. - miró al citado como quien mira a un niño que no comprende lo que dice - Hay una diferencia entre Victoria y las víctimas. Ella se suicidó, no la Mataron. El Señor la otorgó un presente, su vida, pero ella lo desdeñó voluntariamente cometiendo uno de los grandes pecados de nuestra religión. Lo sepa o no, nuestra vida no es realmente nuestram es Suya y por ello debemos honrarla y dedicársela. Las víctimas no tienen la culpa de haber pedido su vida, les ha sido arrebatada no por el Padre de Todos, ha sido otra persona

-Le recuerdo a los presentes, que el primer brujo encontrado, fuera quien fuere, era de este pueblo, así que lo de culpar a los extranjeros... por eso, por ser extranjeros me parece estúpido, yo voy a seguir mis teorías que hasta ahora me han mantenido vivo...- miro a la señora Lovett -Siento que le parezca un hipócrita y sinceramente, la primera noche los que acusamos lo hicimos al azar, quien diga lo contrario, miente.- Cojo aire y aguanto la mirada en el ventanal unos segundos... cuando la bajo mi mirada vuelve a los presentes -Señor Brown, siento haberle acusado, quería comprobar una cosa, no fue mas que un instrumento para un fin- digo sonriendo. - No se equivoque, no me cae bien, pero gracias a esto he podido sacar ciertas conclusiones, que erróneas o no, las pienso seguir hasta mi muerte... o la de ellos-

Después de las palabras del reverendo me acerco a él... me planto delante suyo con la mirada perdida... vacía, sin vida y le susurro al oído -Padre, si vuelve a hablar así de Victoria, no tendrá que preocuparse por las brujas, créame... Dios no le salvará de mi.- Alejo mi cara de su oído mientras con la mirada perdida le sonrío y me dispongo a servirme algo para beber.

Nathan se acercó a su oído a susurrarle una amenaza pero Alexander no se amedrentó.

- ¿A caso tienes miedo de amenazarme públicamente? ¿Reparos en que alguien te escuche? Tal vez si hicieses el que dices que es tu trabajo no estaríamos en esta situación y, de nuevo tal vez, Victoria no se hubiese suicidado. Si quieres ir en contra de las leyes de Dios y de los Hombres es tu elección pero atente a las consecuencias. No está en juego solo tu vida, ni siquiera tu alma, todo el pueblo corre peligro pero tal vez a un extraño como tú, que no cree en nada, eso no le importe nada. No te preocupes, aún descarriado, perteneces al rebaño de Nuestro Señor y yo rezaré por ti, aunque tu mismo no lo hagas.

El cáliz que estaba tomando la conversación me hacía sentir escalofríos. Cojo un poco de aire, necesitaba un pequeño respiro para mantener la compostura y no salir corriendo de aquel infierno particular como alma que se lleva el diablo. Pese a todo mi voz seguía temblando. Me pregunto cuanto aguantaré. Me maldigo una vez tras otra por tener la brillantez de venir a este lugar solo por comida, y quizás con suerte algunas monedas.

- ¿Suicidio? ¿Tan mal para que los lugareños decidan apagar su vida con sus propias manos? 

No se ni para que pregunto, era de esas preguntas que es mejor no conocer la respuesta.

- ¿Dónde me he metido? - Susurro con voz tímida, más para mí que para el resto, aunque perfectamente audible para todos aquellos que se encontraban prisioneros en aquella casona. En un acto reflejo agarré el colgante en forma de cruz que tenía oculto en mi cuello como si de esa forma, estuviera a protegido.

- Reverendo por favor calmese- como siempre temblaba al hablar. - No se dejé llevar por palabras impías de un hombre que no alaba a nuestro señor jesucristo. A...aunque también le suplico señor Nathan que cuide sus palabras, ya que es usted la causa principal de que se desconfie de los forasteros. Hacer amenazas a un hombre de Dios es un pecado terrible, si las mujeres fuimos castigadas por el divino solo por no mantenernos despiertas, no quiero pensar lo que podría sucederle...

Aunque no lo dijera en voz alta también lamentaba la muerte de Victoria, quizás el mantenerse firme y el hablar con la elocuencia que un hombre lo haría había sido demasiado para su joven persona. En silencio rezaría por su alma, quizás así Dios podía perdonarla. 

- Debemos ser cuidadosos, con nuestras palabras y con nuestras acciones.