Partida Rol por web

DIARIO DE MISIONES

AVISOS PERSONALES

- Los caminos hasta Fornost se han vuelto peligrosos, no solo por la amenaza de los terribles orcos. hay grupos de bandidos sin escrupulos que desean enriquecerse a toda costa.-

- ¿Y no hacen nada las autoridades? Me parece increible que nadie haga nada -dice Rudigar indignado y negando con la cabeza

-Las patrullas desde Fornost son continuas amigo mío. Pero es dificil combatir a esa gente. No son un ejercito, atacan y roban y luego se esconden en los bosques.- el anciano traga lentamente un poco de hidromiel

-Posadero.- el ancianos e dirige al atareado hombre -¿No es pronto la Feria de Otoño en Bree?.-

-Pues está usted en lo cierto señor.- Pronto se celebra la feria. Todos estamos deseosos e impacientes.- sonrie mirando a la posadera, la cual le devueleve el gesto con un movimiento de cabeza

-Tal vez pueda encontrar entonces mi oportunidad, jejeje. En fin, ya es tarde, creo que me retiraré a dormir, mañana me toca seguir buscando trabajo por Bree. Buenas noches Blomyr.- Y el hobbit se retira a arreglar el pago de una noche más al señor Torrente.

La habitación es bastante acogedora y se nota el esfuerzo de loposaderos y sus criados para mantenerla limpia y en orden.

Preside la misma una gran cama, que bien podría dar cabida a dos personas. Es tan alta que casi hay que dar un salto para subirse a ella. Al sentarse uno se hunde, debe haber tres o cuatro mantas gruesas, todas ellas cubiertas por una colcha de impoluto blanco.

Aunque no hay chimenea, la habitación se mantiene caliente gracias a un conducto de metal que seguramente esté conectado al fogón de la cocina o a la chimenea central.

Rudigar se desviste quedándose en "paños menores" con un cierto cuidado y deja todo preparado para el día siguiente. Asegurándose que no lo vea nadie, deja el dinero en el arcón, cierra el mismo con llave y la llave la esconde con cuidado bajo el colchón. Luego reza una breve plegaria a los dioses, a los que no conoce bien pero con los que prefiere estar a buenas que a malas, y se duerme mirando al techo y pensando en las posibilidades que tiene para encontrar trabajo al día siguiente. Y tal vez, aunque la suerte no le sonría mañana, sí lo haga en la feria...

Al día siguiente, habiendo dormido un reparador sueño, Rudigar, se levanta optimista y testarudo como es, vuelve a alzarse de la cama dispuesto a ser contratado de una dichosa vez. Se asea cara, manos y pies y, ya vestido y tras haber comprobado que sus pertenencias siguen donde deben, coge unas monedas de cobre, cierra el arcón, se cuelga del cuello su llave y desciende al piso inferior de la taberna. ¡Buenos días, posadero, hoy desayunaré fuera, que tengáis un buen día! y pasa de largo hacia la calle, a atender, antes de nada, las quejas de su estómago, mientras olisquea el aire matutino y encamina sus pies hacia el dulce aroma del pan recién hecho...

La mañana se ha levantado fría, cosa no extraña dada la época del año en la que estamos. Un incomodo viento sopla desde el norte trayendo grises nubes que encapotan la ciudad y que amenzan lluvia.

Es temprano aún, pero parece que la gente en Bree ya ha empezado a trabajar o se está levantando para hacerlo. La mayoría de las viviendas arrojan a la calle vivas y cálidas luces y sus chimeneas despiden el humo de los fogones, donde suculentos desayunos se están preparando.

Paseas con paso tranquilo, observando los detalles que presenta la ciudad. Sus curiosos y discretos habitantes, que no dudan en saludarte educadamente al cruzarse contigo.

De repente una pequeña figura se cruza contigo

Rudigar pasea con paso seguro hacia una panadería, que siempre abren muy pronto por la mañana para comprar algo bueno de desayuno, procurando resguardarse del frío y de no pisar nada inconveniente, pues su idea es ir a hablar con los herreros de la ciudad para conseguir al menos un puesto de aprendiz que le permita sobrevivir. Al cruzarse con conciudadanos va devolviendo los saludos amigablemente, procurando decir aquellos nombres que ya recuerda.

Repentinamente una pequeña figura se le cruza.¡Oh! ¿Quién es a estas horas de la mañana? -se pregunta extrañado el fornido hobbit

Una preciosa hobbit se planta justo en frente tuya y te mira de arriba a abajo.

-Buenos días señor. ¿Es usted forastero verdad?.-

-Todo lo forastero que pueda ser un Belinfante de Cavada Grande en Bree, señorita. Mi nombre es Rudigar, encantado de conocerla -dice Rudigar con una sincera sonrisa y una ligera reverencia.

-¿Habéis desayunado ya? Iba de camino a la panadería... -continúa, tratando de juntar dos placeres de la vida.