Partida Rol por web

Renacer

Capítulo 2: Los que persiguen el progreso

Cargando editor
23/11/2009, 21:54
Joel Sorenson
Sólo para el director

Notas de juego

Sí, beno, es lo que tiene "fliparse". xD. Además, se supone que me hago el héroe frente a Susan también. Joel es así de "Flower Power" xDD. Corrijo: "Calor Power" xD.

Vale, lo siento, lo retiro. >.< xDDD.

Cargando editor
23/11/2009, 22:03
Director

Notas de juego

No hace falta que retires nada, con que modifiques el final del post y acabes entrando ya está. No voy a cortarte las alas.

Cargando editor
23/11/2009, 22:13
Joel Sorenson

Entro en la sala, de un salto, cerrando la puerta tras de mí. Miro a William y antes de que el aire se me acabe, le grito.

-¡Detente!...- Caigo al suelo, agarrándome la garganta.

Cargando editor
26/11/2009, 13:58
William Bonelli

-"!No se como parar esto!"- Grita William cuando observa a Joel afixiandose en el suelo. Mira a su alrededor como todo comienza a derretirse, aun que su atencion esta fijada en Joel. No queria que le pasara nada e intentando calmarse, callo de rodillas al suelo respirando hondo para asi intentar cesar lo que habia comenzado. -"!No deberias haber entrado! !No quiero matarte!"-

Cargando editor
26/11/2009, 15:19
Joel Sorenson

Tendido en el suelo, mi visión comienza a nublarse. Las últimas imágenes antes de empezar a ver borroso fueron las rodillas de William en el suelo y una pieza del techo derritiéndose. Sabía lo que vendría a continuación. Mi piel comenzaba a abrasarme, los músculos asomaban por las zonas menos protegidas, y mis pulmones apuraban sus últimas gotas de oxígeno, esperando una incierta salvación. Cerré los ojos, presa del destino, estirando en un último esfuerzo uno de mis brazos, levantando el pulgar, que comenzaba a deshacerse, en señal de "lo estás haciendo muy bien". Si no me faltara el aire, gritaría, pero me es imposible. Una sonrisa acude a mi rostro, antes de desplomarse mi mano sobre la ya casi líquida estancia. Joel... Tu heroísmo, te ha costado muy caro.

Cargando editor
26/11/2009, 18:07
Director

-¡DETENLO! ¡TE LO RUEGO!- el grito de Susan resonó por la semivacía estancia, se notaba que estaba desesperada.

Frente a ella había un chico, de su edad. Estaba sentado en una butaca, leyendo un libro. Ciertamente, no había nada más en esa monocromática habitación. –No tengo por qué. Ya sabes lo que pasó la última vez.

-¡Pero esta vez es diferente! ¡Por favor! ¡Se van a morir!- Susan estaba casi arrodillada frente  él. Odiaba tener que pedirle ayuda, pero era el único que podía intervenir definitivamente. –Por favor…- las palabras de Susan se perdieron en el vacío que dominaba la sala.

El chico que había frente a ella cerró el libro de un golpe. –Está bien, pero esto lo hago por ti, no por esos dos.- sentenció el chico mientras cerraba los ojos.

Su conciencia se expandió en kilómetros a la redonda. Y no tardó mucho en encontrar al hombre de fuego. No le costó nada meterse en él, y desactivar su poder. –El resto que lo hagan vuestros títeres. Creo que vais a necesitar otra vez la ayuda de la niña.

Joel se queda tendido en el suelo, casi incapaz de hacer nada. Su campo de fuerza, ahora visible en un anaranjado brillo, se desmorona ante la altísima temperatura.

Y entonces algo sucede. De pronto el poder de William se desactiva, como por arte de magia. Los dos caéis inconscientes, aunque la situación de Joel es mucho peor…

Cargando editor
26/11/2009, 18:08
Director

Joel

Una luz blanca ilumina el cuerpo. O más bien lo poco que queda de él. Un equipo de médicos lo examinan, parece que no hay nada que hacer. Pero de pronto alguien entra en la sala. Es una niña pequeña, de apenas nueve años. Sus rubios y rizados cabellos contrastan con sus penetrantes ojos azules. Charlotte es su nombre.

-¿Se ha salvado el cerebro?- es lo primero que pregunta la pequeña. Uno de los  médicos le responde enseguida. –Sí, su campo se mantuvo con más potencia en el cráneo. ¿Podrás recuperarlo?

La niña se acercó a los restos del cuerpo, ni siquiera mostró asco. –Si hace menos de 24 horas que ha muerto y se ha conservado intacto el cerebro, sí.

Los médicos asintieron y se apartaron mientras la pequeña posaba su mano sobre la cabeza del difunto. Cerró los ojos y se concentró. Y otra vez, sintió el flujo de vida que emitía, y como su “amigo” se regeneraba a una velocidad vertiginosa. –Tardará un poco en despertar.

Varias horas más tarde, el recién resucitado se encontraba en una cama, en una solitaria habitación que parecía de hospital. Cuando abrió los ojos no sintió nada. Pero a los pocos segundos una avalancha de recuerdos y emociones los llenó, como si lo hubiera olvidado todo durante un tiempo y luego lo hubiera asimilado todo de golpe.

Alguien llamó a la puerta, se escuchó la voz de una niña.

Cargando editor
26/11/2009, 18:10
Director

William

Lo único que se escucha son los latidos del corazón. Su pulso es lento, pero sano. El hombre que yace sobre la cama abre los ojos lentamente. Algo desorientado, mira a su alrededor. Parece que no está solo. Hay una mujer con él.

La mujer, morena y con una agradable sonrisa cincelada en el rostro le transmite la seguridad que le falta. Después de unos segundos la logra reconocer. Es Susan. Pero… ¿Quién es él? ¿Qué hace aquí? Por extraño que parezca no logra recordar nada sobre sí mismo, solo que conoce a esa mujer.

Ella sostiene su mano, con delicadeza. –Puede que te sientas algo desorientado, William. Pero es normal, tuvimos que recurrir a medidas drásticas para detenerte. No te preocupes, con el tiempo recuperarás la memoria.

El hombre notó algo raro en lo que le acababa de contar Susan, pero lo aceptó. Aún desconcertado miró la habitación de nuevo. Parecía una habitación de hospital. Una cortina filtraba los rayos de sol, iluminando levemente la sala.

Entonces alguien llamó a la puerta. Susan le permitió el paso. Y entró a escena un hombre ya mayor y bien vestido al que no pudo reconocer. –Buenos días, señor Bonelli. Supongo que no me conocerá. Permítame presentarme. Mi nombre es Gregory Petersen, encantado de conocerle al fin.

Cargando editor
28/11/2009, 15:06
Joel Sorenson

Mi cuerpo tembló, mi mente se resquebrajo y mi alma, hizo algo parecido a lo que William podía conseguir si caldeaba demasiado el ambiente. ¿Pero qué hacía ahí tumbado? Y entonces, como si hubiese accionado un engranaje, quién sabe si indebido, todos los sucesos que habían acontecido florecieron en mi mente, manteniéndome momentáneamente en un estado de shock. He muerto. He muerto . He muerto y estoy vivo. Miro mis manos, me toco, y entonces me doy cuenta a todos los tubos a los que estoy enganchado (si lo estoy). Mi respiración se acelera rápidamente, y mi corazón comienza a intentar huir de su prisión. No es el miedo el que me invade, porque lo superé, o eso creía, hacía mucho tiempo. La noche en que nos colamos en la casa de aquel camello. La palabra camello revolucionó mi ánimo. La imagen de un porro invadió mi cerebro, y el deseo de fumarme uno, se activó. Tan pronto se había activado, la voz de esa niña resonó al otro lado. Un silencio irrumpió de pronto mi mente, y la estancia, aunque la estancia llevaba horas callada. La voz que escuchaba fuera, me sonaba mucho, me resultaba familiar, y juraría que había soñado con ella. No había tenido mucho trato con los niños pequeños, pero les respetaba. Al fin y al cabo, tenían una "magia" que nosotros habíamos perdido en el proceso de hacernos adultos.

Mi voz temblorosa, brotó entre mis labios, casi rajando mi garganta, por lo que sólo se escuchó un susurro.

- Adelante... - Mis ojos se clavaron en el pomo y a la altura de la mitad de la puerta, no me esperaba a alguien más alto. Extrañamente, unas lágrimas acudieron a mis ojos, buscando suicidarse en la realidad. Espero, con la boca ligeramente abierta, a ver la imagen de esa voz, que me resultaba tan familiar. Era muy raro, la gente no solía resultarme familiar, no con la vida que llevaba. La vida que llevo... ¿Qué vida...llevo?...¿Llevo una vida? Esos pensamiento me hacen daño. Mientras, el pomo comienza a girar, e instantes antes de verla, una lágrima se precipita por la mejilla izquierda, hasta la comisura de mis labios.

Notas de juego

Gracias, Máster, por permitirme continuar >.<!!! En principio, debería haber palmado... ¿no? (Joder, sólo el cerebro... Uh....) Xd

Cargando editor
29/11/2009, 11:33
Director

La puerta se abre, y de detrás de ella aparece una niña. Pero no una niña cualquiera. Sus largos y rizados cabellos, más sus penetrantes ojos azules la hacen parecer la típica niña perfecta que sacan en las películas. Apenas tendrá nueve años, pero su mirada te desconcierta.

Tras verte la pequeña sonríe y se acerca a ti. –Buenos días, señor del campo de fuerza.- te saluda mientras se sienta en una silla a tu lado. –Yo me llamo Charlotte. He venido a ver cómo estás. ¿Te encuentras bien?

Su inocente sonrisa, acompañada de su rostro angelical te transmite confianza. Te suena de algo, pero no logas saber de qué. La pequeña le echa un vistazo a la habitación. –Vaya, esto está un poco oscuro. ¡Vamos a correr las cortinas!- dice, mientras se levanta animosamente y se dirige hacia la ventana. Cuando corre las cortinas una potente luz solar invade la habitación.

-Hace un muy buen día, ¿no te parece? Un buen día para dar un paseo y sentir la brisa.- se gira, mirándote. ¿Es acaso una invitación?

Notas de juego

La verdad es que este personaje ya estaba diseñado desde antes, así que no te preocupes. No se te fulminó todo el cuerpo, pero almenos el cerebro se salvó. Si no Charlotte no podría haber hecho nada. Por eso no pudo salvar a nadie cuando el poder de William se activó pro primera vez, como dijo Susan: "Nuestros sanadores no han podido salvar a casi nadie."

Cargando editor
29/11/2009, 20:41
William Bonelli

"¿D-detenerme...?"- Pregunta, confuso - "¿Determe de que...?"- Pregunta muy confundido. Lleva sus manos a la frente, frontandola mientras toma aire, cerrando los ojos. -"¿Que ha pasado...?"-

Cargando editor
30/11/2009, 13:53
Joel Sorenson
Sólo para el director

Atento, espero casi conteniendo la respiración hasta que finalmente esos desconcertantes ojos azules se clavan en los míos. No sabía si la alteración que había sentido dentro de mí era por sus ojos, o por lo que le debía. No pude evitar esgrimir una sonrisa, aunque fuera de agradecimiento. Sonrío ante su peculiar forma de designarme, mientras observo cómo se sienta a mi lado, preguntando sobre mi estado. La verdad es que me conmueve. La gente no solía preocuparse por mí, a menos que fuera alguna "víctima", o alguno de mis asociados más antiguos...

- Hola Charlotte - Contesto de forma efusiva, pero rápidamente veo que aún me resiento de... lo que fuera eso. Algo por dentro, así que reduzco mi énfasis, mientras continúo hablando con ella. - Me llamo Joel, puedes llamarme por mi nombre... Y sí, sí, me encuentro bien. Me duele un poco... dentro, no sabría cómo explicártelo, pero sí, todo bien. - De pronto me percato de que le estoy hablando como si fuese una adulta, pero no es más que una niña... Aunque una niña de la Organización, probablemente, estaría más preparada que yo para cualquier cosa... Después de todo lo que he visto. No podía evitar fijarme en cada uno de sus gestos, pues la incógnita de la familiaridad me mantenía alerta, curioso incluso. Asiento a su proposición sobre correr las cortinas, pero mi reacción es bien distinta una vez está hecho. Mis brazos cubren mi rostro, ese fogonazo de luz no me lo esperaba. Mi corazón se aceleró pensando en el exterior, y le faltó tiempo a la jovencita para que ya estuviera intentando reincorporarme para salir de esa habitación. Respondo con vehemencia, culminando con una amable sonrisa. - Sí, vayamos a... jugar al jardín.- Esa pequeña de nueve años, me estaba devolviendo la vida. Había conseguido que el deseo de salir al exterior, borrara todos los turbios pensamientos que en aquellos instantes rondaban mi cabeza. Me hacía sentir... más vivo. Despacio, una vez el dolor me volvió a avisar de que tenía que ir con cuidado, con más calma, apoyándome en los objetos de que estaba compuesta la habitación, avanzo hacia la puerta. La abro, sosteniéndome en ella, dejando pasar en primer lugar a aquella graciosa señorita.

- Vamos, pequeña, llevo meses sin oler césped húmedo. - Esa expresión salió de lo más profundo de mis entrañas, del Joel sin cáscara. Y la sonrisa que se dibujo fue tan sincera, como podía ser la mirada de aquella pequeña "maga".

 

Cargando editor
30/11/2009, 23:06
Director

Charlotte te coge de la mano. Notas su tacto cálido y agradable, como si te transmitiera vitalidad y euforia.

La pequeña te guía por los intrincados pasadizos del edificio. En poco tiempo te desorientas, pero Charlotte parece saber en todo momento a dónde va. –Mira, por aquí se va a los laboratorios… Por aquí hay un salón de conferencias muy grande… Más allá hay salas especiales de contención… Por ese pasadizo de allí se va a las oficinas…

Te va indicando todos los lugares por los que pasáis a medida que avanzáis. Y, finalmente, llegáis a la puerta que da acceso al exterior. La recepción del edificio parece de lo más normal, como si de una empresa más se tratara. Por el camino no os habéis topado con casi nadie, parece que todo el mundo está trabajando.

Cuando salís notas el aire fresco que choca contra ti, como si de una brisa revitalizante se tratara te devuelva a la vida después de estar tanto tiempo encerrado aquí. Notas como si estuvieras volviendo a nacer, y no puedes evitar correr por la hierba hasta caer al suelo. Detrás de ti te sigue Charlotte, que va dando saltitos hasta sentarse a tu lado.

Su radiante sonrisa acompaña a su rostro angelical. -¿Vamos a dar vueltas por el jardín?- Te pregunta, señalando la vasta extensión que es el jardín del edificio. La hierba parece muy bien cuidada, y hay flores y árboles cuidadosamente colocados por doquier.

Cargando editor
30/11/2009, 23:16
Director

El hombre te tranquiliza con un gesto conciliador. –No se preocupe, señor Bonelli. Aún debe recuperarse.- te dice mientras se sienta junto a la mujer, al lado de tu cama.

-Estoy aquí porque tenemos que hablar seriamente sobre su… futuro…- El hombre mira a la mujer. Ella se levanta y se retira de la habitación no sin antes despedirse de ti. -Hasta pronto, William.

El hombre te mira severamente. –Sé que te costará un poco de asimilar. Y aún más después del tratamiento de choque que te hemos aplicado. Pero debes saberlo. Usted, señor Bonelli, no es como los demás. Usted tiene la capacidad especial de desprender altas temperaturas cuando se altera. Como comprenderá, es algo muy peligroso…

Cargando editor
01/12/2009, 17:00
Joel Sorenson

La sigo guiado por esa ligera, suave tensión que se produce en el tirón de su bracito de mi mano. Es enternecedora esta pequeña... Ha borrado cualquier sensación indeseada. Atiendo con una sincera sonrisa en el rostro. Charlotte me hace más feliz que cualquiera de las mujeres que he conocido... ¡Ja! Joel, es una niña. Mi sonrisa se incrementa, desprendiendo incluso un pequeño brillo en mis ojos, dilatándose las pupilas, como cuando nos gusta mucho algo. En este caso, era todo, todo lo importante: La compañía, la razón de este "viajecito", la energía que me transmitía, el aire libre... Era ideal. Por fin, salimos al exterior. Si el campo magnético que envolvía mi cuerpo fuese visible, en estos casos habría cegado a cuantos me miraran, porque irradiaría una luz de tan diáfana, imperceptible. Gracias a aquella pequeña. No pude evitar soltarle la mano y lanzarme al césped. Alcanzo mi culmen cuando caigo al suelo, y no puedo evitar una expresión embriagada. Estoy ebrio de felicidad. Mis ojos se cierran lentamente hasta que la pequeña se sienta a mi lado; entonces, abro los ojos y la miro, me reincorporo ligeramente, retirándole un pequeño mechón del rostro.

- Mechón rebelde, ¿eh? - Miro a mi alrededor y arranco de raíz algunas flores y algunos tallos. Algunos años atrás, con Johnny había vivido de pueblecito en pueblecito con un grupo de hippies, y aprendí a hacer coronas con flores y tallos. Era bastante eficaz para ligar, o alegrar a los más pequeños, incluso a algún que otro gruñón. Como decían ellos: Nada puede contra el amor. La filosofía era más profunda, pero este no era momento para ponerme a contarle a la jovencita sobre mis viajes con hippies. Con un poco de dificultad al principio, y sin responder a la joven a su pregunta, me pongo a manufacturar el pequeño adorno para mi salvadora. Estaba naciendo una hermosa relación. Finalmente, consigo construir el pequeño adorno, que resueltamente le coloco sobre la cabeza.

- El Hombre del Campo de Fuerza, como Guardián de las Tierras de... de... De la Princesa Charlotte, le hace esta ofrenda como muestra de agradecimiento, y lealtad. - Por unos instantes, la situación realmente se convierte en algo mágico, casi se pueden ver las hadas a nuestro alrededor, o al menos, casi alcanzo a verlas. Finalmente, me pongo en pie, rompiendo esa atmósfera mágica, para responder a la mi nueva Princesita.

- Vayamos a dar vueltas al jardín, mi Señora - Sonreí diciendo, antes de tenderle mi mano. Una vez la hubo cogido, la alzo con mis dos brazos y la sitúo sobre mis hombros. - Así podréis ver los horizontes de vuestras tierras, Princesa Charlotte. Si veis enemigos, decídmelo. Y si os cansáis también. ¡Jajajaja! - Respondo mientras comienzo a andar tambaleante en ninguna dirección concreta.

- ¿Próximo destino, Princesa Charlotte? - Pregunto, exaltado por todas las emociones positivas que me envuelven en este instante, con el aliciente, de la magia de esta pequeña sanadora.

Notas de juego

Suena tan bonito tu post... que me da miedo >.< xD. Pero, ale, magia para todos. =P.

Cargando editor
01/12/2009, 21:52
Director

Charlotte te sigue el juego. –Acepto vuestra ofrenda, mi Guardián. La portaré con orgullo, y haré ostento de ella.

Cuando la subes sobre ti se pone la mano a modo de visera. –Vaya, mis tierras son demasiado extensas… Vayamos por ahí, en dirección a las amapolas.- Cuando la escuchas consigues divisar a los lejos una zona llena de puntos rojos y rosados. Como ella dice, deben ser las amapolas que buscáis.

Comienzas a andar en esa dirección, cargando con Charlotte sobre tus hombros. Ella ríe mientras sus cabellos ondean en el viento. Parece que está disfrutando de lo lindo. A la vista de cualquiera, es una niña como todas las demás. Pero ella ha sido bendecida con un Don, la habilidad para sanar y revitalizar a los demás.

Pese a la distancia no tardáis mucho en llegar al lugar. Entonces ella te pide que la bajes, y se apresura a agacharse para oler una de las amapolas que hay por el lugar. Cuando te das cuenta, te fijas en que el campo de amapolas se extiende por toda una vasta pradera.

Charlotte comienza a correr a través de la pradera, dando saltos y vueltas, bailando, y riendo sin parar… A su alrededor el rojo de las flores se vuelve aún más intenso, como si quisieran brillar tanto como ella. Cuando la miras, no puedes evitar ver a una niña de lo más normal, y no a una agente de la Corporación.

Entonces te grita desde lejos. -¡Venid, mi Guardian! ¡Voy a mostraros algo muy especial! ¡El verdadero poder mágico de la princesa!

Cargando editor
02/12/2009, 15:50
William Bonelli

William escucha con atencion todo lo que le dice -"¿Tratamiento de choque...?, ¿Que me habeis hecho?"- Pregunta mientras se mira asi mismo. -"Se, y soy consciente de lo que soy capaz de hacer... ¿Eso quiere decir que tendre que estar encerrado en algun lugar...?"- Aparta la mirada de el -"¿Que va a ser de mi...?"-

Cargando editor
02/12/2009, 18:45
Joel Sorenson

La sensación que me embarga es revitalizante. Verla bailar entre las amapolas me enternece y hace surgir una extraña sensación paternal hacia ella. El mismo sentimiento que había tenido antes de conocer a William, ese sentimiento de brindar protección. Al fin y al cabo, tenía un cuerpo de fuerza a mi alrededor, que de alguna manera, serviría para usarme de escudo. Hasta mi opinión sobre mí mismo, y mis proyecciones se hacían positivas y hermosas junto a aquella "Princesa". No la perdí de vista en ningún momento, siguiendo de cerca sus movimientos; tampoco iba a permitir que se hiciera daño, no a ella. En poco tiempo, sentí que un lazo se producía entre ambos. Puede que fuese ese "síndrome de estocolmo" que sufría una persona rescatada por otra, pero me negaba a pensarlo. Para mí, era algo más, o tenía que ir más allá. Susan acudió a mi mente también, y fugazmente, vi estabilidad en mi vida. Una casa. Susan, Charlotte y yo. Nada de Organización... Pero rápidamente, volví en mí, descartando esas gilipolleces. Joel, ¿Qué piensas? Si no conoces a nadie, apenas conoces a Susan, bueno, o la conoces, pero eso no implica que vayas a hacer tu vida con ella. Disfruta de tus momentos de libertad con esta princesita... Ese pensamiento fue suficiente para que mi atención volviera a ella, segundos antes de que gritara a los cuatros vientos con su angelical voz la naturaleza de su Don. Corro hacia ella entre las refulgentes amapolas escarlata, con una amplia sonrisa en el rostro y los brazos abiertos hasta dejarme caer y rodar, rodar hasta sus pies. Desde mi punto de vista nadir la miro, y sin dejar de sonreír, le digo.

- Adelante, Princesa, soy todo vuestro. Todo ojos, todo oídos. Todo sentidos. - Inconscientemente, sabía que me preparaba para uno de los momentos más hermosos de toda mi vida, viendo cómo las flores amplificaban su color y brillo, mi imaginación ya comenzaba a inventar imágenes explosivas de color... y vida. Inspiro profundamente.

Cargando editor
02/12/2009, 20:56
Gregory Petersen

-Oh, no se preocupe, señor Bonelli.- Trato de tranquilizarlo de nuevo con un gesto conciliador. –Simplemente tuvimos que desactivar radicalmente su poder cuando estaba en su auge de potencia. No se preocupe, puede que se sienta mareado y desorientado, pero solo son efectos secundarios que pasan con el tiempo.

Aclaro la garganta. –Como comprenderá, su poder procede de su cerebro, que lo activa como un sistema de defensa cuando su estado emocional se altera. Furia, miedo, nerviosismo… Todo ello hace que su temperatura aumente. Pero no se preocupe, le vamos a ayudar a controlar su… don. Ya hemos tratado con otros como usted, y le aseguro que conseguiremos ayudarle respecto al tema.

La típica palabrería para todos y cada uno de nuestros huéspedes peligrosos. La última vez que pasó esto hubo víctimas, esta vez hemos tenido más suerte… -Mire, señor Bonelli, yo estoy a cargo de esta organización. Si desea algo en especial puede comunicármelo ahora. Luego procederemos a entrenar su estado mental para ayudarle con el control de su habilidad. Pero le ruego que no trate de hacer nada extraño, recuerde que estamos aquí para ayudarle. Y aunque en algunas ocasiones no pueda parecerlo, nosotros velamos por usted.- Exhibo una radiante sonrisa, necesaria para acompañar mis argumentos.

Cargando editor
02/12/2009, 21:17
Director

Cuando te acercas a Charlotte, ésta te sonríe. Parece que tiene muchas ganas de enseñarte lo que sabe hacer. Te coge de la mano y te arrastra por el campo de amapolas. Tardáis pocos segundos en llegar a una zona que no está en tan buenas condiciones.

Frente a vosotros se extienden cientos y cientos de flores marchitas. La mayoría, resecas, muestran un triste tono marrón, y una fría aspereza. La visión que os proporciona es bastante deprimente, pero la sonrisa de Charlotte no se ha desvanecido aún. Entonces te suelta la mano y te deja dónde estás, ella comienza a adentrarse en el campo marchito. Mientras va dando pasos cortos y acompasados te va explicando la situación. –Hace un tiempo, vino aquí un niño, igual de grande que yo. Se llamaba Lyle, nos hicimos muy amigos.

Su mirada te distrae en cierta parte, pues parece ir oscilando entre las flores y el cielo, perdida. –Él era como tú amigo, el hombre de fuego, pero diferente a la vez. Cuando se enfadaba, o tenía miedo, todo lo que había cerca de él se marchitaba. Yo lo llevé aquí, para enseñarle las flores. Pero estaba muy nervioso, y algo enfadado.- Charlotte se detiene y se agacha para tocar suavemente una de las flores marchitas. –No le gustaba su habilidad, tenía miedo. Y las flores se marchitaron…

En medio del relato de la pequeña te parece ver una pequeña lágrima que surca una de sus mejillas. –Yo tuve que irme enseguida, y no pude volver a venir a ayudar a las flores. Pero ahora que he vuelto, puedo hacerlas felices, y hacer que dejen de estar marchitas.- Charlotte se levanta enérgicamente y te mira, sonriente. –Mira bien, mi Guardián. ¡La princesa va a hacer felices a las flores!

Acto seguido comienza a danzar en medio de todas esas flores marchitas. La escena te recuerda a una luz en medio de la oscuridad. Tras pasar unos segundos comienzas a ver, asombrado, como todas las flores cercanas comienzan a regenerarse. Las amapolas más cercanas a la pequeña se revitalizan y florecen a gran velocidad, y su vida comienza a extenderse por el campo, que abarca una gran extensión. Poco a poco, la pradera de amapolas rejuvenece, volviendo de la muerte. El antes tan deprimente paisaje se torna un lienzo pintado con verde, rojo y rosa. La danza de Charlotte, acompañada del brillo propio de las flores extiende su manto de vida por varios kilómetros a la redonda. La piel de la niña adquiere una agradable luminiscencia, y su imagen comienza a difuminarse.