Partida Rol por web

Omega. Una estación espacial minera construida alrededor de un asteroide rico en elemento cero, es ahora el centro de una de las mayores organizaciones criminales de los sistemas Terminus. Alejados de la influencia del Consejo, la estación de Omega es la cuna de numerosas bandas que operan por toda la galaxia, como los Soles Azules, la Manada Sangrienta y Eclipse.

Pese a la influencia de esas tres bandas y otras de menor importancia, la estación está gobernada por una asari que mantiene a todo el mundo a raya. Aria T'Loak. Poco se sabe del pasado de esta mujer antes de que llegase a Omega, pero la leyenda de su ascenso al poder está escrita en sangre y aún se comenta en los bajos fondos de la estación cómo acabó con la influencia de su predecesor krogan en un tiempo record.

La Fortuna se aproxima a la estación esquivando los asteroides que rodean Omega. L confirma que estáis a punto de aterrizar cuando recibe la autorización de atraque del centro de mando de la estación. Un ligero impacto os informa de que habéis parado cuando los sellos magnéticos se adhieren al casco de vuestra nave.

Os reunís en la plataforma de salida y esperáis unos momentos a que el sistema de la Fortuna realice la decontaminación de rigor mientas se iguala la presión de la nave con la de la estación. Las puertas finalmente se abren y salís al exterior. Por motivos diversos, sentís un escalofrío al dar los primeros pasos en la estación. Jabéis llegado a Omega, pero de momento no tenéis ninguna garantía de que vayáis a salir de aquí.

El chirrido de los dientes de Zane es casi audible cuando veis que un batariano se os acerca.

- Aria quiere hablar con vosotros, - dice sin más con un tono autoritario. - Os espera en el Afterlife.

Os mira con expresión severa mientras sus cuatro ojos os recorren como si estuviera evaluándoos, pero no puede evitar una expresión de sorpresa al fijarse en Aornis.

Si este tipo se sorprende al mirarme, más me sorprendo yo de su sorpresa. ¿Quién diablos es, que me conoce? 

O quizá no me conoce exactamente a mí. Me parezco lo suficiente para alguien que sea de otra especie, claro que dos minutos de conversación sirven para establecer una diferencia clarísima entre ella y yo.

Le mantengo la mirada, más o menos. Todos los batarianos resultan intimidantes.

- ¿Ocurre algo, caballero? -le pregunto educadamente, temiéndome la respuesta. Por favor, que ella no esté aquí. Va a decirme que ella está aquí, seguro... el corazón se me va a salir del pecho.

El batariano se echa a un lado y sujeta con fuerza la empuñadura de su arma.

- Si ocurre algo o no es decisión de Aria - dice el batariano secamente mientras os señala con la mirada la dirección al Afterlife.

Frunzo el entrecejo, preocupada. No obstante, yo no tengo los redaños necesarios para imponerme a este batariano y sacarle algo más... aunque es evidente que algo pasa, y olerme por donde pueden ir los tiros empeora mi ánimo.  Omega va a ser la cuna de terribles descubrimientos para mí, intuyo. 

Sujeta con fuerza la empuñadura de su arma... ¿la conoce, a ella? ¿La teme? Diosa, ¿qué ha estado haciendo aquí? ¿Y a quién?

El Afterlife aparece ante nosotros, como el edificio gubernamental más extraño del mundo.

Omega, un nido de crimen, mafias y trafico de influencias. Una mancha en el espacio. Un lugar turbio y tenebroso que haría temblar a cualquiera.

-Un lugar lleno de oportunidades- Pensó para si el Volus.

Los primeros en salir eran el Turiano y la Asari espantadiza. Pat dur se tenia que dar prisa si no quería ser el ultimo, pero su entrada en la estación tenia que ser cuidada. La primera impresión era muy importante en cualquier tipo de relaciones.

El Volus respiró hondo, tan hondo que su comunicador crepito. Hincho su pecho y salió dando una fuerte zancada, un paso decidido y una actitud viril.

Desgraciadamente con la cabeza tan alta, no miró donde pisaba y metió el pie entre los guardarailes, tropezándose y avanzando rápidamente por la pasarela mientras movía sus pequeños brazos en molinetes, perdía el equilibrio y caía a los pies de Aornis.

Suspiró mientras se levantaba.

-¿Aria eh? *respiro disimulando* ¿Alguien importante?- Pregunta de forma casual como si no conociera nada de la estación y se hiciera el pardillo ... si no podía entrar como un héroe, al menos intentaría pasar por alguien inofensivo.

- Aria es la que maneja todo por aquí - dice Zane, acercándose un poco a Pat Dur para que el enviado de Aria no le oiga - Si quieres algo, la respuesta es ella. Si la cagas, te las vas a ver con ella. Omega no orbita alrededor de los sistemas Terminus, sino alrededor de los enormes huevos azules de esa tia - comenta haciendo el típico gesto con sus manos- Mejor no cabrearla.*

Resoplo entre los dientes, en señal de frustración.

Aria sólo piensa en una cosa: En Aria. Es una vergüenza para mi raza. Para ella tan sólo vales lo que puede sacar de ti. No tiene ninguna afiliación, no sigue ningún código de honor. -escupiendo al suelo-  Es sin embargo, una gran estratega, y un enemigo al que nunca hay que subestimar. -hay un cierto brillo de admiración en los ojos de Saria cuando dice esto-

-¿Importante pues? *respiro descuidado* Bien, es bueno saber que te recibe gente importante al llegar.- Dice mirando al Batariano con voz relativamente alegre. Luego se gira momentaneamente a sus compañeros. -¿Sabéis si es costumbre darle propina al chico de los recados por aquí? *respiro*-

Pat Dur estaba algo atónito ... esperaba engañar al Batariano con su ineptitud, pero no a los de su equipo. ¿Realmente pensaban que no conocía quien era Aria?

No sabia si reír o llorar ante lo que le decían.

Por supuesto que sabia quien era. El era un Volus, y no uno cualquiera ... su red de contactos se extendía a lo largo de la galaxia. Por supuesto estaba lejos de ser el corredor sombrío, pero no se trataba de un minundi cualquiera.

Lo que mas le gustaría saber es si Aria lo reconocería a el ... habían tenido tratos, pero siempre a través de intermediarios lejanos, lo típico. Con un poco de suerte pasaría desapercibido, como cualquier Volus. Por suerte o por desgracia su raza no solía llamar la atención.

Me estremezco al oír la conversación entre mis compañeros. 

- Pero... ¿para qué puede querer vernos? -pregunto. Si es, como dice el señor Clark, una especie de gobernante, ¿qué interés puede tener en nosotros? ¿Es que es posible que sepa quienes somos, y tenga tanto poder que se vea con capacidad para hacernos ir y venir según sus deseos?  -¿Deberíamos esperar problemas? -inquiero, y empiezo a tener una certeza, pesada como una lápida, de que yo sí.

No puedo evitar reírme ante el acertado comentario de Zane. Sí, efectivamente todo acaba remitiendo a Aria T'Loak. Esa hija de puta que lo domina todo y a todos. "Menos mal que me escapé de su abrazo", pienso, "aunque no era mala jefa. No desde luego comparada con...".

-Con Aria sólo hay un problema: que te encuentres entre ella y algo que desee -contesto a Aornis. Me encojo de hombros-. Y, desde luego, no se le dice no cuando te llama. No, al menos, a no ser que quieras que te vaya a buscar, cielo.

Suspiro y echo a andar hacia la puerta del Afterlife. ¿Nos dejará pasar el portero elcor? ¿Cómo se llamaba? Joder, no me acuerdo. "Por lo menos aquí ponen mejor música que en el Flux".

Un grupo de clientes potenciales hace cola a la entrada del Afterlife, esperando a que un enorme guardia elcor escoltado por dos turianos fuertemente armados les permita la entrada.

El batariano que os acompaña le hace un gesto a los guardias para que os dejen pasar. Por su expresión de pocos amigos, más agresiva incluso que lo habitual en un batariano, podéis imaginar que ha dudado un par de veces durante el camino si haceros comer una granada por vuestros comentarios sobre Aria y su "chico de los recados". Al final, parece que el miedo a no llevaros ante la asari como le habían ordenado es mayor que el odio que habéis despertado en él, aunque casi podríais decir que escucháis chirriar sus dientes mientras aprieta la mandíbula.

El interior de la planta superior del Afterlife no es muy diferente al de otros clubes del resto del espacio, como el Antro de Chora en la Ciudadela. Una gran barra circular rodea una plataforma en la que unas bailarinas asari se exhiben tratando de atraer a los clientes.

Bordeáis la barra, observando cómo los clientes beben y pagan a varias asari por bailes privados. Al fondo de la planta, unas anchas escaleras bajan hacia un pasillo y sobre ellas se alza un pequeño salón privado. El batariano os lleva a uno de los laterales por el que ascendéis por otras escaleras más estrechas.

De espaldas a vosotros, mirando el salón principal del Afterlife por encima de unos sillones, veis a una asari a contraluz, deslumbrados por los luminosos del local. A ambos lados del salón, dos asari prácticamente desnudas bailan en privado para la única ocupante de la sala. Aria.

Un guardia turiano os da el alto y despliega su omniherramienta para pasarla a modo de escáner sobre vosotros. Vuestra proyección holográfica aparece en el aire, marcando en rojo la localización de vuestras armas. Aria se da la vuelta e, ignorando que váis armados hasta los dientes, hace una seña a su guardia para que os deje pasar.

- Tener un Espectro en Omega es un raro... privilegio - el sarcasmo es evidente en la última palabra mientras se sienta en los sillones cruzando las piernas. - Pero estás muy lejos de tu jurisdicción, Artrus. Espero, por tu bien, que no hayas venido a causar problemas.

Jareth hace amago de hablar, pero Aria le interrumpe con un simple gesto de su mano.

- Veo que vienes bien acompañado... - dice paseando la mirada un momento por el grupo. - Tal vez incluso consigas sobrevivir más de diez minutos en la estación con esta gente. Pero deja que se presenten ellos mismos, tengo interés por saber qué excusa tienen algunos para volver aquí... - mira a la Adina, pero todos los quarianos se parecen con sus trajes - o cómo tienen pensado presentarse otros - termina diciendo en dirección al volus.

Rezuma seguridad por los cuatro costados y no os cuesta daros cuenta que no lo hace precisamente porque se fíe de los guardias que quedan a vuestra espalda. Si la mitad de las historias que habéis oído son ciertas, los poderes bióticos de esta asari son suficientes para aplastaros a todos de un golpe, junto con la mitad del local.

Parece que la atención de Aria se centra en otros. Mejor para mi. No tengo tratos en especial con Aria, ni ganas. No pienso intervenir, salgo que apriete a la pequeña Aornis, o las cosas se pongan feas de verdad. Así que ocupo una posición lateral, enciendo un cigarro y escrutino el local para hacerme una imagen visual de las amenazas potenciales y las vías de escape. 

Ay, ay, ay... realmente esa mujer impone. No sé cómo será verla desde los ojos de otra especie, pero desde los de una asari, es intimidante. Ni se me ocurriría ser la primera en presentarme, ¡jamás! Así que espero pacientemente. Interrumpe al Espectro y éste ni replica, lo cual me hace pensar que, de tener problemas con esta asari, serán los últimos problemas que tengamos.

Espero a que la señora Adina Feru y el señor Pat Dur se presenten... y rezo porque las presentaciones le gusten. ¿Cómo puede estar tan tranquila la señorita H'Shian? Ojalá yo tuviera sus redaños.

Viendo el ligero titubeo que hay entre sus compañeros el Volus suspira de forma inaudible entre la musica del local y avanza dando un paso adelante.

-Buenas *respiro* ¿es realmente necesario que me presente?- Por las palabras de la mujer estaba claro que sabia quien era y queria divertirse viendo como intentaba pasar inavertido, con lo que no tenia mucho sentido ni intentarlo.

-Como fue con Tal Vas, ¿terminasteis haciendo buenos negocios? *respiro* Ese cargamento de medicamentos era de gran calidad.-

Zane gruñe y mira hacia otro lado, desviando su mirada de Aria. Está claro que no tiene intención de dar ningun tipo de información personal, y que tampoco está cómodo con la situación en la que se encuentran. Ahora mismo ésto es territorio enemigo.

Aria extiende el brazo sobre el asiento de los sillones y tamborilea un momento con los dedos, impaciente. Pat Dur es el único que se decide a hablar, presentándose tal y como Aria os ha pedido.

La asari se vuelve hacia él y levanta ligeramente los labios en una media sonrisa. - Tas Vas... Los negocios fueron bien con él, hasta que decidió que podía subir los costes y ganar más beneficios a mi costa. Al final me apropié de su línea de medicamentos. Si no recuerdo mal, ahora trabaja en la Ciudadela, vendiendo peces a los krogan... - no termina la frase, pero deja claro que sacó a ese Tas Vas del negocio por intentar jugar duro con ella. - Me alegro de conocerte en persona, Pat Dur. No es mala táctica en Omega mantener un perfil bajo y hacerse en inocente, aunque eso puede atraer a muchos que quieran aprovecharse de ti.

Mira al resto del grupo, que no ha dicho nada, y se gira hacia el espectro.

- Bueno, Artrus, parece que no tienes muchas posibilidades aquí. Fuera de tu jurisdicción y con un grupo de gente que no sabe cuándo debe hablar y cuándo es mejor callar...

Mira a los dos soldados del grupo.

- ¿Cuánto vale para los Soles Azules la información de su vuelta, señor Mason? ¿O para la Manada Sangrienta la suya, señorita H'Shian? La última vez que estuvo por aquí uno de sus líderes krogan no acabó muy bien...

- Adina'Feru. Nos separamos en buenos términos, pero mis sistemas fueron pirateados otra vez poco después de su marcha. Aún no está claro cómo accedieron a ellos, pero algunos piensan que alguien podría haberles vendido a mis enemigos las claves de acceso... - Fulmina con la mirada a la quariana, desafiándola a buscar información sobre lo ocurrido a los piratas que se atrevieron a infiltrarse en el sistema del Afterlife.

- Y tú - dice finalmente mirando a Aornis. - Ten cuidado con lo que haces por aquí. Si se te ocurre crearme algún tipo de problemas, me encargaré personalmente de que no vuelvas a pisar esta estación. Ni ninguna otra. Empiezo a estar un poco harta de tu familia.

Gira la cabeza hacia Jareth una vez más.

- Ahora, deja que tus chicos me cuenten por qué estáis aquí. Hablaré contigo a solas más tarde. - El turiano asiente con la cabeza y os mira, esperando que respondáis a la asari. Parece ligeramente inquieto en su presencia y, ante vuestro silencio después de que os hubiera pedido que os presentáseis, el espectro se encuentra visiblemente nervioso.