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Misterios de Sol y Luna: Librería de medianoche (+18)

[Privado] Alexey Sokolov

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21/05/2016, 19:50
Bibliotecaria
Sólo para el director

Alexey nació en Povolska, un pequeño pueblo a cincuenta kilómetros al sur de Volgogrado, en un día de tormenta, una tormenta tremenda que anegó el pueblo y derribó varios árboles del bosque cercano. Hijo de un soldado raso y de una criadora de animales, vivió siempre casi en la pobreza. Conseguían comer todos los días, pero a duras penas, y desde muy niño tuvo que ayudar a su madre cuidando de los animales, pero no por eso dejó de ir al pequeño colegio público del pueblo. Su padre, las pocas veces que estaba en casa, nunca quiso que lo dejara, ya que quería que algún día tuviera una vida mejor. Era un sueño con pocas esperanzas, desde luego, ya que no tenían suficiente para que estudiara más allá de la educación pública, pero su padre se aferró siempre a esa esperanza. Aprendió allí inglés y a leer y escribir tanto en caracteres cirílicos como latinos.

 

Así, entre el duro trabajo de su madre de cuidar de los animales, y la escuela, pasó su infancia, sin más divertimento que la fascinación que desde siempre le producían las tormentas, ante las que se quedaba extasiado.

Creció así hasta a los veinte años, despertándose una mañana de enero bajo un sol encapotado y un cielo bajo y plomizo.

 

Aquél día se despertó pronto tras haber dormido mal. Los sueños que desde hacía semanas tenía de forma recurrente se habían repetido con especial intensidad.

No es que fueran malos sueños, ni pesadillas: pero eran perturbadores y siempre le dejaban con una sensación desagradable, como un regusto metálico en la boca y un extraño hormigueo en las manos.

Siempre era el mismo sueño. Se veía lejos, muy lejos, entre nubes y cielo azul. Aunque nada hacía suponerlo, sabía que estaba alto, a miles y miles de metros de la tierra, en el corazón del cielo. Veía entre las nubes unos gigantescos pilares de piedra labrada, enormes más allá de toda medida, inabarcables como el mismo cielo, perdidos en su infinitud. Entre ellos destacaban unas inmensas puertas de plata, trabajada de forma extraordinaria con millones de bajorrelieves de intrincado detalle. Eran magníficas, enormes, abrumadoras: despedían una majestad incontenible.

A veces, como aquella noche, veía un inmenso toro negro pasearse por delante de ellas, como si las protegiera, y oía los rugidos de un león desde lo alto de los pilares.

Al final, los portones se abrían, y tras ellos emergía una ola tan inmensa como los pilares, rodeada de fulgurantes rayos celestes. La ola impactaba en él, le envolvía, pero sin violencia: más bien como una madre corre a abrazar a su hijo reencontrado y le envuelve entre sus brazos.

Entonces, despertaba: sintiéndose mal y con un ligero dolor de cabeza, además del hormigueo y el regusto metálico.

Se vistió con su ropa de trabajo, un gastado abrigo de cuero, y unas botas altas, y salió de su casa.

Una ventaja de ser hijo de una curtidora era que sus ropas eran siempre más o menos buenas, y le protegían del terrible frío ruso. En el pueblo no era extraño que la gente se viera obligada a ir en harapos, y su padre tenía que cerrar con tres candados las puertas de la curtiduría como si allí guardara oro.

Povolska estaba en las lindes de un bosque enorme, con abundante vida salvaje. Sobrevivía gracias al ganado (unas pocas gallinas y cerdos) y una débil serrería que se anunciaba como “tradicional” pero lo cierto es que era tan solo vieja.

Solía comerciar con Daravoskaya, un pueblo vecino, que subsistía igual de penosamente.

La situación en toda la Rusia rural era igual, de empobrecimiento absoluto. La crisis económica no le había venido nada bien al país, y la clase baja había acusado el golpe. Cada vez más rusos trataban de emigrar hacia la UE, pero las fronteras eran difíciles de cruzar, tanto por los esfuerzos del gobierno ruso como por los de la propia Unión. Incluso Alexey se lo había planteado alguna vez, debido a que conocía bien el bosque y podía moverse por él, pero siempre lo desechaba debido a que no podría llevarse a su padre, que siempre estaba fuera, ni a su madre, que andaba a duras penas y tenía la espalda completamente doblada de años de andar agachada alimentando gallinas.

Se dirigió al pueblo vecino, pasando por delante de la curtiduría de su padre.

-¡Hijo!- llamó su padre desde dentro- antes de irte, ve a ver a Mayka. Asegúrate de que tiene las pieles que necesitamos o no tendré nada con lo que trabajar.

Mayka era uno de los cazadores de la aldea, y suministraba pieles a la curtiduría de su padre. Era uno de los pocos cazadores que podía ejercer su profesión, ya que la mafiya no permitía la caza furtiva. Es cierto que también era ilegal, pero eso era lo de menos. Tras la caída de Rusia en la pobreza, la mafiya había ganado mucho poder, y en los pueblos ejercía un férreo caciquismo. Además, dado el grado de corrupción, policía y mafia eran prácticamente lo mismo.

Mayka debía de pagar un gran impuesto a los mafiosos para poder cazar, y nadie sabía cómo era capaz de vivir con semejante carga.

Cambió su ruta y se dirigió a casa de Mayka, pero no le encontró allí. Supuso que se había ido de caza y retomó el camino a Daravoskaya.

Hizo sus compras en el pueblo y preguntó por Mayka, pero nadie sabía a dónde había ido. Cuando volvía a su pueblo, estaba empezando a llover y se apresuró a buscar al cazador. Sin embargo, antes de llegar, dos hombres le salieron al paso.

Parecían el uno una copia del otro: altos, corpulentos, vestidos con abrigos de piel de buena calidad, calvos y con feas cicatrices y tatuajes en la cara.

Mafiya. Alexey apretó los dientes al ver sus abrigos, tan gruesos y cálidos. Si los Turmenov hubieran tenido uno solo de ellos, no habrían muerto de frío el invierno pasado. Pero todo lo de mejor calidad se lo quedaba la mafia, como impuesto por dejarles malvivir en el pueblo.

-Buenos días- saludó Alexey con frialdad- ¿Qué tal el día, buenos señores?

-Frío- dijo uno- y lluvioso. Además estamos buscando a alguien y no aparece.- comentó, con exagerada despreocupación. Alexey frunció el ceño, ¿qué pasaba allí?-¿No tendrás idea de dónde ha ido, verdad?

-No sé de quién estáis hablando. Ahora, si me disculpáis, tengo prisa.

Alexey siguió por la calle, pero uno de los hombres le detuvo y le dio un puñetazo en el estómago. Sin rabia, ni ira, un gesto mecánico. Alexey se dobló.

-No te hagas el tonto, puerco. Será mejor que lo pienses o algo podría pasarle a tu querida madre la gallinera.

Se alejaron riendo.

Alexey corrió hacia su casa, abriendo de un portazo. Sus padres estaban allí, inclinados sobre el cerco de las gallinas, que ahora no contenía más que los cadáveres de los animales. Ambos lloraban.

Alexey calmó a sus padres y trató de enterarse de lo que había pasado. Preguntando por el pueblo, y regalando un par de pieles, se enteró de que Mayka había desaparecido. Al parecer la mafiya se había dado cuenta de que llevaba un tiempo sin pagar su impuesto, y parecía que cuando habían ido a por él, había huido. Ahora la mafia estaba convencida de que la gente del pueblo le estaba escondiendo, y habían empezado a sembrar el caos para hacerle salir. Dos personas habían muerto ya, y otras tres habían sido lisiadas, además de las pérdidas materiales.

Él tenía bastante relación con Mayka, le había enseñado a lanzar jabalinas en sus ratos de ocio, y muchas cosas sobre el bosque, por eso le habían preguntado. Confió en que no les hubiera dado la sensación de que les estaba mintiendo.

Se equivocaba.

De vuelta a su casa, con la lluvia arreciando, dos hombres le asaltaron en un callejón, poniéndole una bolsa negra en la cabeza.

Cuando despertó, estaba en un edificio destartalado, en las afueras del pueblo, que había sido una estación de tren que nunca se terminó. La lluvia repiqueteaba fuertemente contra los tejados de acero.

Se fijó en que estaba atado a una vieja silla de madera, justo cuando un hombre, con el mismo abrigo de piel de los de aquella mañana, entraba en la habitación.

-Alexey-sonrió, conciliador- No hagamos esto más difícil de lo que es. Tú nos dices donde está Mayka, y te soltaremos de inmediato. Incluso te repondremos las gallinas ¿Da? Venga, es fácil.

-No lo sé, no tengo ni idea de dónde ha podido ir.- Alexey tuvo miedo, supo que no le creería, pero no podía decirle lo que no sabía.

La sonrisa del hombre se volvió un poco menos conciliadora, y le aparecieron bordes peligrosos y afilados, como un cristal que se rompe.

Alzó el puño, e hizo crujir los nudillos, adornados con varios anillos de oro.

Alexey hizo una mueca al verlos. Valían más de lo que todo el pueblo ganaba en un año. Si él no…

-¿De verdad vamos a hacerlo por las malas?- la voz del hombre detuvo sus pensamientos- sabes que eso no será bueno para ti, aunque el final será el mismo para mí.

-De verdad, no lo sé, tienes que creerme, por favor- Alexey siguió diciéndole que no lo sabía, a pesar de que el hombre ya no le escuchaba.

-Alexey, Alexey. Qué alocados sois los jóvenes. Protegiéndole no le haces ningún bien.-Se le acercó hasta que pudo oler el vodka de su aliento, bebida que pocos podían permitirse- No solo voy a golpearte a ti, lo sabes, ¿verdad? También iré a tu casa. Y las gallinas no serán las únicas esta vez.

Alexey notó unas lágrimas saliendo de sus ojos.

-No, por favor- se tragó el poco orgullo que tenía y suplicó- Por favor. No les hagáis daño. No puedo deciros donde está, no lo sé, pero… os ayudaré, os ayudaré a buscarlo. Le conozco y sé dónde puede haber ido, cómo oculta su rastro. Puedo ayudaros, pero por favor, no toquéis a mi familia.

El hombre le miró con incredulidad un segundo, luego se irguió y soltó una estridente carcajada.

-¿Lo oyes, Petrov?- dijo dirigiéndose al otro hombre, que permanecía apoyado en la pared- Este crío nos quiere tener dando vueltas por el bosque como tontos mientras ellos ocultan al ratero ese. Se cree que somos imbéciles. Muy bien, tú lo has querido.

Los anillos de oro se le clavaron el estómago, en el rostro, en las costillas.

Alexey boqueó, cegado por el dolor.

El hombre se trasteó con algo que había tras él, y volvió con una herramienta parecida a una llave inglesa, que activó pulsando un botón.

Alexey gritó.

Durante horas fue torturado, con la fría eficacia que domina la mafiya. Sin embargo, no se desmayó en ningún momento. Cada vez que el dolor amenazaba con superarle, cerraba los ojos y se centraba en el repiqueteo de la lluvia, que vaciaba su cabeza de todo dolor y le transportaba a un lugar sin pena ni tragedia, un lugar tranquilo y pacífico como un lago en el bosque.

A veces, entre los delirios de la semiinconsciencia, le parecía ver la tormenta de su sueño, desarrollándose con una furia terrible.

En una de esas ocasiones, mientras el hombre le cortaba en el pecho con una ruidosa sierra radial que goteaba aceite oscuro, le pareció ver un destello de un relámpago, que se colaba en la sala y explotaba, derribando a los hombres.

De pronto, una voz que no era de los mafiosos le sacó de su estado febril: era una voz dura, ronca, pero con un toque de amabilidad que despejó a Alexey.

-Por fin te hemos encontrado.

Los hombres de la mafiya estaban en el suelo, caídos en extrañas posturas, y en el centro de la sala, cuatro hombres con uniforme militar y ametralladoras automáticas le desataban de la silla.

-Pero…-logró decir- ¿Quiénes sois vosotros?

El más alto, que se presentó como Sergey, le ayudó a levantarse y le respondió:

-Nos llaman Spetsnaz. Tenemos noticias sobre tu padre.  

 

Mucho después, ya curado y recuperándose de sus heridas, Sergey le explicó que eran una división especial de los Spetsnaz, y que habían ido a su pueblo a buscar a su familia para darle la noticia de que su padre había muerto en acto de servicio. No le dijeron cómo, ya que al parecer era información clasificada. La mafiya había decidido dar con Povolska un castigo ejemplar, y habían matado a su madre y a la práctica totalidad del pueblo. Alexey quiso irse, pero Sergey le dijo que aún le buscaba la Mafiya y que no era buena idea. Además, no tenía sitio al que volver, ya que el pueblo había quedado abandonado.

Sin otra perspectiva de futuro, Alexey hizo lo único que podía hacer: se unió al ejército, pasando por todas las pruebas de la Academia sin problemas, y, finalmente, entró en los Spetsnaz. Sergey se había convertido en una especie de padre adoptivo para él, y le recomendó para entrar en su división. Tuvo que hacer una cantidad increíble de pruebas y papeleo, pero al final, Alexey entró.

El primer día, le preguntó a su jefe, el capitán Ivanov, qué era lo que en realidad hacían allí, ya que nadie se lo había dicho.

-¿Recuerdas el incidente Tunguska?- le respondió.

-Sí, claro, lo recuerdo. ¿Fue un meteorito, no?

Ivanov soltó una carcajada.

-Sí, un meteorito. Esa es la versión oficial, ¿verdad? Verás, aquí no trabajamos con la versión oficial. Aquí trabajamos con la verdad. Bienvenido al Issepraskila. Por si nadie te lo ha dicho, ese nombre es por Isseldovaniye pravitel skrytyy sila (investigación gubernamental de fuerzas ocultas).

Desde ese día, Alexey ha participado en un gran número de misiones por toda Europa, descubriendo que le encantaban los mitos y el ocultismo, y se ha dedicado a recuperar para el Issepraskila multitud de reliquias y artefactos antiguos, además de documentos y antiguos mapas. Su gusto por lo oculto ha llegado al punto en el que incluso cuando está de permiso se dedica a ello, y por eso es uno de los agentes más respetados en la actualidad dentro del Issepraskila.

Hace una semana le concedieron un permiso de dos meses, en el que ha decidido visitar Rumanía e investigar en sus bibliotecas sobre sus temas favoritos: mitología y leyendas eslavas. 

Cargando editor
23/05/2016, 00:02
Bibliotecaria
Sólo para el director

Al igual que todas las versiones oficiales... La de esta Biblioteca no parecía ser lo que era. Es una Biblioteca conocida siempre por haber estado muy resguardada y celosamente cuidada por sus dueños. ¿Qué tipo de secretos pueden estar guardados en un lugar así? ¿Información clasificada? Quizás el gobierno rumano y los europeos cuentan con secretos e información importante ahí.

Tras los recientes ataques de Rebellion.-Ataques obviamente de carácter "especial"- Es necesario recopilar la mayor cantidad de información "especial" posible. No toda la gente del mundo lo sabía, pero los actos de Rebellion dejaron heridas bien abiertas tras sus ataques. Rusia no tiene que perder esta guerra. Tampoco quiere ganar enemistades, pero hay que descubrir lo que hay ahí, intentando evitar lo máximo posible un conflicto internacional.

Es por eso que Alexey ha sido mandado allí. Lleva un tiempo trabajando y ejerciendo. Es de sus primeras misiones realmente importantes. Tiene la entrada pagada y todo listo. Ya sabe lo que tiene que hacer.

Notas de juego

Esta escena privada se mantendrá a lo largo de toda la partida y capítulos para cuando queráis comentarme algo en privado, rolear y para diversos momentos de la historia dónde sucederán cosas. Puede llegar a ser más importante de lo que pensáis. ¡Un saludo!