Partida Rol por web

Déjate llevar.

Déjate llevar. Se acabó. No más preocupaciones, ni más problemas, ni más Mark Kane o Nuryam o cajas de Esfinge o nada de nada. Déjate llevar. Abraza la Eternidad... 

Durante un último instante me planteo que, según lo que sé, técnicamente nada impide que una Ardat pueda sobrevivir a otra, si procede primero a la despolarización neuronal. Que podría aferrarme a ese último deseo, intentando fundirme con Sorina, tratando de acabar con ella antes de que lo haga conmigo. Que podría quemar el último cartucho, ese ¿Y si..?, ese porcentaje que dice que tal vez yo también sea una Ardat.

No voy a hacerlo.

No soy como tú. No soy un monstruo. Puede que esté enferma, pero no soy una asesina.

Mark Kane morirá por Nuryam. Nuryam por mí. Yo por Sorina. 

Me gustaría tocar la mano de Nuryam y tenerla cerca mío mientras el último chisporroteo de mis neuronas se apaga, pero no sé donde está o donde estoy. Estiro la mano en vano, buscándola. Ha guiado a tantos en este trance. ¿A mí, que me quiere, no me guiará?

Me entrego a la Eternidad, aún sabiendo que vendrá seguida de la noche eterna, del dolor paroxístico que convertirá mi cuerpo en un cadáver rígido con un rictus de horror en el rostro. No puedo resistirlo. Creo que no quiero. Deja que termine todo esto. Felizmente, acepto la mortífera caricia de Sorina, en un abrazo incestuoso con el que mi media gemela me bendice. Lo siguiente será el dolor, lo sé, y es justo que sea así. ¿Acaso no he permitido yo que esto llegara aquí? ¿Acaso no he sido yo quien calló la naturaleza de Nuryam?

La Eternidad es justa.

Te sumerges en la oscuridad de la mirada de Sorina, sintiendo cómo tu voluntad se desvanece, completamente subyugada a la de tu hermana.

- Este es el poder de las Ardat - repite ahora convencida del éxito de su plan. - Los demonios de la noche, nos llaman. Capaces de controlar a nuestras víctimas justo antes de absorber sus almas en una unión perfecta.

Se acerca a ti con paso sensual a pesar de sus múltiples heridas y levanta la mano hacia ti, acariciándote la barbilla.

- Pero no es eso lo que tengo preparado para ti, querida hermana. - El veneno suena en su voz. - Después de todo puede que seas una Ardat-Yakshi, a pesar de que no te merezcas ese honor, y todavía no tengo intención de suicidarme...

Sonríe y mira por encima de tu hombro, al hombre tumbado en el suelo, semi-inconsciente.

- ¡Acaba con él! - dice señalando a Mark Kane.

Controlada por una voluntad que no es la mía, me giro hacia Mark Kane. El humano llace semi-inconsciente en el suelo, aún afectado por los poderes de Nuryam, aunque parece recuperarse gracias al medigel que le he aplicado.

...Cásate conmigo, sólo Aornis...

Doy un paso hacia Mark. Sé que mi hermana yace a su lado, aún apoyada contra la pared, pero sólo tengo ojos para él. Maldigo el momento en que entró en la Gata, la primera copa a la que me invitó. Si no nos hubiéramos encontrado, él seguiría con vida.

...Cambia de opinión. Llámame...

Mi pistola aparece en mi mano como por arte de magia. Sé que yo no la he cogido, al menos no voluntariamente, pero ahí está. Sorina controla mis brazos, mis movimientos, mi voluntad. Pero mis recuerdos siguen siendo míos, y no puedo evitar pensar en la última vez que vi a Mark Kane.

...De todas formas, tampoco pensabas llamarme...

Los ojos se me llenan de lágrimas, tanto que a penas puedo ver. Los limpio con la mano izquierda mientras levanto el arma con la otra. No quiero hacerlo, prefiero no ver lo que está a punto de ocurrir, pero la orden era clara y no puedo sino obedecerla. El cañón de la pistola apunta directamente al corazón de Mark.

...Me habría casado contigo...

Quiero gritar. Salir corriendo. ¡Desaparecer! Quiero no haber conocido a Mark Kane, no haber salido con él, haberle revelado mi secreto, haber huído con él... Cambiar el pasado, cualquier cosa para evitar llegar a este momento. Quiero no ser yo, no estar aquí, controlar mi propio cuerpo.

Pero no puede ser.

Aprieto el gatillo y el estrépito de la detonación me devuelve mi voluntad.

Tomo aire. 

Acelerándose, el mundo vuelve a ser real. No lo era, era un sueño... una pesadilla. Vuelvo a ser yo... y maldita sea por volver a serlo. Durante una fracción de segundo me quedo perpleja, observando el pecho reventado de ese humano que hace no demasiado me estaba invitando a gin tonics. La sangre, la carne, la piel destrozadas exponen al exterior huesos, nervios y arterias cuyos nombres conozco, cuya familiaridad resulta cálida cuando son imágenes en libros de texto, pero espantosamente descarnada al tratarse de alguien conocido.

Recuerdo  su risa. Su forma de mirarme. Su dulce insistencia. ¿Cuántos siglos de vida me quedan  para estar recordando eso? ¿Cuánto tiempo voy a estar soportando eso?

He matado a Mark Kane. 

YO.

Con un grito de rabia me giro hacia esa ramera que lleva mi cara, hacia esa representación del lado oscuro que podría estar al otro lado de mi reflejo. Sin pensar, es mi cuerpo quien toma la iniciativa y lanza una desviada descarga biótica contra Sorina. Solo una de las dos saldrá hoy de aquí. 

O ni siquiera eso.

Sorina te mira y sonríe antes de salir volando por los aires. Golpea el fondo de la sala y cae al suelo. Con notable esfuerzo, levanta la cabeza y ves en su rostro un último gesto de victoria.

- Ves, Aronis... Después de todo sí eres una asesina.

Tu hermana muere con una sonrisa en los labios, sabiendo que de una forma retorcida y cruel ha alcanzado su venganza. Ni siquiera ha opuesto la más mínima resistencia a tu último estallido biótico, sabiendo que con su muerte convertiría las últimas palabras que le dijiste a Nuryam en otra mentira.

Miras su cadáver con un odio que no sabías que podías sentir. A penas has conocido a tu hermana durante 10 minutos y se las ha apañado para hacer que tu mundo se desmorone. ¿Cuál habría sido la razón de ese odio? Evidentemente no estaba cuerda, pero ¿es un efecto secundario de la disfunción nerviosa severa u otro trastorno genético que puede afectar a tu familia?

Está muerta, te dices...

¡Mark! Te giras bruscamente y corres hacia el humano. Tu disparo ha atravesado su pecho. Tu puntería no es suficientemente buena para haberle acertado en el corazón, lo que le habría matado instantáneamente. Sin embargo, no necesitas conocimientos médicos para saber que no sobrevivirá.

- A...ornis... - Su voz tiene un tono de sorpresa. Sorpresa por verte aquí, por notar un último resquicio de vida a pesar de su herida mortal. Sorpresa por saber que has sido tú quién le ha arrebatado la vida. - Ayud... ayúdala. - Ves cómo señala a Nuryam, cuyo cuerpo yace aún contra la pared. - Ella puede... salvar a mi hermano...

Sus ojos se desenfocan bruscamente y puedes ver cómo pierde la consciencia, cómo su vida se escapa lentamente por la herida que le ha causado tu arma. Puedes verle morir.

Qué he hecho... qué he hecho.

No esperaba que Sorina se dejase matar meramente para torturarme.  Ha cedido toda resistencia para asegurarse de que el resto de mis días serían un cúmulo de remordimientos y angustia. Para tener la certeza de que jamás volveré a dormir tranquila. Para poder decir que tengo las manos manchadas de la sangre de mis hermanas. Para convertirme en un monstruo.

Me ha vencido. Me ha quitado a Mark Kane, me ha arrebatado a mí misma. Ha acabado con lo que yo creía, deseaba ser.

Cuando oigo su voz, esa voz que no esperaba volver a oír jamás, creo haber enloquecido definitivamente. Me giro hacia él, cayendo de rodillas a su lado, ahogándome en lágrimas amargas de desesperación.

- Lo siento... lo siento... -sólo atino a responder, titubeando. Sé que he destrozado a Nuryam, es imposible que pueda sobrevivir. Quienquiera que sea el hermano de Mark Kane, está condenado por mis acciones.

Muere. Delante de mi. Como una catarata de flashbacks de pesadilla, todos las imágenes de amantes moribundos de Nuryam se reproducen en mi memoria a velocidad de vértigo, terminando en lo que tengo ante mí, la última víctima de los Demonios de la noche.  No necesito el Don para matar, Nuryam tenía razón.  Ser un Demonio de la noche es una actitud, no una alteración genética. Acabo de descubrirlo. Yo, que me he pasado la vida estudiando sobre el tema, he sido incapaz de comprender lo más importante hasta esta noche.

Mientras el último aliento de vida escapa del cuerpo de Mark Kane, siento que le necesito. Que necesito que se quede conmigo. De alguna manera. Sus recuerdos. Parte de él. Parte de él. Quédate conmigo.

Extiendo los dedos sobre su rostro, cerrando los ojos y apartando de mí esa mirada perdida... y me dejo llevar, fundiéndome con sus neuronas antes de que terminen de apagarse, intentando agarrar algún recuerdo de él, algo de su mente, de su alma, de su corazón, que pueda permanecer para siempre conmigo. Impulsivamente, no me preocupa el descubrimiento que voy a hacer sobre mí misma, no me preocupa la agonía espasmódica que quizá voy a provocarle a Mark Kane. Sea una Ardat Yakshi o no, tengo el alma de un Demonio de la noche. Quien no lo crea, que mire a mi alrededor.

Vendería mi alma a la diosa para no ser una Ardat Yakshi, para que lo que voy a hacer fuera un último recuerdo puro e inmaculado de lo que casi tuve, pero mi corazón es tan negro como la noche y ni los dioses del inframundo mercadearían con alguien capaz de hacer lo que yo he hecho.

Te limpias las lágrimas mientras observas el cuerpo inerte de Mark, sólo para girarte y ver a Nuryam. Ella también está muerta, víctima de tu ira y de la trama homicida de Sorina. Desolada, te echas a llorar.

Cuando consigues serenarte, te das cuenta de que tu hermana clava la mirada en la habitación de la cual salía cuando llegaste. "Ayúdala" te pidió Mark, pero era tarde, porque también habías acabado con su vida. Después de todo, Sorina no habría necesitado inmolarse para demostrar que eras una asesina. Nuryam y Mark habían sido tus primeras víctimas: probablemente las dos personas que más te habían importado hasta el momento.

Sin saber muy bien por qué, vas a la habitación que señala Nuryam. Aprietas los dientes de ira al ver sobre la cama una caja igual a la que recibiste tú en la Ciudadela: madera oscura con una serpiente lacada. La caja que Sorina te había enviado para demostrar que había acabado con todos aquellos que habían significado algo para ti.

Junto a la caja, hay un diario. Es de Nuryam. Limpiándote las lágrimas, lo abres para saber más cosas de tu hermana, de qué ha sido de ella todos estos años que habéis estado separadas.

Empiezas a leer.

Arrastro fragmentos de la memoria de Mark Kane... no encuentro en ella nada que tranquilice mi espíritu. Ni siquiera el comprobar cómo, cuando aparto mi mente de la suya, su cuerpo no tiembla rígidamente víctima de los espasmos que provoca el contacto con una Ardat tras la fusión.  He comprendido que el Don no es más que un aditivo, que la actitud es lo que nos define. Y mi actitud es la de una de ellas. No puedo negarlo, no mientras me aparto a mí misma del humano muerto.Finalmente, la respuesta es clara: Soy un Demonio de la noche, pese a que mi fisiología diga lo contrario.

Me levanto, llorosa y tambaleante. Mis pasos me guían hacia el lugar donde reposan los últimos restos de mi hermana, sus recuerdos, sus cosas. Su diario.Me dejo caer sobre las sábanas que aún conservan su olor, y recuerdo cuando era niña y no podía dormir y ella me dejaba meterme en su cama y me hacía cosquillas hasta que caía en brazos de Morfeo. Mi familia. Mi hermana.

Abro los archivos de su diario y comienzo a leer, admirándome de la magnífica trama perpetrada por Sorina, dándome cuenta de cómo esa mujer enloquecida por la diosa sabe qué ha ido trazando su tela alrededor de Nuryam y de mí, haciéndonos creer mutuamente que la otra había enloquecido sin remedio hasta enfrentarnos.  Cómo ha ido sembrando semillas de desesperación y anhelo en nuestros corazones hasta segarnos la sensatez. 

Una obra magnífica, puedo reconocerlo aunque yo sea la víctima de esta tragedia. En las tragedias, las víctimas son siempre los supervivientes. Sorina sabía que yo iba a sobrevivir. Una catástrofe tras otra en la cual no se me ha ofrecido ni siquiera una brizna de piedad, un minúsculo trocito de esperanza. 

Las últimas entradas hablan de Josh Kane. Entre todo el dolor y la angustia, una oleada de rabia y celos me inunda. Mark Kane destinó sus últimas palabras a Josh, sus últimos pensamientos conscientes. Me abandonó por él. Se expuso a la muerte por él.  Lanzo una oleada de biótica contra una pared que rompe adornos y estantes, y me dejo caer sobre la cama, llorando de rabia y dolor y soledad y miedo. ¡Cómo les odio ahora mismo! ¡A todos, a todos y cada uno de ellos! ¡A Nuryam, que me ha maldito con tantos recuerdos monstruosos! ¡A Mark, que me abandonó por un hermano mezquino y aferrado a los créditos! ¡A Sorina, que ha destruído todo lo que tenía, todo lo que era! A Josh, cuya presencia en mi vida me ha arrebatado lo último a lo que podía aspirar: las postreras palabras de Mark Kane.

No sé cuanto tiempo pasa mientras estoy con el diario entre las manos. No sé cuanto tiempo pasa, no me importa. Si no es capaz de transcurrir hacia atrás, el tiempo es irrelevante. Mark estaba perfectamente vivo cuando entré aquí. Nuryam no quería hacerle nada.  He sido yo, y nadie más, quien ha acabado con sus vidas. Nadie más.  Parece que Sorina ha conseguido lo que pretendía, porque lo único que deseo ahora mismo es matar a Josh Kane.

Despejo  la superficie de la cama. Busco sábanas en uno de los armarios y envuelvo con ellas, un blanco sudario en el que envuelvo a mi amada hermana. La dejo sobre su cama, me arrodillo a su lado y rezo oraciones en las que no tengo excesiva fe.  Hasta hace un rato tenía una vaga creencia en un Todo cósmico, pero ahora mismo la acepción humana medieval del mundo, con un Bien y un Mal perfectamente definidos, se me antoja más realista. 

Me dejo caer al lado del cuerpo de Mark Kane. Acaricio su perfil familiar, los mechones de cabello, la cicatriz de la frente. Le detesto. Estúpido, maldito idiota, ¿cómo se atreve a haberme abandonado por un imbécil mezquino y rácano, a haberse arrastrado por este asqueroso lugar buscando a mi hermana cuando le avisé de que se mantuviera alejado de cualquier asari? ¿Todo eso era lo que yo le importaba?

Es lógico, dos meses de servir copas y una noche de coqueteos no son precisamente una relación firme. 

¡Exactamente lo mismo que tú, cuando decidiste ir a salvarle y dejarlo todo atrás!

Yo  lo hice por detener a mi hermana...

 Sabes que eso lo dijiste para que no te sintieras tan mal, pero no engañas a nadie. Perdiste el culo por ese idiota de vida corta en cuanto te invitó a la primera no-copa.

Las conversaciones en mi cabeza, que tenía más que superadas, vuelven a hacer acto de presencia. No puedo evitar darme cuenta de que las personalidades de ambas están más y más definidas... y evidentemente, una de ellas es el Demonio de la Noche. La otra es una criatura patética y asustada, tontamente bienintencionada. Estoy al borde del consumo de antipsicóticos. Es normal, acabo de sufrir un trauma severo. No hay nada de lo que preocuparse. 

Automáticamente, envuelvo el cadáver del  humano en otro sudario y lo dejo junto a Nuryam.  Soy incapaz de destinarle oraciones, sólo reproches anhelantes mientras las sábanas se empapan en sangre roja y violeta.

- Así que sí leíste mi mail. Por eso sabías qué era Nuryam. Leíste mi mail, y podías... podías haberme respondido. O no. Haberme dicho que pasabas de mi culo azul. Así yo podría haber pasado del tuyo y estaría feliz y tranquila. Y Nuryam no habría muerto.  Y tú tampoco. 

Me siento tan muerta por dentro ahora mismo que casi hasta pagaría por sentir el anhelo por la unión del que habla Nuryam en sus diarios. Qué irónico, siempre deseando tener lo que no tengo.

Permanezco junto a ellos, en silencio. No sé  cuánto tiempo. No es relevante. No me importa. En mi cabeza dura una eternidad.

El cuerpo de Sorina todavía está en el salón... cuando quiero darme cuenta estoy pateando las costillas de su cadáver, con rabia, con furia, odiándola tanto que me ensaño con una carcasa vacía que ya no es ella. Maldita puta. 

Necesitas el Don. Las Ardat son una alteración, pero distan mucho de ser el pináculo de la evolución que creen ser. Sus capacidades, la Dominación y la Fusión letal, han de ser por fuerza reproducibles para alguien que se tome la molestia de estudiarlo con calma. 

¿Qué estás haciendo? ¿De verdad... de verdad estás pensando en...?

¡Cállate! ¡CÁLLATE!

Me inclino sobre el cuerpo de Sorina y con fría precisión analítica, como un dr Frankenstein moderno, tomo muestras de DNA de todos los tejidos que puedo. Germinal, neural, muscular, conjuntivo, dérmico...

Guardar ese cerebro de monstruo en un frasco de cristal, ¿y si le cortas la cabeza y te la llevas en la nevera? 

¿Pero te estás escuchando, por el amor de la Diosa?

¿Vas a ponerte ahora a fingir comedimiento y recato? Acabas de matar a tres personas. Dos de ellas sangre de tu sangre y el tercero... bueno, ni siquiera sabes qué era de ti.

Basta. Las conversaciones de esas dos arpías me levantan dolor de cabeza. Ya pensaré con calma más tarde, ya decidiré qué hacer y cómo hacerlo con ese ADN de mi casi gemela. 

Casi gemela... ¿existe un material mejor para experimentar? La incompatibilidad molecular y el rechazo inmune disminuídos al mínimo... Imagínate poder Dominar, poder decidir cuándo una Fusión terminará en muerte y cuándo no.

Ahora tengo que decidir qué voy a hacer con Josh Kane.

Remátalo. Si no hubiera sido por su maldita  culpa, esto no hubiera pasado.

Basta ya. Deja que esto termine aquí. Tienes siglos por delante, no permitas que esto te cambie.

Es tarde para eso. Ya no soy la que era.

Voy al baño y me acicalo. La mujer que me mira desde el espejo debo ser yo, pero me cuesta reconocerme. 

Cierro la puerta al salir del piso. Camino hasta salir del distrito de Gozu y enciendo la omniherramienta.

"¿Donde me reúno con ustedes?" tecleo el mensaje con dedos trémulos y lo envío.

Sales del apartamento y caminas por las calles de Omega. El distrito Gozu parece haber cambiado durante la última hora, parece un lugar más oscuro, más decadente... pero menos peligroso para ti. Después de todo, no es la ciudad la que ha cambiado, sino tú misma.

Caminas sin dirección mientras esperas una respuesta de alguien del grupo, que tarda un poco más de lo que habrías deseado en llegar. Finalmente, recibes un mensaje de Adina en tu omniherramienta.

Estamos en la zona VIP del Afterlife. ¿Todo bien?

"Voy hacia allá", tecleo en mi omniherramienta. Me siento incapaz de responder un "Sí, todo va bien". Nada volverá a ir bien, nunca.

Aún quedan gotas rojas y púrpura secándose sobre mi armadura. Sangre familiar, de aquellos a los que amé y quise proteger. He perdido mi identidad, mis motivaciones y mis objetivos. Ya no sé qué hacer. ¿Satisfacer el último deseo de Mark Kane? Pero, ¿acaso está en mi mano? Si se ha unido a una secta, si se ha hecho fiel seguidor de ese Espectro renegado, ¿qué puedo hacer yo?

Mátale. 

No es sensato. No sirve para nada. No calmaría mi dolor. Pero es la respuesta de la rabia, del Demonio de la noche. Mátale, acaba con todo lo que te ancla  a Mark Kane, olvídale, construye sobre sus cenizas. ¡Maldito sea el día que le conocí, maldito sea él y toda su maldita especie, maldita la humanidad y la Guerra del Primer Contacto!

Arrastro los pies hacia el Afterlife, hacia la zona VIP.  Me siento mucho más vieja. Me siento mucho más asqueada del Universo, despegada de todo. Me siento una matrona que ha visto levantarse y caer civilizaciones, que ha visto morir todo lo que hubiera deseado proteger. 

Sé que hubiera sido más sensato recoger los datos de las omniherramientas de mis tres cadáveres y borrar toda referencia a mi persona, prenderle fuego al piso y dejar que los indeseables lo saquearan. Pero ahora mismo no pienso, me muevo por impulsos, por desesperación. Lo más parecido a un objetivo es la misión del turiano, así que me aferro a eso, que es lo único que tiene algo de sentido.

Cruzas el distrito Gozu de vuelta hacia el Afterlife, sin preguntarte por qué el resto del grupo estará allí. Recibes un nuevo mensaje en tu omniherramienta, que lees con desgana:

¿Dónde diablos te habías metido chica? Cortar las comunicaciones no son maneras muy formales de trabajar en equipo...

Tuerces el gesto al ver el mensaje de Pat Dur. Todo el trabajo que quieres hacer en equipo ahora es matar a alguien... Aunque, pensándolo mejor, ciertamente preferirías hacerlo en solitario.

Te obligas a abandonar esos pensamientos mientras llegas de nuevo al club de Aria. Enseñas con desidia el pase al guardia de la puerta, que te deja entrar sin ningún tipo de pregunta. No te resulta complicado ver a tus compañeros junto a la barra. Una quariana con un drone flotando sobre su hombro, un volus y un humano con la cabeza cubierta por el casco de combate de su armadura ciertamente llaman la atención.

La escena continúa en
3.2.- Adoctrinado