Partida Rol por web

Persigo a Hiedra mientras le hablo.

Espere, señorita. Tenemos que ver si los demás aceptan. Además tenemos que planear todo cuidadosamente si queremos obtener mucho dinerooo

Continuo siguiendo a Hiedra hasta que me tropiezo mientras pensaba en el dinero.

¡Aaaay!, ¡DINERO!-grito en el suelo.

No había mucho mas que hacer en el lugar, siguiendo las indicaciones de la anciana y a los demás compañeros Dolan se puso en marcha hacía el barco que ahora parecía que era de su propiedad, pero ahora lo importante era estar lo mas lejos posible de aquel lugar y poder descansar tranquilamente de todo lo que habían pasado.

Al parecer le había tocado estar al mando del lugar, pero ninguno de los allí presentes tenía razones para seguir sus órdenes, así que a menos que tuvieran algún problema o algún inconveniente les dejaría a cada uno hacer lo que quisiera, al fin de al cabo llevaban todo el día siendo así y la cosa funcionaba bastante bien.

Pienso un rato que hacer, pero la decisión está clara.

Yo me apunto. Pienso enque lo mejor seria largarnos de aqui y luego ya hablaremos de que hacer con la banda y los puestos. Yo no soy muy buena en nada pero he aprendido un poco de medicina y navegacion. ¿y vosotros? Por cierto alguien tiene algun problema con que esta pequeña venga con nosotros? les pregunto mientras rasco las orejas de Hikari.

Finalmente todos habían subido al barco que Kira y Hiedra habían intercambiado. Arriba estaba el nene de Allen descansado plácidamente mientras era resguardado por un aprendiz de carpintero que Popeye había dejado a cargo, sin embargo, al momento que ustedes llegaron este se largó a su casa.

-De acuerdo, yo creo que nadie sabrá que estamos en este barco y mucho menos saldrán a buscarnos con esta fuerte lluvia. Sugiero que descansemos y mañana a primera hora hagamos cuentas en cuanto a la comida que ocuparemos para el viaje y viajemos directo a Corleone. Que les parece?

Justo donde platicaban podrían notar que había una cocina completa junto a un pequeño comedor. Si se adentraban un poco más podrían notar unas 10 literas  con muy poco espacio entre ellas. Como se acomodarían?

Tu barco esta justo a un lado, solo tu sabes que es tuyo.

Observo a todos realizar planes y yo quiero aportar un poco.

Oigan, señores. Yo también tengo un barco. Miren-digo señalando mi barco.

¿Servirá de algo?, ¿qué dicen, chicos?-concluyo sobándome la nariz.

Sí, seguro que servirá de algo. ¡Y ya está! ¡No había tiempo para más! Hiedra había dormido en suficientes casas ajenas como para saber que todos los niños querían la litera de arriba, así que con vista de águila enfocando a ratón identificó la litera que le parecía la de más arriba del todo y corrió como si se estuviera jugando la vida en la carrera. Describió una trayectoria perfectamente sinusoidal por el aire, y aterrizó haciendo ruido, y una bola con las sábanas y el bolso y el bate y el ukelele y el pelo y todo. ¡Primera! Luego, hasta lamió un cacho sábana, porque ¡La lamí! ¡Es mía! 

Y luego ¡plof! A dormir. No sin antes una canción de ir a dormir, que sonaba muchísimo peor que esto:

SOÑANDO

Al soñar fortaleces el alma y te llenas de voluntad. Cuando estes dormido, en vez de esperar a que todos duerman sin hacer nada puedes crear una historia fantastica, obviamente de la mano del director, para ganar puntos de voluntad.

Puedes ganar hasta 4 puntos de voluntad al soñar, pero si prefieres no hacerlo y esperar a la banda simplemente te quedas con 1 punto.

Cabe mencionar que tus sueños seran en dificultad extrema, pero aunque mueras en tus sueños no te pasaria nada en la vida real.

Tu sueño se acaba automaticamente cuando todos los personajes que esten en juego se duerman, y asi pasariamos al siguiente dia.

La casa se alzaba en un pequeño promontorio, justo en las afueras del pueblo. Estaba sola y daba a una ancha extensión cultivable de la campiña occidental. No era una casa admirable en sentido alguno; tenía unos treinta años de antigüedad, era achaparrada más bien cuadrada, de ladrillo, con cuatro ventanas en la fachada delantera y de tamaño y proporciones que conseguían ser bastante desagradables a la vista. La única persona para quien la casa resultaba en cierto modo especial, eras tú y ello sólo porque daba la casualidad de que eras el único que vivía en ella. La habías habitado durante tres años.

A las ocho de la mañana de aquel jueves, no te encontrabas  muy bien. Te despertaste con los ojos turbios, te levantaste, deambulaste por la habitación, abriste la ventana y viste un bulldozer. Que haces?

¡Por fin en casa! 

La alegría de despertar en un sitio familiar era incomparable para Hiedra. Toda la isla donde creció resultaba un tanto familiar; desde la casa del lechero, hasta la de la vendedora de pan, pasando por el bar y los callejones sucios con olor a meado de perro. Pero ninguno de esos sitios se sentía exactamente como "casa". 

Solo ese sitio dentro de su cabeza podía recibir ese título. Solo en esa imaginación de niña perdida sentía una verdadera "zona de confort". Se levantó rápidamente de la cama, de un salto. Ya estaba vestida y todo, porque sí, porque quería. Hasta tenía el bate en la mano, y el bolso colgando, y un poco de resaca. Seguramente había estado bebiendo la noche anterior, se dijo. ¡Hahahahah! Le dolió un poco la cabeza al reírse fuerte. Uish, uish. Miró el interior de su bolso, y en él estaban su ukelele, y sus pocos berris. Tomó uno con la mano, y desenvolvió la capa dorada, dejando una bonita moneda de chocolate perfectamente comestible. Y como era tan comestible, se la comió para desayunar. Y luego otra. Y otra. Y otra. Y así hasta que no quedaron berris. 

La casa podía ser pequeña, pero era suya, verdaderamente suya. En su habitación se encontraba el armario de los recuerdos bonitos: una botella de sake rota, por la primera vez que se emborrachó y acabó rompiéndole la botella en la cabeza a un pesado, y el pesado le rompió una jarra en la espalda, y Hiedra le arreó con el bate... Un par de calcetines calentitos que le regaló la madre de un amigo para su "cumpleaños", luego de darse cuenta de que como nadie sabía el día exacto en el que había nacido, nunca había tenido un cumpleaños. Un huevo, de cuando robó una gallina, y la gallina puso un huevo, y no lo devolvió, y se lo comió. Entre otras cosas.

Y también el cajón de los recuerdos feos. Una astilla, que hizo que se le hinchara el dedo como un globo y todos los niños se rieran de ella. Un trozo de tiza, de cuando la maestra la echó de clase por ponerse a cantar, y no volvió nunca más. Un trozo de carmín, de cuando una de las señoras que sabían hacer que los hombres fueran en su equipo la intimidó y le dijo que tenía que ponerse eso en los labios si quería hacer algo con su vida. Y, por algún motivo, hojas de Hiedra.

Y en la papelera, montones de basura irrelevantes: una pala, un reloj de arena, un trozo de queso, una raqueta, zapatos... 

¡Y hasta había una cosa nueva! En una esquina, medio iluminada por alguna luz tenue que salía de ningún sitio, fotos de sus nuevos compañeros. Hiedra las miró un ratito, cuestionándose si debía ponerlas en algún sitio mejor, y mientras hacía eso, las fotos iban ganando color y definición, pero finalmente decidió que primero debería tener un mueble donde ponerlas, y las dejó donde estaban. 

Guiada por el sonido arrastrado por la brisa de fuera de fuera, atravesó la habitación, y llegó al salón. Una sala de la casa más conocida como "la habitación del síndrome de Peter Pan". En esa habitación todo estaba bastante sucio, pero igualmente muy reluciente. Suciedad bonita. Tierra, plantas, ollas tiradas por el suelo, cositas brillantes como anillos, y algunas mariposas. Además, detrás ya no tenía la habitación de dormir, sino las cosas que nunca llegaban a la habitación del síndrome de Peter Pan. Cada día había un objeto nuevo en esa habitación. En esta ocasión, se trataba de un trofeo conmemorativo. Concretamente, una taza. Una taza marrón, un marrón muy cálido, y muy normal y corriente. Excepto por una cosa: 

PARA LA MEJOR LUCHADORA DEL MUNDO

Eso decían las letras grandes y negras de la taza. La cara de Hiedra se iluminó, ¡Lo conseguí! ¡Lo conseguí! Entonces se dio cuenta de que ya se había inventado su propio estilo de lucha, y de que era reconocido en todo el mundo como el mejor de todo el mundo, y con una taza en una mano y el bate en la otra, salió corriendo afuera, lejos de su zona de confort, adentrándose en el barullo, gritando a su paso:

¡SOY LA MEJOR LUCHADORA DEL MUNDO! ¡MIREN! ¡MIREN! Y zarandeaba la taza, prueba inequívoca de que finalmente había conseguido llevar su estilo de lucha a la cumbre. Y así llegó hasta el bulldozer. La conclusión lógica era que el bulldozer también formaba parte del premio, así que se subió encantada. Dejó la taza al lado suyo, el bate en el bolso, asomando por una punta como siempre, y empezó a pegar patadas y manotazos a todas las palancas y botones que encontraba, entusiasmada como una niña con juguetes nuevos. 

¿Espero mensajes sobre mi propuesta, máster?, ¿O continúo roleando?

:p

Me quedo perplejo viendo la situación. Siento una rara sensación al ver a esta chica, es rarísima.

Esa chica es casi como uno de esos niños hiperactivos...¡en serio!

Oigan, chicos, ¿esa chica está bien?, pareciera que alguien la ha hechizado para hacer que se comporte como un niño.

Además, dejando eso aparte, ¿qué es lo siguiente en la lista?, digo, ¿qué se va a hacer?

Yo en lo personal creo que podríamos preguntarle al señor del astillero sobre cómo llevar barcos y esas cosas...es más iré a preguntarle, él sabrá algo.-concluyo diciendo mientras me alejo en búsqueda de Popeye para recibir instrucciones.

A final de cuentas se mira como alguien tranquilo el Popeye ese.-pienso despreocupado

-Gracias por hacer mi trabajo Srita Hiedra! diría Popeye, quien al parecer era el conductor del bulldozer. -La verdad ya me estaba presionando por hacerlo, pero no podía cumplir con mi trabajo porque usted seguía adentro. Sin embargo ahora que lo hizo no me queda más que invitarle un trago, gusta? diría ofreciéndote una cerveza ante el caótico escenario.

Al parecer, tanto movimiento de palanca y tanto presionar botones había resultado en que el Bulldozer arrancara a máxima potencia, hecho que evito que cualquier individuo pudiera reaccionar e intentar detenerlo. Consecuentemente el bulldozer derrumbaría tu casa, junto con todos tus cuartos, recuerdos, muebles y trofeos que pudiera haber dentro.

Hiedra estaba ahí como un gorila tocando cosas al azar, y al ver que toda su casa fue destruida, pensó que vaya, ¿será que ya era vieja? Supongo que ahora soy nómada. Por suerte tengo la taza. La agarró por el mango, y bajó de un salto del bulldozer. Caminó por entre los escombros, pisando los recuerdos destruidos y magullados, y sintió que así todo roto hasta era bonito. 

Fue entonces cuando oyó la voz de Popeye, y Hiedra enseguida se acordó de... algo, no sabía, pero sabía que de algo se había acordado. ¿Tenía que destrozar la casa? Sí que debía ser vieja... Por nostalgia, cogió una piedrecita del tamaño de la uña del meñique de entre los escombros, y la dejó caer en las oscuras profundidades del bolso. Claro, tiene sentido, porque si voy a ser nómada, no me cabe la casa en el bolso. Con la piedrecita tengo suficiente. Aunque me da pena... Y entonces se le fue quedando la cara triste, y más triste, y más triste, y se agachó, y se sentó en los escombros, y se puso a llorar como una niña perdida llamando a sus padres. O, en este caso, a todos los adultos que conocía. ¡BUAAAAH! ¡ECHO DE MENOS A TODOS! ¡MARÍAAAAAA! ¡JUAAAAAAN! ¡LAURAAAAA! ¡AMELIA! ¡BUAAAAAAAH! ¡YO NO QUERÍA QUE ME ECHARAN DE LA ISLA BUUUUUUUUH... 

Y lloró y lloró hasta que la tierra se quedó húmeda de lágrimas y mocos, en perfecto estado para plantar cosas. Entonces se levantó tan alegre y despreocupada como siempre, ya sin lágrimas y sin mocos, muy decente ella, y le sonrió a Popeye. Señor Destructor, lléveme a un sitio donde pueda pegarle a gente. ¡A un bar violento! A uno de esos bares en los que está toda la mala gente divertida. Porque ahora soy esta taza nómada.

Por fin tenían un rato de tranquilidad y lo mas importante un lugar medianamente cómodo para poder descansar un rato.

Dolan pudo ver el comportamiento de Hiedra y no pudo evitar sacar una sonrisa, con todo lo pasado parecía ser que aquella chica no perdía su optimismo- No te preocupes por ella, déjala estar, cuando se necesita es bastante confiable, además es mejor que alguien ponga algo de humor en el lugar- tras unos segundos en silencio dijo- ahora no dirigiremos al hogar del señor Allen para reclamar nuestra recompensa y acabar el trabajo, después ya se verá- de momento lo mas importante era reclamar la recompensa y acabar el trabajo, después ya encontrarían algún otro trabajo, seguramente la familia de Allen tendría algo que pudieran hacer.

Al ver como el nuevo componente del grupo se dirigía a preguntar algo al jefe del astillero, Dolan se echó en el primer lugar que encontró a descansar su maltrecho cuerpo, le habían golpeado por todas partes y todavía le dolía bastante, aunque no se durmió del todo, no podía estar lo suficientemente tranquilo como para dormir, no podía saber si les encontrarían o aparecería algún otro enemigo, ahora mismo parecía que toda la isla les estaba persiguiendo.

-Miren chicos, la verdad me cayeron de lo mejor. Son un gran grupo por lo cual les permitiré guardar sus barcos en el astillero. Sin embargo para el día de mañana si ocupare el espacio para mis trabajos.

-También logre observar que ahora tienen dos barcos. Muy difícilmente podrán encargarse de ambos. Que te parece si me lo vendes. El único problema es que tendré el dinero hasta la próxima semana. Que te parece? O puedes buscar a alguien mas que te lo compre.

Vaya, señorita. Está entre usted y yo una decisión.-digo algo sereno mientras me balanceo y miro al cielo.

Si entrego mi bote obtendré el dinero pero me quedaré sin nada. Es como cuando se empeña algo útil por la necesidad de dinero.

El dinero me caería bien. De poco en poco puedo ir acumulando dinero...además, creo que puedo quedarme con estos chicos.

Yo le vendo mi barco.-digo sereno ante Popeye.

Es una muestra de buena voluntad ante ustedes, chicos. Digo, usted, señorita, ya parece conocer a los muchachos y así ustedes no perderán nada. Además, puedo aportar una parte del dinero...aunque deberemos esperarlo.

¿Qué opina?