Tras pedir un taxi, los dos investigadores atraviesan gran parte de la ciudad hacia la parte septentrional para llegar a la lujosa residencia de los Carlyle. Una vez allí, tras espera junto a la cancela enorme que limita la finca, custodiado por patrullas de hombres con perros y muchos sistemas de seguridad avanzados para la época, o al menos eso se cuenta. Un enorme hombre de seguridad los interroga. Tras las preguntas y respuestas pertinentes y una larga espera son admitidos por fin. Se les escolta al interior y se dirigen a la lujosa mansión. Una vez allí son atendidos por un mayordomo malcarado pero educado, que tras recogerles abrigos y sombreros les hace pasar a una sala de espera con objetos de arte y pinturas a mansalva.
Viktor se mostró correcto en todo momento, a pesar de las miradas del personal de seguridad. Avanzaba con porte cuasi aristocrático, como si fuera el propio dueño de la mansión. Se había vestido excepcionalmente bien para la ocasión y dejó que el mayordomo recogiera su gabardina, su bastón y su sombrero y los llevara al ropero.
Tras quedarse a solas con la señorita Sapkowski se dedicó a observar las numerosas piezas de arte, tasándolas con ojo crítico casi inmediatamente. Allí dentro debía haber una fortuna.
- ¿Qué le parece, señorita Sapkowski? - le preguntó a su acompañante, observando si las piezas le producían fascinación o dejadez.
Paseé junto con Viktor de forma decidida, no iba a dejarme achicar por la mayoría masculina en ese momento, sabía que se esperarían que una mujer sólo fuera una acompañante de aquel invitado. Como se equivocaban. Una vez que aquel mayordomo se llevó sus abrigos anduve lentamente por la sala de espera mirando aquellas obras. Mmm... interesante. Demasiado recargado para mi gusto, algo ostentoso diría. Contesté a Viktor. ¿Qué sabría realmente Erica? Y más importante aún, que estaría dispuesta a revelar...
Transcurrieron todavía quince minutos antes que el asistente de Erica acudiese, entrando entre confusión y prisas. El carillón de la pared que contrastaba con el papel granate de la pared marcaba ya las 16 horas.
- Siento la espera, no los esperábamos tan pronto - comenta con torpes palabras.
- No sé preocupe - respondió Viktor quitándole importancia al asunto. - Culpa mía si hemos llegado demasiado pronto. Esperaremos lo que haga falta. Espero que no importunemos a la señorita Carlyle.
- La Sta Carlyle estaba descansando pero en breve os atenderá - llamando a la campanilla tras la puerta accionado mediante una cuerda pregunta: - ¿Os apetecería algo de bebida por favor?.
- Un whisky con hielo, por favor - contestó Viktor mirando hacia su acompañante. - ¿Y usted?
Un gin rickey respondí cortésmente mientras me sentaba en uno de los butacones.
- Clarence por favor, Un whisky con hielo para el caballero y un gin rickey a la señora - ordena al mayordomo que les abrió cuandpo entra tras acudir a su llamada - ¿algún whisky en especial Sr Wolfmond?
Viktor negó con la cabeza. No era el momento de pedir algún añejo escocés de más de quince años.
- Cualquiera me valdrá, gracias - dijo mientras seguía con la vista al mayordomo.
- Perdonad unos instantes que voy a buscar a la Sta Erica Carlyle, si me disculpad.
Con una leve inclinación de la cabeza dejó de nuevo a los dos investigadores solos. La sala era amplia y podían contemplar un sinfín de objetos de coleccionismo, entre la diversidad de mesas que se extendía por la gran sala había jarrones de diferentes dinastías chinas, algunos objetos de arqueología: todo un museo en trescientos metros cuadrados. Había elegantes sillones de diferentes tapicerías con mesitas para te repartidos en cinco rincones y al final de la sala´parecía ser la esquina de los trofeos de caza donde se exhibían cabezas disecadas y diferentes rifles de caza. Todo esto decorado con un fino papel de pared con infinidad de cuadros: Los Carlyles no reparaban en gastos.
Aquella espera me pareció algo inusual, desde la cancela exterior hasta ahora, ¿no estaba la Srta. Carlyle aún preparada? Me puse de nuevo en pie mientras miraba aquella colección, me fijé en las estanterías de libros (si los hubiese) y pasando el índice por los lomos busqué algún título que tuviera alguna relevancia al trabajo de Elías Jackson.
No hay libros en esta sala. Por favor las tiradas en lla escena privada de cada uno, pero no hace falta tirar porque no hay libros.
Tuvieron que pasar otros diez minutos antes de que volviera a entrar el ayudante personal de la señortia Carlyle y la propia dueña de la casa. Se apresura a saludar formalmente y a sentarse junto a los dos invitados Bradley junto a ella.
- Disculpad me encontraba indispuesta en la cama - comenta excusandose - me he arreglado lo antes posible, díganme a que se debe este placer.
- Lamento la intromisión señorita Carlyle - comenzó a decir Viktor, mostrándose apesadumbrado. - Habíamos quedado esta tarde aquí para poder ver la colección de su hermano pero me doy cuenta que no es el momento más adecuado.
Miro al mayordomo como si esperase que le devolviera el abrigo y el sombrero aunque por dentro estaba casi seguro de que la señorita Carlyle le interrumpiría y le haría quedarse. O eso esperaba.
No me pareció que Erica estuvera muy convencida, pero habíamos llegado hasta allí y a saber cuanto tiempo nos quedaría en los EEUU. Miré a Viktor y volví a acomodarme en el salón. Espero que se haya recuperado. Como decía el Sr. Wolfmond, nos gustaría que nos dejara consultar la colección literaria de su hermano.
- Una pequeña jaqueca - Erica dirige su mirada a su ayudante personal y éste hace un gesto de afirmación con la cabeza - Pues acompáñeme entonces.