No podría abrir la puerta... y en estos casos yo no estoy programado para tirar la puerta abajo; aunque quisiera y pueda.
Baja la mano que aun mantenía a la cabeza, y vuelve a mirar a Aya - ¿Alguna pregunta más? - esboza una sonrisa.
Aya asiente, frunciendo el ceño de nuevo...
No, no tengo ninguna pregunta más. No me gusta que me controlen. Dicho eso se acerca a la puerta y empieza a tirar del pomo con ambas manos, con todas sus fuerzas, que no son pocas, intentaba mantenerse en forma y solía salir a correr cada mañana.
Desde un lado, el Dollie observa a su ama... la puerta no cede, ni siquiera hace un leve movimiento.
De encima del armario sale una vocecita divertida... al mirar, hay allí dos pequeñas Dollies 500b
Estás perdiendo el tiempo...
Aya da un respingo y mira las dollies 500b...
¿Y vosotras qué hacíais ahí? Deja la puerta y da un par de pasos hacia ellas, con las manos en las caderas. No se puede tener intimidad en esta casa? Pregunta, más por saberlo que por estar enfadada.
¿Intimidad...? - se miran y se ríen.
Nosotros somos Sumomo... las cámaras de vigilancia que graban todos vuestros movimientos para que los estudien en el laboratorio.
Aya suspira...
Ahí está el truco... Susurra para sí misma. Desde que había visto que había ganado el sorteo, se preguntaba dónde estaría el truco. Se encoge de hombros.
Bueno... es como participar en "Gran Hermano", tampoco es tan raro con los tiempos que corren. Se acerca a las maletas y empieza a deshacerlas, dejando toda su ropa bien ordenada en el armario.
¡Ah! Se gira hacia Yuuen. Gracias por traer las maletas, Yuuen. Vuelve a su tarea.
Las Sumomo vuelven a quedarse calladas dejando un eco de risas.
Yuuen hace una leve reverencia - De nada, ama - se acerca a Aya - ¿quiere que la ayude?
Sin mirarlo Aya asiente...
Si no tienes nada más que hacer... Comenta divertida. Luego se echa a un lado para que Yuuen pueda llegar al armario sin problemas.
Yuuen, ¿Podremos salir de la casa? Pregunta... no es que tuviera nada fuera, pero... pasar tanto tiempo encerrada en una casa, sin siquiera poder salir a correr ni encontrar objetivos humanos con los que divertirse aparte de los que ya ha conocido... no era una idea demasiado alentadora.
La casa dispone de una gran extensión de jardín - responde, mientras coge la ropa y la va colgando perfectamente en el armario.
Aya suspira, derrotada...
Lo imaginaba... Cuando ha terminado de colocar la ropa, Aya se levanta y vuelve a sentarse en la cama, cruzándo las piernas.
Yuuen... ¿se te ocurre algo que podámos hacer hasta que nos dejen salir? Pregunta, mirando al dollie de arriba abajo de nuevo... No sé a quién habrán usado como modelo, pero... me gustaría conocerlo en persona.
El chico mira la habitación, arquea una ceja y vuelve a mirar a Aya, se lleva una mano a la nuca.
Puede echarse una siesta, si quiere... aunque no creo que tarden en avisarnos
Aya se queda pensativa...
Sí, quizá lo haga... Se desviste de nuevo, poco a poco, dejando la ropa estirada en la cama, y se mete entre las sábanas, bocabajo y con los ojos cerrados, suspira.
Mmmmm... me has dejado tan relajada antes que no me costará mucho dormir... Abre los ojos para mirar a Yuuen.
¿Tú qué harás mientras?
Me quedaré de pie, si tiene pesadillas la despertaré, no se preocupe.
Sonríe... de aquella manera tan enigmática.
Aya enarca una ceja...
Claro... sigue siendo un dollie, él no duerme ni se cansa... pero... ¿pesadillas?
Sonríe divertida y cierra los ojos de nuevo.
Despiértame en media hora... a no ser que dentro de media hora todavía no podamos salir. Gracias.
De acuerdo, ama.
Yuuen se acerca a las cortinas de la habitación y las pasa, luego se dirige al interruptor de la luz y lo apaga. Quedando toda la habitación a oscuras...
Una tos exagerada y una mano fuerte que balancea suavemente el cuerpo de Aya, hacen que se despierte.
Sentimos interrumpir este momento pero... nos informan de que ya podéis salir de la habitación y dirigiros hacia el salón - informa una voz femenina e infantil, probablemente de la cámara que sigue encima del armario. Yuuen mira a su ama con ternura y con una muy leve sonrisa.
La luz roja que había encima de la puerta, la cual si no te habías fijado ya, ahora lo haces se apaga inmediatamente... dando a entender que la puerta está abierta.
Aya abre los ojos lentamente, recordando donde estaba y cerrándolos para sonreir de nuevo... hasta que recuerda las ultimas palabras de lo que ha oído.
Así que no es que ya podamos salir, sino que nos ordenan dirigirnos al salón... Suspira, intentando relajarse para no enfadarse y buscando algo en el armario... Al momento saca un vestido corto y escotado de color rojo y se lo pone encima de la ropa interior, poniéndose luego unas sandalias rojas de tacón altas y finas.
Se gira luego para mirar a Yuuen.
Bueno, venga... cuanto antes vayamos, antes se acabará esto.
Se acerca a la puerta con gestos bruscos y la abre de igual manera, saliendo después y dejándola abierta para que Yuuen la siga.
Aya entra de nuevo en la habitación, cerrando con cuidado y suspirando, apoyada en la puerta después. Aún con la cabeza gacha y los ojos cerrados empieza a hablar sola.
¿Será posible? Se le pone una dollie delante y se olvida del mundo... pero cuando la dollie desaparece, vuelve a prestarme atención. Son todos iguales...
Después de un rato más, termina levantando la cabeza.
Bah, no lo necesitas para nada. Ni a él ni a los otros dos pardillos que babean por la niña.
Abre el armario de par en par y saca unos shorts y un top de tirantes. Después de cambiarse y recogerse el pelo en una coleta alta, se pone unas zapatillas deportivas y sale de la habitación en dirección al gimnasio.
Aya entra a la habitación charlando con Yuuen.
¿Entonces qué hora es? Pregunta una vez más, ya que el dollie no ha podido contestar antes. Tenemos que hacer la compra y cocinar. Esta semana estaremos bastante atareados. ¿Viste el cuadro de la cocina?
Va hablando mientras saca del armario un conjunto bastante discreto de ropa interior, blanco, un camisón se satín color gris y una bata igualmente de satín.
Son las tres de la tarde, ama - responde, dejando la botellita de agua y la toalla en la silla.
Se acerca a ella, con aquel caminar indiscutiblemente sexy, con aquellos pectorales y abdominales y la trenza larga... que se mueve al son de los pasos con sutileza. Se para enfrente de ella, mirándola fijamente a los ojos.
En nuestro código... "te amo", no es una palabra para tomarse a la ligera... ¿sabes, Aya? - no la toca, solo la mira fijamente a los ojos con un amago de sonrisa clavada en sus labios. Haciéndolo más sensual.