Partida Rol por web

El batariano hace un intento de soltarse, pero la presión de tu pistola en su espalda hace que no se esfuerce demasiado. Al cabo de algo menos de un minuto, su peso recae sobre tu brazo, incapaz de sostenerse por si mismo. Aguantas la presa un poco más para asegurarte de que queda inconsciente antes de soltarle.

El cuerpo queda inmóvil en el suelo y lo miras durante un momento. Un pobre mercenario que aceptó el trabajo equivocado... Pero es batariano. Resistes las ganas de terminar el trabajo mientras arrastras el cuerpo a una esquina ligeramente más discreta. Lo dejas sentado, como si estuviera borracho, para que nadie llame directamente a la guardia al encontrarlo.

Cuando estás contento con el resultado te separas para mirarle. Mientras lo haces, te planteas qué hacer. Tu primer impulso es abandonar Illium. Tienes algo de dinero ahorrado para costearte el viaje, pues ya hace tiempo que descubriste que esa precaución básica te puede llegar a salvar la vida o, al menos, evitarte más de un problema.

Zane toma algo de aire tras dejar el cuerpo del batariano, el cual observa en silencio, mientra piensa que paso dar a continuación y vuelve a guardar su arma. Lo tiene claro, tiene que salir de aquel sitio cuanto antes, decide que ese recordatorio va a ser el ultimo, pero aun así siente curiosidad por saber quien le está siguiendo. Tiene un par de opciones, pero no le terminan de cuajar. Aquello fue demasiado sutil para los soles azules, y la Alianza hace tiempo que no le toca las narices, ademas que muy difícilmente contraten a un batariano para hacer su trabajo.

Sin pensarlo, tan solo mirando hacia ambos lados del callejón, verificando de que no haya nadie mirando de mas, se agacha y revisa los bolsillos de aquel sujeto antes de salir de ese sitio lo antes posible, directamente al puerto.

Te agachas para rebuscar los bolsillos del mercenario y no te sorprende demasiado encontrar un pase de un pub en la zona industrial de Nos Astra. En su parte posterior tiene un sello azul con un círculo blanco rodeado por otra linea del mismo color. El emblema de los Soles Azules.

Sonríes pensando que otras veces no han sido tan sutiles, pero es probable que no hayan confirmado aún tu identidad. Desgraciadamente, tu encuentro con el mercenario les dará la confirmación que estaban buscando, y más aún si desapareces de Illium poco después. Recuerdas tu vida huyendo de la Alianza y los Soles Azules hasta que conseguiste forjarte una nueva identidad que pasase desapercibida. Si realmente te están buscando, todo eso podría terminar si los Soles Azules informan de tu nueva identidad a todas sus células.

Maldices una vez más y te separas del batariano, mirándolo con desdén. Un movimiento al fondo del callejón llama tu atención y ves a una asari que se dirige hacia vosotros. Cuando ve al batariano en el suelo, se queda mirando con gesto de sorpresa, como si no supiera cómo interpretar la situación.

Zane dibuja una sonrisa torcida al ver la tarjeta. En el fondo le reconforta saber que los soles azules  le siguen considerando una amenaza, es como una caricia a su ego, aunque es consciente de los peligros que aquella situación le acerca. Huir en ese momento supone dejar en evidencia su identidad, una pésima idea. Quedarse, por otro lado, no parece ser mucho mejor, pues es difícil saber el operativo que se están montando los soles azules para ir detrás de él... y por la sutileza que están teniendo, Zane piensa que se están tomando aquello bastante en serio.

No se puede arriesgar demasiado. Sabe que la única alternativa es encontrarse con el contacto de aquel batariano, ir a visitarlo en el club y ver hasta donde sabe... ya luego decidiría que hacer.

Pero apenas logra guardar aquella tarjeta cuando la asari se topa con ellos. Zane hace que sus ojos salten de la asari al batariano inconsciente, aunque sin demorar mucho, y tratando de dar la mayor confianza posible, rompe aquel silencio.

- Mi amigo a tomado unas copas de mas... estará bien, al menos hasta que despierte – dice con una sonrisa torcida y apoyándose en una de las paredes del callejón, a un lado del batariano inconsciente. Zane trata de actuar hasta donde su capacidad, no muy amplia, le permite. Incluso hasta intenta parecer un poco borracho, esperando decorar un poco mas su mentira.

La asari os mira con expresión de reprimenda, pero luego sonríe como si recordase su estado durante su último día libre.

- En El Quasar ponen un remedio para la resaca que es una maravilla. No sé si funcionará igual de bien en los batarianos, pero si quieres probar está a sólo dos manzanas de aquí.- Señala la dirección por la que ha llegado antes de irse sonriendo.

Te vuelves a quedar solo en el callejón, sorprendido por la reacción de la mujer. Parece que, después de todo, la suerte te sonríe en ocasiones.

Miras nuevamente la tarjeta cuando caes en la cuenta de un pequeño detalle. ¡El maldito mercenario ha estado mintiendo! Pese a decirte que no sabía para quien trabajaba, llevaba un pase con el símbolo de los Soles Azules. Probablemente parte de lo que te dijo era verdad, nadie tiene la sangre fría de mentir abiertamente con una pistola apuntándole, pero al menos tuvo el autocontol suficiente para no decirte toda la verdad.

Siente un alivio al ver que la asari se marcha sin sospechar mas. Lo ultimo que necesita es a mas gente metida en todo aquel asunto.

Vuelve a mirar la tarjeta.

- hijo de puta... - masculla entre dientes mientras vuelve a observar el símbolo de los soles azules. Va a ir a aquel lugar, no tiene que meditarlo mas, es mucho mejor que huir y dejar al descubierto su tapadera, pero aun así no puede evitar sentir el olor a trampa en todo aquello.

- Bueno, vamos a ver que tienen preparado – piensa mientras guarda la tarjeta, echa una ultima mirada al batariano inconsciente, y abandona aquel sitio sin demorarse mucho mas. Ya tuvo demasiada suerte de momento. Rápido, sin llamar la atención, y con los ojos cuidando su espalda, se pone en marcha hacia la dirección que señala la tarjeta.

La Cantina de Chalmun se encuentra en la zona industrial de Nos Astra, algo separada del puerto y del area comercial. Su propósito es sencillo, permitir que los trabajadores de este barrio se tomen unas copas y disfruten del exotismo de las bailarinas asari que realizan sus espectáculos por doquier.

Entras en la cantina y la gente ni siquiera se molesta en girarse a ver quién eres. Ciertamente no es un lugar al que acudir para socializar con los amigos. En la barra, un camarero salariano te mira esperando que te acerques a pedir algo.

Zane se para unos segundos en la puerta y echa un vistazo. Aquel sitio parece bastante corriente, al menos para la clase de lugares que suele frecuentar, lo cual no es algo necesariamente muy bueno, teniendo en cuenta que en los lugares que suele frecuentar cualquiera es capaz de clavarle a uno un puñal en la espalda tan solo por unos créditos.

Camina discretamente y sin llamar demasiado la atención hasta llegar a la barra, en donde, levantando tan solo el dedo indice, le pide al camarero un trago mientras toma asiento y echa un vistazo por sobre sus hombros al lugar.

El camarero salariano te trae la bebida que has solicitado. Tratas de pasar desapercibido entre la gente, pero te fijas que la mayoría de ellos se dedican a observar a las bailarinas asari.

Durante un rato bebes y permances en silencio, observando. Sin embargo, no ves nada raro que te llame la atención. Trabajadores cansados que van al pub a beber y fantasear con mujeres que nunca podrán tener. Un tugurio más como cualquier otro a lo largo de la galaxia. Terminas la copa y el salariano se te acerca.

- Es usted nuevo por aquí - afirma. - Conozco a casi todos nuestros clientes y usted no se parece a ninguno de ellos. Si busca algún tipo de compañía, puedo presentarle a las chicas.

Mientras habla, ves cómo un humano entra rápidamente en el local y se dirige a la trastienda a grandes zancadas.

- No estoy interesado – le responde al salariano, como quien no quiere charlar, mientras juguetea con la copa entre sus manos. Aun así, prefiere no perder de vista al salariano tampoco. Después de todo, si conoce tanto el lugar, seguro tendrá alguna idea de la gente a la cual está buscando, pero Zane prefiere no preguntar hasta que sea necesario, para no llamar la atención. Mira por sobre su hombro al sujeto, al humano que acaba de entrar y camina hasta la trastienda, demasiado decidido para quien puede frecuentar un sitio así.

- ¡Bingo! – se dice mientras sigue a aquel sujeto con la mirada.

La holgada ropa del humano no es suficiente para ocultar la armadura media que pretenden cubrir, ni la escopeta sobre su cintura. Sea lo que sea, ese hombre no es un trabajador de este barrio.

Le miras fijamente cuando te percatas de que el camarero te está mirando a ti también. - Bueno, tal vez sí se parezca a alguno de nuestros clientes... - dice mientras el humano entra en la trastienda del local.

Saca dos vasos de debajo de la barra y los llena hasta arriba. Te ofrece uno y coge otro para beberlo él. - A esta invita la casa... - dice mientras se bebe el contenido de un solo trago, dejando el vaso vacío con un golpe sobre la barra. - Pero no quiero movidas en mi local... - añade en tono preocupado.

Uno de los clientes habituales que está en la barra mira al camarero con cara de sorpresa y se aleja refunfuñando. Te parece entender algo así como "...a mi nunca me invita y a ese..." mientras camina hacia una asari que se apoya sugerentemente en una de las columnas de la cantina.

Zane devuelve la mirada al cliente que se aleja refunfuñando ante el gesto de cortesía que tiene el camarero, gesto al que Zane no puede hacer mas que desconfiar, disimulando mientras sostiene la bebida entre sus manos, con cierta indiferencia, dilatando el momento de llevársela a la boca.

- Eso no depende de mi – contesta al pedido del camarero, quien parece ya estar olfateando que es lo que pretende Zane en aquel lugar, que busca, y que piensa hacer - ¿Quien era ese tipo? - pregunta mientras, con un leve movimiento de cabeza, de manera disimulada, señala a la trastienda del local.

El barman se revuelve nervioso, pero tu seria expresión le convence de que es mejor responder a tu pregunta.

- Es un amigo del dueño del bar. - Informa finalmente tras una ligera duda. Le preguntas por el dueño y tras pensar un momento, parece concluir que esa información la puedes obtener fácilmente en cualquier registro, así que se explica más tranquilamente. - Su nombre es Vel'Derath. - El nombre batariano resuena varias veces en tu mente, convenciéndote, si tenías alguna duda, de que este local pertenece a los Soles Azules.

No sin cierta rabia, terminas de un solo trago la copa que te sirvió el salariano. Por un momento te paras a pensar en el humano que has visto entrar precipitadamente en la parte trasera del local, preguntándote qué negocios le traerán aquí. La imágen del batariano tumbado en el callejón te asalta nuevamente, mientras intentas calcular mentalmente el tiempo que podría haber tardado en despertarse.

Zane se queda en silencio, maldiciendo su suerte – tendría que haberme largado de aquí hace tiempo – le dice su subconsciente, una y otra vez, aunque trate de acallarlo con el rechinar que provocan sus muelas al apretar la mandíbula, cargado de frustración por la encrucijada en la cual se encuentra, mirando directamente hacia la puerta, aunque echando de vez en cuando una fugaz y disimulada mirada a la trastienda, pensando e ignorando completamente al barman por el momento.

Sabe muy bien que irse es arriesgado, puede que aquellos tipos ya sepan quien es, no por su aspecto, sin duda, el seguir vivo es prueba de ello, pero seguramente si por su nombre. De no ser así, seguramente el batariano les dirá todo cuando despierte, y Zane no podría interceptarlo en otro lugar mas que en aquel sitio, si es que decide dar la información cara a cara. También es posible que todo aquello sea una trampa, aunque algo descabellado, y el hecho de que le ignoren le hace descartar parcialmente aquella idea. En todo caso, tiene las mismas posibilidades de perder tanto si abandona aquel sitio como si decide quedarse.

- Dime – dice finalmente, rompiendo el silencio y volviendo la atención nuevamente al barman – ¿cuantos hombres suele haber en la trastienda? -  pregunta en voz baja, celoso de cualquier cliente curioso, aunque sin ocultar la intención de su pregunta, si no al contrario.

El salariano se mueve nervioso detrás de la barra y echa miradas hacia la trastienda una y otra vez.

- ¿Cuántos? - repite tu pregunta. - Normalmente cinco o seis... Y otras tantas de las chicas. Servicio privado - informa encogiéndose de hombros. Niega con la cabeza adivinando, o creyendo hacerlo, tus intenciones. - Pero entrar ahí es un suicidio... Sobre todo estando solo.

De pronto ves algo en la mirada del camarero en lo que no te habías fijado. No sabrías decir qué es, pero te da la impresión de que hay algo raro en el camarero. ¿Por qué está diciendo todo esto? ¿Qué relación tiene él con la gente de la trastienda?

El salariano se da la vuelta, alejándose de ti mientras va a servir una copa a otro de sus clientes. Una leve vibración en tu omniherramienta te avisa de la llegada de un mensaje. Accedes rápidamente a ella y lo lees un par de veces ligeramente sorprendido.

[[ A las diez en Baria Frontiers ]]

El salariano te mira desde el otro lado de la barra, y sus ojos señalan la puerta de salida del local.

Zane tan solo devuelve una fugaz mirada complica al salariano tras ver aquel mensaje. Puede suponer que es lo que pretende, aunque vaya a saber las razones, ni tampoco es que le importe mucho eso, por lo que no hace preguntas. Sabe muy bien que se encuentra desorientado, y en aquella situación, cualquier decisión que tome es tan buena o mala como otra, por lo que decide seguir aquella pista de momento. Ante cualquier otra situación se habría dedicado a irrumpir en la trastienda y dedicarse a patear culos, pero sabe que aquella no es una situación cualquiera, y tiene que hacer de la discreción algo mas importante de lo que desearía.

Tras la mirada, sin perder tiempo y llamando la atención tan poco como lo hizo al entrar, camina fuera del local, siguiendo la dirección que le acaban de regalar. Tal vez otra trampa, posiblemente, pero al menos tiene la ventaja de llegar al lugar unos minutos antes y preparar el terreno.

- Tendría que haber abandonado este maldito lugar hace tiempo – vuelve a maldecir entre dientes, y ya ni el mas cálido de los atardeceres podría hacerle cambiar de idea al respecto.

Sales del pub y vuelves al puerto de Nos Astra. Haces algo de tiempo durante un par de horas, buscando información de vuelos fuera de Illium, pensando una y otra vez en alejarte del sistema. Sin embargo, tal y como están las cosas no parece buena idea, pues podría poner en compromiso tu identidad. Además, si se han molestado en enviar a alguien a seguirte, es probable que estén vigilando el puerto.

Te diriges a Baria Frontiers alrededor de una hora antes de lo establecido. Entras desde el puerto y ves una pasarela de la que despegan varios aerotaxis. A ambos lados de la pasarela se extienden unos pasillos en forma de U. A la izquierda hay un puesto de venta de armas, mientras que a la derecha se encuentra una estación de la policía local. Baria Frontiers es un pequeño puesto de astrogración a pocos metros de esa comisaría.

Una dependienta asari pasea por las proximidades de la tienda, intentando llamar la atención de varios clientes. Tiene especial éxito entre los paseantes de otras especies, pero no parece estar teniendo grandes ventas. Observas durante un rato hasta que falta una media hora para la cita.

- Me imaginaba que llegaría pronto señor Clark... - la voz del salariano te pilla desprevenido. - O debería decir señor Mason - añade en un susurro.

Te sorprende ver cómo cambia el camarero con una armadura media y una pistola pesada.

- ¿Le sorprende que sepa sus nombres? - prácticamente no pronuncia las S. - ¡Vamos! Llevamos cientos de años controlando los flujos de información en este sistema. ¿Creía que iba a pasar desapercibido? - Sonríe sin dejar de hablar. - Pero no se preocupe. La Alianza no lo descubrirá, al menos no por mi. Lo cierto es que ha hecho un buen trabajo con su identidad.

Mira a su alrededor, aunque algo te dice que lleva casi tanto tiempo como tú vigilando el lugar.

- Pero no me he presentado... Puede llamarme Jaëto. - Por lo que sabes de los salarianos, su nombre completo te diría su planeta de origen, nacionalidad y familia, pero parece que el camarero no quiere dar a conocer su identidad completa.

Zane no se sorprende demasiado al ver de nuevo al salariano. No es exactamente a quien esperaba encontrar, pero tampoco le sorprende que no sea tan solo un simple cantinero. De hecho, esperaba encontrarse con algun tipo de emboscada, que le hicieran alguna jugarreta, aunque no por que eso no sea lo que finalmente sucede cree que se encuentra en mejor posición.

Se cruza de brazos y apoya su espalda en uno de los muros del lugar mientras escucha al salariano. Parece confiado, e igual de interesado en Zane como lo estaban los Soles Azules, aunque no parece estar con ellos.

- Debería matarte por solo mencionar ese nombre – contesta finalmente al Salariano, y sin mentirle al respecto – He tenido un día muy largo, así que vamos al grano, ¿de que va todo esto? - pregunta con cierta distancia, sin mas rodeos.