Partida Rol por web

Pieter retrocedió sobre sus pasos sin apartar ni un solo instante la vista de la casa. Cuando alcanzó la cancela siguió vigilando su entorno y sólo cuando llegó de nuevo a la línea de árboles se permitió mirar en otra dirección.

En ese momento la tempestad se reanudó, y lo hizo con mucha más fuerza que antes. Comenzó el regreso siguiendo su propias huellas que aparecían medio borradas... mucho más difuminadas de lo que deberían estar considerando que la tormenta había remitido durante un tiempo... era como si la tormenta no hubiera cesado en ningún momento. Obligándose a centrarse en su misión Pieter avanzó trabajosamente contra un viento que parecía empeñado en empujarlo hacia la casa de nuevo.

Había avanzado tan solo unos metros cuando vio que un grupo de personas se acercaba hacia él. Medio cegado por la ventisca le costó un gran esfuerzo identificar al grupo, eran sus compañeros. Le llamó la atención que alguien más se había unido a la patrulla, un soldado alemán que mostraba signos avanzados de congelación. Por su parte sus compañeros y lo prisioneros parecían estar sufriendo también los efectos del frío... pero, si había cesado la tormenta mientras el había estado explorando... ¿Por qué sus estado había empeorado tanto?

Tan pronto como Diederick identificó a Pieter se adelantó para pedirle un informe de la exploración:

- ¡Informe soldado! - gritó para hacerse oír por encima del vendaval.

Caminaron durante unos cuantos metros. No podría decir cuanto estuvieron andando pues ni minutos ni número de pasos ni distancia recorrida eran medidas que hubiera podido controlar. Estaba más pendiente de que los dos prisioneros hicieran algo más que manitas que de ver cuanto estaban avanzando. Confiaba en que Hans estuviera bien alerta por si las moscas.

De pronto la voz del teniente le sacó de su estado de concentración. Miró hacia el frente y vio como Pieter venía de vuelta hacia ellos. -Maldita sea, ya era hora. Dime que tienes buenas noticias chaval. -¡ALTO! -gritó a los prisioneros. Los demás podían quedarse a charlar con el soldado, pero él debía velar porque ninguno de los dos huyera o hiciera algún movimiento extraño.

-Separaos hasta que reanudemos la marcha -Octavius iba a permitir que siguieran agarrados mientras estuvieran andando. Más que nada para que nadie tuviera que cargar con un ruso moribundo, sino que fueran ellos los que se sujetaran el uno al otro por si desfallecían. -Si uno cae el otro cargará con él o cavará una tumba para dos. No podemos dejar un cadáver aquí o podrían encontrarlo e investigar por la zona. Maldita tormenta, maldito país y malditos sus habitantes.

Tenía tanto frío que despellejaría a los rusos solo por ponerse un abrigo sobre los hombros. La ropa que llevaba había estado aguantando estoicamente pero el agua había empapado hasta sus calzoncillos. Así que no tardaría mucho en acabar como el soldado Dieter si Pieter no traía noticias de un buen refugio donde guarecerse. -Vamos Pieter, dime que es una casita con chimenea, con una sopa caliente esperándonos y una cama donde poder dormir.

Finalmente el alemán que fue a explorar regresaba,lo que provocó el alto en la marcha del grupo.Alexeva ya respiraba trabajosamente así que dio la bienvenida al parón,al menos hasta que su maldito carcelero procuró una vez más hacerles sentir como perros atados sin compasión.

La mujer rusa obedeció la órden de separarse de Grigori,no sin antes darle un apretón en el hombro y susurrarle de nuevo,una vez se aseguró de que Octavius no les oía  [Vamos,¡debes tener fuerza!Pronto será nuestra ocasión... ]

Continuaba avanzando. La lluvia ya había conseguido desde hace algunas horas que su cuerpo tiritase de frío, necesitaba entrar en calor o pronto iba a servir de comida para los cuervos cuando se anunciase el nuevo día.

Tosío lo mas fuerte que pudo, para aparentar que estaba cerca de una hipotermia, y de paso poder llamar la atención del médico alemán. -Vamos cabrón, me estoy muriendo. Cumple como un soldado..- Al notar la mirada del médico sobre su figura pudo dejar de pensar lo pobre que puede llegar a sar la nostalgia de una persona. No duró mucho ese pensamiento en su cabeza, la mujer se acercó, arriesgándose su vida por abarcarle con uno de sus finos brazos. La verdad que aquel gesto fue tan bello como abrir un regalo por Navidad. Sintió su calor, su contacto para poder calentarse por fricción. Avanzaron y avanzaron sobre terreno difícil, hasta que una silueta avanzaba hacia el pelotón. <<Gracias>>

Era el soldado que hace interminables minutos había ido a investigar la zona. Les mandan detenerse y no solo eso, si no a despegarse uno del otro. Quizá el soldado chulito tenía envidia de que Grigori estuviera con una mujer, si sería eso, ese cabrón no habrá tocado a una mujer en condiciones desde que salió de su País. El campesino levantó las manos mostrando que ya se habían separado y esperó como el resto las nuevas que traía el soldado, sin embargo torció la boca para susurrar disimuladamente algo a Alexeva.

<<Lo sé>>

Sus pasos hacia el grupo se volvieron muy pesados sabiendo de alli donde venia. Era grande la incognita que tenia en su interior pero el mantenerse allí de poco les iba a servir. Se fue acercando paso a paso, torturosamente, a través de la tormenta agachado y luchando contra el viento que, curiosamente, soplaba en dirección contraria a la que el estaba tomando. Al llegar a la altura de su superior escuchó en un susurro lo que era, obviamente, una orden en forma de grito. El viento hacia que las palabras desapareciesen o se atenuaran de una forma anormal. ¿Cuanto tardarian en ser ellos los que sucumbiesen a la fuerza del viento?.

Pieter saludó de forma marcial sin tentar a la suerte y esq de hacerlo de una forma mas correcta, lo que se consideraba totalmente erguido, podría hacerle caer de espaldas. - ¡SEÑOR! - gritó para hacerse oir entre sus compañeros - ¡MAS ADELANTE SE ENCUENTRA LO QUE PARECE SER UN CASERÓN!¡PEDÍ CONFIRMACIÓN DE ALGUN TIPO DE HABITANTE Y NO RECIBÍ RESPUESTA!- intentaba hablar rapido pero claro. La situación era casi dramática, pero no quería meter a sus compañeros en lo que, según él, podría ser una emboscada. -¡TODO ES MUY RARO SEÑOR!¡LA TORMENTA PARECE AMAINARSE ALLÍ Y CREO QUE PODRIAMOS ENCONTRARNOS CON EL ENEMIGO! - sus palabras pretendian ser esclarecedoras puesto que cualquier cosa que obviase podría correr en su contra - ¡ME ACERQUE HASTA LA PUERTA Y LA ABRÍ PARA CONFIRMAR LA SOLEDAD DE LA CASA, PERO CREÍ VER LA SOMBRA DE UN NIÑO AL HACERLO!¡NO ME DA BUENA ESPINA SEÑOR! - Dió su informe como acabado y volvió a saludar esperando nuevas ordenes. Empezaba a notar el frio en su cuerpo ya que en aquel lugar este era mucho menor y, sobretodo, soportable.

Al joven medico casi se le llenan los ojos de lagrimas cuando escucho aquel reporte, en su fuero interno había perdido ya toda esperanza de salvar la vida y sin embargo aquel compañero había regresado con buenas noticias. Señor, si podemos llegar a ese lugar quizá pueda hacer algo por los compañeros!!! Dijo el joven en un intento innecesario de asegurarse de que el grupo se dirigiera a aquel lugar.

Cuando vieron la figura de su hermano, luchando contra el viento y la lluvia al igual que ellos mismos, Hans sintió que un peso se le quitaba de encima. Más al escuchar a viva voz su informe el pequeño alivio que había sentido desapareció al momento, sustituido por un nuevo peso, el de la preocupación. Había sentido la misma sensación que su hermano al ver aquella luz. Tampoco a él le daba buena espina pero en esos momentos una posible trampa, una posible muerte, era mucho mejor que una muerte segura.

Y si de algo estaban todos seguros, si en algo coincidían en estos momentos todo el grupo -soldados y campesinos, presos y captores- era que iban a morir todos de frío en aquel lugar si no se ponían a resguardo. Aquella casa era su única opción.

Permiso para reanudar la marcha mi Teniente.

Diederick escuchó el informe del explorador y asintió ante el comentario del médico. El chico tenía razón, aquella era su única oportunidad para salvarse.

- Bien, vamos a entrar en esa casa como si fuéramos a tomar una posición al asalto. Entraremos a la carrera. Pieter, Hans y Octavius, ustedes irán a la cabeza, entrarán en el caserón y tomarán posiciones para asegurar la zona de la entrada. Llévense a un prisionero para utilizarlo como escudo en caso de necesidad. Grüber, usted se hará cargo del otro prisionero y entrará inmediatamente después. Karl, ocúpese de Dieter e intenten mantener el ritmo. Yo cerraré la marcha y vigilaré la retaguardia. ¿Entendido? ¡Ahora vamos!-

Hans reanuda la marcha que se convierte en un trote, le da una palmada en el hombro a su hermano "bien hecho" aunque no hay tiempo para nada más.
El fusil apuntando hacia abajo pero con los brazos flexionados y apunto para disparar en cualquier dirección.
Desde luego no será Hans quién coja a uno de esos pobres campesinos para cubrirse, les deja esa posibilidad a Octavius y a su hermano Pietr, no quería cambiar movilidad y tiempo de reacción por tener que estar al tanto de uno de esos pobres desdichados.
Sus pisadas golpeaban el suelo recubierto de nieve como latigazos, sus palabras sonaban como codificadas entre las ráfagas de viento. El corazón le latía con más fuerza a medida que la figura de aquel edificio, desdibujada por la lluvia y las inclemencias del tiempo, se hacía más y más grande frente a ellos.

Al fin apareció Pieter, como un fantasma en plena noche bajo aquella lluvia, como un mesías trayendo buenas noticias. Corría hacia ellos hasta que se detuvo en seco al escuchar al teniente. Les informó de la existencia de un caserón donde podrían resguardarse de aquella maldita tormenta y del frío que empezaba a helar sus manos y pies. Pisoteó el suelo y dio un par de palmadas dejando por un momento que el fusil colgara sobre la bandolera. Volvió a cogerlo para evitar que sus prisioneros pensaran que iba a flaquear.

-Entendido mi teniente -Miró a la chica para dirigirse a ella [ -Tu delante, no escapar. Solo correr. ] -Así lo entendería mejor. Si no lo entendía tenía un problema, acabaría enterrada en nieve y barro. -Me quedo con la chica, iremos delante. Seguro que este desgraciado no se atreve a hacer nada para no ponerla en peligro. -Dijo señalando a Grigori, luego empujó un poco a la chica para que iniciara la carrera delante suya -¡VAMOS! y echó a correr tras ella.

Procurando que no se quedara atrás intencionadamente o intentara alguna jugarreta, Octavius se mantuvo en su posición agradeciendo la carrera con la que estaba entrando en calor. No había nada como una buena carrera por el campo, como en los días de instrucción, para no morir de frío.

Si al llegar encontraban enemigos se encargaría de acabar con ellos o morir en el intento. Si estaba desierta usarían bien la casa para guarecerse y poder secar su ropa. Quizás incluso hubiera ropa para cambiarse. La sombra del niño le preocupaba algo más, pero si había un niño en la casa podría haber más campesinos. No importaba, darían buena cuenta de ellos para que no dieran la voz de alarma.

Viendo a su hermano que se dirigía hacia la casa, se dio la vuelta rapidamente para evitar que se adentrara solo en aquel extraño lugar. Parecía mentira que tuviera que ser él el que tuviera que cuidar de su hermano y no, como esperaban sus padres, del reves o, al menos, eso pensaba. En aquella dirección la resistencia del aire era bastante inferior por lo que le costó menos alcanzar a su hermano aunque lanzaba miradas a su retaguardia para ver como venian de rapido sus compañeros.

Alexeva sentía una vez más la agobiante presión del extraño soldado alemán.Parecía incluso disfrutar tomándola con ella,y aprovechaba cada ocasión para zaherirla.No obstante,la mujer no entraba nunca en su juego y continuaba dócil en su papel de cautiva del malvado teutón.

Así las cosas,el teniente Diederick dio la órden de tomar la casa al asalto,y Octavius de arrogó el papel de protegerse con Alexeva como escudo.

[ -Tu delante, no escapar. Solo correr. ] balbuceó en un remedo de su precioso idioma natal el bastardo.Alexeva miró a los ojos del soldado mientras corrían hacia la casa y le contestó,también en ruso [Por favor,no puedo más...] Tales fueron las últimas palabras que pudo pronunciar la mujer,pues el agotamiento,el frío y el hambre se cobraron factura de golpe.Las piernas de la rusa tropezaron en una raiz de árbol semioculta por la nieve,dando con su cuerpo en el suelo,tan fuerte el golpe que Alexeva quedó tirada,sin levantarse...