Partida Rol por web

Puedes escuchar claramente un ligero golpeteo en la ventana, una polilla golpea la ventana de manera insistente, tras unos cuantos intentos abandona, y vuela alejandose del edificio.

Tras las intenciones de la polilla puedes notar algo mas, una voluntad ajena a esta, mas fria, mas distante, venida de las profundidades del Reino Oscuro de Jade. Puedes notar el flujo de Chi Yin, lento y pesado como el aceite, como gotea por el cristal de la ventana el chi de Shiro.

Sabes que Shiro nunca invadiria tu refugio, jamas entraria sin una clara invitacion, el respeto del wraith por las formas, el valor que le da al protocolo...

Puedes sentir el chi burbujeante, mas activo, mas fluido que de costumbre.

Mi mirada se pasea distraída por los rincones del austero piso en el que me refugio de la luz del día. No hay mucho donde poder mirar. Un simple salón-cocina en el que se puede observar pilas de libros y periódicos, ropa de mujer y otras pertenencias. Un sillón desvencijado y un saco de boxeo. 

Un baño minúsculo, en el que de haber seguido siendo un tio como el que era no habría cabido en la ducha. Supongo que tener un cuerpo más pequeño a veces tiene sus ventajas. Las escaleras que van hacia la pequeña buhardilla están ahora extendidas. Es ahí donde descanso, en la buhardilla sin ventanas. 

Estoy desnudo, o mejor dicho, desnuda. Y me enfundo unos slips ajustados. La ropa interior femenina es algo que no he logrado sobrellevar, y eso que ahora tengo un buen culo con el que poder lucirla. Paso los brazos y la cabeza por una camisa negra sin mangas, cuando noto algo extraño.

Miro hacia la ventana. Observo a la polilla. Antes me hubiera parecido que era sólo una polilla de mierda intentando entrar, pero ahora soy capaz de discernir. Hay algo más. Me acerco a la ventana y la abro, entorno los ojos, e intento entrar en sintonía con todo lo que pertenece al Reino Oscuro de Jade, notando cómo el frío y mortecino chi Yin bulle y se consume en mi cuerpo. 

Shiro entiende la ventana abierta como una clara invitacion, y avanza con decision hacia el interior de la morada, puedes verla vestida con su kimono de flores y la piel completamente blanca, siempre aparece de la misma manera. No sabes si los espiritus visten siempre la misma ropa, o si cambian de aspecto de vez en cuando. Pero tu siempre la has visto igual.

-Buenas noches, Takeshi-Chan

Es curioso, Shiro siempre se dirige a ti como chan, denotando cierto afecto, si es que un espiritu es capaz de sentirlo.

-No puedo entretenerme mucho, los Protectores andan como locos en el Reino de Jade, pude escuchar que algunos que debian haber venido se han perdido, algo o alguien los ha consumido. Los rumores corren mas rapido que el viento, las garras del Yomi wan, cada vez alcanzan mas lejos y el rugir de la Tempestad, resulta cada vez mas atronador en el Reino.

Shiro-san-digo, haciendo un leve asentimiento. Aprendí a ser educado cuando era pequeño, mis modales se perdieron entre rayas de coca y palizas por dinero durante un tiempo, pero he vuelto a recuperarlos. Entre los shen es importante ser respetuoso. Uno nunca puede hacer una valoración premeditada de con quién puede estar metiéndose.

Mi rostro refleja preocupación ante sus palabras, aunque también cierto matiz de entusiasmo-cualquier día todo estallará en pedazos y la Sexta Edad será un hecho-eso era lo que todos decían. La Sexta Edad está cerca. Algunos parecían ansiosos porque llegase. Personalmente, siempre he opinado que es mejor hacer borrón y cuenta nueva. Este mundo está pútrido, e intentar arreglarlo sólo prolongaría su agonía. Debemos volver al principio, pasando primero por el final. 

¿Es sólo eso lo que te ha traido aquí o tienes algo más para mí?-miro a Shiro, con suspicacia, esbozando una sonrisa ladeada. 

Notas como Shiro te mira con cierta extrañeza, aun le turba verte en ese cuerpo, aunque trate de ocultarlo. Puedes notar su angustia, su ansia de vida... aunque sea una vida como la tuya, en un cuerpo prestado o arrancado del ciclo.

-La Sexta Edad...los juncos solo pueden inclinarse ante el viento, nada mas.

Se gira rapidamente hacia la ventana abierta, como sorprendida por algun sonido, escrutando con la mirada mas alla de donde puedes ver, buscando mas alla de la muralla.

-Ahora debo marcharme. Te dejo un haiku, Takeshi-chan, guardalo.

Bajo la lluvia
picotea la urraca.
Cerezo sin hojas.

Pensaré en ello, Shiro-san-respondo, con seriedad, mientras me cruzo de brazos. Me pregunto de dónde sacarían todos los shen esa manía de ser tan crípticos. Hasta a mí me empezaba a parecer atractivo. Por un momento, al mirar a Shiro, me preocupo. Los cambios son algo necesario, pero espero que ella sepa sobrevivir en las corrientes turbulentas que los originan. La zorra muerta me agrada, y no querría verla desaparecer-espero que los vientos del cambio no te arrastren, y que sepas fluir entre sus corrientes. 

-Todos somos koi en las aguas del destino Takeshi-san, algunos se limitan a flotar, otros se dejan arrastrar por el torrente caudaloso, y unos pocos desafiamos la corriente...pero todos estamos en el rio.

Ves como sale por la ventana, casi escurriendose hacia el exterior de la morada, y su silueta comienza a desdibujarse. Comienza a llover, y cuando las primeras gotas van a alcanzarla, desaparece completamente.

La lluvia ahoga todos los sonidos, la lluvia es fina y suave, pero es suficiente para que las personas se retiren buscando cualquier cobijo. Casi puedes ver las gotas detenidas en el tiempo, suspendidas en el aire durante un instante que parece una eternidad, y el fluir del tiempo vuelve entonces a transcurrir, quizas de manera algo apresurada.

Y solo queda el vacio, los recuerdos de lo que podias haber sido y un eco lejano.

Shiro se desdibuja hasta desaparecer a través de mi ventana, y mientras, el cielo de Kyoto llora. ¿Será de dolor o de dicha suprema la premonición de esta lluvia? Es difícil dar una respuesta concreta, libre de ambigüedades, pues no hay dicha sin sufrimiento. Y el cielo seguramente lo sabe, así como lo sé yo ahora.

Me acerco a la ventana, y siento cómo el agua moja mi piel mientras observo cómo la gente corre para esconderse en los soportales y las tiendas y restaurantes que abren a estas horas. Antes yo también corría. Antes...

Cierro la ventana y me miro a mi mismo y como cada vez que lo hago, no me reconozco. Pero soy lo que soy. Soy un demonio en el cuerpo de una zorra muerta.

Busco mis vaqueros. Debí haberlos tirado en cualquier parte cuando llegué al amanecer. Termino de vestirme, enfundándome en la cazadora de cuero marrón. Decido llevar conmigo algunas herramientas para ejercer el orden celestial, pues uno nunca sabe cuándo puede verse en la situación de tener que dar una valiosa y dolorosa lección a alguien. Abandono mi refugio, internándome en las calles de Kyoto, dejando que la lluvia caiga sobre mí, mientras camino a paso tranquilo y observo a quienes corren a mi lado.

Cuando sales, puedes ver como las calles se ha ido quedando desiertas, aun quedan algunas personas, que vienen y van. Ha sido tan repentino que nadie llevaba paraguas, puedes ver pequeños puestos ambulantes con su toldo empleado a modo de paraguas improvisado por su dueño, y algun transeunte mas. Pequeños grupos de personas cobijados bajo los soportales. Y algunos pocos viandantes, los menos, tan ajenos a la lluvia como lo estas tu.

Puedes notar que te estan siguiendo, solo es una persona, un hombre vestido al estilo tradicional, no alcanzas a verle el rostro con claridad, pues este queda parcialmente cubierto con un paraguas. Su andar es pausado, tranquilo. Parece que cojea ligeramente de la pierna izquierda.

Sigo caminando con tranquilidad, hasta llegar a una esquina. Entonces doblo la calle y me paro, mirando hacia donde antes daba la espalda, esperando al hombre de frente. 

Al poco gira la esquina y se encuentra contigo frente a frente

Me cruzo de brazos, y arqueo una ceja, en un gesto que podría catalogarse como inquisitivo. Por lo demás trato de disimular lo mucho que me jode que anden fisgoneándome por la calle. No me gusta un pelo. Espero a que el tipo hable, a que me de explicaciones. Está claro que entiende que pretendo que me las de y sería una gilipollez preguntarle. 

Ahora de cerca lo reconoces, es un criado del Palacio de Ninomaru, refugio de Toda Hiro-matsu, Daimyo de Kyoto.

-Disculpa Takeshi-san, no podia alcanzarte, mi cojera no me permite caminar muy rapido.

Ves como introduce su mano en el kimono y extrae un rollo.

-Toma. Ahora debo marcharme. Gracias

Te hace una ligera inclinacion de cabeza y se gira para marcharse.

Suavizo mi gesto al reconocerle y tomo el rollo. Asiento, dándole a entender que he captado el mensaje. Siento que el demonio que hay en mí se revuelve de curiosidad tanto como yo, al tiempo que un escalofrío recorre mi cuerpo, haciéndome sentir que en cualquier momento quedaré descarnado y mi alma caerá al yomi sin posibilidad de retorno. Pero como siempre, estoy lo suficientemente aferrado a estas carnes como para desprenderme con semejante facilidad de ellas, y en cuando el espasmo se pasa, me siento imbécil por mi razocinio infantil. 

Busco un sitio discreto en el que poder apoyarme para desenrollar el mensaje y leerlo, y decido utilizar un soportal en el que no haya nadie guareciéndose de la lluvia.

Reunete conmigo en el Palacio Ninomaru

                                                       Tai Fun

Me pregunto qué querrá una grulla de un diablo como yo. Pero no debería desoir su petición. Cambio de planes y decido ir al Palacio Ninomaru.