Partida Rol por web

Nieve Carmesí IV

La Mansión

Cargando editor
23/03/2009, 10:41
Hans

La orden de entrar en aquel lugar, esas palabras secas y triviales, fueron las últimas que Hans escuchó de boca del teniente.

Ahora, habiendose internado ya en aquel lugar, Hans obserbaba como la vida del teniente se le escapaba brotando de su cuerpo en forma de sangre. Un pensamiento le sacudió, haciendolo estremecerse:

"Mejor tú que yo".

Hans lo rechazó, como si otra persona hubiera inyectado dicho pensamiento en su cabeza, en su corazón, en lo más hondo de su alma. Pero no, el pensamiento seguía ahí: "Mejor tú que yo".

Era un pensamiento cruel, egoista, despiadado... pero certero, real y verídico.
Hans no vomitó porque ya había visto demasiados horrores, aunque sintió pena. Cuando se dió cuenta de que era pena por si mismo, por estar más solo, por el vacío de mando que el teniente había dejado, aún se sintió más culpable. El teniente les había llevado vivos hasta allí y era el único que no había conseguido entrar. Una duda le asaltó, ese era el "castigo" por haberlos llegado hasta allí, ¿o era un "premio"?.
Lo que sentía dentro de aquel lugar, era parecido a lo que sentía en cada batalla. Una sensación de peligro contínuo que le hacía volverse hacia cada rincón de aquel lugar.

Aún así, Hans consiguió decir las palabras opuestas a lo que pensaba.
Habrá sido el maldito viento, o quizás alguna especie de trampa.dijo con voz temblorosa.
Esperaba que sus palabras hubieran sonado más seguras a los oidos de los demás que en su propia cabeza. Lo único que Hans sabía -de manera subconciente e irracional- era que, si todos admitían que había algo extraño en aquel lugar, le darían más fuerza a dicha presencia.

Cargando editor
23/03/2009, 14:54
Director

Prácticamente todos los presentes quedaron petrificados, sólo algunos tuvieron el ánimo suficiente para murmurar unas palabras o se vieron impelidos por la naturaleza para reaccionar.

Cargando editor
23/03/2009, 15:17
Karl

Tras uno segundos que parecieron décadas Karl saltó hacia adelante para intentar liberar al teniente de su empalamiento. Un primer intento para liberarlo de las lanzas tuvo como consecuencia un incremento del manantial de sangre y un grito de agonía. Con un débil gesto el teniente indicó a su subalterno que cejara en su intento y señalando hacia su mochila comenzó a murmurar unas palabras entre esputos de sangre. A causa de la terrible tempestad el sargento tuvo que aproximar el oído a los labios del teniente hasta tenerlos casi pegado para poder escucharle.

- Diario... dáselo a mi esposa. -

Como si hubiera estado luchando contra la muerte hasta poder emitir esta última instrucción el teniente expiró con la última sílaba de la frase y quedó colgado como una cruel parodia de una crucifixión.

En ese momento se escuchó el silbido de otro proyectil aproximarse y el peligro de morir bajo el fuego de artillería o de frío les trajo a todos a la realidad de nuevo. Karl se lanzó al suelo para cubrirse. La granada cayó en el mismo linde del bosque haciendo volar por los aires la base del tronco de un vetusto e imponente roble, el cual se desplomó hacia el interior de la arboleda causando un estruendo que se impuso a la ventisca.

Quitándose un par de pequeñas ramas arrancadas de cuajo que le habían caído encima el sargento se levantó con premura y registró la mochila del difunto teniente. No tardó mucho en extraer un pequeño libro que guardó debajo del abrigo de campaña.

Se volvió hacia la casa e inició una corta carrera al tiempo que ordenaba: - ¡Todos adentro ya! ¡Octavius, Pieter y Hans! ¡Abran esa maldita puerta y aseguren la estancia que haya detrás! -

Dejando que Grüber se encargara de Dieter el sargento impelió a los prisioneros a seguir a la avanzadilla.

Notas de juego

PERSONAJE PNJTIZADO

Cargando editor
23/03/2009, 15:30
Director

Desde el jardín las escaleras llevaban hasta un rellano ancho, con la puerta
principal, de madera noble, con cuarterones repujados y una gran aldaba doble en
forma de cabezas de león. A un lado se hallaba un tirador de hierro forjado que
debía accionar una campana en el interior, lo que hacía ver que las aldabas eran
puramente ornamentales. Sobre la puerta el escudo de la familia, en piedra, sobre
el muro. Pero tan desgastado que no se acertaba a ver qué representaba.

La puerta, que cuando se adentraron en el jardín estaba tan solo ligeramente entornada tal y como la había dejado Pieter, estaba ahora abierta. ¿Habría sido el viento? ¿La onda expansiva? ¿O era que la casa les invitaba a pasar? En cualquier caso se podía ver desde fuera qué había en el interior.

Se trataba de una estancia rectangular de unos tres metros de ancho por cinco de largo. Desde el punto de vista de los recién llegados tenía una cristalera abombada hacia afuera en la pared de la izquierda. La ventana dejaba pasar una luz tamizada por el polvo acumulado. Los cristales estaban emplomados, formando un arabesco de suelo a techo, pero sin colorear. En la pared de la derecha había un gran arco sin puertas, pero desde el ángulo en el que se encontraban no eran capaces de distinguir a dónde conducía. Un poco más allá, y en la misma pared, había una puerta cerrada. En el fondo de la estancia, también cerrada, había una gran puerta doble.

Las paredes de la estancia estaban cubiertas con una ajada y apagada tela de terciopelo en la que se alternaban listones verticales de color amarillo y azul. La tela estaba rasgada en algunos puntos, con los jirones colgando meciéndose a causa del viento que se colaba por la puerta principal.

El único mobiliario que se había eran los restos de una mesita de recibidor y de un perchero de pie convertidos ahora en montones de trozos de madera apolillados. Unas cabezas mohosas de animales disecados colgaban de las paredes, era difícil decir a qué animales habían pertenecido en el pasado debido a que, en su avanzado estado de putrefacción, ahora no eran más que enormes bolas de moho.

Cargando editor
23/03/2009, 22:04
Octavius

Octavius se encontraba junto a la puerta intentado vislumbrar cualquier tipo de actividad dentro de la casa o cualquier indicio que indicara que se encontraba habitada pero no encontró gran cosa. Puertas, polvo, muebles y vacío. La casa parecía desierta. Se volvió para mirar al teniente para ver cual era su siguiente orden, pero antes de que pudiera verlo, lo escuchó. Un grito desgarrador y escalofriante que retumbó en sus oídos por encima de cualquier ruido que la incesante tormenta pudiera provocar.

El teniente teñía de rojo la nieve mientras daba sus últimas bocanadas de aliento. Mientras, el soldado miraba incrédulo lo que estaba viendo. Sus tripas se removían pensando que podrían ser las suyas las que ahora resbalaran lentamente por aquella vara. Aunque la visión de aquel espectáculo resultaba altamente desagradable Octavius solo pudo pensar una cosa -Alégrate, ya no tendrás que estar aquí más tiempo.

Grigori vomitó y Octavius se apartó asqueado. Si hubiera visto todo lo que el soldado había visto en la guerra le costaría bastante más sentir tal repulsión por aquello. Karl sin embargo, más curtido en esto de ver miembros separados del tronco y gente sangrando como cerdos degollados se acercó al teniente intentando rescatarlo. -Ese de ahí ya no sale ni aunque cortemos la reja. Déjalo estar. -Miró al médico para ver si emitía algún diagnóstico, pero al ver que no se movía estaba claro que la muerte era el único diagnóstico posible. -Ha debido ser una trampa, debemos tener cuidado por aquí. -Su mano seguía quemando como pocas veces antes le había ocurrido. Trampa o no estaba claro que tendrían que tener mucho cuidado en aquel lugar en el que las puertas parecían abrirse y cerrarse sin dificultad según el viento que hacía.

-Sí mi sargento. -Ahora el sargento era el oficial de mayor rango. Se colocó junto a la puerta e hizo una seña a Pieter y Hans para que se acercaran. -Yo abriré la puerta, uno me cubre desde fuera y el otro entra conmigo, ¿entendido? -Sonrió pensando en que la muerte podía estar tan solo con tocar la puerta para abrirla y luego contó hasta tres una, dos y tres. -Empujó la puerta con fuerza y entró corriendo en el interior de la mansión buscando cualquier señal de enemigo a quien disparar.

Cargando editor
23/03/2009, 22:22
Grüber

El medico ni siquiera se acerco a comprobar los signos vitales de su superior, era evidente que el pobre infeliz había muerto en el acto aun que no sin bastante sufrimiento. Este maldito país parece querer acabar con nosotros, si no es el frío es el viento y esta jodida mansión.

Un ligero escalofrío recorrió el cuerpo del medico mientras observaba al resto de sus compañeros, sin embargo el estremecimiento no había sido provocado por la imagen sangrienta de su teniente colgando de la puerta de aquel lugar, sino el poder leer en los ojos de sus compañeros el fatídico desenlace de aquella expedición. Ellos saben que vamos a morir, ninguno lo dice pero sus miradas hablan por ellos, esto es solo el principio del fin, mejor entregarnos a los rusos, quiza así tengamos alguna probabilidad de que nos perdonen la vida.

Callado, sin apenas hacer ruido al respirar, el joven medico mantuvo la misma posición que el difunto le ordenase mantener antes de morir, sin quitar la vista de los prisioneros esperaba a que sus compañeros les indicasen que era seguro entrar.

Cargando editor
24/03/2009, 15:31
Alexeva

Cuando el estómago de Grigori logró contenerse, Alexeva le ayudó a incorporarse.

Vamos...ya no hay más remedio que entrar... susurró la mujer al fornido ruso, mientras continuaban aferrandose las manos,en previsión de lo que estuviera por llegar.

Uno de los soldados había llegado ya hasta el recibidor, y por el momento parecía seguir vivo.El resto vigilaba alternativamente la casa y a ellos dos.Como si no estuvieran todos condenados ya...

Cargando editor
24/03/2009, 15:42
Director

Octavius y Pieter entraron en la habitación. Mientras Hans cubría las restantes puertas, ambos se situaron junto a la arcada, Pieter de pie y Octavius agazapado. A una señal de Octavius ambos echaron un vistazo con los fusiles preparados para responder ante la eventual presencia de un enemigo. No había nadie. Sin pararse a ver más detalles que la fugaz de un enorme y desierto distribuidor de dos plantas con que unía el piso en el que estaban con el superior mediante dos amplias escaleras volvieron a ocultarse. Dieron la señal de todo despejado y Hans entró para apostarse en la arcada y cubrir la zona del distribuidor mientras sus compañeros continuaban examinando las otras puertas.

Hans tuvo ahora el tiempo que sus compañeros no habían tenido para observar el lugar. La arcada conducía a un espacio grandioso y regio, a doble altura, presidido por una doble escalinata de mármol que ascendía por ambos lados, uniéndose en un rellano a media altura, para subir entonces en una sola hasta el piso superior, que se adelantaba sobre el inferior en una balconada. La barandilla era de piedra y recorría las escalinatas en toda su longitud, incluyendo la balconada que se asomaba sobre el piso noble. En ambos lados la escalera daba un pequeño giro, y allí las barandillas se engrosaban, formando sendas bases de columna en cuyos capiteles se levantaban lámparas de múltiples brazos.

En el suelo era evidente que había habido una gruesa alfombra granate, pero ahora sólo persistían jirones de ella, manchados y llenos de mugre, algunos conservando el color original, y otros salpicados de colores indefinidos. La luz entraba desde unos grandes ventanales situados en la parte alta de la habitación, sobre el rellano. Al igual que la cristalera del recibidor, algún día debieron servir para que la luz entrara a raudales, pero ahora sólo dejaban pasar un halo mortecino.

En el piso inferior había varias puertas. En la pared situada a la izquierda de Hans había una puerta doble situada a la mitad y cerca de ella, un poco más alejada, una puerta de una sola hoja. En la pared de enfrente, y parcialmente oculta por las escaleras desde el ángulo de Hans, se encontraba otra puerta doble y una puerta de una solo hoja a su derecha. En las paredes situadas a la derecha de Hans y en la que se encontraba la arcada en la que el estaba apostado no había más accesos.

Octavius y Pieter se adelantaron hasta la puerta contigua a la de la arcada. A una señal Octavius abrió la puerta y Pieter examinó el lugar parcialmente protegido por la pared y con el arma dispuesta para responder a un ataque. Esa estancia también estaba vacía. Era una gran sala también rectangular que en su día debió ser una biblioteca. Los amplios ventanales dejaban pasar completamente la luz del exterior dejando apreciar el mobiliario de la estancia. Las paredes estaban repletas de estanterías, llenas de libros. La mayoría estaban bien ordenados, uno junto a otro mientras que en algunos sitios, los libros estaban tumbados y desordenados. En el centro de la sala destacaba un gran piano, junto a un arpa, la cual parecía ser bastante antigua antigua. El piano estaba acompañado de un pequeño banquito, y sobre sus teclas, podía verse una partitura. En el fondo de la estancia había otra puerta cerrada de hoja simple y muy próxima a ella, probablemente conectada con el distribuidor central, una puerta doble también cerrada.

Aliviados, los soldados se acercaron a inspeccionar el último acceso a la estancia. Tantearon la doble puerta y viendo que estaba entreabierta procedieron igual que en los casos anteriores para asegurarse de que el lugar era seguro. Al igual que antes la estancia estaba vacía.

La puertas dobles conducían a una grandiosa sala rectangular que se extendía hacia la izquierda y que producía una extraña mezcla de sensaciones al verla. Por un lado el lujo y la magnificencia eran apabullantes, a pesar del paso de los años y del abandono. Pero por otro algo funesto flotaba en el ambiente. El suelo de mármol veteado, donde el rosa y el blanco se entremezclaban caprichosos, liso y llano para el mejor deslizarse de los danzarines sobre él les indicó claramente que se encontraban en una diáfana y despejada Sala de Baile. Y una Sala de Baile destrozada, y vacía, era algo que pesaba en el ánimo.

Gruesos cortinajes de terciopelo rojo, recogidos por gruesos cordones de seda con flecos dorados, caían a lado y lado de los grandes ventanales de cristaleras emplomadas, éstas sí en colores, aunque muy tenues, muy suaves, formando dibujos de plantas y flores. Ante ellas, como repartidas al azar, algunas butacas pequeñas, silloncitos en parejas o grupos, de madera policromada en pan de oro y tapizadas en el terciopelo de las cortinas, para el descanso de las Damas.
Pero los cortinajes estaban apolillados, deslustrados, los oros aparecían oscurecidos y manchados de óxido, y los sillones tenían patas rotas, manchones, y algunos estaban simplemente destrozados del asiento, mostrando unas entrañas de lana amarillenta y muelles desencajados.

A un lado tres señales circulares en el suelo parecían haber sido dejadas por un piano de cola que, ahora, no estaba allí. No había más acceso a la estancia que aquella en la que se encontraban los soldados.

Octavius y Pieter hicieron una señal a los que quedaban en el exterior indicando que el lugar estaba despejado y a continuación uno de ellos se apostó para vigilar los accesos de la biblioteca.

Grüber ayudó a Dieter a subir los escalones y cuando estuvo en el interior de la casa lo ayudó a apoyarse en una pared para que descansara. El sargento Karl entró precedido de los prisioneros y, una vez todos en el interior de la casa, cerró las puertas tras de sí. El golpe de la puerta al cerrar resonó por toda la casa con un eco antinatural.

Cargando editor
24/03/2009, 16:15
Karl

- ¡Y ahora... - exclamó Karl sacando la pistola y apuntando a Alexeva a la cabeza - me vas a explicar cómo es que hablas tan bien el alemán! -

Sus ojos centelleaban, era evidente buscaba un objetivo sobre el que volcar la ira y la frustración que sentía por la muerte de su superior.

Notas de juego

PERSONAJE PNJTIZADO

Cargando editor
24/03/2009, 17:17
Grüber

El medico observo la ridícula escena un tanto molesto, aquello no tenia ninguna sentido, lo único que faltaba era avisar a cualquier soldado ruso de los alrededores que el grupo se encontraba allí.

Sargento tranquilo, nada ganaremos matando a los prisioneros ahora y en realidad no importa saber como es que puede hablar alemán, desde hace un rato fue evidente que esta mujer no es ninguna campesina, por lo que es mas importante aún el mantenerla con vida. Maldita sea, tratar bien a esta mujer puede ser la única oportunidad que tenemos de sobrevivir si los rusos nos agarran.

A pesar de sus palabras el medico se mantuvo a una distancia prudente, no era bueno estar cerca si el sargento estaba enojado.

Cargando editor
24/03/2009, 18:01
Hans

Si la muerte del teniente le había impactado, no fue nada comparado con la impresión que le dió a Hans el interior de aquella casa. Puede que hubiera perdido gran parte de su explendor, pero no de su grandeza, de su enormidad.
Al ver aquella escalera y todas aquellas puertas creyó que le faltaba el aire en los pulmones. Sabía que debían comprobar todas las habitaciones y la sola idea de tener que abrir las puertas de esas habitaciones le inquietaba. Como si se encontrara ante peligrosas jaulas Hans pensó que estaban mejor cerradas.

El sonoro portazo hizo saltar a Hans sobre sus talones, por suerte para el su acto fue casi imperceptible. Todo lo contario que las palabras del sargento que anunciaban su llegada a cualquiera que pudiera habitar el lugar. Aunque entendía en parte su enojo, no solo había muerto el teniente pasándole todas las responsabilidades a el, sino que además parecía que la campesina no era trigo limpio.

Demasiadas cosas en las que pensar. Aún así Hans hizo caso omiso a la escena y siguió vigilando a su hermano y a Octavius por si había alguna sorpresa esperándoles. Y muy a su pesar, hizo la pregunta que más tarde o más temprano había de hacer alguno de ellos.

Mi Sargento, ¿comprobamos sistemáticamente todas las habitaciones del edificio? Cualquier otra opción era una locura, ya que, de haber soldados enemigos apostados en cualquiera de ellas les podían dar una buena sorpresa.

Cargando editor
24/03/2009, 21:23
Alexeva

La respuesta de Alexeva fue escueta,pero contundente: se limitó a sonreir sarcásticamente al sargento alemán,sabiendo de antemano que sería castigada por ello.Tras unos instantes de silencio,en los que quedó calro que no revelaría nada sobre sí misma,susurró:

Os advertimos que no debíamos entrar aquí.Ahora ya es tarde.Todos acabareis como el teniente...

Cargando editor
24/03/2009, 23:59
Pieter

Todo estaba pasando demasiado rápido. Acababa de pisar sobre sus mismos pasos cuando el cuerpo del teniente era atravesado sin razón aparente justo cuando se disponian a realizar el asalto. No pudo mas que pensar que él mismo habia pasado hasta tres veces entre esas puertas y habia "tenido la suerte" de no haber sido el elegido. Durante un momento todo se nubló para él ya que los acontecimientos iban pasando y cada vez entendia menos esta situación.

Las voces empezaron a escucharse otra vez en su cabeza y reconoció las palabras de su sargento. Tan pronto como se recobró vió a Octavius preparado para entrar dedicandoles unas palabras que supondrían en, posiblemente, meterse en la boca del lobo. Se movió lo mas ágil que pudo, intentando cubrir cada movimiento de sus compañeros y atento a cualquier posible señal. Fueron entrando en las distintas estancias donde Pieter apenas prestaba atención a los detalles y objetos de cada una. Sus ojos iban alli donde pudiera encontrarse alguna sombra o algún lugar que resultara propicio para un escondite. Intentaba mantener sus ojos y sus oidos al máximo rendimiento puesto todavia no se fiaba de lo que habia creido ver en la primera incursión.

Por otro lado estaban los rehenes. Sin duda alguno de ellos debería haber sido la persona que hubiera muerto entre aquellos barrotes. Miró fijamente a Karl mientras que esperaba una respuesta de la rusa. No le caía bien y eso lo dejaba patente en las miradas que ahora le dedicaba. La gente como ella debería ser ejecutada y mas aún si lo unico que daba eran problemas. Desde que escapaban hasta ese momento posiblemente habian pasado mas de treinta minutos, pero para Pieter solo habrian sido cinco, si se lo hubiesen preguntado. Durante ese tiempo estaba mas pendiente de su hermano que de sí mismo. Pero ahora las cosas cambiaban. Se sentía seguro entre 4 paredes, amparado por sus compañeros y ahora creía que podia pensar con calma cual debería ser el siguiente movimiento del grupo.

Su cara cambió, de repente. La rusa estaba tentando a su suerte y Pieter no dudó un instante en volver a cargar con el rifle y apuntarla a la cabeza. - Una sola palabra mas, rusa, y te puedo asegurar que tu viaje acaba aquí mismo - La hablaba con desprecio y escupiendo las palabras como aquel que le da asco pronunciarlas. No dudaría un instante en apretar el gatillo si esa mujer volvía a soltar una majadería igual.

Cargando editor
25/03/2009, 19:13
Karl

El dedo que Karl tenía sobre el gatillo se crispó y se mantuvo así durante los instante que duró la lucha interna que el hombre mantuvo entre dejarse llevar por la provocación de la mujer y disparar o tratar de mantener el control para dar ejemplo. Finalmente venció el lado racional y con un gesto brusco guardó el arma en su funda. Sin embargo el desafío de aquella mujer no podía quedar impune y con el dorso de la misma mano con la que acababa de guardar el arma le sacudió una bofetada de izquierda a derecha que le hizo girar la cara. Un hilillo de sangre manó del corte que el grueso anillo del sargento le produjo en la mejilla.

Ya más calmado se volvió hacia sus hombres y pidió un informe de lo que habían encontrado en las habitaciones recién inspeccionadas. Cuando Octavius le describió las estancias y enumeró sus accesos asintió y dijo:

- Tenemos dos prioridades. Una, asegurarnos de que la casa está vacía. Dos, buscar un medio de entrar en calor. Pieter y Hans, inspeccionad esta planta de la casa palmo a palmo. Octavius y Grüber, haced lo mismo con la planta superior. Supongo que las habitaciones de los dueños debían estar arriba así que llevaos a Dieter en la retaguardia y tan pronto como encontréis unas mantas echádselas encima para intentar que vuelva a entrar en calor. Yo me llevaré a los prisioneros al salón de baile. -

Dicho esto sacó de nuevo la pistola y les indicó con el cañón que pasaran delante.

Notas de juego

PNJ

Alexeva 1 pv menos
A partir de ahora os vais a separar ¡¡¡¡Cuidado con los destinatarios de los posts!!! Esto es algo que forma parte del roleo por web, así que los errores sistemáticos se tendrán en cuenta en las puntuaciones. Y no, para no complicarle la vida al jurado no vamos a hacer escenas separadas.

Cargando editor
25/03/2009, 19:40
Octavius

Octavius entró seguido por sus compañeros. Deseaba encontrar algo con lo que descargar el dolor que sufría en su mano y de paso conseguir que la adrenalina del momento consiguiera que entrara en calor cuanto antes. Sin embargo no encontró enemigo, animado o inanimado al que disparar. No había trampas ni señal alguna de que nadie anduviera por allí, sin embargo no podía confiarse.

Nada que destacar en las habitaciones -pensó mientras miraba al sargento a la espera de una nueva orden. Sin embargo no era una orden lo que Karl iba a darle sino una alegría, parecía que iba a deshacerse de la joven rusa y de un solo disparo. Tenía la boca muy grande y la lengua muy larga, debía aprender a callar más. Ahora sabían que la chica hablaba alemán perfectamente. Algo sin duda inusual para una campesina de las frías estepas.

-Yo lo haría con un cuchillo señor, hace menos ruido -dijo Octavius para infundir aún más temor en la muchacha. Cortarle la lengua sería suficiente, no haría falta matarla para que se quedara calladita, pero un disparo en la cabeza tampoco le parecía mala opción, un problema menos para alguien que sin duda, no había resultado muy útil hasta ahora.

El soldado quedó decepcionado cuando su superior hostió a la rusa en vez de esparcer sus sesos por toda la habitación, aunque cuando vio la sangre brotando de su boca se preguntó si el sabor de la sangre de una lugareña sabría igual que la del soldado al que mordió en la trinchera. Daba igual, ni había tiempo para eso, ni le apetecía lamerle la boca a aquella desgraciada.

Acató la orden del sargento -Si, mi sargento -y se puso en marcha. Hizo una señal a Dieter para que se quedara detrás y otra a Grüber para que fuera con él arriba. Subió las escaleras lentamente mirando constantemente a un lado y a otro para cubrir cualquier ángulo de la planta superior. Estaba claro que la altura era una gran ventaja, pero si quisieran matarlos ya habrían abierto fuego contra ellos. Dudaba que hubiera soldados allí escondidos. Quizás más campesinos resguardándose del frío, pero poco más.

Notas de juego

Aún sigo a remolque con mi vida esta semana, a ver si me asiento un poco y tengo algo más de tiempo para mi...

Este mensaje creo que debe ser para todos, por eso lo pongo como tal.

Cargando editor
25/03/2009, 19:52
Director

Notas de juego

Sí, ese post se puede considerar aun para todos, no problem

Cargando editor
25/03/2009, 20:21
Grigori

En ocasiones el miedo puede llegar a ser bueno, y ayudar a mantenerse como si fuese superior a culquier otra fuerza. En este momento, era así como se sentía Grigori, no podía esperar otra cosa, que ese mismo miedo, acabara uno a uno con esos alemanes.

-Si aún os queda algo de bondad en esas almas. Por favor, ayudádnos- Pensó, mirando el techo de la mansión. Sin ninguna esperanza, resopló y miró a Alexeva. Esos malditos soldados, no paran de meterla miedo, pero no lo van a conseguir, por que mañana cuando despierten, todos ellos estarán al infierno.

Asintió a la campensina, y sin soltar su mano, acepto la orden del soldado. -[Tranquila]..

Cargando editor
26/03/2009, 05:09
Alexeva

Alexeva recibió el golpe de revés sin rechistar, como era su deber.Sabía de sobra que no podía enfrentarse a los soldados físicamente en esas condiciones, pero desde luego iban a padecer cada paso que dieran en la casa, si de ella dependía.

Con el dorso de la mano, la muchacha se limpió  la boca,no sin adoptar un porte orgulloso por la sangre derramada por la madre patria.Su mirada de acero podría sorprender a los alemanes, pero estos ya debía sospechar que no era una simple campesina. Con un asentimiento de cabeza, tranquilizó a Grigori, haciendole ver que se encontraba bien.

Finalmente el sargento dio las órdenes pertinentes a los soldados,y el grupo se rompió.Alexeva dedicó una última mirada a sus captores,mientras los cuatro soldados se marchaban y ellos mismo se dirigían a otra estancia.

Si no os mata esta casa, lo haré yo misma...

Cargando editor
26/03/2009, 09:23
Hans
Sólo para el director

Esas son las 4 puertas que faltan por explorar en la planta baja no??

Es que con tanta información me he hecho un pequeño lio sorry n_n

Notas de juego

En el piso inferior había varias puertas. En la pared situada a la izquierda de Hans había una puerta doble situada a la mitad y cerca de ella, un poco más alejada, una puerta de una sola hoja. En la pared de enfrente, y parcialmente oculta por las escaleras desde el ángulo de Hans, se encontraba otra puerta doble y una puerta de una solo hoja a su derecha. En las paredes situadas a la derecha de Hans y en la que se encontraba la arcada en la que el estaba apostado no había más accesos.

Cargando editor
26/03/2009, 16:03
Director

Exacto, esas son las que hay en el recibidor. En la biblioteca hay otras dos, pero una de ellas debería llevar al recibidor.