Partida Rol por web

Llegaron junto a la puerta de la casa de espejos. Sarabeth llevaba la espada en la mano y la lanza corta a la espalda, atenta a todo lo que ocurría a su alrededor, buscando señales de otros tributos.

-Apresurémonos -dijo en susurros -, que no quiero que nos vean o esto no va a tener mucho sentido.

Miró la puerta. Pensar que había una presa tan cerca... muy tentada estaba de entrar a cazarla. Pero tenían que trabajar juntos por ahora. Casi todo había salido a pedir de boca, y no había que estropearlo. Aguardó vigilante a que Scott plantase la trampa.

No me siento muy cómodo al lado de Sarabeth pero no me queda otra. Cuando llegamos a la casa de los espejos a Sarabeth le entra la prisa.

-Voy!-Me sigue pareciendo mejor plan entrar a por ella, al fin y al cabo solo es una y nosotros dos, pero no pienso cuestionar sus órdenes. tengo en demasiada estima mi cabeza para eso. Me agacho y coloco el cepo cerca de la puerta, por donde creo más probable que pasaría alguien que sale a la calle o que entra al edificio.

La coloco de forma que no se vea demasiado.-Deberíamos haberle prendido fuego al sitio. Así seguro que habría salido. Bueno, ya es tarde.

Recojo la mochila. -Volvemos?

-Me gusta como piensas -responde ella, sin mirarle, contemplando la casa con una expresión distraída... como si la estuviese imaginando en llamas ahora mismo- ...lástima no habernos llevado algo con lo que encender fuego. Da igual. No hay prisa, nosotros tenemos ventaja ahora mismo si el Juego se alarga.

Echó un buen vistazo a su alrededor, atenta por si eran observados; luego comprobó el trabajo de Scott y le sonrió al chico. Se le veía algo acojonado; no era un profesional, eso estaba claro. Sin embargo, se estaba entregando mucho y estaba siendo muy útil. Había demostrado ser mejor luchador de lo que ella esperaba, también. Quizá luego tendría que hablar con él con calma... pero no aquí. No quería alertar a Elle, no quería arriesgarse a que les oyese. Era mejor dejarlo para luego.

Empezó a caminar de vuelta a la Cornucópia tras hacerle un gesto al chico para que la siguiese.

Sigo a Sarabeth y me pongo a su lado. No quiero que se asuste o que se piense que la voy a atacar por la espalda. Creo que ni siquiera así conseguiría ganarla. No quiero tentar a la suerte.

-El cepo... Creo que será capaz de romper la pierna del que la pise. Teníamos que haber puesto una pita o algo a la salida para que al salir... Lo dejo en el aire. Una imagen de la tributo cayendo de cara contra el cepo viene a mi cabeza y me entra un escalofrío. Bueno, ya es tarde para eso. Colocaré más trampas alrededor del campamento y de los suministros. Espero que hayan cogido el material.

Leah, tras los cuidados de Ethan, se había pasado la mayor parte del tiempo recostada sobre las mochilas más blandas. Lo restante lo había empleado en coger aquello a lo que llegaba estirando los brazos. La joven se las había arreglado para sacar y meter cosas de una de las mochilas a su gusto, y también para ponerse una protección ligera a duras penas.

Como nadie le había dicho nada, ella no iba a decir nada.

Al terminar ese pequeño esfuerzo se sintió derrotada y decidió descansar un poco más. Que vaciase otro las botellas que sobraban. Leah acarició la espada a su lado.

Me acerco al lado de Sarabeth a la cornucopia y los demás profesionales siguen ahí. Sonrío a Briar y le despeino el pelo.

-Ya está, trampa colocada. Si alguien pasa por ahí se llevará un bonito muñón de regalo. Scott sonríe. Está en la entrada de la casa de los espejos, lo digo para que tengáis cuidado al pasar por ahí.

Me acerco a los suministros y meto más comida en la mochila. ¿Habéis pensado algo? ¿Nos quedaremos aquí para aprovechar todos los suministros o nos movemos a algún sitio? Cuanto más tiempo les demos más difícil será seguirles el rastro.

Con las manos ensangrentadas Ethan se dirigió a sus compañeros.- Deberíamos buscar un lugar adecuado para guardar las cosas, tal vez una de las atracciones cerradas. Montar ahí un campamento y descansar. Con todos los suministros que tenemos y todos los tributos que han muerto ya podemos permitirnos esperar hasta mañana. De día será mas fácil seguirles el rastro, y si han estado toda la noche corriendo estarán descansado o agotados. 

-¿Aún no habéis recogido nada? Sois un poco vagos, ¿eh? - dijo Sarah con una sonrisa burlona.

- Venga, hagamos caso a Briar. Instalémonos en el depósito de agua, y así controlamos uno de los recursos básicos.

Se guardó las armas y empezó a cargar material de la Cornucópia para llevárselo, mientras miraba de reojo si los demás hacían lo mismo o no.

-Yo me quedo aquí vigilando -dijo Leah-. No puedo mover nada hasta allí en mi estado. Lo mejor será que espere aquí mientras lleváis las cosas para asegurarme de que nadie toque nada hasta que volváis a por el resto.

Cuando parecía que la noche era tranquila y que el baño de sangre inicial había terminado. La megafonía da un avance de lo que va a ocurrir, con cierta música:

Vuestros cuerpos se tensan cuando en la noche, desde las alturas, seres con cabeza humana, cuerpo de león y patas de águila se acercan en picado, atravesando la distancia entre el cielo y vuestro infierno con una exhalación. Entre agudos chillidos, sus zarpas caen como mirlos pescadores, acercándose a sus presas para retomar el vuelo.

Scott mira alrededor y, asustado, se imagina lo que va a pasar. Sigue cogiendo suministros del suelo y cargándolos en mochilas antes de gritar.

Corred! Dice y sin esperar a que los demás hagan caso echa a correr con todo lo que había conseguido sacar. Una última mirada atrás y ve a Briar quieta. Hace un amago de volverse pero en el último momento sigue corriendo. No hay nada que hacer. Scott aprieta la mandíbula y sigue corriendo.

El instinto de supervivencia hizo moverse a Ethan, cogió su cuchillo y la mochila con los materiales médicos que tenía y echó a correr alejándose lo mas posible de los seres. Por el camino intentó recoger algo de comida, sin pararse mucho, por si acaso.

- ¿Correr? -dijo Sarah, con una media sonrisa. Las cajas que había cargado cayeron a sus pies y, en un abrir y cerrar de ojos, la lanza corta estaba en su mano.

No iba a correr. Ella no huía de nadie. Si el Capitolio quería verlos luchar contra esas bestias, tendrían un buen espectáculo. Eso ella lo tenía por seguro. Miró a los ojos a la bestia más cercana. Le devolvió la mirada. Eso iba a ser un choque entre depredadores, el primer reto de verdad en lo que llevaban de Juegos. Si triumfaba aquí, ¿que peligro podían suponer luego cuatro críos?

Dio tres pasos y arrojó la lanza con todas sus fuerzas hacia el muto volador, al tiempo que una descarga de energía la recorría.

- ¡Que vengan! - gritaba - ¡No les tengo ningún miedo!