Partida Rol por web

En la seguridad de la vivienda de John Tite, Francis y James colocan al herido en la cama. Ahora es el momento de encontrar ayuda médica y meditar todo ese asunto. El investigador privado que se hacía llamar Malcolm Reese aseguró conocer al asesinado y había sido contratado por el periodista que los había increpado desde la ventana.

Con el ajetreo del viaje y el terror a ser descubierta por la policía, Gladys vuelve a sumirse en un estado de tensión que no la deja razonar con suficiente claridad. Se pasea inquieta por el piso de Tite, sin ser apenas consciente de que seguramente está molestando a todo el mundo con el repiqueteo de sus talones y sin hacer nada productivo hasta que el herido vuelve a pedir un médico.

De pronto tiene un destello de lucidez y se acerca al teléfono.

- Quizá el doctor Vermeire, antiguo amigo de mi padre, pueda echarnos una mano...- dice mientras descuelga- Dejadme intentarlo...- añade antes de pedir a la operadora que localice al susodicho doctor.

Al final nos habiamos reunido todos en el piso del herido, salvo el tipo que llevaba gafas. Mientras la señorita Gladys intenta conseguir un médico, yo me situo al lado del herido intentando presionar la herida y evitar que pierde más sangre.

- Por favor que alguien busque una toalla limpia y hagamos turnos para presionar la herida. La gente actuaba como si no estuviera una vida en juego.

Viktor se mantenía junto a la señorita esperando su turno para usar el teléfono en caso de ser necesario. Mientras tanto recorría la habitación con la mirada inquisitiva de un halcón, saltando de un objeto a otro y de un rostro a otro, moviendo sus labios como si hablara consigo mismo.

El apartamento, aunque de mobiliario lujoso, era escaso en adornos y cuadros. Estaba amueblado con lo preciso, era totalmente funcional. Los presentes podían oír como la Sra Gladys peleaba con la operadora, parecía que las cosas no iban bien. Mientras, el Sr Cunnington encendía una nueva pipa mientras observaba los escaso libros que lucían en la repisa del comedor.

La conversación telefónica de Gladys no parece augurar nada bueno. Sus palabras, apenas susurradas, suenan cada vez más irritadas y finalmente interrumpe la comunicación, colgando de un golpe y casi rompiendo el aparato.

- ¡Mierda!- suelta immediatamente, llevándose el dedo meñique a la boca- Me he roto una uña...- gruñe enfurecida por entre los dientes.

Después de tomar un par de bocanadas de aire para calmar los nervios, pero aún enfurruñada, se gira hacia Viktor.

- Intente usted la llamada, caballero. La secretaria del doctor Vermeire es más repelente de lo que recordaba y no ha habido manera de hablar con él...

Alexander observaba la repisa, fumaba (había olvidado preguntar si molestaba a alguien, pero ya era tarde) y observaba la escena. Esperaba que encuentren rápido un médico ya que el muchacho parecía sufrir bastante.

De cualquier forma se descubrió pensando en la extraña situación en la que se encontraba. El tal Elías iba a ofrecerle algo, lo mismo que a los demás presentes, y siendo su campo de estudio el que era, y el trágico destino que había tenido, despertaba en el escocés una curiosidad innegable. Deseaba que el soldado pudiera recuperarse pronto para intentar desentrañar aquel misterio.

- Aguanta ahí, muchacho, ya viene la ayuda, no aflojes -le dijo cuando fue su turno de contener la hemorragia.

Ayudado por Alexander, cambian la toalla, ya que estaba empapada en sangre. James cada vez lo veía peor, estaban en el piso y no avanzaban, parecía que la misión de encontrar un medico no iba a llegar a buen recaudo, y James no se atrevía ni tenía los utensilios necesarios para realizar una actuación médica en ese piso.

Observando a la señorita Gladys, le preguntó. - ¿Que pasa? El doctor no se encuentra disponible a estas horas o directamente no ha cogido el teléfono. Pasaban los minutos, para algunos eran eternos para otros se pasaban a la velocidad de la luz.

Gladys levanta la ceja con una mezcla de curiosidad y perplejidad. Casi se siente ofendida. Casi. Pero es consciente de que la situación está crispando los nervios de todos ellos.

- Demuestra usted la galantería propia de un orangután, señor White- suelta con cierta dulzura, suavizando la voz y esperando suavizarlo a él- Todos somos conscientes de la gravedad de la situación y cada uno hacemos lo que está en nuestras manos para ayudar al pobre muchacho. Efectivamente, y tal y como ya he dicho, no me ha sido posible hablar con el doctor Vermeire, pero eso no quiere decir que no lo haya intentado ni que no me importe la vida de nuestro joven acompañante- añade en un tono conciliador- Si quiere buscar ayuda usted mismo, ya le relevo yo con la toalla- dice mientras se acerca al herido y a James.

Viktor hace una inclinación de cabeza cuando Gladys le pasa el teléfono.

- Haré lo que pueda.

Dicho esto descuelga el teléfono y marca.

- Operadora, ¿tendría la amabilidad de pasarme con la extensión 0371? Sí, aquí en Nueva York. Gracias, sí, espero.

Viktor vuelve a pasear la mirada por la habitación mientras tamborilea con los dedos sobre la mesa.

- ¿Hans? Ja, gute Nacht. Ich brauche dich, um Lincoln Street kommen. Ja, schleunigst. Wie viel?... Einverstanden. Vielen danke.

Con lentitud cuelga el teléfono mientras un deje de sonrisa parece aparecer fugazmente en su rostro.

- Todo listo, dentro de muy poco tendremos un médico aquí.

Ignora el comentario de la señorita Gladys, la presión le podía, en esos momentos la sangre de un chico estaba entre sus dedos, no estaba para disputas individuales.

En ese momento, observa como Viktor coge el teléfono y habla en un idioma que desconoce totalmente.

- Muchísimas gracias, eso si que es eficacia. ¿Es de fiar su amigo? La pregunta era por simple curiosidad ya que era muy tarde para pensar en otro plan, y John estaba cada vez peor.

- Claro, puede confiar en él como en mí mismo...

Viktor sonrió con una mueca y añadió:

- Por cierto, ahora que le he solucionado este asunto... ¿Podría decirme qué le pasó exactamente a su amigo y cómo llegó a recibir ese disparo? Es para que lo sepa el médico, usted ya me entiende...

¡Menuda porquería!

Era la segunda cerilla seguida que le fallaba. Decidió dejar el cigarro apagado en sus labios y ya lo volvería a encender más adelante. Al fin y al cabo no tenía ganas de fumar, sólo buscaba algo que le ayudase a concentrarse.

Estaba de pié junto a la ventana, observando el barrio en el que vivía el militar, pero su cerebro no paraba de trabajar. Intentaba recordar todo lo ocurrido en el hotel y lo iba enlazando con hipótesis y posibilidades. No sacaba nada de bueno. Ahora se arrepentía de haber dejado a Aurel en el hotel. se moría de ganas de hincharlo a preguntas.
Pero lo peor era que si el periodista podía dar un nombre a la policía, este era el de Reese.

Ya se imaginaba el interrogatório que le tenía preparado la pasma: "Sr Reese... ¿Por qué tenía tanta prisa en marcharse de la escena del crimen?" No, no podía vérselas con la policía sin nada a su favor... Tenía que descubrir al asesino, tenía que solucionar el enigma...

-Caballeros... -se giró de repente hacia los todavía desconocidos compañeros. Inmediatamente hizo la distinción que se esperaba- ... Y Mrs Sapkowski. Mucho me temo que tenemos el tiempo en contra. En estos momentos somos los sospechosos de un asesinato y nuestra situación delante de un tribunal sería, si me permiten la jerga legal, una mierda.
Señaló a los presentes con su cigarrillo apagado. No le gustaba destacar de esta forma, pero su futuro profesional estaba en juego.
-Hoy hemos asistido a un crimen poco convencional. La víctima ha sido asesinada momentos antes que su habitación se llenase de desconocidos. Menuda coincidencia ¿no? Personalmente empiezo a creer que no fuimos invitados por la víctima, si no por su verdugo. Así que si no empezamos a confiar y colaborar entre nosotros cargaremos com un crimen que no hemos cometido. -hizo una pausa préviamente calculada- Caballeros... Mrs Sapkowski. Perdonadme la intromisión, pero creo que todos deberíamos explicarnos por qué hoy cada uno quería visitar la habitación 410.

John alcanza a escuchar que un médico vendrá a verle - "Gracias a Dios!" - Después de sus años en combate, había recibido heridas, por supuesto; es imposible escapar a las trincheras sin algunas. Pero jamás por fuego amigo. -Tengo que enseñar algo a mi nuevo amigo sobre disparar cuando dos hombres forcejean, así como las maravillas de un buen golpe con la culata en la nuca! - Aumphhhh!! - Se le escapa un gruñido por el dolor. - "Joder, Tite!! Céntrate!! Ya duele bastante sin que estés pensando ahora cosas que no debes!!

De repente, llaman a la puerta. La tensión puede palparse en el aire. Hasta alguno que otro dio un respingo ante los inquisitivos golpes en la puerta. Malcolm clavó su mirada hacia la puerta. Todos se imaginaban quién era pero...Los golpes se repitieron. Entonces una voz llega desde el otro lado de la puerta.
- Soy el doctor Hans Shmachser - grita desde el otro lado de la puerta con un claro acento alemán - ¡No tengo todo el día!

- Gracias a Dios!! - No puede evitar John, tras escuchar quién está al otro lado de la puerta.

El escocés se acerca a la puerta y la abre.

- Adelante doctor -lo recibe con respeto. Ahí está el herido -completa la frase, señalando al aludido y apartándose de su camino.

El médico llegó justo cuando aquel caballero comenzaba a organizar el caos en el que estaban metidos. Alexander estaba por contestar cuando llamaron a la puerta, él también estaba muy  interesado en desentrañar la madeja que se había convertido aquella multitudinaria confusión. Pero era mejor, el muchacho estaba sufriendo y había prioridades. Esperaría a que el doctor termine su trabajo y compararían notas.

Mientras espera mira significativamente al hombre que acababa de hablar como para darle a entender que hablarán luego, aunque sea evidente.

Seguía apretando la herida, cuando escucha como llama el doctor a la puerta y entra dentro del piso. James en ese momento no duda en indicarla que se acerque.

- Venga aquí doctor, soy James, el herido se encuentra en este sofá, dime si puedo echarle una mano. Creía haber escuchado a alguna de los que se encontraban en el piso, que cual era la razón de que estuviera cada uno en esa habitación del hotel, James olvida ese comentario e intenta ayudar lo máximo posible.

Ante el acuerdo tácito de que la prioridad es el joven herido, Gladys decide que las explicaciones pueden esperar, aunque comparte con Reese la opinión de que son necesarias para salir airosos del embrollo.

- Claro- dice después de dar una larga calada a la boquilla de su cigarrillo- por mi parte no hay ningún misterio en la visita que tenía que hacer a la habitación 410, pero mejor dejamos las explicaciones para cuando Tite esté estable y pueda sumarse a nosotros.

Su voz suena mucho más relajada. Aunque todo sigue teniendo un matiz caótico, la aparición del Doctor Shmachser ha aliviado, aunque solo sea ligeramente, su preocupación por John.

El médico se acerca al herido y observa la herida.
- Bien, una palangana con agua caliente, mantas limpias y un poco de espacio para trabajar - dice abriendo su maletín de cuero - Parece que no ha perdido mucha sangre, afortunadamente, tendremos que extraer la bala.
Su mirada se centra en el estudiante de medicina.
- Buen trabajo, joven - felicita a James.