Partida Rol por web

Preguntas el camino a la sala VIP del Afterlife y te sorprende descubrir que está separada del resto del local. Sales a Omega y te diriges al callejón por el que te han indicado cómo llegar. Varios vorcha asaltan los cubos de basura de esa zona en busca de algo de comida y se giran hacia ti mirándote con sus ojos saltones. Aprietas el caso, lo que sólo consigue que alguno de ellos sonría mostrando su afilada dentadura.

Afortunadamente, llegas a la entrada de la zona VIP sin ningún percance. El guardia te pide la contraseña de entrada, lo que te descoloca ligeramente. Titubeando, sacas el pase que te dieron los guardias de Aria.

- Invitada de Aria, entonces - dice el guardia mirando el pase. - Discúlpeme, señorita... Aornis - añade comprobando el pase mientras abre la puerta con delicadeza. - Si necesita cualquier cosa, no dude en pedírsela a cualquier miembro del personal del Afterlife.

Sorprendida, entras en la sala VIP. El lugar parece menos sórdido que el resto del club, al menos para los estándares de Omega, y se nota que la clientela maneja una cantidad de créditos muy superior a la media. Sin saber muy bien qué pasos dar para buscar a tu hermana, miras un momento a tu alrededor. Al fin y al cabo, has trabajado suficiente tiempo en bares (al menos para lo habitual en especies menos longevas que las asari) como para poder evaluar la clientela del local.

La delicadeza del portero me deja sorprendida. Paso al local con timidez, asombrándome de a cuánta decadencia podemos llegar a buscar.

Conociendo a mi hermana, busco con la mirada la zona más exclusiva dentro de la zona exclusiva.  Si no la veo allí, pregunto a los camareros, esa gente silenciosa que lo ve todo y lo sabe todo. 

¿Me estará esperando? Sí. No me cabe duda de que deseaba que fuera tras ella. ¿Qué va a pasar? ¿Conseguiré comprender qué es lo que ocurre en su cabeza, cuales son sus motivaciones, sus pensamientos? ¿Conseguiré... qué he venido a buscar?

Explicaciones. He venido a mendigar explicaciones. A suplicar que me de una llave, una posibilidad de seguirla considerando alguien a quien amar. Es mi familia, por el amor de la Diosa. No puede ser una zorra monstruosa. Algo ha de haber, por favor... por favor.

Y, en el fondo, sé que chapoteo en vano contra lo inevitable. Pero aún así he de intentarlo.

Recorres el local con la mirada. Hay bastante gente y no pocas asari, pero ninguna que se parezca a tu hermana. Te acercas a la barra, donde un camarero te hace un gesto de reconocimiento inclinando ligeramente la cabeza y te pone directamente una copa sin preguntar nada. Tardas un momento en darte cuenta de que no conoces de nada al batariano y que, probablemente, te confunda con tu hermana.

Lo llamas nuevamente, ya que se había dirigido al otro lado de la barra. Funciendo el ceño de sus dos ojos superiores, se acerca a ti. Cuando llega a tu lado, mira la copa que aún no has empezado a beber y sonríe.

- Tú debes de ser Aornis - dice con serenidad. - Ciertamente, el parecido es asombroso... 

Te da un vuelco el corazón. Llevas años sin saber de tu hermana, al menos directamente, y tras emprender su busca en pos de Mark Kane, por fin encuentras a alguien que la conoce.

- Me dió esto para ti... - dice el camarero antes de que tengas tiempo a hacerle ninguna pregunta. De la parte de abajo de la barra saca un pequeño paquete, de unos quince centímetros de lado. Te aferras al objeto como si te fuese la vida en ello, aunque tal vez no sea tu vida la que depende del contenido de ese paquete. Sin embargo, reprimes tus ganas de abrirlo al fijarte en cómo la gente que tienes alrededor te mira con gesto de extrañeza.

- Gracias -respondo, mirando la copa. ¿Qué es? ¿Qué bebe mi hermana antes de dedicarse a la caza? 

El parecido es asombroso. No, no lo es. No me parezco en nada a ella, maldita sea. Ni pienso hacerlo.

- ¿Cuándo la has visto? ¿Viene mucho por aquí? ¿Qué te dijo de mí?

¿Y ahora que hago? Iré a los baños y abriré el paquete, y encontraré algo terrible y no puedo soportar la ansiedad. Me aferro a la barra como si la vida me fuera en ello, casi suplicando respuestas.

El camarero te mira con gesto divertido, lo que es una expresión bastante turbadora en el rostro de un batariano.

- Señorita, tranquilícese. - Dice mientras seca el interior de un vaso con un trapo. - Su hermana tan solo me dijo que usted pasaría por aquí... Me dió ese paquete y me pidió que lo guardase hasta que viniera. Me dijo que la reconocería fácilmente, porque la mayor parte de la gente os confunde. ¡No me imaginé hasta qué punto eso era cierto! - exclama, sorprendido del parecido.

Se queda pensando un momento, como si ahora hubiera algo que le parece raro.

- Normalmente no hago favores a los clientes, pero después de todo esto es la sala VIP y gracias a ella me libré de un humano que se estaba poniendo pesado - su cara de desagrado al pronunciar el término humano es bastante evidente. - Esto ocurrió... - tuerce el gesto, haciendo memoria - hace unas horas. - Calculas rápidamente el tiempo. Más o menos cuando la Fortuna llegó a Omega. Desde luego, parece que tu hermana te ha estado esperando para tener controlada la situación desde el principio. Aunque el hecho de que haya esperado a que llegases a Omega te indica que no puede prever tus movimientos, al menos no perfectamente.

- Gracias -digo, y le dejo una propina por las molestias.  Nunca se es demasiado amable con un camarero.

Agobiada, me dirijo a los baños y abro allí la caja, esperando encontrar la Diosa sabe qué. Cierro tras de mí una puerta llena de escritos, desde declaraciones de amor hasta obscenas representaciones de anatomía masculina, en algunos casos imposible. Hay unas chicas retocándose la barra de labios y hablando del culo de alguien, he de suponer que de algún varón de su interés. 

¿Porqué seremos tan iguales, maldita sea? Ahora estoy esperando carteles buscándome por sus terribles crímenes o algo así.

Tu corazón se acelera mientras abres la caja, tanto que sientes cómo se te va a salir del pecho en cualquier momento. Te fuerzas a tranquilizarte dejando a un lado el paquete mientras respiras profundamente. Sin embargo, los pensamientos te asaltan una y otra vez.

Levantas con cuidado la tapa de la caja, temiendo encontrarte... ¿Qué? ¿Qué es lo peor que podías encontrar? ¿La prueba de que tu hermana es un monstruo? Pero, ¿acaso queda alguna duda al respecto? ... ¿La prueba de que tú eres un monstruo?

Aguantas la respiración y miras el contenido del paquete. Dos tarjetas, son sólo dos tarjetas. La primera es de un apartamento en el distrito Gozu de Omega, con un holo-post-it pegado con la dirección. La segunda la has visto antes... Una tarjeta de Mark Kane.

Inspiro.

Fuera, esas dos chicas siguen riendo. Ríen. Inconscientes de todo. De lo que hay. De lo que va a haber.  De Nuryam. De Mark Kane. No les importa, ¿porqué tendría que hacerlo? ¿A quién va a importarle, salvo a mí?

Guardo cuidadosamente las tarjeta y la dirección, tirando el envoltorio del paquete a la basura. Algo tan trivial como un envoltorio que ahora dormita en la papelera de un baño de un bar, contiene mi futuro.

Salgo del lugar con la mirada perdida.  Soy vagamente consciente de que me estarán esperando, o no, así que tecleo un mensaje para el grupo:

"Tardaré un poco más en reunirme con ustedes. Disculpen las molestias."  

Después, apago el intercomunicador. Si alguien me interrumpe perderé el valor para enfrentarme a... a ella, o a mí, o a lo que he hecho y he callado. Miro mis dedos tras apagar el aparato: tengo la manicura intacta. Uñas de gel. Me las hice hace un mes. Hace un mes no esperaba estar aquí, jamás hubiera imaginado tener estas tarjetas en las manos. ¿No es extraño, lo trivial? ¿No es absurdamente irrelevante las cosas, los detalles que nos acompañan durante los momentos cruciales? Hace un mes, en el spa, no imaginaba que el futuro que se abría ante mi iba a ser tan diferente, tan terrible. Lo es. Hace un mes pedí unas uñas limadas rectas, para cambiar. ¿Querías cambio? Aquí lo tienes. Uñas rectas y un camino de gotas de sangre hacia un apartamento en Omega. Son 13'50, señorita. 

Enfilo mis pasos hacia esa dirección.

El distrito Gozu es una zona residencial de Omega, no muy distinta a cualquiera de las ciudades de la zona controlada por el Consejo. Tiene bancos, bares e incluso una clínica dirigida por un salariano. No tardas en llegar a la dirección que venía en el paquete.

Pruebas la tarjeta de acceso y aguantas la respiración mientras se abre la puerta del edificio. El lugar no carece de lujos, pero tampoco esperarías otra cosa de tu hermana. No hay ningún conserje en el interior, lo cual no sabrías decir si es beneficioso o no. Por si acaso, localizas las cámaras de vigilancia con la mirada, aunque probablemente sea un gesto fútil pues, visto lo visto, es probable que cualquiera te confunda con tu hermana.

Te acercas al ascensor y dudas un momento antes de pulsar el piso del apartamento del cual tienes la llave. Por una vez, agradeces la lentitud de estos aparatos, pues te permitirá prepararte para el encuentro que se avecina.

Te precipitas hacia la puerta del apartamento y pasas la tarjeta de acceso por el lector. Se escucha un ligero chasquido mientras la puerta se desbloquea, seguido del clásico silbido de un sistema neumático desplazando la hoja de la puerta hacia un lateral para permitirte el paso.

Entras en la casa, decorada con excelente gusto. Se accede directamente a un amplio salón con la cocina adyacente, separada del resto por una barra americana en lo alto de una pequeña escalera de a penas tres escalones. Hay un par de puertas cerradas que supones que van a dar al resto de la casa.

Sin embargo, a penas tienes tiempo para fijarte en los detalles, pues algo centra toda tu atención inmediatamente. Reclinado en un sofá esquinero se encuentra Mark Kane... o al menos, su cuerpo. Está completamente quieto, con los ojos abiertos, algo vidriosos, pero sin ver nada.

Ahogas un respiro mentras corres hacia él. ¿Habrás llegado demasiado tarde? Sin embargo, cuando te colocas a su lado exhalas todo tu aliento bruscamente, al darte cuenta de un ligero movimiento de su pecho. Aún respira.

Una de las puertas se abre suavemente y te giras hacia ella. Por primera vez desde hace más de diez años te encuentras frente a frente con tu hermana. Por un momento os miráis fijamente, casi sorprendidas de encontraros aquí, pese a que ambas sabíais que este momento estaba a punto de llegar. Durante un primer instante ves en su mirada la ternura que te profesaba cuando a penas eras una chiquilla, pero su gesto se endurece inmediatamente.

- Hija de puta - dice envolviéndose rápidamente en un halo azul.

Estira su brazo y sales despedida por la habitación, cayendo bruscamente sobre el sofá, casi al lado de Mark.

Mark Kane está a un paso de la muerte. El leve movimiento de su respiración puede no ser más que un triste último estertor, una antesala del final. Lo he visto muchas veces. Soy médico.

Soy médico, soy científica, soy una persona racional y  he venido aquí a hacer razonar a mi hermana. Y cuando veo a Mark Kane todo eso se va por el desagüe.

- TE MATO -gruño, un gañido gutural, animal, más propio de un salvaje que de la amable, dulce y tranquila Aornis. Nuryram me lanza a través de la habitación, y no noto el impacto, ni el tacto de Mark Kane cuando caigo a su lado. Está muerto. Lo sé. Porque si no ha muerto ahora, quizá sea yo la causa de su destrucción.

De alguna manera, me siento un vehículo para la rabia. Todo mi miedo es ira. Esto acabará pasando, volverá a ser suavidad y miedo y acurrucarme asustada, pero ahora mismo yo no soy yo.  Tras el golpe, mi cuerpo reacciona levantando un escudo biótico al tiempo que me levanto y me lanzo contra mi hermana, dispuesta a estrangularla con las manos. Estúpido, irracional, animal. Lo sé, o lo sabré dentro de cinco minutos, cuando vuelva a ser capaz de  pensar con la cabeza. 

Te abalanzas sobre Nuryam, que te mira funciendo el ceño en un gesto igualmente fraticida. Sin embargo, mantiene la cabeza más fría que tú. Con un gesto de su mano, apunta por encima de tu hombro al fondo de la habitación. Notas cómo cada vez te cuesta más avanzar hacia ella, mientras que todos los pequeños objetos salen despedidos en esa dirección, impactando en tu escudo biótico y desgastándolo poco a poco.

Con un esfuerzo, miras hacia atrás para ver el campo de singularidad generado por tu hermana. Los adornos de la habitación orbitan alrededor de un punto azulado que hace las veces de centro de gravedad y los muebles empiezan a elevarse para dirigirse a ese mismo punto. Los muebles y el cuerpo de Mark Kane.

Ver al humano te devuelve las fuerzas que necesitas y consigues avanzar hasta tu hermana. Tus manos se agarran a su cuello en el mismo instante que el campo de gravedad consigue atraerte al fin. Nuryam se agarra a tus brazos mientras empieza a levitar contigo hacia el fondo de la sala.

Normalmente tu hermana sería más fuerte que tú, tanto por la edad como por los diferentes estilos de vida que habéis llevado. Sin embargo, el odio acumulado sin darte cuenta durante años te da una fuerza más allá de tus músculos. Notas cómo la respiración empieza a faltarle cuando interrumpe bruscamente el campo de singularidad. Ambas caéis al suelo y el golpe extrae bruscamente todo el aire de tus pulmones, haciéndote soltar tu presa.

Te levantas lentamente, mientras escuchas a tu hermana toser en el suelo. - ¡Acabemos con esto! - dice poniéndose en pie y rodeándose de un halo biótico.

El escudo azulado que he levantado distorsiona el entorno a mi alrededor.

- No podías dejarme en paz - le grito-. ¡NO PODÍAS DEJARME EN PAZ! 

Es egoísta, lo sé, pero yo sólo quería vivir mi vida sin tener que ser testigo de las masacres de mi hermana. 

- ¡Tenías que... tenías que... -la biótica a mi alrededor se acumula hasta ser molesta, con su halo de fluorescencia volviendo todo de un hermoso color azulado- tenías que ir a por él, a por todos! ¿PARA QUÉ? ¡¡¡¿PARA QUÉ?!!! -le chillo, completamente desquiciada.

Escucho el sonido de jarrones estallando a nuestro alrededor al concentrar ambas tanta energía en un sólo punto.  El deseo de matar, el anhelo de violencia, me mantiene en pie. Me impulsa. Me focaliza. Me hace desear golpear la cabeza de mi hermana contra el suelo hasta matarla. Ya me da igual si soy como ella, o no, o lo que sea. He llegado tarde. Tarde para Mark, tarde para mí.

- ¡¿QUÉ COÑO ESPERABAS CONSEGUIR?! -aúllo, y me sorprendería a mí misma ese vocabulario si no fuera porque estoy fuera de mí, al borde de la locura.

La onda biótica de tu hermana choca contra la tuya, produciendo un halo de destrucción a su alrededor.

- ¿En paz? - dice indignada. - ¿Quién ha ido buscando a todas las familias de mis amantes? ¿No podías vivir tu vida como te enseñé?

Se concentra cuando la masa biótica que se está formando entre las dos empieza a moverse hacia ella. - Mark vino a mi... - El nombre del humano hace que titubees un momento y parece que Nuryam lo nota. - ¡Será porque tú no podías darle lo que buscaba!

Mark. Por un momento temes que el estallido biótico que se va a producir acabe con su vida, pero ahora mismo no parece que haya otra salida.

- ¡Tarada de los huevos! - en verdad, no me reconozco. Es como si toda la ira y los tacos que no he dicho en años estuvieran ahora campando a sus anchas.- ¿Vivir mi vida como me enseñaste? ¿Matando a todo el mundo? ¿A eso llamas vida? ¡No eres más que un parásito, sorbiendo existencias ajenas en un patético intento de sentirse viva!

Y entonces menta a Mark. El velo rojo de la ira ahoga los pocos vestigios de cordialidad o comedimiento que podrían quedarme.

- ¡QUE TE JODAN! -le aúllo, plena de rabia, pletórica de ira-. ¡Mark Kane te buscó solamente porque te parecías a mí, zorra degenerada! ¿¡Quién crees que podría interesarse por ti sabiendo lo que eres?!

Y esa frase, esa última frase, se la he dicho a mi hermana pero me la he dicho a mí. Lo sé. Si Mark Kane supiera... pero ya no sabrá más. Quizá ninguno salgamos vivo de aquí.

- ¡Estás sola, maldita cabrona malnacida! ¡Completamente sola, hasta el fin de tus días, hasta que te descubran y te persigan como a un perro rabioso, hasta que te acorralen contra una pared y te acribillen y a nadie le importe lo más mínimo si estás muerta o si todavía vives! ¿¡A nadie, me oyes!? ¡Me tenías a mí -cuando empiezo a oír mi voz ahogada por las lágrimas me doy cuenta de que estoy llorando de rabia y desesperación-, me tenías a mí y has tenido que hacerme esto! ¿Vas a matarme? ¡Hazlo! ¡HAZLO! ¡Una galaxia de mil millones de millones de almas y no hay una sola que vaya a llorar tu ausencia!