Partida Rol por web

Nieve Carmesí IV

La Mansión

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18/03/2009, 09:57
Octavius

Octavius corría tras la chica rusa. Le daba igual si le servía de escudo o no. Había sobrevivido a cosas peores y ya había conocido la poca puntería de estos lugareños. También conocía bien lo que hacían con sus mujeres y lo poco que les importaría sacrificar la vida de ellas si con ello mataban a un alemán. -No pares.

"No pares" fue lo último que resonó en su cabeza antes de que la chica cayera estrepitosamente al suelo. Tonterías o no, estaba claro que aquello no era precisamente su idea de no parar. Miró al sargento y al teniente esperando algún tipo de orden o cambio de planes. No iba a dejarla allí en el suelo, no podía fiarse de dejar cabos sueltos. [ -Arriba ] -dijo mientras la empujaba con el pie para ver si reaccionaba.

Octavius allí de pie, parado en mitad del bosque se preguntó si no sería mejor pegarle un tiro allí mismo y no tener que andar cargando con ella. -¿Señor? -miró al teniente esperando una nueva orden. Sacó el cuchillo del cinturón. Si había que rematarla sería sin hacer ruido. Miró a Grigori y sopesó sus posibilidades. -El campesino podría llevarla en brazos pero nos retrasaría. O puedo deshacerme de ella.

Notas de juego

Cuidado con lo que pensáis sobre lo que hace Octavius. Un empujón con el pie, con el fusil o ayudarla a incorporarse no significa darle un patada, un golpe en el costado o arrancarle el brazo. Cuando sea algo brusco o duro de verdad lo dejaré claro ;)

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18/03/2009, 12:33
Hans

Hans se detuvo cuando Octavius también lo hizo, observó a la mujer en el suelo e incluso estuvo tentado de ayudarla. Pero con eso solo ganaría enemigos y rencores.
Así que se limitó a no hacer nada, se quedó apuntando hacia adelante, por si alguien pudiera haber seguido a su hermano hasta el grupo. Su hermano era muy buen soldado y era difícil que esto hubiera sucedido, pero sus enemigos estaban mucho más acostumbrados que ellos al frío y eso les hacía más temibles e impredecibles.

Aunque Hans apuntaba hacia adelante, en dirección a la figura de la casa que se recortaba a lo lejos, tenía puesto sus sentidos a su espalda, donde el grupo se había detenido al caer la campesina.

Hans no dijo ni una sola palabra, se palpó durante un momento el bolsillo en el que tenía el collar de su mujer, para que le diera fuerzas, y esperó nuevas órdenes.

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18/03/2009, 16:42
Grüber

El médico se encogió de hombros. ¿Por qué me dejan con el moribundo?, sin externar sus pensamientos el joven se limito a dar un par de golpes con su bayoneta en la espalda del prisionero, lentamente caminó detrás de aquel pedazo de carne. Pobre infeliz, ¿por qué tenias que estar en nuestro camino?, ¿por qué no moriste como los demás? La nieve congelaba sus botas, sus pies y sus piernas, el frio subió hasta su pecho y cabeza, toda aquella situación era intolerable.

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18/03/2009, 18:08
Teniente Diederick

Un nuevo contratiempo, un nuevo obstáculo. El teniente estuvo cerca de dar la orden de que se deshicieran de los prisioneros, pero sabía perfectamente que podrían resultarle de ayuda más adelante. Aunque si se convertían en un problema mayor él mismo les pegaría un tiro.

El teniente sacó la pistola de su funda y se acercó a Grigori con paso decidido, apartó a Karl y apoyó el cañón de la pistola en la sien del prisionero.

- [Levántate y procura no volver a caerte o tu compatriota sufrirá las consecuencias.] - le dijo a la mujer en perfecto ruso - [A partir de ahora os quedáis con Karl, Grüber y conmigo en la retaguardia, justo tres pasos por delante de nosotros, ni uno más ni uno menos. Más os vale ayudaros el uno al otro para no quedar rezagados.] -

Luego se dirigió a Octavius para darle nuevas instrucciones.

- Nosotros nos encargamos de los prisioneros. Usted vaya en la vanguardia con Pieter y Hans. -

Viendo que la mujer se hacía la remolona para levantarse, amartilló el arma sin retirarla de la sien de Grigori - [ ¡Vamos, no tenemos todo el día! ] -

Notas de juego

Veamos que hace Alexeva, si se decide a levantarse entonces pasaré a la descripción de la casa sin más preámbulos, si no... tendremos un poco de sangre y sesos por aquí. Lo siento Grigori, no es nada personal :)

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18/03/2009, 20:27
Grigori

Se quedó con las manos en alto, escuchando el informe del soldado. No podía casi ni articular palabra alguna, pero al menos aún tenía las suficientes fuerzas como para poder escuchar. Cuando el soldado terminó el informe, dijo algo de la sombra de un niño. A Grigori, no le dió buena espina aquel lugar, como si hubiera cobrado fuerzas por un instante, abrió la boca con el rostro mirando al cielo. Gotas de lluvia entraban en su garganta seca, reconfortándola y aliviándola de la sequía.

-¿Qué pensáis hacer ahora listillos?-

Bajó los brazos al tiempo que la cabeza, y tan solo tuvo que esperar dos pinchazos de la bayoneta para mover sus piernas hacia la casa. Sus piernas se movían tan rápido como podían. El terreno era demasiado difícil para alguien que no está acostumbrado a correr con esta climatología, aunque intentó mantenerse erguido, sus piernas empezaban a vacilarle y pronto estaría a punto de caer seminconsciente. -¡¡NOOOO!!- Cuando vió caer a la mujer, creía que la habían pegado un tiro.

Se separó de su vigilante y fue a socorrer a Alexeva, cogió uno de sus brazos y lo pasó por detrás de su cuello para que al levantarla no fuera tan costoso. -Venga arriba.. ahora eres tú la que tiene que dar un poco más, no puedes rendirte ahora- La susurra aprovechando el movimiento. En ese instante, una sensación familiar corroe su cuerpo: El cañón de una pistola emuja con fuerza su sien. Girgori no puede hacer otra cosa que quedarse quieto. Es entonces cuando recuerda una vez que sinitó mucho mucho frío, que se le frisó la boca, y no podía reírse. Pues esta vez tenía miedo de que se le volviera a congelar la sonrisa.

A la espalda del teniente Diedireck, se ocultaba una sonrisa fría en Grigori. -A la orden..- Dijo irónicamente mientras levantó a la campesina en brazos. Se dió la vuelta, y tan solo tuvo que esperar su orden para salir corriendo en brazos con la campesina hacia la casa.

Notas de juego

Tranqui ;)

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19/03/2009, 06:21
Alexeva

Alexeva esperó hasta el último instante la reacción de los soldados alemanes.Contaba con que al menos uno de ellos se detendría al ver su caída,pero desde luego no esperaba que toda la patrulla se detuviera en seco y desandasen sus pasoss para ocuparse de ella.

En ese momento el maldito teniente amenazó a Grigori si ella misma no se levantaba.El bastardo parecía adivinar los pensamientos de la mujer,y de hecho les dio tanto a su camarada ruso como a ella unas precisas órdenes en perfecto ruso.

Al menos ya sabemos que puedes entendernos,perro... pensó consternada.Si quería sobrevivir,debía tener mucho cuidado con ese hombre.Quizá Octavius era cruel y deseaba acabar con ellos,pero desde luego,el inteligente era el teniente.

Alexeva agradeció con un apretón la ayuda de Grigori,al tiempo que se servía de la fuerza de éste para levantarse.EL hombretón quiso cargar con ella,pero Alexeva se negó.

[Tranquilo.Puedo seguir sola.Guarda las fuerzas,camarada] dijo mientras obedecía las instrucciones de Diederick.

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19/03/2009, 09:41
Director

El teniente observo las evoluciones de los prisioneros y cuando se convencio de que, al menos por el momento, no iban a ser un problema, guardo el arma y dio la orden de reanudar la marcha.

El grupo reanudo la marcha, los tres hombres de cabeza fueron los primeros en conseguir entrever el contorno de la casa. A diferencia de lo que habia dicho Pieter, la tormenta no solo no remitia alli, sino que parecia recrudecerse por momentos. Las huellas les indicaron que habian alcanzado el punto en el que Pieter se habia detenido por primera vez para inspeccionar la casa. Se encontraban en el linde del bosque. El resto del grupo se les unio casi inmediatamente.

Aunque la visibilidad no era tan buena como la que habia disfrutado el explorador aun se podian distinguir algunos detalles de la casa. Se trataba de una vieja mansión de al menos dos plantas. Los muros de ladrillo aparecían desgastados por la erosión de la nieve y el viento, y horadados por maleza y trepadoras que se secaron mucho tiempo atrás, pero que habían persistido agarradas entre las rendijas a pesar de ello. Las ventanas eran grandes, algunas enormes cristaleras, pero por culpa de la tormenta y del polvo fijado al interior de las ventanas era imposible adivinar que se ocultaba tras ellas. La nieve se acumulaba en los tejados pronunciados, algunos picudos.

El edificio estaba completamente rodeado por una altisima reja de hierro forjado terminada en puntas lanceoladas. La verja acotaba un amplio espacio que debia ser el jardin a juzgar por las copas de los grandes árboles, coníferas en su mayoría, que sobresalian por encima de las puntas de hierro. El unico acceso visible era una solida cancela de dos hojas aue se encontraba entornada y hacia la que se dirigian las pisadas de Pieter.

Desde su posición, atisbaron unos instantes en busca de cualquier signo de actividad. Tal y como habia informado el soldado la mansión parecía estar completamente abandonada. Y tampoco se divisaban otras huellas que no fueran las de Pieter.

Curiosamente mas alla del linde del bosque no se observaban los ya familiares crateres causados por la artilleria y que plagaban toda la arboleda. Es mas, el edificio parecia estar totalmente intacto salvo por lo que se refiere al deterioro sufrido por el paso del tiempo. Desde aquel angulo parecia que nunca habia sido alcanzado por un proyectil.

Notas de juego

Perdonad por la falta de tildes y posibles errores tipograficos, pero escribo desde un teclado frances, todo es diferente y no encuentro la tilde. Cuando tenga un teclado como los dioses de la tecnologia mandan lo corrijo.

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19/03/2009, 10:07
Director

Tan pronto como Octavius tuvo a la vista la casa comenzó a tener una creciente sensación de desasosiego. No se trataba del típico "Esto me da mala espina", era algo más. A cada paso que daba en dirección al edificio la antigua marca de nacimiento parecía escocerle más. Su sangre gitana clamaba y gritaba advirtiéndole de la presencia de un antiguo mal en aquel edificio.

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19/03/2009, 10:07
Director

La Vieja Mansión, La Casa Maldita, El Hogar de los Muertos… aquel lugar tenia tantos nombres como historias circulaban sobre él. Casi todo el mundo por la zona habia oído alguna o varias de ellas y sabia que aquella es una casa prohibida, donde nunca iba nadie y de la que nunca salia nadie. La mayor parte de estas historias coincidian en que la mansión perteneció hace décadas a una familia influyente y adinerada sobre la que cayó una horrible maldición. Era a partir de ahí donde las lenguas diferian. Habia quien decia que se volvieron locos y se mataron entre ellos, otros afirmaban que fueron castigados por el tipo de vida que llevaban, por poseer más de lo que Dios les había entregado en suerte, hay quien contaba que fue cosa de brujería, magia negra, el demonio y un sin fin más de patrañas. Por supuesto todo eso eran leyendas, supersticiones del pueblo, pues nadie se habia atrevido, que se supiera, a internarse en ella.

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19/03/2009, 10:12
Teniente Diederick

- Continuemos. - se limito a ordenar el teniente intentando imponer su voz a la tormenta con escaso exito.

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19/03/2009, 14:25
Alexeva

Una vez llegaron a estar a la vista de lo que pensaban que sería un refugio,Alexeva comprendió cuánto habían avanzado desde que fue tomada prisionera.

Su campo de acción durante la guerra se hallaba bastante alejado de este lugar,pues conocía la vieja mansión.Todos los oriundos de la zona la conocían.Alexeva no era una persona demasiado supersticiosa,pero no pudo evitar detenerse un segundo al contemplar la intocable estructura,respetada por los bombardeos,que se alzaba como desafiando a quien fuera lo bastante estúpido como para entrar en ella.

La mujer rusa se volvió lentamente hacia el teniete Diederick y los demás soldados alemanes.Quizá cometía un error al hablarles,esta vez en su verdadero dominio del idioma teutón,pero la advertencia que había de darles debía ser tomada en serio.

Teniente dijo,incluso con el acento correcto.De hecho ya ni siquiera parecía una campesina,pues su porte y postura habían cambiado Somos enemigos.Pero si entramos a refugiarnos a ese lugar puede que no salgamos jamás.Esa casa está maldita,y nadie ha entrado en ella desde hace décadas.

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19/03/2009, 17:45
Grüber

Al escuchar las ultimas palabras de la prisionera el medico tuvo ganas de echarse a reír a carcajada suelta, sin embargo el frío y lo critico de la situación le contuvieron. ¿Pero es que estos campesinos son realmente tan idiotas para creer tales patrañas?, no lo creo, mas bien son tan estúpidos como para creer que nosotros caeremos en una treta tan infantil, seguramente ya se saben perdidos y quieren perdernos a todos como una ultima venganza.

En seguida el joven galeno avanzo hasta su teniente y luego de cuadrarse y saludar como era debido dio su opinión. Señor, pido permiso para hablar. Luego de que este le es concedido continuo. Estos campesinos son muy crédulos señor, pero eso no importa, es irrelevante si la casa esta maldita o no, si no entramos a refugiarnos del frío cuanto antes, todos nosotros vamos a morir y me temo que no de la mejor forma, incluso si la casa estuviera repleta de enemigos tendríamos que arriesgarnos, la muerte esta tras nosotros y falta poco para que nos alcance. El tono de su voz no deja lugar a dudas, es firme y determinado, no había mas que decir.

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20/03/2009, 00:25
Pieter

Pieter puso una mano en el pecho a Hans y lo apartó hasta ponerlo a su retaguardia. No entendía el cambio repentino en el ambiente. Ya le pareció extraño en aquel momento en el que se encontró sin ningún viento que le sacudiera ni una gota que le salpicara y ahora que, simplemente, se recrudecía. - ¿Mi mente me esta jugando una mala pasada? - Se preguntaba ya que las piezas del puzzle no parecian encajar.

Se encontraban ya al lado de la primera puerta y su espalda se apoyó contra el bloque que mantenia la puerta en pié. Asegró su arma una vez mas por si el frio la lluvia pudieran incapacitarla para su objeto, ser disparada. Su mirada se dirigió a su teniente a la espera de seguir siguiendo ordenes e internarse rapidamente hasta la puerta. Tambien lanzó una mirada a Octavius, que sería el hombre que correría a su lado en primera linea.

No esperaba que se encontraran nada hasta la puerta principal, pero esa sombra realmente le dió mucho que pensar a Pieter. - ¿Habría una familia dentro? ¿Algún soldado ruso estaría esperando nuestra entrada? - solo habría respuestas una vez dentro, eso estaba claro.

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20/03/2009, 09:55
Octavius

Avanzaban a paso ligero hacia la mansión. Ahora podía distinguirla, era un caserío antiguo y bien conservado para lo que era la climatología en aquel lugar. Parecía desierta e inhabitada, pero cuantas otras casas había visto medio derrumbadas y servían de escondite para francotiradores y soldados con bayonetas.

Se acercaron más siguiendo las instrucciones del teniente hasta que un escalofrío recorrió su cuerpo desde el cuello hasta la punta del dedo gordo del pie. La mano derecha, que hasta ahora no había dado señales de vida más allá del frío, empezaba a quemar como si sostuviera una cerilla encendida. Se miró las manos y luego a la casa y se preguntó si realmente no sería buena idea buscar otro lugar y arriesgarse a morir de frío.

Escuchó a la rusa, que había abandonado su precario alemán para cambiarlo por uno más fluído. -Todos mienten -pensó Octavius -no te puedes fiar ni de uno solo de estos bastardos. Ni mujeres, ni hombres, ni soldados ni campesinos. Todos muertos dan menos problemas. Sin embargo puede que tenga razón. No me gusta esta casa.

Sonrió y pensó que si el mal estaba allí dentro, él acabaría con él o moriría al fin. Poco le importaba. No iba a comentarle nada al teniente, al menos nada aún. No quería quedar como alguien débil y asustadizo. La chica ya les había advertido, aunque si él estuviera en el lugar de sus compañeros, tampoco se lo creería. Se puso a un lado de la puerta e intentó echar un vistazo rápido por la ventana más cercana procurando ser cuidadoso para no ser visto.

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20/03/2009, 10:28
Hans

Hans escuchó la advertencia de la campesina al mismo tiempo que su hermano le apartaba a un lado. Le indicó a este su siguiente movimiento y se colocó -espalda contra piedra- al otro lado de la puerta, enfrente de su hermano y separados por la entrada a ese lugar.
La advertencia de la campesina, más que cháchara, le parecío una confirmación a lo que el mismo sentía al observar ese lugar. Cuando la espalda mojada de Hans entró en contacto con la piedra de ese lugar, notó que era mucho más frío que la nieve misma, y le vino a la cabeza una imagen suya recostado en un ataud, a varios metros bajo del suelo.
Se centró en la situación, miró a los ojos a su hermano guiñándole un ojo (como le hacía de niños, cuando uno de los dos hacía una travesura y ambos se negaban a decir quién había sido...tiempos realmente lejanos) indicándole que estaba bien, todo lo bien que alguién podía estar en esa situación.
Tras eso y con el fusil preparado observó al teniente por si daba la orden de internarse en el lugar.

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20/03/2009, 15:43
Grigori

El campesino, dejó en tierra a la mujer. Pudo sentir alivio en los brazos, y eso le supo a agradecimiento. Al llegar al lugar, Grigori, tomo aire. -No puedo más. Alzó la vista unos instantes, y todo ese cansancio se había esfumado por otra sensación completamente distinta al distinguir la vivienda.

No es posible..- Pensó.

-La mujer tiene razón, esta casa está encantada. Si damos un paso más, caeremos todos bajo su maldición. Era como lanzar una moneda al aire; Cara era el infierno de la guerra y la muerte, cruz a las tinieblas y quien sabe que mas esconde esa casa. En cuyo caso, no eran caminos muy diferentes. Aquí las balas no sirven. Cuando se dió cuenta de que estaba hablando demasiado, cerró el pico. Bien dicho pequeña. Tanto tú como yo sabemos lo que esconde esa casa, tenemos que aprovechar esa pequeña ventaja..-

Grigori, obervó a la mujer, y asintió. Se quedó como siempre a la espera del Teniente, o de cualquier soldado.

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20/03/2009, 17:16
Teniente Diederick

El teniente miró con sorpresa a Alexeva cuando se expresó en correcto alemán. No había que ser muy listo para darse cuenta de que aquella mujer era algo más que una campesina. Pero ese asunto tendría que esperar a que resolviera el dilema actual.

El teniente no era un hombre especialmente supersticioso y estaba acostumbrado a las leyendas. Prácticamente cada pueblo y ciudad del centroeuropeo tenía una o varias leyendas relacionadas con caserones, castillos o maldiciones y su lugar de origen no era una excepción. Por un momento sopesó la posibilidad de dejar de lado aquel lugar y continuar adelante en busca de otro sitio, pero una rápida ojeada a sus hombres le dejó claro que no sobrevivirían a una nueva exploración. Para ellos aquella casa no era el infierno que anunciaba la rusa sino a esperanza de un paraíso con paredes sólidas para guarecerse de la mordedura gélida del viento. Arrancarles esa esperanza ahora sería matarlos allí mismo.

- No me importa lo que pueda haber en esa casa o no. - le dijo en alemán a Alexeva en voz lo bastante alta como para que todos escucharan lo que pretendía que fuera una pequeña arenga para infundir ánimos y alejar a los fantasmas que la mujer acaba de convocar - Lo que sé es lo que hay aquí: nieve, agua, un frío mortal y fuego de artillería aún más mortífero. Vamos a entrar ahí y si es necesario echaré yo mismo a patadas a los fantasmas que pueda haber en ese edificio. Porque ese lugar a partir de ahora va a ser un puesto avanzado alemán, con o sin permiso del rancio infierno ruso que pueda habitar ahí. -

Dirigiéndose ahora a todos añadió:

- No sé ustedes caballeros, pero yo me muero de ganas de disfrutar del calor de una chimenea... y esa casa parece tener muchas. ¡Adelante! -

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20/03/2009, 17:35
Director

Espoleados por la orden del teniente todos, soldados y prisioneros reanudaron la marcha. El viento aullaba aún más, henchido de tormenta, henchido de lamentos ululantes arrancados de gargantas inexistentes. Un corto paseo flanqueado de álamos desnudos conducía hasta la puerta que coronaba la impresionante reja que rodeaba toda la casa.

Los árboles batían sus ramas, agitaban los dedos faltos de hojas, azotándoles cuando paso a paso avanzaban hacia ella, venciendo con dificultad la ventisca, soportando apenas el aguijón de la arena, la tierra y la nieve mezcladas, que hería sus rostros, sus manos, y doblegaba sus cuerpos.

Aunque la visión era inquietante, aunque a medida que se acercaban una
impresión de desasosiego, de vida latente a pesar del evidente estado de abandono era más y más palpable, no se detuvieron tampoco, no volvieron atrás. Esa casa, maldita o no, era un refugio en las tinieblas, un oasis en el desierto.

Llegaron a la reja, una magnífica pieza de hierro forjado que mantenía un color
negro profundo entre los claros que los densos zarcillos de enredadera seca,
espinosa, dejaban entrever. Se alzaba hasta muy por encima de sus cabezas, y a
lo largo se perdía en la niebla, rodeando sin duda toda la casa. La puerta estaba
entornada lo justo como para que un hombre la atravesara, la otra mitad estaba cerrada. Ambas partes estaban encajadas en la nieve. Pieter se preguntaba cómo era aquello posible, hacía menos de una hora esa hoja estaba libre. En la puerta el hierro forjado se retorcía en unas caprichosas formas simétricas, estrellas y espirales acabadas en sendas puntas de lanza, al igual que las que erizaban la parte superior de toda la reja.

Desde allí se divisaba ya en toda su grandeza la Mansión, un edificio imponente y
regio, que algún día había debido brillar en toda su gloria, pero que ahora sólo lucía apagado en el resplandor mortecino de la nieve. Y se vislumbraba también lo que debía haber sido un frondoso jardín, pletórico de fuerza. Ahora los cipreses y los cedros vencían sus ramas por el peso de la nieve acumulada, y a un lado, más
lejos, las ramas de unos sauces llorones se inclinaban, agotadas, tristes, llorosas. Algunas esqueléticas, despojadas de las hojas, rozando con sus huesos la
superficie helada de un pequeño estanque... una fuente de piedra, gris, rota...
...y aún más lejos, en un rincón, entre volutas vivas de niebla cambiante, una
estatua. Una mujer, pálida la piedra, quizá mármol, una hiedra trepando en su
base. Y, tras ella, adivinándose apenas, pero inconfundibles, las cruces y lápidas de un cementerio...

Las huellas de Pieter cruzaban la verja y se dirigían hasta la escalinata que llevaba a la puerta principal. No se veía ningún otro rastro que no fuera el que había dejado recientemente el explorador.

Uno tras otro cruzaron la puerta, algunos fija la mirada en las ventanas y la puerta principal, otros atrapada por la figura de mujer, o por la presencia del camposanto. Uno tras otro entraron corriendo, hundiéndose las botas en la nieve y el barro, casi empujándose, ansiosos, jadeantes. El viento era ahora un grito, la garganta de un titán no lo habría proferido mayor, y las ramas ya no se agitaban, se estremecían y se quebraban... Y entonces sucedió.

Todos habían ido entrando, soldados y prisioneros, el sargento y el médico, y cerrando el grupo, el último, corría el teniente Dieterich. Así que nadie lo vio. Pero lo que oyeron les cortó la respiración. Un sonido extraño, un golpe de viento quizá, un ruido seco, y... un alarido inhumano.

Cuando se giraron los ojos desorbitados y las bocas abiertas a pesar del frío y del
viento mostraron el terror que, esta vez, no venía de la mano de la guerra. Entre los barrotes negros de la puerta antes entornada, arrancada de su entierro y ahora cerrada, empujada por quien sabe qué fuerza salvaje, el teniente agonizaba empalado por las picas de hierro. La sangre brotaba imparable y se vertía a sus pies, manando de su cuerpo colgando en la reja.
Bajo él, nieve carmesí...

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21/03/2009, 06:27
Alexeva

Alexeva reprimió el impulso de encogerse de hombros cuando el teniente ignoró sus advertencias.Lo cierto era que para los prisioneros tanto daba si morían en campo abierto o presas de la maldición de l a casa.Sin embargo,había cosas peores que morir de frío.

Sin otra opción,la mujer avanzó callada,sumida en sus pensamientos,con el resto del grupo.Finalmente llegaron a la entrada de la mansión.Un escalofría hizo temblar a Alexeva,si bien lo achacó a las bajas temperaturas.No quería seguir pensando en dónde querían adentrarse esos estúpidos soldados,mas ante ella la Mansión se erguía siniestra,amenazadora.

El teniente ordenó la entrada a sus hombres,y todos a una comenzaron a correr para acceder hasta la entrada de la enomre casa.El mismo se rezagó para asegurarse qde que todos llegaban sanos y salvos.

Y entonces,sucedió.

Alexeva supo con certeza que la carrera del joven teniente alemán había llegado a su fin,casi sin necesidad de volverse para contemplarlo.Sin darse cuenta,la joven asió la mano de Grigori,apretandola fuerte.La escena era dantesca.La sangre manaba de las entrañas del teniente y escurría hierro abajo hasta empapar la nieve.Alexeva se vio impelida,sin poder evitarlo,a mirar a los ojos del agonizante oficial.

No dijo nada.No era necesario.El vaho que salía de sus fosas nasales parecía transportar su fatídico mensaje hacia Diederick.Sus ojos se comunicaban con él.En el aire flotaba su respuesta.

Se lo advertí...

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22/03/2009, 17:53
Grigori

Sentía la lluvía empapar aún mas los cabellos, manteniéndose quieto hasta nueva orden de los Alemanes. Siguieron unos interminables minutos, por ese fango, nieve y dura roca.

Llegaron..

Especuló con la mirada la entrada de la Mansión. A decir era escalofriante, espeluznante, los pelos se ponían de punta, era tan exagerado que parecía que mantenía una dura lucha con la piel, para intentar despegarse. Miró al Teniente. Parece tener las cosas bien claras, pero a veces mas vale cuidar los pasos. -Que Dios nos apiade-

Hizo una plegaria antes de cruzar el umbral, y cuando pisó tierra de nadie, abrió los ojos. Siguió unos pasos, no muchos, cuando a su espalda, se escuchó un grito ahogado. Cuando se giró, no pudo dar crédito a lo visto; El Teniente estaba empalado, atravesado de lado a lado, por una de esas rejas con forma de lanza.

-Brrrruarfffff-

Al verlo, se hizo a un lado para vomitar. Toda esa sangre, todo ese miedo que había en la estancia, le hizo revolverse las tripas. Trago saliba una vez recuperado, y agarró la mano de la campesina, tan tan fuerte, que no le importaba si quiera si le podía estar haciendo daño o no.

-Os lo dijimos... Susurra en alemán.