Partida Rol por web

- Te juro que en cuanto coja a Henry voy a pegarle - dijo con ánimo incendiario y malhumorada cuando su hermana colgó el teléfono. Tampoco le entusiasmaba la falta de soluciones que habían dado desde el otro coche.

No quiso presionar más a su prima, ella ya había dado su opinión pero la que conducía era ella y entendía que era una situación delicada, sin soluciones fáciles.

Melinda bufó agobiada por la situación al ver como el coche de sus primos deceleraban. Se mordió el labio inferior con duda, la llamada de su prima no ayudó demasiado a tranquilizarse. Además, las gemelas dejaron toda la responsabilidad sobre sus hombros, genial, ¿en qué momento se le ocurriría conducir ella? Tomó aire y comenzó a decelerar poco a poco una vez sobrepasaron el vehículo de sus primos. 

Espero que lleguen a tiempo...-deseó.

¿A quién quería engañar? No era una película de acción, era la vida real y en la vida real no sucedían este tipo de cosas. No se podía huir de la ley así. 

-Voy a parar, llamad a Pat o mandadle un mensaje diciendo que vayan ellos, ya llegaremos nosotras.-dice-Esto puede acabar mucho peor si además tenemos a la policía encima, ahora nos pararán y me pondrán una multa y dejarán que nos marchemos; si alargamos esto, nos podrían llevar a comisaría y sería mucho peor.-sigue hablando mientras comienza a apartarse de la carretera. 

Mientras su prima tiraba de él la seguido, pero le había inquietado que Henry no cogiese el teléfono. Si estaba dentro era lógico que estuviese apagado, la mejor manera de comprobarlo era entrar en el pub y ver quien había.

Me giro hacia el asiento trasero con la boca y los ojos abiertos, sin acabar de creer lo que acaba de ocurrir. - Tócate los cojones - exclamo todavía alucinada. Nos hace correr, nos mete en el coche, nos lleva a toda leche y ahora se larga. Si no fuera porque se trata de Henry, hacía rato que estaría jurando y cagándome en sus bienes más preciados.

- Tranquila Pat, solo se ha proyectado - digo a mi hermana sujetándola de las manos y obligándola a soltar a nuestro primo. Su reacción también me coge por sorpresa. ¿Tan nerviosos estamos que somos incapaces de recordar nuestros propios poderes? - Cálmate, tenemos que concentrarnos - las palabras que salen de mi boca me resultan tan extrañas que, por un momento, no me reconozco. - Venga - continúo. - Aquí no hacemos nada útil. Volvamos al P3, reunámonos con los demás o vayámos a casa de Henry. -Entonces, me doy cuenta. - P...Pat... ¿tú sabes dónde vive Henry?
 

Cuando Penny se giró para tranquilizar a Pat, ésta se sintió mejor, el contacto le sentó bien, voy a tener que hacer un repaso de los poderes que tiene cada uno y de todo lo que se puede hacer con ellos, si quiero empezar a utilizar el mío; demasiados años desconectada, en sólo unos meses no me ha dado tiempo de nada...

Se concentró en las palabras de su hermana, mierda! vaya tontería de viaje si cuando por fin llegamos nos quedamos atrás por no saber su dirección.

- NO. 

Mientras contestaba volvía a sacar el móvil, miró en la agenda el teléfono de Henry pero no tenía apuntada su dirección, lo cerró y lo guardó rápidamente, se le acababa de ocurrir dónde podía estar su dirección.

- Su permiso de conducir ahí lo debe poner, - se dirige a Penny mientras levanta un poco el cuerpo de Henry para separarlo del asiento - saca la cartera de su bolsillo y veamos dónde es. 

La sugerencia de Pat le hizo poner los ojos en blanco. No porque fuese una tontería, sino porque algo tan lógico no se le hubiese ocurrido a ella desde el principio. - Como siempre tarde Penny - se dijo. Y sin más (y con algo de esfuerzo) empezó a mover el cuerpo de su primo para buscar su cartera.

Mientras Henry continuaba dormido, las dos hermanas decidieron buscar entre su cartera la dirección de su primo. Efectivamente allí estaba y no quedaba lejos. Pero cuando miraron el reloj ya pasaban 15 minutos de la hora de la premonición. Fuera lo que fuese ya llegaban tarde.

Henry dormido, Chris y PJ desaparecidos y el resto de sus primas atendiendo a la policía, pues definitivamente habían decidido parar.

La cosa no podía pintar peor, o quizá sí. Quizá hubiesen perdido el Libro de la Sangre, o algo peor, quizá Bryan, el compañero de piso de Henry hubiera muerto en el intento. Debían pensar en una solución, en algo que hacer, tomar una decisión. Algo. Pero algo ya...

Finalmente decidieron frenar y parar ante el reclamo de la policía. Habían recorrido varios kilómetros desde que había resultado evidente el aviso de la policía. Primero aceleraron, para después parar. Aquello no pintaba bien, pero nada bien. Y tendrían que mediar con los agentes de tráfico y de la ley.

Habían metido la pata hasta el fondo. Y esto solo eran problemas mundanos, ¿cómo reaccionarían cuando los problemas fueran mágicos? Quizá esos fuesen hasta más sencillos.

Fuera como fuese debían dejar todo en manos de Henry, Pat y Penny. Ellos debían encontrar a PJ y a Chris y hacerse con el Libro de la Sangre. Aunque quizá ya fuese tarde, el reloj marcaba quince minutos después de la hora de la premonición de Penny. Habían llegado tarde, y fuera lo que fuese que hubiese ocurrido, ya habría terminado.

Finalmente Melinda decidió frenar el coche y atender al agente de policía.

El agente Morris abrió la puerta de su coche y bajó de él. A su lado iba una compañera rubia de cabello rubio atado en una coleta. Ambos salieron y se adelantaron para llegar hasta el vuestro. Ambos se colocaron una pistola en la parte trasera de su cinturón para después alcanzar el coche de Melinda y las gemelas.

Cuando estaba justo a la altura de Melinda tocó la ventanilla para pedir que la bajara. Segundos después se presentó.

- Policía, Agente Morris. Dijo sacando su placa por unos segundos y volviéndola a guardar.

- Por favor, baje del coche. Usted ha superado el límite de velocidad en una vía interurbana. Y no contenta con ello no ha estacionado cuando se lo hemos indicado. Enseñeme los papeles del coche, su documentación y haga el favor de soplar aquí. Dijo enseñándote un aparato de esos que controlaban la tasa de alcolemia que daba cada uno.

Al entrar al P³ decidieron hacerlo con discrección. Exactamente igual que lo habían hecho cuando salieron del funeral. No querían llamar excesivamente la atención pues no era razón para alertar a los invitados.

Pero cuando echaron un rápido vistazo se dieron cuenta de que allí no estaba ninguno de sus primos. Tampoco estaban ni el coche de Henry, ni el coche de Melinda. Seguramente hubieran decidido ir en su ayuda.

Parecía que estuvieran jugando al ratón y el gato. Era eso, o que algo aún más grave había pasado.

Fuera lo que fuese, debían encontrarse y dejar de perder el tiempo de aquella forma.

Si al menos Henry cogiese el teléfono...
 

Melinda dejó caer la cabeza hacia atrás, dejándola apoyada en el asiento del coche, mientras el agente se acercaba. Suspiró cuando, al llegar, se presentó y le pidió amablemente que saliera del coche. Al salir fue cuando se dio cuenta de que... tanto el apellido como la cara del agente le sonaba de algo, pero no sabría decir de qué, y no es que Melinda conociera a demasiados policías. 

-Sí, ahora mismo, agente.-dijo con tono tedioso y hastiado. Vuelve a entrar en el coche para coger la documentación de éste de la guantera y enseñársela al policía. Buscó en su bolso su cartera para sacar su identificación y el carnet de conducir. Cuando sacó el aparato, también obedeció y sopló, agradeciendo no haber bebido nada en el funeral. 

Por fin tenían la dirección de Henry, ya era tarde pero su primo no había 'vuelto' por lo que miró a su hermana y le formuló una escueta pregunta.

- ¿Vamos?

Lo mejor que podían hacer era subir al piso para ver qué había ocurrido y en base a eso, decidir su siguiente paso.

Tam miró a su hermana sentada detrás cuando pararon, ¿y ahora qué? Llegaremos tarde... Kat, ves tú, yo me quedo con Melinda, no hay por qué estar aquí las tres paradas. Intenta ayudar a Henry, para ella su hermano era lo más importante, temía por él, era como un niño todavía. Temía que se hiciera el valiente y tratara de salvar el mundo.

Tam salió del coche y se acercó al agente, discúlpenos, no nos dimos cuenta. Íbamos hablando... y... ya sabe... sonrió amablemente, sin forzar nada, diciendo la verdad... a medias.
 

A pesar de sentir la ansiosa mirada de su hermana sobre ella, Penny no respondió. No le gustaba la idea y esta vez no solo era por su negativa a enfrentarse a cualquier cosa que tuviese el sello de la magia.

- No podemos dejarle aquí Pat... - respondió al fin, señalando con la cabeza a su primo. - Tendremos que dividirnos. Que una vaya al piso y la otra se quede cuidando de Henry. - No siguió hablando pero su mirada la delataba. No quería ser ella la que se encargara de la primera opción.

Esperó la respuesta de su hermana pero cuando ésta se produjo no fue la que esperaba, Penny respondió cabalmente con la mejor opción y todo en ella indicaba que prefería quedarse con su primo; Pat dejó escapar el aire y los hombros se le vinieron abajo, no quería dejar a su hermana sola, si le pasase algo..., sabía que no tenía que ser pesimista y que en un coche aparcado en la calle con la gente pasando no tenía por qué pasarle nada, pero no podía evitar esa opresión en el pecho.

Por un lado P.J. había ido al apartamento y por el otro Penny estaba aquí, P.J. sabía defenderse sola pero Penny no debería estar en peligro donde estaba, tenía que decidir hacia dónde ir, no podría soportar que algo le pasase a una de sus hermanas.

- Tienes razón, como estoy acostumbrada a correr ya voy yo, subo y bajo en un momento pero ten el móvil a mano. - la miró fijamente, no sabía como decir lo siguiente sin que se lo tomase mal; no era que pensase que no podía defenderse sola, era que no quería perder a nadie más y eso le intentó transmitir - Si pasa algo me llamas, yo haré lo mismo. 

Abrió la puerta y se dispuso a salir, menos mal que no me gusta ponerme zapatos con tacón de aguja, pensó antes de empezar a correr; al final había tomado una decisión, esperaba no arrepentirse más tarde.

Puso los ojos en blanco ante la charla del agente Morris, recordándoles sus infracciones como si esperara una disculpa sincera por ellas. ¡Es una emergencia familiar!, estuvo a punto de gritarle. Aunque, cómo no, era mucho más sensata la forma de afrontarlo de Melinda y Tam así que tuvo que contentarse con dedicarle un par de palabras nada halagadoras al policía y salir del coche junto a su hermana, asintiendo ante su comentario.

Sin más, echó a correr, deseando encontrar el piso de su hermano y sin esperar que los policías la pararan.

Que no estuviesen sus primos no le convencían nada, seguro que habían ido a casa de Henry, y encima este no le cogía el teléfono. Para solucionarlo decidió llamar a una de sus primas, a ver si con ellas tenía más suerte.  Al ser la más joven seguro que estaba más enganchada al móvil, asique decidió llamar a Penny, esperaba que estuviese encendido….

Se mantuvo girada hacia el asiento trasero hasta que su hermana salió del coche. Entonces, y solo cuado escuchó el portazo seco de la puerta, se permitió relajarse. De forma lenta y pesada se dejó caer en el asiento y apoyó todo su peso en el respaldo.  Necesitaba sentir el mullido en su espalda, que la atrapase y permitiese evadirse de todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Todavía algo bloqueada, cerró los ojos y movió la cabeza hacia los lados lentamente.

- ¿Y ahora qué hacemos, Henri? - las palabras salieron de su boca en un susurro inperceptible. Sin verdadera consciencia de sus movimientos, estiró la mano hasta coger la de su primo y la apretó levemente. - ¿Y ahora qué hacemos?

El agente Morris observó como Kat salía corriendo. Estaba sujetando en ese momento el aparato de control de alcoholemia cuando vio como se marchaba de allí. Su mirada se cruzó con la de su compañera, y ambos asintieron con sus cabezas. Una breve pero intensa conversación mental se mantuvo entre ellos.

La rubia sacó su pistola y apuntó con ella a Kat, estaba huyendo de la policía, eso era más que sospechoso y motivo suficiente como para darle el alto.

¡Alto ahí! ¡En nombre de la policía de San Francisco! ¡Quédese quieta, ponga sus manos donde podamos verlas y pónganse de rodillas! ¡Por favor! ¡No se niegue o me veré obligada a disparar!

Al agente Morris no le había dado tiempo a mirar la documentación de Melinda, no entendía lo que estaba pasando, pero estaba claro que aquello era, cuanto menos, sospechoso.

Pat salió corriendo del coche con el teléfono móvil en su mano y preocupada por todo lo que podría estar pasando. Separarse no había parecido ser una buena opción en ningún momento, pero ahora a las dos hermanas no les quedaba más remedio. Henry seguía completamente dormido, o inconsciente, no estaba del todo muy claro, así que su hermana mayor tendría que ocuparse de ir a su piso.

Y encima para colmo, su primo seguía ahí. Tranquilamente dormido, sin darse cuenta de nada de lo que estaba pasando.

Entonces el sonido de su teléfono móvil le hizo dar un leve respingo. ¿Sería Pat la que llamaba? ¿Tan rápido?

Cuando Penny miró su teléfono móvil, pudo comprobar que quien le llamaba era su primo Chris.