Partida Rol por web

El caballero se sonríe muy levemente por tu actuar, al tiempo que observa al mayordomo.

-Realmente no necesitaré de nada por el momento mi buen señor Jeckings -Contesta educadamente antes de mirarte -Si lo desea puedo acompañarle al salón, así usted no tendrá que perderse y el señor Jeckins podrá asegurar más rápido que su compañero de viaje se encuentre cómodo -comenta tránquilamente señalando el camino en uno de los pasillos, la cortesía de sus gestos es evidente, claro y su actitud es bastante familiar.

Por otro lado sabes que el numero de salones de la mansión es bastante alto, solo los privados resultan quince... 

-¿Solía visitar al marques antes? perdóneme si soy indiscreto... pero no recuerdo haberle visto antes y me temo que siempre pase demasiado tiempo aquí desde que entre a trabajar para su señoría -señala tránquilo pero con cierto grado de curiosidad en los ojos.

Edgar expresa su agradecimiento al señor Jeckings y sigue gustosamente al doctor. Mientras caminan, responde con cierto pesar:

-En determinadas ocasiones gocé del placer de abandonar mi habitual escondrijo londinense y aventurarme por estas tierras para visitar a Tristán...su falta supone, sin lugar a dudas, una pérdida irreparable que entristece mi alma.

Parecía que el ama de llaves iba a ser un hueso duro de roer, esperaba poder convencerla de que no era una amenaza para ella pero que tampoco iba a dejarme pisotear, eso si, amablemente.

Asentí y le dije - Muchas gracias, la acompaño - mientras cogía el ridículo donde guardaba el medallón que el señor O'hara me regalo y la seguía al interior dejando el equipaje en la puerta, suponiendo que uno de los lacayos lo recogería

Estaba nerviosa, la nota del señor O'hara me predispuso contra el conde y no sabía con que me iba a encontrar en el salón de descanso. Aún así entre en la mansión, manteniendo un rostro indiferente que no aparentara mi inquietud.

Me acerqué a ella y le acaricié el brazo suavemente, a modo de consuelo, le sonreí afablemente y respondí:

-No se preocupe, ya sabíamos que nuestra llegada juntos podía resultar "llamativa". Simplemente aguantemos... aguante usted, yo estaré perfectamente. 

Aunque por un momento me preocupé de que aquello hubiera afectado a la Señorita Beaumont, fui consciente de que ella era mucho más fuerte que eso, al fin y al cabo, estaba seguro de que en su vida había tenido que soportar afrentas mucho más graves.

Así que intenté relajarme un poco y aproveché la espera para fijarme en los detalles del hall, y me sorprendió el contraste entre el exterior y el interior, aquel tan lleno de vida y éste tan sombrío. Quizás se debía al ambiente de tristeza ante la suerte de su dueño... Pero no me hacía sentir cómodo, me recordaba al ambiente de mi casa en Waterhouse en los últimos tiempos. Sólo esperaba que aquellos trámites de la herencia terminasen pronto, fueran provechosos y pudiera volver a casa.
-Bonita casa - comenté, tratando de relajar el ambiente 

Asintió ante la respuesta del conde y observo cómo repartía saludos a todos y cada uno de los presentes, quedándose son las impresiones de su comportamiento al dirigirse a cada uno con sumo respeto y educación.

Los siguió en silencio cuando procedió a mostrarles la mansión, las luces y los colores del gran hall le daban un aspecto de lo mas tétrico a la casa, le hacía falta una renovación pero lo cierto es que pese a todo no desentonaba con el lugar.

Dos caballeros hablaban en el salón del descanso mientras avanzaban, acompañados de un tercero.

“¿el baronet de la Croix?...” pensó alzando la ceja curiosa. Junto al él se encontraba el tutor de Lady Merow, lord Gallant. Por lo que el conde decía esperaban en breves más visitantes, bueno no era de extrañar dado el motivo de la reunión, así que fue tomando nota mental de todos los rostros y nombres, sin duda esa noche podría añadir varias páginas a su diario con los rostros de aquellos que compartirían techo con ella.

Al llegar al salón el baronet Dela Croix se acercó a saludarlos. No pudo evitar sonreír disimuladamente ante la efusividad y entusiasmo del caballero haciendo saltar las “alarmas” de la duquesa. La cual no dudo en señalar lo modales de él con su fría voz.

• el placer es todo mío Barón – asintió con la cabeza realizando la protocolaria reverencia tanto a él como a Lord Gallant – un placer conocerlos a ambos – alzo la vista por la agradable sorpresa de que este último conociera a su padre – no hay de qué preocuparse Lord Gallant y si no le molesta la curiosidad ¿Dónde conoció a mi padre? Lamento decir que no le he escuchado hablar de usted

Lord Gallant te observa tranquilo y entonces contesta.

-Tuve el placer de conocer a su padre en Londres, en la Cámara de los Lores mi lady, no es de sorprender que no le hablará de mi -contesta tranquilamente al tiempo que vuelve a mirar a Lady Merrow y a la duquesa.

-Duquesa, permitame saludarla una vez más y agradecerle haber traído a mi protegida a salvo, estoy endeuda con usted -dice tranquilamente al tiempo que realiza una breve inclinación de cabeza y mira a Lady Merro -Es bueno verte querida.

-Igualmente, es un honor verle de nuevo, tío -contesta la dama con gesto sereno, te parece notar que dos torres se han colocado a ambos lados de ella.

-¿Porque no tomamos asiento? -propone el honorable Stratford con gesto animado señalando con la palma abierta en dirección a los sillones y observandolos con gesto amable -Así podremos ponernos todos al día, he oído Conde Kimberlein que sus caballos volvieron a causar sensación en el Derby -Comenta sencillamente mientras todos toman asiento alrededor de la chimenea. 

-Es verdad, Kimberlein -dice repentinamente el barón prestandole atención -Crees que tu Indomitus gane en Ascot este año -pregunta... y entonces se vuelve hacía ti -Es verdad mi lady, ¿sabe si su padre nos hará el honor de participar en alguna de nuestras carreras este año? 

La joven te sonrie con agradecimiento en los ojos y de inmediato coloca su aspecto más encantador, mientras te escucha.

-En cierto modo lo es -te sonríe contestando- No se inquiete demasiado con la decoración, el resto de la mansión es preciosa... fue una idea de Tristán para inquietar a los visitantes, me temo que tenía un humor extraño a veces, creía que si la primera impresión era mala, solo se quedarían los mejores -te comenta llevándose una mano a los labio como escondiendo una risa -al final la dejo así porque inquietaba a la duquesa de Melvelin -continua- es una mujer admirable, pero con un cáracter muy dominante, me temo que Tristan no estaba acostumbrado a mujeres dominantes -termina de hablar y te observa ... Sabes que lo ha hecho para divertirte o distraerte. 

Pero en cierto modo incluso entonces suelta información sobre los miembros de la casa.

Asintiendo a tus palabras, el hombre te contesta.

-Sin duda entristece el alma de muchos de los presentes, señor Forrester, aun así es agradable saber que al menos hay un amigo del marques entre los invitados -sus palabras son tranquilas, mientras atraviesan los pasillos hasta llegar a la puerta de un salón bastante acogedor 

La mujer te guía en silencio al interior de la mansión, al ver el hall te estremeces: es demasiado tetrico, pero esta sumamente vació y te guía por otro pasillo hasta llegar a un hermoso salon donde parecen reunidos algunos de los invitados 

Al ingresar al salón el ama de llaves se para cuan recta es y anuncia con voz seca.

-La señora Hughes señorías - Anuncia, mientras lo hace Anabelle puedes observar en la gran variedad de  sillones al rededor de la chimenea a una dama de edad con aspecto serio que te observa críticamente, la duquesa de Melvelin, la reconoces porque su rostro ha aparecido un par de veces en los diarios, a su lado hay un hombre de aspecto serio, con una barba negra y un rostro con cierto toque de misterio, un hombre joven que parece sentirse inquieto, dos hermosas jovencitas, te supones en edad casadera, por otro lado un grupo de dos caballeros que miran en tu dirección, ambos con jovenes uno tiene el cabello negro como la noche y el otro rubio, todos visten bastante elegantemente.

no muy lejos de ti, están tres caballeros uno de ellos llevar el cabello largo, y otros dos que se vuelven a verte

-Bienvenida al Lynd señora Hughes -Dice el hombre de cabello largo al tiempo que se acerca a ti con gesto elegante -Soy el conde Kimberlein, la esperábamos, por favor venga conmigo y le presentare al resto de los presentes mientrás se pone cómoda -dice suavemente extendiendo una mano hacía ti. 

Prudence, puedes ver que dos hombres elegantemente ataviados ingresan al salón, uno de ellos habla en cuanto cruza la puerta. 

-Bueno, aquí estamos señor Forrester -dice mientras ingresan -Perdonen la repentina tardanza señores, el señor forrester ha llegado y se une a nuestra pequeña tertulia -Anuncia tranquilo, mientras lo hace Edgard puedes observar en la gran variedad de  sillones al rededor de la chimenea a una dama de edad con aspecto serio que te observa críticamente, la duquesa de Melvelin, la reconoces porque su rostro ha aparecido un par de veces en los diarios, a su lado hay un hombre de aspecto serio, con una barba negra y un rostro con cierto toque de misterio, un hombre joven que parece sentirse inquieto, dos hermosas jovencitas, te supones en edad casadera, por otro lado un grupo de caballeros tambien en los sillones, reconoces a Lionel Stratford, el honorable Stratford de algunas fiestas de artistas y quizás de una reunión antaño con Tristan, un muchacho agradable, demasiado... para tu parecer. junto a él están otros dos caballeros que reconoces como el conde Kimberlein que se levanta y el baronet de la Croix... 

El conde se acerca rápido y te saluda, 

-Bienvenido al Lynd, señor Forrester, por favor venga con nosotros y le presentare al resto de la compañía, creo que conoce algunos -comenta tranquilamente con voz clara mirándote a los ojos, son unos ojos un poco extraño a tu parecer. 

Aún así, enseguida tras vuestro ingresan otras dos personas. 

Se vuelven automaticamente a verlos.

Dos mujeres entran al salon, una mujer aun joven y otra que viste de negro y a quien reconocen como el ama de llaves.

Al ingresar al salón el ama de llaves se para cuan recta es y anuncia con voz seca.

-La señora Hughes señorías - Anuncia y el conde Kimberlein abandona la atención sobre el señor Forrester para mirar a la dama en cuestión, viste de modo sobrio y tiene el aspecto serio de una institutriz. 

El conde Kimberlein se acerca a ella con gesto elegante y saluda.

-Bienvenida al Lynd señora Hughes... Soy el conde Kimberlein, la esperábamos, por favor venga conmigo y le presentare al resto de los presentes mientras se pone cómoda -dice suavemente extendiendo una mano hacía ella.

Con un cortés asentimiento, Edgar se dispone a unirse a los presentes.

-Con gran alegría me incorporaré a esta cordial reunión...esperando, como mandan los buenos modales, que el acto, tan inocente como bienintencionado, no importune a ninguno de los presentes-comenta, mientras en una mano hace danzar su bastón y en la otra sostiene de manera ostentosa su sombrero, inapropiado para un caballero de su categoría social.

Todo en su actitud, pese a lo decididamente amigable y educada de esta, parece gritar lo contrario a lo que enuncian sus palabras.

No pude evitar una leve carcajada al escuchar su último comentario.

- No creo que ningún hombre se acostumbre nunca a eso, créame. Y por lo poco que sé del marqués, creo que él no estaba acostumbrado a que nadie le dominara, tenía cierta fama de … excéntrico, aunque imagino que eso ya lo sabe usted perfectamente, claro. -

La miré a los ojos con cierta curiosidad cuando proseguí:
-Es indudable que conoce usted muy bien a todos los allegados del marqués, ¿Visitaba muy a menudo la mansión? - no pretendía sonar demasiado curioso, pero estaba claro que conocía muy bien aquel lugar, y su conocimiento de los conocidos de Lyndbrooke era sin duda más que anecdótico, había muchas preguntas que me gustaría hacerle, pero no quería parecer un cotilla, o resultar indiscreto, ante todo, no quería incomodarla. Quizás más adelante pudiera saciar mi curiosidad.

Sin esperar su respuesta, tal que si fuera una pregunta retórica, miré al frente,  de manera despreocupada, como esperando que salieran a recibirnos.

- Quizá sepa usted hablarme del resto de posibles herederos que acudirán aquí, - levanté una ceja y volví mi rostro hacia ella, sin moverme de mi sitio, mientras enarqué una ceja con aire travieso:
-Ya sabe, para conocer a la competencia.-

La hermosa rubia sonrió con dulzura al verte reír, y asintió… mientras te oía hablar, cuando empezaste a hablar de su conocimiento de los allegados a Tristán asintió levemente, si, solía venir a menudo a la mansión, aun así no te interrumpió y cuando hiciste tu solicitud puso un gesto pensativo en su bonita cara llevándose una mano hasta apoyar el índice y el  dedo medio en su mejilla, el pulgar el ovalo de su cara y los dedos anular y meñique doblados a un lado del mentón.

Al final tras un par de segundos contesto, bajando su mano hasta unirla con la otra  y empezar a hablar.

-Es verdad que conozco a algunos miembros y he oido hablar de los otros, puedo hablarle  al menos de los que sospechamos vendrán aquí –sonrió grácilmente- Esta el señor de Forrester, al que conocí por medio de Tristán, el marques le tenía un sincero aprecio y solían tener conversaciones largas de temas bastante extraños, casi filosóficos –te comento y viste que daba un vistazo rápido alrededor vuestro antes de bajar la voz y acercarse un tanto a ti para susurrar –Es un hombre de vida ligera, con cierto gusto por el arte y trabaja como escritor o algo así- explico poniendo expresión de circunstancias- me temo que decepciono a su familia por unas alocadas e irrespetuosas acciones en su pasado…

Cuando susurro todo aquello aceptaste que era una información bastante contraria, un hombre libertino, sin duda afín a Tristán pero cuya familia por lo que ella decía podía estar pensando seriamente en desheredarlo pero que aún no lo había hecho, sin duda por evitar un escándalo.

-De Lord Potter,  creo que su fama es suficiente para explicar el tipo de persona que es, no contaba con el favor de Tristán -sonrió levemente –Pero se dé cierto que tiene una “amiga” en su propiedad, es una joven agradable en apariencia y muy dulce… no sé más –suspira negando con la cabeza, notas que siente lastima por la muchacha de la que habla y supones que hay una historia grotesca detrás de ello.

-De lady Maccon no puedo decirle mucho, es una debutante y si representa algún peligro lo es más para sí misma, es alegre e irreverente, y por lo que he notado sus padres se lo han permitido, tiene un gran concepto sobre su propia seguridad al igual que el resto de su familia… según sé son ricos, y ella cuenta con dos aficionados uno de los cuales podría representar un peligro para ella –niega con la cabeza- por lo general sin embargo es una joven encantadora según dicen los diarios, no conocía a Tristan pero él la investigo bastante…

-De la señora Hughes no sé más que lo que dijo Tristán en una ocasión cuando me contaba de parientes lejanos, según sé es la hija de un noble, sin embargo la casaron con un… vicario, cuando tenía diecisiete años, según Tristán supo cuando el murió la dejo sin un penique y ella comenzó a trabajar, no tengo idea de porque su familia no la ayudo, según se sus hermanas están muy bien colocadas-dijo con una voz suave y susurrante, antes de mirar por donde el mayordomo se había ido y aun no volvía, tomo aire antes de continuar.  

-Del señor O’Hara que dudo venga, sé qué hace poco heredo el título de conde, que es un hombre de viajes largos, fascinante y amable aunque quizás demasiado perceptivo –puso un gesto titubeante y luego susurro muy suavemente- dicen que Lord Potter y él se retaron a duelo hace unos años, y que Lord Potter perdió –te comento con gesto inquieto.

-De Lionel Stratford, es primo de Tristan, hijo del hermano menor del antiguo marques y debiera haber heredado de directo el tituló, aunque quizás usted lo haya visto alguna vez, es un joven en apariencia sincero y muy amable, dedicado, frecuenta bastantes círculos y según dicen se está interesado en asuntos de caridad, tiene una reputación intachable –se encoge levemente de hombros como si no supiera muy bien que decir- no es considerado un mojigato, Le agrada a todos… y es protegido de la duquesa de Melvelin, la cual es una mujer muy dominante, astuta y cruel en cierta medida, además de respetada y moralista en público… -Toma un respiro y susurra –Lionel termino en su poder tras que su padre asumiera una deuda importante por la enfermedad de su esposa, que aun así murió … la duquesa se encargó de solucionar la deuda, pero se hizo con la tutoría del hijo de ambos –ese último tramo de información es suficiente para que entiendas que se trata de una mujer que sin duda no tiene demasiados escrúpulos.

-Alice Lyford es hija de Lord Lyford, y realmente no es una mujer muy importante, su madre tenía una fama terrible, incluso para los tiempos del regente, y ella fue criada en un convento, no es muy social y según sé no llego a casarse, ahora mismo debe tener 24 años –te explica moviendo levemente las manos, 24 años, casi una solterona.

-el señor Sevenoaks es un dandy en toda la palabra, quedo huérfano siendo un niño, y según se dice su padre le heredo una pequeña fortuna… llego al poder de la duquesa de Melvelin más bien pronto, es cercano al honorable Stratford por evidentes razones, solía frecuentar la compañía del marques aunque como todos los miembros de la corte de la duquesa…  debe temerla…

-Y solo nos queda la condesa de Selverton, que no sabemos si vendrá, es una mujer de reputación honorable o lo era –pone una expresión de lástima –hace un año en Italia se aficiono a un noble de allá, según sé protagonizaron un gran escándalo que se acallo rápidamente, su esposo la… rechazo –Sabes que “rechazar” es literalmente abandonar a su suerte - y ahora según se dice esta en casa de unos parientes de Escocia –te explica un poco nerviosa, lo último, evidentemente es un tema delicado… 

Salude al conde con una leve reverencia, manteniendo mi rostro serio y lo más inexpresivo posible mientras le decía

- Un placer conocerle Lord Kimberlein, aunque en circunstancias poco propicias - 

Me acerco a él y recorro con la mirada al resto de los presentes en el salón, había más gente de la que esperaba y sólo pude reconocer a la duquesa de Melvelin de haberla visto en algún diario. Esperare las presentaciones del conde antes de dirigirme a ellos.

La reacción ante las palabras del señor Forrester es variada, la duquesa de Melvelin lo observa friamente y asiente en su dirección, mientras el conde de Kimberlein dirige a la señora Hughes frente los demás tras contestar con voz agradable aunque ciertamente con un toque de indiferencia.

-Igualmente, señora, es un placer conocerla, aunque no sean circunstancias propicias... 

-Sin duda no podría incomodar a nadie, señor Forrester -contesta tranquilamente -Pero por evitar alguna preocupación, permitanme nombrar a nuestros miembros... -Dice con un tono ligero extendiendo una mano con los dedos entreabiertos hacia sus invitados.

El conde los presenta a la mujer anciana, a quien ya han reconocido, 

-La duquesa de Melvelin, tía del marques -nombra elegantemente

-Es agradable teneros con nosotros, señora Hughes, señor forrester -dice con un tono que si bien es cortes deja claro que en cierto modo le es indiferente.

-Sin duda la señora Hughes encontrara comoda su compañía, duquesa -comenta tránquilo el conde, recibiendo un asentimiento de la dama 

-Lady Merrow y su tutor, Lord Gallant -Dice con respecto a una hermosa joven,  al hombre que se sienta en una silla al lado del sillon donde esta ella y la duquesa. 

-Encantados -dice por ambos el caballero inclinando cortes la cabeza, Edgar recuerdas haber oído de él, de boca de Tristan, aunque no recuerdas que dijo exactamente.  

El conde pasa e ese momento al jovenq ue se mantiene silencioso aunque en aparente inquieto auqnue ciertamente atractivo. 

-El señor Sevenoaks -el joven asiente en su dirección antes de saludar con voz tranquila...

-Es un honor... 

Anabelle y Edgar no reconocen en lo absoluto el apellido Sevenoaks.