Partida Rol por web

El Palacio Imperial de Kyoto se hierge impresionante en la noche. Dos criados se encuentra en la puerta de acceso.

El Palacio Imperial es un complejo inquietamente tranquilo, incluso en el Reino Medio. El armónico equilibrio de de las fuerzas Chi y "sendas de dragón" que convergen en el complejo hacen del palacio una especie de reserva central de los shen de Kyoto, un lugar que los sobrenaturales de la ciudad visitan de tanto en tanto, pero que nadie trata de reclamar para no destruir su equilibrio (y su Chi). Toda Hiro-matsu el actual Ancestro Kuei-jin de Kyoto, habita y sitúa su autoridad en los cuartos privados. El resto del wu del ancestro no tiene establecida su residencia en el palacio, pero si que utilizan las distintas salas de que dispone para distintos fines, siempre bajo la supervision del Ancestro. Los jardines y santuarios privados atraen ocasionalmente a los Hengeyokai de la ciudad, quienes discretamente buscan la paz y la comunión con las fuerzas naturales de esos terrenos.

Parece que los criados tienen ordenes expresas, uno de ellos avisa tras un intercomunicador de tu llegada.

No ha pasado ni un minuto, y ya ha llegado el criado que te entrego la misiva para acompañarte.

-Si hace el favor de acompañarme.

Recorreis el jardin frontal hasta llegar al Palacio, bordeais el exterior, y acabais llegando a una sala entre abierta. Te hace un gesto con la mano que no admite confusion, te invita a entrar.

Escuchas una voz profunda y cavernosa en el interior de la sala.

-Adelante Takeshi-san. Puedo ofrecerte un te?

Con un gesto de la mano te invita a sentarte frente a el. Esta practicando caligrafia.

-Sin duda te preguntaras porque te he llamado.

El Mandarin siempre ha destacado por ser muy directo

La sala donde te han conducido es austera, tiene un cuadro de unas urracas en una pared, el resto de las paredes estan vacias, sin decoracion. Un pequeña mesa donde el Mandarin estaba practicando su caligrafia, y una pequeña rinconera con un discreto arreglo floral.

El palacio Ninomaru nunca ha dejado de parecerme algo imponente. Quizá por su posición de equilibrio y abundancia de chi. Me recorda a todo aquello que yo no representaba. Nunca fui especialmente tradicional, nunca respeté a quienes estaban por encima de mí o eran más sabios. Ahora las cosas son distintas, o al menos intento que lo sean.

Seguí al criado hacia la sala interior. Al ver al mandarín Tai Fun hago una breve reverencia de respeto y tomo asiento-No, gracias-digo, intentando declinar su oferta educadamente-en efecto, me pregunto por qué estoy aquí-me siento algo tenso. No estoy acostumbrado a tratar con otros shen más venerables. Intento relajarme, y al dejar pasear mi mirada por la habitación reparo en el cuadro de las urracas. Entonces recuerdo el haiku de Shiro, y mi mirada se entorna, aunque procuro volver a tomar una actitud neutral y relajada.

Deja el pincel sobre la mesa. Y te observa atentamente.

-Un Kin-jin solicito ayer permiso para venir hoy a la ciudad, y el Daimyo desea que se "supervisen" discretamente sus pasos.

Percibe una ligera desazon en tu espiritu y se detiene un momento, escrutandote... no sabes hasta que punto es capaz de leer en tu espiritu la atenta mirada del Mandarin. Luego continua.

-Su nombre es Concetta della Passaglia, viene con la "intencion" de visitar a uno de sus hermanos, Domenico della Passaglia. Tiene su residencia en el hotel Sheraton de Kyoto, en la planta 25. Llegara en dos horas a la estacion de trenes, en la linea Tōkaidō Shinkansen. Eso es todo Takeshi-san.

Vuelve a coger el pincel dando por terminada la conversacion

Extranjeros... Sólo de pensar en ello sentía ganas de reventarle los sesos a alguien. Pero el mandarín Tai Fun no me había dicho que convirtiese al visitante en un borrón negro sobre el pavimento. Debía guardar mis iras para otro momento. Ojalá ese cabrón diese un paso en falso, para poder patear su culo muerto con permiso.

Partiré ahoramismo entonces, si me disculpáis...-me inclino a modo de despedida, y una vez recibido el permiso, me marcho, camino a la estación del tren bala. 

Una ligerisima inclinacion de cabeza te da a entender que puedes retirarte.

Abandono el palacio Ninomaru, volviendo al jaleo callejero. Le echo un último vistazo desde fuera, contemplando su grandeza, y entonces me dirijo hacia donde me habían encomendado. Haría algo de tiempo en un bar de alrededor, para observar y escuchar qué se cuece hoy. Procuraría llegar un poco antes que el tren, por si se adelantase, y para estudiar el entorno. Era bueno conocer todas las posibles salidas.