Partida Rol por web

13 de Febrero de 1979

20:00

Solo ha pasado un día desde el atentado en Camdem y la zona sigue revuelta. Los bomberos muggles no se dan por vencidos y continúan buscando entre los escombros, ahora que la nube de polvo (nube que creían que era de gas tóxico) se había disipado por completo, intentando encontrar a los desaparecidos o al menos sus cadáveres. Necesitaban tener algo que presentar a sus destrozadas familias.

Sin embargo estos pobres héroes no saben que la mayor parte de los muggles desaparecidos se encuentran en el Hospital San Mungo donde intentan salvarles con todos los medios disponibles.

La noche anterior, Albus Dumbledore había convocado una reunión que se iba a empezar a celebrar en escasos minutos. Allí estaban congregados varios miembros de la recientemente formada Orden del Fenix tales como James, Lily y los Weasley. Por supuesto también estaban Brent Darrel, Brelen, y la última bruja que había entrado en la Orden, Emma Angove.

Los ánimos estaban revueltos, unos discutían, otros se limitaban a quedarse en silencio y a negar con la cabeza, otros intentaban calmar los ánimos... Pero sin duda a todos les había afectado el sangriento atentado de el día anterior. Aquello no podía seguir así, necesitaban averiguar quienes eran esos encapuchados que utilizaban las artes oscuras sin ningún reparo y, sobretodo, debían detenerlos.

Albus Dumbledore pidió orden y silencio a la vez que levantaba las manos.

Al gran mago solo le quedaba algún que otro mechón pelirrojo en la barba y el cabello, y por aquella época ya era bastante conocido por su bondad, su sabiduría y su poder.

Cuando la habitación se quedó más o menos tranquila y los presentes comenzaron a prestarle atención, la imponente voz del mago se dejó escuchar. Reaccionabais

–Aunque me pese decirlo, los últimos acontecimientos han sido decisivos. Espero que al menos hayan servido para que los magos, y sobretodo el Ministerio de Magia, se den cuenta de una vez por todas de que esto no es un juego de niños.

El semblante de Albus, normalmente alegre y risueño, mostraba una inmensa pena mientras pronunciaba aquellas palabras. El líder de la Orden continuó hablando tras hacer una breve pausa.

–Hace tiempo que vengo siguiéndoles la pista y eso lo sabéis porque muchos de vosotros me habéis ayudado. Ahora es hora de entrar en acción. Tenemos que pararlos antes de que sea demasiado tarde –el rostro de Albus se endureció–. Y para ello voy a informaros de algo que Remus ha estado investigando durante este último mes, pero antes… Antes quiero que me digáis que sabéis de esos encapuchados, cualquier cosa será de ayuda. Me consta que aquellos que hayáis pasado por Camdem quizá llegaseis a ver algo, o aquellos que estuvisteis en el Callejón Diagon cuando intentaron asesinar a Irving Proudfoot. Por suerte o por desgracia cuando se sucedieron ambos atentados estuve fuera del país, por lo que desconozco todos los detalles sobre su aspecto físico o su forma de actuar. Solo se algunas cosas de las que he podido enterarme gracias a las explicaciones que me dio McGonagall cuando llegué. Adelante. Contadme.

- Todo ha sido bastante extraño. Yo estaba en el callejón diagón cuando ocurrio el asalto. Eran tipos ataviados con túnicas oscuras y una máscara... Invocarón una marca en el cielo, supongo que será su tarjeta de bienvenida, una calvera con una serpiente saliendo de la boca.

- Por lo que puedo suponer, tras el ataque al líder del partido Uroboros  y la masacre en Candem son unos tipos extremistas, tal vez defensores de la linea pura...

Brelen mientras expone sus ideas juguetea con su sombrero, haciéndolo girar en sus manos.

Está a puntito de pegar un grito para ver si todos se callan de una puta vez cuando Albus consigue, como siempre, relajarlos a todos sin tener que hacerlo a base de berridos. Tras agradecer mentalmente el detalle al mago Brent descruza los brazos los cuales ha cruzado previamente para no reventar antes de tiempo.

- Tiene que ser algo más... - murmura Brent, con la mirada centrada en un punto de la mesa - unos extremistas arman un poco de camorra, Barry Gibb, destrozan un par de escaparates y pegan cuatro gritos, no apalizan y asesinan a tanta gente... ¡Incluso ha muerto una aurora! Esto no es cosa de simples extremistas descontentos con los mestizos...

- ¿Sectarios, quizás? Igual tienen a un mesías que creen que va a destruir la realidad tal y como la conocemos... todas esas mamonadas que se creen esos locos. No sabremos sus identidades, pero algo es seguro: si todo esto es raíz de os prejuicios podemos pillarles. Si alguno sospecha de alguien que podría ser de ese grupito que lo diga. Le cogemos por banda, muy disimuladamente, y apelamos a sus prejuicios. Parece que le tienen especial tirria a los sangre sucia, ¿verdad? Se trataría de hablar con uno y derivar la conversación a ese tema.

Su lengua ya había arrancado... - Sería cosa de decir, con pinta de complicidad: 'Oh, esos asquerosos sangre sucia no hacen más que dañar al mundo mágico'. ¿Contestación positiva? ¡Bingo, tenemos a un sectario! Y si no lo es todavía probablemente planee serlo. El ser obtuso es lo que tiene, que no te deja ver más allá.

 Finlay, sentado en su asiento con una pierna apoyada sobre la otra, el codo apoyado en el apoyabrazos y sujetando su barbilla, escuchó atentamente a los dos hombres que hasta ahora hablaron. No dijeron nada que ya no supiera, pero era interesante oirlo dicho de sus bocas. Y si, no eran buenas noticias para nadie, ni para el Ministerio, ni para los magos ni siquiera para los muggles, visto lo ocurrido en Candem. Asintió solemnemente a lo dicho por Barrel. Recolocandose en el sillón para adoptar una pose mas adecuada para hablar, se aclaró la garganta para comenzar.

 - Bien... Albus, es cierto que esto no es plato de gusto para nadie. Yo estuve en ambas partes y, desgraciadamente, no puedo decir más de lo que sabes. Ahora mismo s está investigando el cuerpo del encapuchado caído. Pero no tengo más que decir. - Hizo una pausa en la que se acarició la perilla. - Barrel tiene razón. Su modus operandi, indica cierto aire propagandistico. Vereis. Si fueran simplemente asesinos, matarían y punto... pero dejan la marca que supongo que será el símbolo de su grupo... para adjudicarse los atentados. Y los objetivos indican una clarísima afiliacion al partido Alianza Mágica. El ataque contra Irving Proudfoot... y luego la masacre en Candem... Aun así... os aconsejo no comenzar con represalias partidistas... pues el mismo grupo no ha dejado claro perenecer a Alianza Mágica... pero eso sería una buena linea de investigación.

 Mi cabeza comenzó a darle vueltas a una idea, pero de momento la dejé pasar para madurarla y ponerla en común cuando estuviera bien madura. Pero negué con la cabeza a Brent

 - Eh eh eh... Brent... pensemos friamente... no podemos crear un Reicht y pasar por la picadora a todo partidario de Alianza Mágica. Aunque lo que si es cierto... - Y esta vez miré a Albus. - Albus. Nos conoces a todos nosotros... o a la mayoría ¿Por qué? Algunos son profesores en Hogwarts... a otros has aprobado en tus examenes... y a muchos nos has dado una charla en tu despacho. Albus, por tus manos... y por Hogwarts... han pasado todos los magos de Inglaterra...Tal vez recuerdes a nombres... nombres problemáticos, demasiado extremistas... que encajasen en el perfil de los atacantes...

No estoy contigo Brent, no creo que sean tan idiotas como para llevar la conversación por esos lares, y si así fuera, ¡maldita sea! hay un montón de magos que creen que los hijos de no magos y los muggles son asquerosos pero no por ello son asesinos.

Brelen hace un malabar con su sombrero y lo coge con la otra mano

Y Finlay, los de la Alianza Mágica no es que sean muy de mi agrado, es de dominio público que estoy al 100% con el frente Uroboros pero dudo mucho que estos atentados estén relacionados con los de la Alianza Mágica. Son conservadores no asesinos...

  - Incluso el más conservador puede convertirse en asesino si sus supuestos enemigos están a las puertas de su casa. Y de todos es sabido que la cantidad de magos hijos de muggles está creciendo, con lo que crece la popularidad del frente Uroboros. Además, incluso en el Frente cuentan con gente extremista... - Dijo Finlay, sin posicionarse en ninguno de los dos partidos, pues en temas serios acostumbraba a dar opiniones objetivas, no basadas en sus propias convicciones. Aunque de todos era sabido que simpatizaba con el Frente Uroboros. - Si no... ¿por que iba a estar Irving tan cerca de su hijo? Creo, amigos mios, que ese es otro tema delicado. Tras el atentado contra su padre, Gary querrá ver correr la sangre de los elitistas. Debemos hacer algo para que esto no desemboque en una guerra política.

 Finlay hizo una pausa, en la que apoyó los codos sibre la mesa, y juntó las yemas de sus dedos. Dirigió su mirada a Brelen.

 - Señor Brelen... es posible que Alianza Mágica no tengan nada que ver... y en cierto modo esto puede ser obra de un grupo reducido de, si no militantes, si simpatizantes. No estoy diciendo que metamos a todos en el saco y les mandemos al horno... pero ppor algo deberíamos empezar las investigaciones. ¿Que piensa usted, Albus?

Emma se retorcía las manos, nerviosa. Le habían pedido que fuera y ella, muy convencida, había acudido, pero no sabía qué podía hacer. Escuchaba a los demás hablar, y no creía tener demasiado que aportar a la discusión. Pero de todos modos, estaba allí por algo. Habló, y no sonó muy segura que digamos. Y siempre había evitado hablar de política, aunque trabajando en el Ministerio era un tema que no le era ajeno.

- Pero es inútil lanzar acusaciones contra la Alianza, ¿no? Es el partido que dirige el Ministerio, si quisieran atacar a los hijos de muggles, hay otros caminos. El Ministro escribe la ley mágica, al fin y al cabo, la única oposición que tendrían es la Alianza. Antes de ir a por ellos habría que ver cómo reaccionan a lo de Camden... supongo... -su semblante se volvió sombrío al recordar lo que había visto y padecido allí, y bajó la mirada para disimular.

Mientras ellos discutían sobre los posibles culpables y sus razones, Albus se mesaba la barba pensativo, prestando total atención a las palabras que oía. El mago no habló hasta que creyó que era el momento adecuado.

-Todos tenéis parte de razón. Quizá los que llevan a acabo esas atrocidades si son extremistas, pero como dice el señor Darrel… Hay algo más. Sea quien sea aquel que los lidera, debe ser un hombre con unos objetivos claros. Alguien a quien no solo le importa sembrar el caos sin ninguna recompensa… Sin embargo no podemos hacer lo que dice, señor Darrel. Como dice el señor Brelen… Por cierto, ¿es nombre o apellido? Bueno, es igual… Como dice el señor Brelen, desgraciadamente hay mucha gente que no aprecia a los muggles. ¡Con los caramelos más ricos que hacen! –Albus se permitió cortar aquella tensión, aunque no se podía distinguir con seguridad si aquello había sido una broma o si realmente hablaba en serio-. No, si optásemos por esa solución me temo que no acabaríamos nunca y tendríamos demasiados sospechosos.

Albus se giró entonces hacia el señor McKenzie con una triste sonrisa.

-Señor McKenzie… Si tuviese que hacer una lista con todos aquellos jóvenes problemáticos y demasiado extremistas sería infinita. Además he de decir que estaría llena de Slytherins, y mira que no quiero ser prejuicioso, pero tienen tendencia a pensar mal sobre los muggles. Me va a tener que perdonar, pero lo último que quiero hcer es empezar una caza de brujas sin sentido.

El mago volvió a quedarse en silencio ahsta que decidió intervenir de nuevo.

-En mi opinión no creo que sea Alianza Mágica la responsable, tampoco el Ministerio de Magia, aunque no niego que tengan parte de culpabilidad, pues no han hecho nada por evitar estos incidentes a pesar de mis insistentes recomendaciones… El Ministerio ha ignorado a este grupo de encapuchados o bien porque alguien del interior les apoya o porque simplemente son unos viejos perezosos que no ven más allá de sus narices. O… una mezcla de ambas cosas me atrevo a decir.

Albus miró entonces a Emma.

-¡Ah…! Señorita Angove, es un placer tenerla entre nosotros. El señor McKenzie me ha hablado muy bien de usted.

-En mi opinión… ¡Ojalá les cuelguen a todos! ¿Qué pasa Arthur? No me mires así, ni que tú no pensases lo mismo…

Una joven señora Weasley había interrumpido aquella tensa discusión a la vez que sacaba una enorme caja de su bolso mágico. Cuando abrió la caja el olor a galleta casera inundó la habitación y Molly comenzó a pasar entre los asistentes ofreciendo sus delicias culinarias.

-Coged, anda, coged. ¿No quieres nada? ¿Y tú? Coge, cariño –le dijo a Brent–. Que no se pueden discutir estas cosas con el estómago vacío.

El señor Weasley miraba a Molly con cara de perrito abandonado mientras la suplicaba en silencio que volviese donde él estaba, pero la señora Weasley no estaba por la labor de hacerle caso.

Cuando llegó a la altura de Finlay se le quedó mirando con la caja de galletas frente a ella.

-Un momento, cariño –le dijo al auror-. ¿Has dicho que tienen a uno de esos hijos de…? ¡Ay! Tranquilízate, Arthur. ¿Has dicho que tienen a uno de esos “encapuchados” pendiente de hacerle la autopsia? Es que con tanto ruido creo que lo hemos pasado por alto. Albus, esta me parece una información muy importante. Podría ser nuestra primera pista a seguir –dijo esta vez mirando a Dumbledore.

Sí Albus, Brelen es mi nombre tras decir eso Molly habla y nos ofrece galletas, algo que acepto con gusto Uhmm, huelen muy bien Molly, ¿te importa si cojo un par más? Brelen coge unas cuantas galletas más y empieza a hablar mientras da mordisquitos a la galleta.

Coincido con Molly. Investigar ese cadaver es mejor que ir por el ministerio cortando cabezas y preguntando si son seguidores de esos encapuchados.

Brelen vuelve a pegar un mordisco a la galleta y pone cara de placer De verdad Molly, esto es divino, debes darme esta receta... Por cierto, hablando de cadaveres. También deberíamos hablar con los de frente Uroboros, a ver si tienen información que se nos haya pasado por alto e ir a hablar con Gary, el hijo de Proudfoot ¿ya ha salido del coma?

También deberíamos hablar con la oficina de aurores, Fin -¿no te importa que te llame Fin no Finlay?- ¿tú eres auror verdad?

 el rubio y joven auror suspiró ante las insinuaciones de Dumbledore. Si. No tenían sinrazón, pero él era parte de ese Ministerio de Magia... El joven se sintió en parte algo ofendido por las insinuaciones de que no se está haciendo nada.

 - Albus... el Ministerio de Magia pondrá enseguida las cartas sobre la mesa. El Señor Boxley, que comparte con usted la opinión, ha decidido dar un ultimatum a los altos cargos. - Cogió una galletita, con la que jugó entre sus dedos, con una pelusilla sospechosa. - Pero dejad, amigos, que sea el departamento de aurores, del cual formo parte, el que se encargue de investigar el cadaver que tenemos. - Hizo una pausa mirando a los asistentes uno por uno. - Todos sabeis que no es conveniente soltar la información que concierne a un departamento del Ministerio. Y al ofrecerosla a vosotros, os pido discreción en todo esto... Mi cabeza podría colgar de una viga si alguien husmea donde no debe. Oh... y.... FInlay, si no le importa Señor Brelen... odio los diminutivos. - Dijo con una sonrisa cálida.

 Finalmente Finlay dio un bocado a la galletita, pequeño, lo saboreó y con una sonrisa felicitó a Molly.

 - Diguiendo entocnes con el asunto que nos atañe, Albus. Nos acabas de dar una descripción muy acertada y has lanzado luz en este pozo de oscuridad, viejo amigo. Bien... creo que tenemos algo más que añadir a la descripción de "extremista desalmado que odia a los muggles" - Con una sonrisa entusiasmada, aún es joven, de quien se da cualta de algo, Finlay golpea la mesa. - ¡Demonios! ¿Cómo no se nos ocurrió antes? Albus, si es cierto que los culpables podrían estar entre los Slythering, pero a mi tampoco me gusta ser perjuicioso. Centremonos en la persona y no en la hermandad... Aquel que esté detrás de todo esto... quien se esconda detrás de la calavera... no solo Odia a los muggles. - Apunta con un dedo. - No solo es un extremista y... me atrevería a decir... conocedor de las artes oscuras... - Apunta con otros dos dedos. - Sino que tiene dotes de liderazgo. Es capaz de mover a una masa activista que le siga y sea capaz de realizar sus atroces maquinaciones. Dime, Albus... Seguro que eso reduce la lista. Yo fui alumno de Hogwarts hace tiempo, y hasta entre los más pérfidos Slythering había pocos capaces de mover a una gran multitud. Señores. Lo que estamos buscando es algo más que un terrorista callejero. Buscamos a una persona malvada, cruel, con dotes de orador y liderazgo, un sangre limpia que odie profundamente a los muggles.

 Sin darse cuenta, Finlay se había levantado del asiento, al que se sentó después de su... discurso.

Saludó a Dumbledore con una media sonrisa que enseguida se desvaneció y cogió una galleta de la lata. Pensó en Eliot Boxley, que tanto trabajaba.

- Bueno, se puede seguir el protocolo de la oficina de aurores; si identifican al terrorista que han encontrado, puede darnos más información, ¿no? Podemos investigar con quién solía reunirse. A lo mejor no sirve de nada, pero... Yo intentaré haceros llegar cualquier cosa que el señor Boxley descubra y no comparta con los aurores, pero cuando se descubra la identidad del encapuchado, no veo por qué no habría de hacerse una investigación independiente. Además, me gustaría ayudar al señor Boxley; lleva mucho tiempo detrás de estos atentados, sin poder hacer nada -concluyó. Pensó que su deber como secretaria era defender a su jefe.

Y la verdad es que muchas veces no sabía en qué andaba metido Boxley, se estaba dando aires. Pero tampoco es que hasta ese día hubiera puesto interés en andar enterada.

Brent suspira en cuanto la caja de galletas aparece delante de él. - Gracias Molly, estos asuntos me dan hambre. - dice el mago cogiendo un par de galletas. - Hay otra cosa clara... y es que no podemos permitir que algo como lo de Camdem se repita. Mirad, a vosotros os puede molestar lo que haga esa gente al mundo muggle porque hace peligrar al mágico, pero para mi es algo muy distinto. Entre esos muertos podría haber gente que yo conozco, amigos o cosas así. Los nombres de los muertos para vosotros no valen nada, pero yo ya me siento más muggle que mago por muy pura que sea mi sangre.

Brent hace una pausa de tres segundos para comerse un cacho de las galletas de Molly. - Por eso me dan ganas de coger a toda la comunidad mágica y colgarles de los huevos si los tienen para que hablen rápido y sin rodeos. Escuchad, no sabemos nada sobre ellos, no tenemos sospechosos en potencia... ahora mismo no tenemos nada de qué hablar aquí. - él parece el más serio de todos los que allí están, quizás por su cercanía con la situación del atentado. Al fin y al cabo habían atentado contra SU mundo, y estaba allí por culpa de ello... tenía derecho a estar cabreado. - ¿Podéis conseguir información sobre el cadáver del encapuchado? Vale, pues no esperéis más y conseguidla. Cuando la tengamos y sepamos quién demonios es podremos volver aquí y hablar: sólo entonces podremos saber más cosas.

Brent, no podrías estar más equivocado. Decir que el atentado tan solo nos importa porque puede rebelar el mundo mágico en el que vivimos, eso es una tontería. Coincido contigo en que han muerto gente, personas inocentes que no tenían nada que ver con todo este asunto y no se debe volver a repetir.

No porque pueda rebelar que somos, sino para evitar, como ya he dicho, muertes innecesarias de personas inocentes.

Brelen se lleva la galleta a la boca, bastante malhumorado por las palabras de Brent.

 El hasta ahora tranquilo Finlay McKenzie golpeó con una rabia salvaje la mesa y se levantó tras las palabras de Brent.

 - ¡¿Insinuais que solamente nos importa el mundo mágico, Señor Darrel?! ¡Nos estás comparando con un grupo de extremistas y no he venido aqui a que me insulten! Todos nosotros, Brent Darrel, ¡Todos!, tenemos nuestros lazos con la sociedad muggle y con ellos compartimos mucho más de lo que, según has dejado entender, crees. El atentado de Candem nos ha afectado porque las victimas bien podría ser familia nuestra. Señor Darrel... no hay un mundo mágico y un mundo muggle, los dos mundos son el mismo y lo que atañe al denominado "mundo mágico" repercute al "mundo muggle", y viceversa. 

 Era algo inusitado en Finlay un cambio de temperamento tan fuerte, de ser un joven paciente, amigable, a ser violento como una bestia acorralada el segundo después. Cuando de ello se dió cuenta, Finlay negó con la cabeza y volvió a su sitio.

 - Perdonad... perdonad si me he excedido.... Brent, siento si te he ofendido... no era mi intención.

La rabia de Finlay se topó con un muro de hielo materializado en una sonrisa. Sí, en una sonrisa. No tienes que disculparte, no me ofendes. Los que conocían un poco más a Brent esperarían una contestación, pero simplemente se llevó lo que le quedaba de esa galleta a la boca y empezó a masticar. Y yo siento presuponer cosas así de vosotros, pero es lo que la comunidad mágica me desmuestra, compañeros. Diré lo contrario con todo el orgullo del mundo cuando tomemos cartas en el asunto y la cosa empiece a funcionar.

Era difícil adivinar sin hacer simples suposiciones si Brent había dicho lo que tanto había enfadado a Finlay con conocimiento o simplemente para observar la reacción de los allí presentes.

Emma no dijo nada, sólo procuró encogerse en su asiento en un intento instintivo de pasar desapercibida cuando el auror se puso a gritar. Brent le hizo pensar en sus amigas muggles; no creía que ninguna estuviera en Camden Town cuando se produjo el atentado, pero tendría que llamar a todas cuando llegara a casa. Randi estaría histérica. Y Juliet, por Merlín, ¿qué le iba a decir? Se mordió el labio, angustiada.

No era correcto marcharse corriendo en medio de la reunión, ¿verdad?

Cuando notó que la gente había dejado de gritar, se dio cuenta de que se había abstraído. Levantó la vista y miró a los demás. Brent sonreía por algún motivo.

- Entonces, ¿qué?

  - ¿Entonces? Les cojeremos. Hasta el último de ellos. Amigos, pronto se celebrará la autopsia y yo mismo le pediré al Señor Boxley estar presente. Es cierto que puede haber ciertas... manzanas podridas en el ministerio que quieran ocultarnos ciertos... hallazgos. Os haré toda la información de la que disponemos. Pero de momento... solo podemos esperar ojo avizor y extremar las precauciones... Pero les cojeremos, cojeremos a esos hijos de puta y les meteremos de cabeza en Azkaban.

 Dijo Finlay. El joven no se veía tranquilo. Era un humor extraño, de camino entre la paz y el malhumor, aunque sin parecer enfadado. Parecía que, dentro de su mar de tranquilidad, en cualquier momento saltaría tempestuoso. Tendría que ir al Hospital. Esos cambios de humor no podían presagiar nada bueno, además él nunca fue así. Tras la reunión hará algo al respecto.

 - Compañeros, podriamos recapitular todo lo que tenemos, que aunque es poco nos brinda un comienzo para la investigación. Tenemos que son una banda organizada, muy bien organizada, de magos sangre limpia. Son extremistas y meticulosos pues, aunque hagan mucho ruido, nunca les hemos cazado a no ser, como esta vez, que alguno muera en la refriega. Tenemos que... eso son suposiciones... aparte de ese pensamiento retrogrado y extremista, el líder debe de terner una abrumadora capacidad de liderazgo y de oratoria. No me sorprendería que alguno de esos encapuchados sea un suicida... Pero de momento no tenemos más. Yo, por mi parte, investigaré lo pertinente en el Despacho y hablaré con el Señor Boxley. Albus, si quiere incluso puedo concretarle una cita para que hable personalmente con usted, aunque eso podría hacerlo la Señorita Angove mucho mejor que yo. - Dijo Finlay sonriendo a su compañera ministerial. - Y os mantendré informados a todos vosotros las veinticuatro horas del día de cualquier novedad. Os aseguro que desde el departamento se hace todo lo posible, pero hay que convencer a las Altas Esferas del ministerio... ellos son los que nos tienen las manos atadas.