Partida Rol por web

-P.J. éste no es el abuelo, saca la daga a ver quién coño es...- Le dijo a su prima Chris, que acababa de llamar a su verdadero abuelo y estaba en casa tranquilamente, éste hombre quería el libro o a saber que intenciones tenía y eso quería averiguar... 

La voz de Penny hizo que Henry se diera cuenta la distancia que los separaba. Miró hacia atrás y casi tropezó con todo lo que se le venía a su prima encima. Parecía que las luciérnagas la rodeaban, y le daban un aura hasta mágico.

Redujo la velocidad, quedándose más cerca de su prima. Si ella esperaba que no se hiciera el valiente, lo llevaba claro. Le tendió la mano, pero no le agarró como en otras ocasiones. Ella decidiría si dejaba a Henry impulsarla un poco, aunque a lo mejor su ayuda era más un incordio.

Los bichos estaban cerca y ambos lo sabían. Sólo tenían que apretar un poco la velocidad y llegarían a un lugar seguro, o al menos así lo esperaba.

El esfuerzo que hacía que estaba haciendo Penny para mantener el ritmo era tan grande que había empezado a notar un ligero sabor a sangre en su boca. Cuando abrió los ojos le sorprendió ver la mano de Henry. Por un momento sintió la necesidad de ignorarla y seguir adelante, una actitud infantil que no tardó en corregir el molesto y cercano zumbido que se pegaba a sus talones.

Una vez sofocado el ataque de risa, todavía con los ojos brillantes, Kat se acercó hasta el armario en busca de un par de pelotas blandas, de esas que no harían daño ni a un niño de tres años.

- ¿Una última prueba? - preguntó sujetando una pelota en cada mano, ambas alzadas a la altura de sus hombros -. Tiramos las dos pelotas y las intentamos detener. Y luego podemos ir a ver cómo les va a Melinda y a Tam, y a comer algo, que también necesitamos alimentarnos - comentó con una ligera mueca al notar los retortijones de hambre que hacía su estómago. Espero a que su prima diera su aceptación para esbozar una sonrisa traviesa que la hacía parecerse a su hermana más de lo que ya se parecían -. Preparada, lista, ¡ya!

Cuando recuperaron un poco la compostura, Pat vió como su prima cogía una par de pelotas de gomaespuma; la sonrisa se mantuvo en su cara mientras escuchaba la nueva idea y con la mención de la comida, se acordó que con todo lo que había pasado apenas había comido nada en todo el día. Recordó que no estaban haciendo esto por divertimento, que tenían que aprender a controlar muy bien sus poderes si no querían que los demonios pudiesen con ellas.

- De acuerdo con todo. - dijo un poco mas seria.

Contestó justo un instante antes de ver una sonrisa en la cara de Kat y notar las dos bolas acercándose, no se dió ni cuenta que movía los brazos instintivamente si no que directamente vió las pelotas paralizadas; se quedó un tanto sorprendida por lo que había pasado pero enseguida parpadeó y se acercó para cogerlas con aire distendido.

- Te toca.

- En ese caso ... - digo sacando la daga y acercándome a nuestro falso abuelo. Será mejor que hables.

Chris trató de inmovilizar al abuelo Bennet mientras le explicaba todo lo que sucedía a sus nietos. Efectivamente ese de ahí no era el abuelo, porque en cuanto el joven lo tocó, éste se teletransportó a la parte superior de las escaleras del P³. Mucho más lejos de lo que PJ podría alcanzar en ese momento. Así que, sin decir nada más, el anciano se marchó por la puerta que había allí. Algo asustado por la reacción que habíais tenido.

No me esperaba esto de vosotros. Dijo antes de marcharse. Y mucho menos de ti, Chris.

De no haber sido por la ayuda de Henry, Penny hubiera tropezado con esa alcantarilla mal cerrada que había en el suelo. Pero justo en ese momento, su primo le tendió la mano para ayudarla a solventar aquel obstáculo y así juntos poder seguir corriendo.

Las luciérnagas alcanzaron a la pareja, llegaron a encajarles unos escasos picotazos, pero esta vez nada de lo que preocuparse. Por alguna extraña razón, parecía que hubieran llegado a una especie de umbral, donde decidieron, en lugar de seguirles, retroceder a toda velocidad y regresar al lugar de origen. Se habían salvado por los pelos, y la ropa que llevaban puesta había quedado seriamente rasgada, por no hablar de cómo se encontraban ellos.

Los tajos y cortes inundaban su cuerpo, ahora que estaban más relajados y que el sudor impregnaba los picotazos y los cortes podían sentir el escozor producido por todas las heridas. La ropa estaba mojada con una mezcla de sudor y sangre, dándoles un aspecto bastante preocupante. Si seguían un poco más allá alcanzarían el bar, pero quizá allí les hiciesen demasiadas preguntas...

- ¿Quién o que era ese? - digo señalando al "abuelo" que se aleja del P3.

-No lo se P.J. pero vamos a saberlo...- Le dijo Chris a su prima instándola a que fuera con él tras su "abuelo"...

Chris corrió detrás de su abuelo para detenerle y someterle, tendría que averiguar quién es y por qué quiere el libro. Las palabras del hombre le dejaron pensando, y no podía dejarle escapar tan fácilmente, él tendría respuestas y se había acercado demasiado a ellos...

Intento teletransportarme a la base de las escaleras para alcanzar rápidamente a nuestro falso abuelo.

Removió un par de veces más la poción que hervía en la olla. Por su aspecto y olor parecía estar saliendo bien, pero se sentía confusa. Por algún motivo, le daba la sensación que la poción anterior incluso había salido mejor y sin embargo su prima le había aconsejado tirarla. Solo esperaba que no se hubieran equivocado y que esa nueva pócima lograse cumplir su función.

Añadió un poco más de agua, sin dejar de remover en el sentido inverso a las agujas del reloj, y cuando juzgó que podía dejarla reposar un rato, volvió a dirigirse a los estantes a recopilar frascos donde pudieran verter los mejunjes cuando estuvieran terminados. Mientras rebuscaba, se le ocurrió que no sería mala idea probar el líquido sobre algo para comprobar que su efecto era el deseado. Pero, ¿sería aconsejable probarlo sobre si mismas? No sabían cuánto podían durar los efectos.

Se volvió hacia su prima y se apoyó en la encimera con aire pensativo y la mirada perdida, llevándose una mano a la barbilla.

- ¿Mel? ¿Cuánto tiempo crees que pueden durar los efectos de estas dos pociones?

En aquel momento se hallaba tensa ante su prima, preparada. sabía que si le golpeaban no le harían daño pero no era eso lo que temía. Debía dominar sus poderes, era totalmente necesario hacerlo porque si su vida empezaba a ser tan ajetreada como lo había sido para las tres hermanas posiblemente estaría usando de forma constante aquel poder que tantas veces les había salvado la vida a las tres.

Casi a cámara lenta vio como las pelotas dejaban las manos de su prima y se dirigían hacia ella a velocidad moderada. Y de repente lo tuvo muy claro. Sabía que en cuanto se concentrara en sus poderes y moviera las manos, las detendría. Pero era una certeza tan efímera que si no la aprovechaba en aquel momento se desvanecería y la gomaespuma impactaría contra ella.

Movió las manos en un gesto descuidado desmentido por la fijeza con la que observaba las dos pelotas, con los ojos muy abiertos, detenerse a poca distancia de ella. Las miró durante apenas unos segundos, como si esperara impregnarse del uso de su poder y aprender de aquello, aunque sabía que pronto se hallaría nuevamente en las manos del azar.

- Y ya está - murmuró más para sí que para Pat mientras recogía las pelotas y la ayudaba a guardar las cosas -. Vamos a comer algo y a comprobar que no te hayan incendiado la cocina, anda.

Pat vió a su prima en posición y lanzó, los segundos parecieron hacerse eternos hasta que las dos pelotas por fin se detuvieron; con mejor ánimo por haber hecho algo útil, la mas joven de las dos mujeres recogió junto a la otra y asintió a su propuesta. Subió las escaleras y se negó a mirar a ninguna otra parte que no fuese al frente, a la puerta que daba a la cocina y que era su destino; al acercarse no se oía nada y le hizo un comentario a su acompañante antes de abrir.

- Parece que todavía no ha pasado nada irreparable.

Abrió la puerta y se encontró con Tam detrás de varios botes vacíos y apoyada con los codos en la isla, Mel estaba a medio camino de los fogones y un par de ollas burbujeaban lentamente en ellos.

- Qué bien huele, - dijo haciendo un cumplido al trabajo de las dos - pero me temo que no es la cena, ¿verdad? - se acercó a un armario, lo abrió, sacó un fajo de papeles de dentro y fué enumerando mientras los pasaba - Mientras se acaban de hacer las pociones, ¿qué os apetece? chino, italiano, japones, griego, hispano...

Henry dejó de correr cuando las luciérnagas dejaron de perseguirlos. Se apoyó en sus piernas, con el cuerpo inclinado, tratando de recuperar la respiración. Se pasó la manga por las mejillas, allí donde sabía que tenía cortes y sangre. El aspecto que tenían que dar era horrible, y no quería ni mirarse a un espejo.

Miró a su prima Penny. La muchacha seguramente también debía estar cansada. Se habían metido en un problema del que podían haber salido muy mal parados, pero podía haber sido peor. Se sintió culpable, pero quizá pedirle perdón sería ponerla en un apuro, y no quería.

Bueno, ya entiendo cuando hablan de la agresividad de las plagas de los bichos recuperado el aliento, se acercó a Penny. La levantó el rostro para examinarle las heridas, así como los brazos.

Te dan un toque agresivo, Penny sonrió con la mirada. No me atrevería a meterme contigo

Recordó que su móvil había sonado o vibrado en los momentos de tensión. Se llevó la mano al bolsillo y vio cuál era el motivo.

Me temo que no vamos a encontrar ningún libro a estas horas. Deberíamos volver al coche e ir a mi casa para curarnos. Tengo alguna camiseta que seguro que te gusta para que te cambies. ¿Te parece?