Partida Rol por web

Viajábamos a las tierras de los Arryn. El difunto es Ser Adam Rocken, valiente caballero errante al servicio del Protector del Valle, muerto por un gatosombra. Una bestia espantosa y sanguinaria. Llevamos su cuerpo y a su hijo a su hogar.

No me termina de convencer. Si ese es el hijo del muerto, ¿dónde está la madre? Esa mujer de ahí -señaló a Alice- es un ama de cría.

-La madre murió durante el parto. Esa mujer de allí es una comadrona. Ella tiene leche en sus senos, gracias a eso mantenemos al bebé con vida. -Explicó el caballero, lo que en parte era verdad.

Extendió las manos abiertas hacía Ser Robert. -Vamos, hombre, hemos bajado las armas. Solo queremos pasar por vuestro pueblo y seguir nuestro camino, traemos un bebé que necesita descanso y un muerto que necesita un entierro. A nosotros nos bastará con agua, no tomaremos nada más de vuestro pueblo.

No entiendo qué mal podemos causaros. El único hombre que representa algún peligro es Ser Armen, que ha jurado defendernos. Si sois el caballero que decís ser deberías comportaros como tal y ayudarnos, o al menos dejarnos continuar nuestro camino.

¡Soy caballero! -gruñó- ¡Estas son mis tierras! ¡Estáis cruzando por ellas y os exijo saber toda la verdad! ¡Qué oportuno que el padre y la madre hayan muerto recientemente! ¿Dónde lleváis a ese niño?

-A donde llevemos al niño no es asunto vuestro. Ya hemos bajado las armas, os hemos dicho quienes somos y que hacemos por aquí. Os hemos dado nuestra palabra de que solo estamos de paso y que no os causaremos mal alguno, y sin embargo seguís ahí amenazantes, exigiéndonos respuestas con malas artes y sin envainar los filos. -El caballero señaló a los hombres con un gesto de desdén.

-Hacía mucho que no regresaba al Valle, ¿es ahora costumbre recibir así a los viajeros?.- Armen fingió incredulidad. ¿Qué diría Lord Arryn si se enterara de esto?.

Lord Arryn tiene bastante con su esposa, ha sufrido otro aborto. Os permitiré cruzar mis tierras, que no se diga que Robert Garnett no ayuda a la Fe.

Al fin entraba en razón, habían logrado sobreponerse a su orgullo infantil y les había dado su caramelo.

Abert -llamó al guardia de la voz chillona- lleva mi estandarte y acompáñales. Asegúrate de que lleguen bien. Vuelve tan rápido como puedas.

-Lo que se dirá de Robert Garnett es que es un terco que acosa a los viajeros en los caminos. - Pensó el caballero al tiempo que sonreía y mostraba conformidad con la resolución tomada por el señor de aquellas tierras.

Pensaba que aquella partida se les uniría e irían con ellos hasta el poblado a fin de escoltarles, o más bien tenerles vigilados. Pero por el contrario el caballero llamó a uno de sus guardias y le ordenó que llevara el estandarte y los acompañara. Aquello era mejor para ellos, así no tendrían que lidiar con tanto bravucón, y solo tendrían que soportar a aquel de voz chillona que además les abriría las puertas para circular libremente por allí y les evitaría mas encuentros del estilo gracias al estandarte. Pero a Armen le había parecido raro.

-¿Tenéis problemas con los bandidos o algo similar?.- Le preguntó al guardia una vez se hubieron puesto en marcha de nuevo.

Tengo problemas con quienes deberían ahorcar bandidos.

El caballero despidió a los viajeros y prosiguió con su caza del jabalí. Batidores, perros, arqueros y lanceros le siguieron, dejando atrás únicamente al tal Abert.

Soy Abert, espada juramentada de los Garnett -dijo el guardia con voz chillona- les escoltaré hasta su destino. Mi señor quiere que vuelva pronto, así que empecemos la marcha de inmediato. ¿Por dónde, explorador?

Por aquí.

Derk abrió la marcha de los jinetes, seguido de la septa y Alice, cerraban la marcha Ser Armen y Abert, que silbaba distraído refunfuñando algo por lo bajo. Aferraba la lanza con el estandarte con la mano izquierda mientras sujetaba las riendas con la derecha.

El explorador le guió por los bosques hasta dejar atrás las colinas y la vegetación, frente a ellos se extendían las grandes llanuras del Valle de Arryn y al fondo, las Montañas de la Luna, a cuyos pies estaba la Puerta de Sangre. Mañana por la noche estarían allí.

Armen cabalgaba distraído a trote suave, era un alivio no haber llegado a ningún problema grave con aquellas personas. La septa había sido buena convenciendo a los soldados, y se mantuvo en su papel de septa perfectamente. Armen seguía pensando que se trataba de algo más que una septa, pero aún no había podido confirmarlo. Sin embargo, su labia les había venido muy bien.

-¿A que se refería vuestro señor cuando dijo que tenía problemas con quienes deberían ahorcar bandidos?. - Le preguntó al portaestandarte intentando mantener algo de conversación para entretenerse un poco. Aún quedaba bastante camino.

El hombre miró a Ser Armen fijamente, un rato largo, después al cielo y suspiró. Hbaló con su peculiar voz:

Algunos alguaciles tienen tratos con las tribus de las colinas y los proscritos; mi señor va a dar su merecido a esa gente.

El último tramo del viaje era el más relajado, los campos del valle estaban llenos de campesinos trabajando la tierra y pequeñas granjas y corrales de explotación ganadera. Llegaron hasta una carretera en razonable estado, por la que circulaban personas caballos y carruajes, el silencio de los últimos días dio a lugar a un sinfín de voces desconocidas.

-Y sin embargo se ensaña con un grupo inofensivo de viajeros. -Estuvo a punto de decirlo en voz alta pero pensó que sería mejor quedárselo para él y continuar la fiesta en paz.

Armen se mantuvo en silencio el resto de la marcha y se centró en observar los campos y a los campesinos trabajando. Le resultaba curioso pensar lo mucho que marcaba su destino el nacimiento de un hombre. Realmente no eran muy distintos aquellos campesinos a él, pero sin embargo eran completamente diferentes. Claro que él podría estar en un estatus algo más elevado si hubiera querido, pero a pesar de todo era un caballero y eso le otorgaba ciertos privilegios que aquellos humildes trabajadores jamas tendrían.

Se alegró de escuchar la algarabía del poblado y escuchar el bullicio de la gente, las carretas y el tumulto. Después de tanto tiempo de soledad en el camino y silencio el cambio le resultaba como aire fresco.

Se hablaba de muchas cosas en los caminos, pero nada relacionado con guerra alguna. Los principales temas de conversación estaban relacionados con el gran diluvio de hacía unos días; inundaciones, desbordamientos de ríos y pozos, corrimientos de tierra, ganado perdido. Preocupaciones rurales para gentes rurales.

El camino también había sufrido las lluvias, y el barro reseco manchaba el calzado de los viajeros. Un gran número de ellos se dirigía a la Puerta de la Sangre, para celebrar el día de mercado. Sacos de cereal; barriles de vino, brea, cerveza y aceite; cajas de herramientas, fardos de carne o ganado en sí mismo. Una cacofonía de rumores, cuentos, pormenores y trivialidades.

Conforme avanzaba el día disminuía el de viajeros, muchos estaban cansados, ellos y sus animales y se detenían a descansar en las pequeñas y numerosas aldeas que bordeaban el camino. Ya se distinguía la Puerta de la sangre cuando, al sobrepasar una contrapendiente, vieron un campamento. Las banderas de distintos señores mayores y menores ondeaban en él. Pequeño para ser un ejército, grande para ser una escolta.

Ser Armen echó un vistazo en derredor, observó los carros llenos de alimentos, herramientas y demás objetos y suministros que pudieran ser comerciados. Trató de escuchar allí y allá alguna conversación que pudiera parecer interesante pero todo el mundo hablaba de inundaciones y temas relacionados con el campo. Adelantó su caballo para colocarse a la altura de la septa.

-Parece que el camino será más seguro a partir de aquí. -Añadió, con tanta gente de camino a la Puerta de la Sangre para comerciar no habría problema alguno.

O eso pensaba hasta que divisó aquel campamento. -¿Qué ocurrirá?. - Trataba de distinguir los estandartes.

Belmore, Hardyn, Egen, Hunter, Tollet y otros que no reconoció. Todas esas casas estaban presentes en el campamento. preocupaban especialmente la presencia de los Tolley y los Egen juntos. Los unos podían lograr influenciar en los otros, cuyo señor, Ser Vardis Egen, era el capitán de la guardia del Nido de Águilas.

El asunto se volvía más espinoso por el hecho de que su campamento estaba frente a la Puerta de Sangre; no había muchas esperanzas de que los Tollet, si es que realmente estaban implicados en todo el asunto, reconocieran a su grupo. Por la mente de Ser Armen se cruzó el recuerdo del mercenario al que habían dejado ir.

Parece que hay una congregación de señores -dijo Abert, su presencia enrarecía más el asunto, por ser alguien ajeno a todo lo que estaba ocurriendo.

¿Dónde vais a enterrar a vuestro caballero?

Ser Armen casi se había olvidado del asunto de Ser Adam con tanto estandarte ondeando al viento frente a la Puerta de Sangre. -¿A qué vendrá todo esto?. - Albert le sacó de sus pensamientos.

-Es cierto... -Miró a la septa sin ocultar su preocupación por la presencia allí de los Tollet antes de contestar a Albert. -¿Tenéis algún cementerio por aquí donde podamos darle entierro?. -Siempre era mejor un lugar velado por septones que cualquier nicho anónimo que ellos pudieran cavar. -¿Vos que creéis? -Le preguntó a la septa.

Por aquí debe haber un septo, encargaremos un funeral para nuestro valiente caballero. ¿Por qué están aquí todos esos señores? -preguntó a Abert.

El portaestandarte de los Garnett se giró hacia la mujer, miró a las banderas y con la vista fija en ellas habló.

Creo que ha muerto un Señor de la costa, sin herederos. De Puerto Gaviota, creo.

La septa contuvo un grito de angustia.

El rictus de angustia en la cara de la septa lo decía todo. Se había sentido demasiado afectada por la noticia y cualquiera podría darse cuenta de ello.

-Gracias Albert. -Atajó Ser Armen. -Habéis sido de gran ayuda. Podéis volver con vuestro grupo si lo deseáis. Creo que a partir de aquí sabremos arreglárnoslas solos. Dad nuestro agradecimiento a Ser Robert.  -El caballero se giró hacía el guía que les había acompañado durante el camino. -Derk, ¿podéis acompañar a Alice al septo y preguntar al septón si puede oficiar el entierro?.- Su tono era amable pero era un tono que no admitía discusión.

Cuando la septa Gala y el caballero se quedaron a solas junto a los animales, el cadáver de Ser Adam y el mocoso, Armen se acercó a la septa y le colocó una mano en el hombro. -Lady Grafton, ya podéis dejar de fingir. - dijo con tono suave. -Esos hombres se han reunido aquí para saquear vuestro hogar. Es hora de presentar a vuestro hijo como autentico heredero.