Partida Rol por web

En algun lugar del subsuelo de Embelyon.

La humedad del lugar arropada por la fría piedra, se  hacía latente en cada exalacion de Thairina, la fiel hechizera  que guardaba la puerta tras la cual se encontraba Warkgnok, Mano derecha de Sadlark.
Quien le iba a decir a Thairina, que la monotonía de la noche seria truncada por un afortunado suceso.

Un hobgoblin entra rápidamente a la caverna donde se encontraba las inmediaciones de los aposentos de Warkgnog y se dirige rápidamente hacia la hechicera  que hace guardia frente la puerta de su amo. Una vez a la altura de esta, el hobgoblin toma aire, respira profundamente y dice…- Un cuervo acaba de llegar desde Kajin con este mensaje en una de sus patas. Está redactado y firmado por el puño y letra de Alexander. Dice respirando  todavía entrecortadamente debido a la rapidez con la que ha acudido a hacer entrega de la nota que portaba la paloma.

Thairina, con los ojos abiertos como platos, mira fijamente al hobgoblin y de un zarpazo le arrebata el mensaje de las manos mientras le dice… -Puedes irte, yo hare entrega de el mensaje a nuestro amo.
Esta espero a que el hobgoblin se marchara para ojear tranquilamente la nota antes de entregársela a su amo. Esbozo una gran sonrisa cuando hubo acabado de leer la totalidad del contenido de aquel mensaje. Entonces, llamando suavemente con los nudillos a la puerta de su amo, abre tímidamente la puerta mientras pregunta haciendo una reverencia… -¿Dais vuestro permiso, mi amo?

Al otro lado de la puerta se encontraba Warkgnok, con gesto sombrío, sobre una majestuosa silla tallada en la fría piedra del lugar. Mirando a la hechicera que acababa de hacer acto de presencia en sus aposentos, hizo un gesto con la mano para hacerla pasar. No pronuncio palabra alguna. Simplemente en su rostro se dibujo el gesto de la incertidumbre.

- Mi señor, debe leer este mensaje, procede desde Kajin… dice Thairina mientras entra con la nota alzándola y zarandeándola en el aire con su pequeña mano. Cuando la hechicera llega a la altura de aquel diablo, muestra una amplia sonrisa a la vez que estira su brazo para hacerle entrega de la nota.

Warkgnog, con sumo cuidado coge la pequeña nota entre sus dedos, se la acerca y empieza a leer. Conforme iba leyendo aquel pedazo de papel, el gesto de su cara mostraba inconfundiblemente una inmensa alegría. Cuando acabo de leer la nota, se levanto estrepitosamente de su silla y con una voz aterradora pronuncio unas palabras…- La hora ha llegado, esta es nuestra oportunidad para, de una vez por todas, conseguir el dominio de las tierras de Embelyon.
- Reúne a todos en la sala central. ¡¡¡ Rápido ¡!!... ordena el diablo.

La hechicera, haciendo una reverencia, asiente con la cabeza y sale rápidamente de la estancia con la intención de reunir a todos en el lugar indicado por su amo.

Pasado un rato, cuando Warkgnok intuyo que había pasado suficiente tiempo como para reunir a todos los habitantes de aquella zona del subsuelo, este salió de sus aposentos en dirección a la sala central. Conforme se iba acercando al lugar, empezaron a llegar a sus oídos el murmullo de los allí presentes.
Cuando hizo acto de presencia en el lugar y se ubico en una especie de balconada junto a la hechicera, situados por encima de las cabezas de los allí presentes, el murmullo ceso inmediatamente, dirigiendo todos, su mirada hacia arriba, hacia su amo.
Cuando estuvieron en silencio, el diablo tomo la palabra y con una voz salida desde las profundidades del infierno empezó a hablar…

-Bestias de las profundidades de Embelyon y seguidores de nuestro dios Sadlark!!!, por fin… miro hacia arriba quedándose varios segundos en silencio… el día ha llegado.

- Cedrik, el cardenal… su mirada se dirigió hacia la muchedumbre… ha muerto!!!

Un estallido de alegría, gritos y vitores manaron de las criaturas que estaban escuchando las palabras de su amo.
En ese momento, en la boca de Warkgnog aparece una amplia sonrisa infectada de venganza.

-Por lo tanto… reemprende el discurso haciendo callar a las masas… desde este mismo instante, tomaremos las armas y partiremos hacia el exterior, tomando posiciones estratégicas y atacando cada rincón del continente de Embelyon. Nos organizaremos por grandes grupos de asalto. Y no dejaremos un solo rincón de Embelyon en pie. La lucha será dura, muchos de nosotros pereceremos en el campo de batalla, pero lo haremos por una lucha justa. Por aquello por lo que vivimos.

¡¡¡Lucharemos por reinar en las tierras de Embelyon!!!
La muchedumbre estaba exaltada, frenetica, ambrienta de guerra, maldad y crueldad, la cual iban a sembrar por todo Embelyon.

- No quiero que hagáis, prisioneros, simplemente matadlos, matadlos a todos!!!... alzando el brazo, emitió un grotesco rugido.

La muchedumbre estaba exaltada, frenetica, ambrienta de guerra, maldad y crueldad, la cual iban a sembrar por todo Embelyon.

- Todos sabemos lo que debemos de hacer. Cada ejército tiene a su comandante al mando, y cada comandante sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Así que no quiero errores en la organización.

Una vez acabo el discurso, retrocedió sobre sus pasos y se dirigió nuevamente a sus aposentos. No sin antes indicarle con la mirada a Thiarina que le acompañara.

La hechicera  estaba temerosa, pues no sabía para que requería Warkgnog de su presencia. Aun así, poco después de que Warkgnok llegara a sus aposentos, lo hizo también Thairina. Esta entro tímidamente y se posiciono junto a su amo.

-Que deseais de mi?... dijo ante su amo.

El diablo mira fijamente a la hechicera y le dice…

- Prepárate para partir de inmediato hacia Kajin, debes contactar con Alexander y hacerle entrega de esta nota… le dice mientras le hace entrega de una pequeña tela manuscrita.

Thairina recoge la tela y sin siquiera mirar lo que había escrito en ella, se lo guarda a buen recaudo bajo sus ropajes.

-Debes hacer lo que te diga Alexander, confía en él y déjate guiar. Ahora, haz lo que te he dicho. Prepárate y sal inmediatamente hacia Kajin. Mañana se celebrara la misa por los restos del cardenal y allí se hará publica la identidad de los portadores de las cenizas. Deberás seguirlos de cerca, sin perderles la pista, y averiguar cuáles serán los pasos que seguirán a lo largo de su camino. No quiero ningún imprevisto en mi plan.

Antes de dejar que la hechicera  se marchara dice… Ahh!!! Otra cosa. Mantenme informado en todo momento de lo que vaya aconteciendo.

Thairina salió de la sala y despidiéndose con una reverencia desapareció de la vista de su amo visiblemente preocupada.

Haciendo caso a las órdenes que había recibido, la hechicera se prepara para partir esa misma noche. Una vez lo tiene todo preparado, se asegura que bajo sus ropajes se encuentra la tela que le acababa de entregar su amo y rauda parte en dirección a Kajin.

Atraviesa varias millas a través del subsuelo, hasta que le es imposible seguir el camino por allí. Entonces, se ve obligada a subir a la superficie. Lo cual no le hace mucha gracia. La luz que la luna proyecta sobre Embelyon es lo suficientemente brillante como para molestar a los débiles ojos de la hechicera, que por lo visto ha pasado más tiempo del deseado bajo las profundidades de Embelyon, acostumbrada a la oscuridad de las entrañas de la tierra.

Poco a poco sus ojos se van acostumbrando a la escasa luz de la noche y a toda velocidad, sobre su montura y sin apenas darse cuenta, empieza a cruzar una vasta extensión de terreno. Va dejando a su paso, altas montañas, verdes prados y frondosos bosques. No hay obstáculo para la valiente hechicera.

Cabalgo durante toda la noche hasta que poco antes de aparecer por el horizonte los primeros rayos del sol llego a Kajin. Una vez allí, dejo su montura escondido en las afueras de la ciudad. Se oculto bajo su demacrada túnica y se lanzo en busca de Alexander.

Gracias a las instrucciones que le había dado Warkgnok no tardo en dar con el obispo. Justo como le había indicado su amo. Alexander se encontraba en el monasterio.

Thairina, espero pacientemente en una de las callejuelas aledañas al lugar esperando a que Alexander saliera del monasterio. Cuando tuvo contacto visual con este, la hechicera salió rápido a su paso y sin mediar palabra le hizo entrega de la tela que le había dado esa misma noche su amo. Cuando el obispo tuvo en sus manos la tela, Thairina volvió rápidamente a la callejuela de donde había salido, mirando fijamente al obispo.

El obispo, disimuladamente, desplego la tela y empezó a leer lo que en ella había escrito. Asintiendo con la cabeza, miro en dirección a la hechicera. Se mostro dubitativo durante unos segundos, pero al fin, decidió, después de mirar en todas direcciones y cerciorarse de que nadie le observaba, dirigirse hacia Thairina y dedicarle unas palabras.

- En breve debo celebrar la misa por el difunto. Luego llevaremos el cuerpo a su incineración y después los portadores se alojaran en el monasterio. Por la tarde debo reunirme con ellos para explicarles su misión.

-Al ocaso espérame en este mismo lugar y te pondré al tanto de la ruta que tomaran mañana al alba.

La hechicera asintió con la cabeza y vio como el obispo se alejaba del lugar rápidamente, mirando en todas direcciones visiblemente preocupada  por si alguien hubiera visto la conversación que acababan de mantener.

Thairina sale del callejón y se dirige rápidamente hacia la catedral de Kajin, donde se oficiara la misa por el difunto cardenal. Cuando llega a las inmediaciones de la catedral, empieza a ojear sus alrededores. Fijando su vista en las puertas de entrada al santo edificio.

El barullo de gente en los alrededores, hace casi imposible, conseguir detectar quienes son los elegidos para portar las cenizas. Aunque es algo que no le preocupa, pues una vez empiece la ceremonia, no tardara en descubrir, quienes serán los “afortunados” en tan ardua tarea.

La gente empieza a moverse y a entrar en la catedral y Thairina los imita. Una vez dentro de la catedral, Thairina, se posiciona en un lateral, a mitad de la catedral, donde goza de una buena visibilidad. Con gesto despreocupado empieza a mirar en todas direcciones con la intención de pasar el rato mientras espera a que empiece toda la parafernalia mientras escruta con la mirada a los allí presentes.

Por fin, llega el féretro del cardenal, empujado por dos fornidos hombres y seguido por Alexander. El cuerpo es llevado hasta el altar y una vez en su lugar, da comienzo el funeral.

El obispo empieza a oficiar la ceremonia. Pero todo aquello empezaba a impacientar a Thairina, ell estaba ansiosa por descubrir la identidad de los portadores y saber así, a quien debía seguir a lo largo de su empresa.

Cuando por fin el obispo presenta a los que serán los portadores de las cenizas, Thairina abre bien los ojos, no se quiere perder ni un solo detalle de la presentación.

Ummmm!!!, Un enano, un guerrero, dos elfos y un paladín… Curioso grupo, si señor… murmura Thairina mientras presta suma atención a las palabras del obispo sin perder detalle de lo que dice.
Una vez el obispo hubo hecho las presentaciones, Thairina salio de la catedral tranquilamente, bajo la descarada mirada de algúnos feligreses.
 

Thairina salio de la catedral. Las calles estaban desérticas, daba la impresión de que todo kajin estuviera en la misa por el cardenal. Tharina estuvo deambulando durante un rato por las calles de la ciudad. Aburrida y sin nada que hacer por el momento, se dirigió a las afueras de kajin,en busca de su montura y  para sumirse de lleno en sus pensamientos.

La hechicera se encontraba en un pequeño bosque, paseando entre los altos y robustos arboles del lugar. Ensimismada, tardo un rato en darse cuenta de que estaba siendo observada muy de cerca.

Cuando noto la presencia de algo o alguien, enseguida volvio a la realidad y se dio de lleno con la fija mirada de un lobo negro.

Thairina, mantuvo la mirada fija en los ojos de aquel lobo, sin mostrar un ápice de miedo o inquietud.

El lobo por su parte hizo lo mismo.
 

El lobo ante la inquietante mirada de aquella mujer parecía estar tranquilo, no mostraba signos de agresividad alguna. Simplemente se limitaba a mantener su mirada fija en los ojos de Thairina.

En un momento dado, el lobro parecio tomar la iniciativa y poco a poco se fue acercando a la mujer.