Partida Rol por web

¡Perfecto!

Lo habías logrado, a pesar de no tener muy claro donde vivía Henry. Allí te encontrabas, dentro del apartamento de tu primo en algún lugar de San Francisco donde las vistas al Golden Gate eran increíbles.

El reloj marcaban las 19.55. La premonición de Penny sería dentro de cinco minutos y tan solo había un problema. ¿Dónde se había metido Chris? No es que no fueras a ser capaz de hacerlo tú sola, al fin y al cabo cuando atacaron la primera vez fuiste tú la que más éxitos consiguió. Pero tu primo sabía perfectamente su residencia, al fin y al cabo ellos dos parecían más amigos que primos. Era extraño, pero solo confiabas en que llegase a tiempo para el combate.

Cuando observaste que allí estaba el libro de la sangre, sobre la mesita del salón junto al sofá, no pudiste evitar acercarte a él y cogerle. Al fin y al cabo era lo que habías venido a proteger. Su contacto te hizo sentirte bien, mucho mejor de lo que habías estado en las últimas horas. Pero entonces un problema con el que parecía que no contabas se presentó de golpe:

Frente a ti estaba el compañero de piso de Henry, alguien con quien no habías contado y no esperabas pillar allí. ¿Acaso pensabas que estaría la casa sola? ¡Afortunadamente no te había pillado haciendo gala de tus poderes! Pero tú a él si que lo habías pillado en una situación un tanto comprometida. Al fin y al cabo el muchacho estaba tranquilo en su casa, paseándose en ropa interior y con una espada de metal que jurarías que era un adorno del apartamento de tu primo. No sabías muy bien lo que estaría haciendo, y la verdad, tampoco te importaba. Así que, en cuanto te vio se llevó una gran sorpresa y sus mejillas se sonrosaron.

¡Oh mierda! ¿Tú pareces la prima de Henry? ¿Cómo has entrado aquí? ¿Y dónde está Henry?

¡Mierda!

¿Acaso no lo tenías ya controlado tu poder? Era cierto que de vez en cuando había algunas cosas que fallaban, y es que tu poder estaba ligado a tus sentimientos, y no es que en ese momento estuvieses lo más centrado posible. Al fin y al cabo todo lo que estaba sucediendo te estaba alterando los nervios.

El caso es que no habíais ido al apartamento de Henry sino que estabas en el tuyo. Por alguna razón tu subsconsciente te había jugado una mala pasada y prefería que estuvieras allí a estar junto a tu prima en el apartamento de Henry. Lo malo es que el reloj marcaba ya las 19.55. Apenas quedaban unos minutos para la premonición y habías dejado a ella totalmente sola.

Sonrió divertida al ver la cómica situación del compañero de apartamento de Henry.

- Por la puerta. - respondió lo más seria que pudo dada la situación intentando no soltar una carcajada. Por donde iba a entrar sino.

No tenía tiempo que perder. El momento indicado por Penny se me echaba encima.

- Henry está abajo. - añadió. Me ha dicho que coja este libro. - prosiguió cogiendo el Libro.

Giro sobre mi misma para dirigirme a la puerta.

- No puedo dejar aquí a este. - pensó de repente al tocar el pomo de la puerta. Si vienen al apartamento lo matarán.

- Ah, casi me olvido. - comentó girando la cabeza. Me dijo que te preguntara si te vienes a cenar con nosotros.

- Vamos a cenar la familia y amigos en un restaurante que acaban de abrir en el centro. - mintió con la esperanza de que picara el anzuelo mientras le guiñaba un ojo e indicaba la puerta con la cabeza.

Al ver que había llegado a su apartamento Chris no pudo nada más que llevarse las manos a la cabeza, definitivamente hoy no era su mejor día, y lo peor es que ya no le quedaba tiempo, la cosa podía ponerse peligrosa, no podía fallar en su segundo intento, debía llegar al apartamento de su primo fuese como fuese.

Espero que llegue a tiempo y no le pase nada, no me lo podre perdonar.

Esta vez el joven si se concentró completamente en el apartamento de su primo, no podía permitirse el lujo de volver a fallar, la vida de su prima dependía de ello.

Bryan quedó un tanto extrañado por la respuesta de P.J. No entendía la razón por la que si Henry estaba abajo, ella estaba allí. Además, no solo era eso. Hoy era la tarde del funeral y tampoco entendía para qué quería ese extraño libro en blanco, para el funeral de su primo.

Las palabras de P.J. eran bastante incongruentes, y no solo eso, ¿cómo era posible que en pleno funeral se fueran a ir a un restaurante a cenar? ¿acaso tenían humor para ello?

Bryan miró con suspicacia a la joven, sino hubiera sido familiar de su mejor amigo desde luego que sabría a lo que había venido. Pero si era su prima, ¿a cuento de qué iba a llegar a esa situación?

El joven agitó la cabeza confuso. No entiendo lo que me dices... Hizo una pausa. Sinceramente creo que no tiene sentido. Qué pinto yo hoy en un día como éste, si ni siquiera Henry me ha escrito un mensaje, o no me ha avisado él mismo. No entiendo nada la verdad. Además, no he oído la puerta cuando has entrado. ¿Qué está pasando?

Esta vez no fue tan complicado como la anterior. Recordaste el domicilio de tu primo y decidiste orbitar hacia él. Pero sentiste que P.J. no estaba sola. Había alguien con él, y ese alguien era el compañero de piso de Henry, su mejor amigo. No podías presentarte allí mismo, Bryan no conocía el secreto familiar y si orbitabas allí delante os podía descubrir. Así que la solución más sencilla fue materializarte en el descansillo del portal de tu primo. Tan solo tendrías que llamar a la puerta y entrar. Pero el tiempo corría en tu contra, la hora que había señalado Penny estaba a punto de llegar y si no te abrían la puerta de inmediato, podría ser el final de tu prima, y del mejor amigo de Henry.

- Tal vez no oiste la puerta porque estabas muy concentrado manejando la espada. - comento divertida al recordar la escena.

- Bueno que, ¿vienes o no? - añado abriendo la puerta.

No tenía intención de alargar más la escena pues la presencia del compañero de apartamente de Henry había trastocado todos mis planes.

Al aparecer en la puerta y sin intentar perder el tiempo Chris llamo al timbre rápidamente, ya que no tenían suficiente tiempo, y debía encontrar un modo de que el compañero de piso de su primo no sospechase nada ni supiese cual era el mayor secreto de nuestras familias. Mientras meditaba decidí avisar de mi prima de que era yo, para que no pensase que podía ser otra persona, aunque podía sospecharlo igualmente.

- PJ soy yo, ya he aparcado, ábreme. – Después de llamar al timbre también golpee a la puerta con los nudillos.

Lo que pasó en ese momento si que terminó de trastocar los planes de todo el mundo. Justo cuando el reloj de pared de Henry y Bryan marcaba las 8 de la tarde, el timbre sonó. Un rápido pensamiento se cruzó por la cabeza de la joven. Pero era algo poco probable, ¿cómo iban a llamar los brujos a la puerta?

Segundos después, como si Chris pensase que aquella llamada podría alterar a su prima, corrió a presentarse y avisar de que era él. - PJ soy yo, ya he aparcado, ábreme.

Aquella afirmación del otro primo de Henry cogió aún más por sorpresa al compañero de piso.

Bryan se alteró un poco más cuando escuchó sonar el timbre de la puerta. Quizá era Henry, tal y como decía su prima. Pero cuando escuchó al otro lado la voz de Chris esto terminó de trastocarle cualquier idea que tuviera sobre lo que estaba sucediendo. ¿Qué narices hace ahora el otro aquí?

Bryan se adelantó a PJ y procedió a abrir la puerta de la calle para dar paso a Chris. Bryan estaba sin camiseta y vestido con tan solo unos calzoncillos amplios, tenía una espada en la mano, una espada que seguramente pertenecía a algún objeto de decoración de la casa. Le miró extrañado y le invitó a que pasara. La situación parecía aún más extraña, si cabía. Y la cosa no cambió, pues cuando fue a abrir la puerta se dio cuenta que la llave seguía echada. ¿Cómo es posible que PJ haya abierto la puerta, haya cerrado con llaves la puerta y yo no me haya enterado de nada?

Con un gesto bastante sospechoso en su mirada, Bryan cerró la puerta del apartamento con la misma llave que había abierto. Miró a PJ con gesto de absoluta extrañeza. Y se llevó las llaves consigo hacia su cuarto.

Esperad un momento aquí en lo que cojo algo de ropa y me marcho con vosotros.

Bryan había encerrado en el apatamento a Chris y a PJ, estaba claro que algo raro sospechaba y aún no sabía el qué.

Las manecillas ya pasaban de las 8.

No tardasteis mucho en alcanzar el coche de Henry y en montaros en él los tres. Debíais llegar a su apatamento y tan solo serían 10 minutos en coche. Pero esos escasos minutos podían ser vitales para PJ y Chris, si los brujos actuaban y lo hacían aún más preparados que antes, era muy probable que no les diesen tiempo a llegar. Y para entonces ya no quedaría nada, ni libro, ni apatamento, ni Bryan, ni PJ, ni Chris.

Era mejor darse prisa y correr a toda velocidad.

Cuando el reloj marcaba las 8.05. notaste como tu teléfono móvil comenzaba a vibrar. Alguien te estaba llamando. Muy oportuna aquella llamada mientras ibas conduciendo.

No tardasteis mucho en alcanzar el coche de Henry y en montaros en él los tres. Debíais llegar a su apatamento y tan solo serían 10 minutos en coche. Pero esos escasos minutos podían ser vitales para PJ y Chris, si los brujos actuaban y lo hacían aún más preparados que antes, era muy probable que no les diesen tiempo a llegar. Y para entonces ya no quedaría nada, ni libro, ni apatamento, ni Bryan, ni PJ, ni Chris.

Era mejor darse prisa y correr a toda velocidad.

Melinda conducía pisando el acelerador, con Tam sentada de copiloto y ella detrás, nerviosa como estaba, intentando contener las ganas de dar golpecitos en el suelo con el pie, a sabiendas de que eso no ayudaría en absoluto a relajar la tensión, ni de ella ni de nadie.

- Joder, espero que estén bien - soltó como fuga nerviosa de su compleja mezcla de emociones del momento.

Apoyó una mano con delicadeza en el hombro de Melinda, a sabiendas de que la chica debía estar aún más nerviosa puesto que su otro hermano era el que estaba ahí.

- Si no encuentras sitio para aparcar déjanos donde sea y bajamos nosotras o dejas el coche en doble fila; ya lo iremos a buscar a donde sea que lo lleve la grúa más tarde.

En cuanto estuvieron en el aparcamiento aceleraron el paso, al montarse en el coche Pat miró el reloj y marcaba las ocho, el corazón le dió un salto, se quedó casi sin respiración y se le secó la boca.

- Dime que el reloj de tu casa va con retraso, - murmuró más para sí misma que para que Henry la oyese - vas a tener que pisarle...

Había montado en la parte de atrás dejando a su hermana delante y estaba sentada en el medio echada hacia adelante, para tener una buena visión, cuando oyó como el vehículo rugía se echó para atrás para ponerse el cinturón.

Me quede pensativo un momento, era la hora indicada y la cosa se podía poner fea, debíamos ponernos manos a la obra, no podíamos perder el tiempo. Mientras Bryan se metía en la habitación me concentre y levante los brazos mientras susurraba.

- Libro de la sangre. – Esperaba que esta vez funcionase, hoy no estaba siendo su día.

- ¿Estás buscando esto? - le pregunto a Chris enseñándole el libro que tengo en la mano.

- Será mejor que pienses en como hacer para sacar al compañero de Henry de aquí rápidamente y poder darle esquinazo. - le digo. Le he dicho que vamos a cenar todos en un restaurante y que Henry está abajo pero cuando lleguemos a abajo se va a descubrir todo el pastel.

- Eso o nos vamos y ya está y que luego se vuelva loco intentando comprender las cosas.

Miro hacia las ventanas a ver si habría alguna posible salida creible

- No podemos perder más tiempo.

Sonreí al ver el libro que sostenía mi prima.

- Si, buscaba ese libro sí. – Hice una breve pausa mientras mi prima me contaba su plan. – No podemos dejarlo solo, si vienen los demonios lo mataran, lo mejor será esperar, y si vienen los demonios orbitamos, ya nos comeremos la cabeza para explicárselo… O siempre podemos borrarle la memoria, eso sería más fácil, pero no podemos dejarle morir.

Siguió a su primo, se montó en el coche y miró por la ventana. Como si estuviese buscando algo, aunque no se trataba más que de una fachada. En realidad, no paraba de preguntarse qué narices estaba haciendo. - El gilipollas - se respondió por fin. Y era cierto. Para empezar, porque no sabía si lo que había visto era cierto. Después, porque aunque fuese cierto, era imposible que llegaran a tiempo. Por último, y los más importante, ni si quiera estaba segura de si quería arriesgar su vida por ese maldito libro.

Aun así, no dijo nada. Se limitó a mirar a través del cristal, intentando registrar los lugares que pasaban fugazmente frente a su mirada. Se acariciaba las piernas nerviosa, implorando que nadie le dirigiera la palabra. Se había visto obligada a colcocarse en el asiento de delante, cosa que había intentado evitar por todos los medios. Fracasando estrepitosamente, como siempre.

A pesar de su frustración y enfado, no pudo evitar sonreírse al ver la velocidad con la que conducía su primo. Siempre le había gustado. Con el rabillo del ojo observaba los rápidos movimientos de su mano derecha, cambiando de marcha conforme el coche lo iba pidiendo. Una gozada. Casi se había olvidado del objetivo de su viaje, hasta que su hermana comenzó a hablar. Eran las ocho. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Penny. El momento había llegado, y ellos no estarían allí a tiempo.