Partida Rol por web

Entraron en el salón de baile, el lugar, una basta galería rectangular con grandes ventanales a ambos lados, no era el más apropiado para conservar el calor y estaba especialmente frío. Karl arrastró uno de los sillones que aun estaban en condiciones de usarse y se asentó en el cómodamente tras dejar a un lado la mochila, pero siempre con la pistola en la mano y los ojos puestos sobre los prisioneros:

- Y vosotros dos os vais a sentar en el suelo, separados el uno del otro tres pasos y... - en ese momento se escucharon las risas de unos niños jugando en el exterior. El sargento se levantó sobresaltado intentando ver algo a través de las polvorientas cristaleras.

- Habrá sido el viento, nadie podría estar ahí afuera ahora mismo sin morir congelado. - intentó tranquilizarse a sí mismo cuando limpió uno de los cristales para echar un vistazo y se encontró con que la tormenta no había hecho sino recrudecerse - El cansancio empieza a jugarte malas pasadas Karl. -

Octavius y Grüber comenzaron la ascensión y dejaron atrás al maltrecho Dieter quien renqueante se apoyaba en la barandilla para conseguir subir cada escalón con gran esfuerzo. Cuando llegaron al rellano superior el malherido soldado aún se encontrada en la mitad del primer tramo de escaleras.

Cuando el suelo del piso superior quedó a la vista los soldados vieron un bulto tirado en el suelo en mitad del nuevo distribuidor. Superada la primera impresión y viendo que no suponía una amenaza se acercaron para comprobar que era el cadáver de alguien completamente despellejado, tumbado en el suelo con las manos aferradas al suelo. De sus dedos partían rajas que había producido él o ella misma con las uñas, desde el ultimo escalón hasta donde se encontraba en ese momento, a pocos metros del mismo. La piel se encontraba completamente fuera de su cuerpo, aún cogida de sus tobillos.

Se encontraban de nuevo en un distribuidor, que era en realidad una balconada que servía de distribuidor, continuando de frente desde las escaleras se abría un corto pasillo hacia al norte en cuyo final se veía una ventana y a ambos lados del pasillo sendas puertas debían comunicar con unas estancias al este y al oeste. Cerca del inicio del pasillo, en la pared oeste, había una extraña irregularidad en el papel de la pared que tenía el tamaño de una puerta. En la parte este de la balconada había una puerta más, y en la oeste otra. Al sur estaban las escaleras y la gran cristalera que iluminaba ambos distribuidores, pero a la que no había acceso alguno.

El joven medico obedeció la orden de su superior sin agregar nada mas, su sargento había pasado de largo el contestarle y no tenia caso intentar hablar con él con el humor en que estaba. Con la bayoneta por delante el medico avanzó al lado de su compañero hasta encontrar lo que evidentemente había sido alguna vez una persona. El estado en que se encontraba aquel cuerpo era terrible, sin embargo el joven tenia ya mucha experiencia con todo tipo de heridas, por lo que con mas curiosidad que miedo se acerco al cuerpo para intentar determinar que pudo haber arrancado su piel de esa manera...

No te acerques, mejor no tocarlo por si fue algún tipo de bacteria come carne. Evidentemente no se trata de eso, pero mejor que se mantenga tranquilo.

Al entrar en la sala, Grigori, la recorrió con la mirada. Esperó de pie, viendo como ese soldado buscaba algo para acomodarse. Deja la mochila y les dice que se sienten en el suelo. -Pero.. estamos congelados- No podía entender como aún podía maltratarlos, si estában totalmente indefenseos y débiles.

Menos mal que en ese instante, se escuchó el sonido de varios niños jugando al exterior, porque si no se podría haber ganado un buen culetazo en la cabeza. ¿Niños?. Allá abajo, se escuchaba risas y gritos, de jovenes niños jugando.

Grigori empezó a sentir una sensación totalmente distinta, era como si esos niños le estubieran dando una oportunidad para escapar. Al estar cerca de Alexeva, tan solo tuvo que alargar los dedos para llamarle la atención. Cuando la mujer se giró, el campesino le susurro algo, entre gestos y movimientos de boca:

-[Ahora, es nuestra oportunidad. Inclina la cabeza, en el momento en que el soldado está entretenido, limpiando los cristales. Vamos..]- Tira de ella, para empezar a salir corriendo entre la oscuridad de la casa, quizá puedan escapar ahora.

Pero la decisión la tiene la campesina...

Hans observó y memorizó el lugar, las puertas que les faltaban por investigar y luego se dirigió a su hermano.
Escoge por cual quieres que empecemos Pietr, pero como en cualquier acción táctica nos turnaremos. Si en la primera puerta entras tu y yo cubro desde fuera, en la siguiente al contrario. Ambos queremos proteger al otro, es normal siendo hermanos, pero la mejor forma de hacerlo es realizar bien nuestro trabajo dejando aparte los lazos de sangre.
Tras esto cogió fuertemente su fusil y esperó a su hermano.

Alexeva escuchaba las palabras del caompesino ruso, mas en realidad ya se hallaba sumida en su tarea, en su deber.

Mientras el sargento alemán, asustado por las risas de niños corría hasta la ventana para averiguar quién demonios había fuera, la mujer vio su ocasión.Antes de que Grigori pudiera retenerla,se zafó de su mano protectora y se escurrió hasta detrás de Hans, mientras con la mano derecha sacaba la tan preciada piedra que había logrado sustraer cuando estaba tendida en la nieve.

Alexeva golpeó la nuca del hombre sin miramientos.Deseaba matarlo, vengar su captura, su honor.En un momento dado, incluso creyó estar abriendo la cabeza del maldito Octavius.Por fin había llegado su oportunidad...

Octavius subió las escaleras hasta vislumbrar el rellano del piso superior. Detrás suya caminaba torpemente el soldado Dieter y por la otra escalera, cubriendo el flanco contrario subía el médico. No se imaginaban ninguno de los dos que al llegar arriba encontrarían a un hombre muerto. Bocabajo y desnudo, tanto de ropa como de piel se hallaba un cadáver.

Octavius reaccionó titubeando un momento en su siguiente paso hasta que no tuvo más remedio que asimilar que aquel hombre estaba muerto. Se tapó la nariz con la mano libre en un gesto instintivo. Había visto cientos de cadáveres como para oler su hedor aunque estuviera recién caído. Aquel hombre no había muerto precisamente por una bala o una cuchillada, al menos no era lo único que habían hecho con él.

-Podría ser un soldado -dijo sin especificar si eso lo habían hecho los rusos y el cadáver pertenecía aun compañero que entró en la casa igual que ellos o era un soldado ruso del cual habían dado buena cuenta sus compañeros alemanes. En cualquiera de los dos casos sobraba un poco de violencia ya que la piel aún estaba unida por los tobillos y se esparcía por el suelo como un traje macabro.

-Para ser una bacteria come carne es un poco delicadita, ¿no crees? le ha pelado como un plátano antes de empezar a comer -utilizó el sarcasmo con el médico a pesar de que posiblemente el médico supiera bastante más que él acerca de las posibles causas de la muerte. Se acercó tímidamente al cadáver sin echar mucha cuenta a las posibles bacterias que pelaban plátanos pero dejaban la carne intacta y vio como había surcos en el suelo provocados posiblemente por las manos de aquel hombre.

Le habían arrancado la piel estando aún vivo. -¿Puede explicar esto doctor? -dijo señalando las marcas antes de volver a levantarse y mirar alrededor. Debía haber ido en dirección a las evidentes puertas que se encontraban a ambos lados del pasillo norte, sin embargo se acercó a la pared donde el papel hacía una extraña forma.

Con sumo cuidado Octavius examinó la pared, aunque alguien había puesto cierto cuidado en que el papel pintado encajara que con patrón del resto en algunos puntos no había conseguido del todo su objetivo. Era evidente que el papel estaba tapando algo hecho a posteriori, con sumo cuidado tanteó la superficie y notó que las irregularidades correspondían con algo sólido que tenía un patrón rectangular. En un punto una pequeña rotura en el papel revelaba un ladrillo.

Pieter asintió para mostrar su acuerdo con la proposición de Hans. Tras mirar las puertas durante unos segundos sin saber por cual decantarse se encogió de hombros y dijo:

- Hay que mirarlas todas, así que da lo mismo. Empecemos por la más cercana y vayamos girando. -

Avanzó hasta la puerta doble situada en la pared de la izquierda pasando junto a las escaleras donde pudieron comprobar que Dieter se había quedado rezagado de sus compañeros ya que por el sonido de las conversaciones Octavius y Gruber parecían estar en el rellano superior mientras que el maltrecho soldado estaba recuperando fuerzas en el rellano intermedio.

Una vez junto a las puertas Pieter esperó a que Hans tomara posiciones para cubrirle y entró. Descubrió que las puertas daban a la biblioteca. En el otro extremo de la estancia estaba el acceso al recibidor y a la derecha de su posición actual se encontraba una pequeña puerta.

- ¿Seguimos comprobando el recibidor o miramos primero esta puerta? -

Observó la biblioteca otra vez -casi esperando que algo se hubiera cambiado de sitio- y respondió a su hermano.
Dejemos límpia la estancia antes de pasar a la siguiente Dijo señalando la puerta.
Cúbreme. Dijo Hans a su hermano antes de abrir la puerta. para internarse en ella con el fusil apuntando hacia delante y casi aguantando la respiración por la tensión.

Se acercó a la pared y pasó la mano sobre el papel que parecía cubrir algo. Examinó su superficie mientras su compañero seguía mirando el cadáver y Dieter subía penosa y lentamente por las escaleras. Aquel papel quería ocultar algo, quizás un antiguo cuarto ya no usado o unas reformas mal hechas de cuando taparon algo que había ahí.

El caso es que parecían haber tapiado algo con ladrillos pero aunque se preguntó qué podría haber ahí detrás, decidió no probar suerte y avanzar hacia el pasillo con sumo cuidado -Vamos doctor, tenemos que asegurarnos de que no hay nadie en la casa.

Con el arma siempre por delante y escuchando atentamente cualquier sonido proveniente de las habitaciones, se acercó a la puerta más cercana para empezar a asegurar la planta de arriba sin olvidar que su teniente aún debía estar sangrando en el patio.

Los ojos de Grigori se agrandaron a mas no poder. -Dios, ¡estás loca!- Quiso decir, cuando se soltó de su mano la campesina.

Pero en ese momento, era mejor decir nada. Así que, embriagado por la locura del momento, cargó contra ese soldado con los dos brazos por delante. -¡AHHHHHHHHHH!- Desesperado y conducido por la furia, se dejó llevar para arrojar al alemán por el ventanal.

El sargento no se dio cuenta de que había cometido un error al bajar la guardia hasta que era demasiado tarde para lamentarse por haberse dejado llevar por los cuentos de brujas de los rusos.

La piedra golpeó la base del cráneo con un ruido sordo y le produjo una fea brecha de la que inmediatamente empezó a manar sangre. La vista se le nubló por un instante a causa del tremendo golpe, estuvo a punto de desmayarse, pero sabía que tenía que sobreponerse al mareo y a la oscuridad que se cernían sobre él o era hombre muerto.

Finalmente lo consiguió, pero cuando estaba levantando la pistola para eliminar a su atacante el maldito ruso se le echó encima con intención de derribarle. Por suerte el frío había hecho mella en el campesino y no logró su propósito. Consiguió mantenerse en pie en precario equilibrio y sin poder apuntar a sus atacantes.

- ¡Ayuda! - gritó con la esperanza de que alguno de sus hombres aún estuviera cerca. Por desgracia su voz de alarma quedó en segundo plano debido a que un grito inhumano resonó en toda la casa en ese preciso instante.

El picaporte cedió sin ninguna oposición, estaban a punto de abrir la puerta cuando el ruido de una pesada piedra al caer y un grito inhumano procedente de sus espaldas hizo que se les parara el pulso. Alarmados se dieron la vuelta hacia el recibidor con las armas prestas, pero pronto quitaron la vista de las mirillas para poder dar crédito a lo que estaban contemplando.

Dieter estaba clavado en una de las columnas de piedra que partían del pasamanos en el rellano intermedio de las escaleras. La columna estaba rematada por un pequeño obelisco de piedra cuya punta sobresalía por el abdomen del soldado con parte de sus entrañas enredadas en ella. Yacía cara arriba, con las extremidades cayendo flojas y la cabeza caída hacia atrás, los ojos llenos de terror y la boca abierta en un mudo grito. Por la columna corría la sangre del infortunado soldado para deslizarse por una acanaladura del pasamanos y formar una pequeña cascada al llegar al final de la escalera.