Partida Rol por web

 ¿Pasa algo Edmund? Preguntó preocupado el posadero mientras nervioso se mesaba la barba y miraba a ambos hombres pues los ojos de Edmund no se apartaron de Cornelius un solo instante.

 Si. Contestó secamente.

Ese "caballero" -su dedo indice señalaba al caza recompensas- dejó plantada y arruinada a una amiga mía. Y algo más.

Edmund dió unos paso hacía Cornelius, su enorme panza y sus andares de borrachin quizá le hacían parecer un personaje cómico pero su pena y frustración no tenían nada de pantomima.

¿Como pudiste? Ella, Arlin no se ni si te acuerdas de su nombre confiaba en tí. 

(...)

¿Como pudiste?

Al oir la voz me giro.
¡¡Edmund!! ¡¡¡no esperaba verle por aquí!!!

Tras sus palabras me pongo más serio.

La verdad es bastante más dífícil de aceptar que de explicar. He estado fuera de juego por motivos que no parecen tener nada que ver con Arlin ni con su hermana. Pero que no sabía que pudieran existir. La verdad es que yo tampoco lo entiendo mucho.

Flashback: los ojos de Cornelius se oscurecen y cristalizan mientras recuerdan la lluvia, el dolor y el miedo. Su voz cambia a tonos más serios todavía.

Justo después de verle, fuí a ver a Arlin y recojer el pago. Tenía que ser relativamente sencillo: recojía el pago, me iba a casa a buscar mis cosas y me largaba hasta la primera parada de postas para seguir buscando información y confirmar mis sospechas. Y así hasta dar con él, en Tashlutta o dónde sea.

Al llegar a casa algo no encajaba. Estaba todo, pero alguien había estado allí. Había aterrorizado a mi vecina, una buena mujer alegre y jovial, que probablemente ya no será nunca más ninguna de las dos cosas. Parece que me buscaba a mi.

Y me encontró. Justo cuando acababa de encontrar una buena pista sobre la ruta que había tomado ese tipo, apareció eso.

Empezó a decirme cosas que aún ahora no entiendo. Después me ataco. Y yo me desperté ayer en un cementerio cerca de aquí.

Flashback off: los ojos de Cornelius, así como su voz, vuleven poco a poco a la normalidad, mientras regresan de ese viaje al pasado.

Gracias a los dioses y a Khunder he sobrevivido.

Doy unas palmadas cariñosas a Khunder.

La verdad: mi intención no era hacerle daño a Arlin, ni a su hermana ni a nadie.

No sé qué ha pasado en el pueblo, ni en el resto del mundo, desde que me fuí. Ni siquiera sé realmente donde estoy.

Le pregunté al posadero pero sólo me supo decir cosas generales, nada en concreto. Aún no le he preguntado sobre el tipo ese, si sobre nada de mi cacería. No sé si pasaron por aquí y, en caso que así fuera, si se acordarían de él.

Miro fijamente a los ojos de Edmund.

Mi intención era recuperarme un poco y seguir mi busqueda, aunque las opciones de conseguir mi objetivo han bajado mucho. Sólo me queda una pista y hace demasiado tiempo que está en marcha.

Sólo espero no equivocarme y que ese tipo la quiera con vida. Aunque creo que quizá la preferiría muerta, intuyendo lo que le puede hacer.

Ahora, por favor, dígame lo que sabe del pueblo y de Arlin. Y por todos mis huesos que haré lo que pueda para corregir esta situación.

La mirada de Edmund pareció atravesar a Cornelius, de repente al gordo parlanchín parecían haberle caido una decena de años encima. Con los ojos que solo da una vida de trágicas experiencias Edmund escrutó el rostro de Adler. Tras pasar una tensa eternidad el gordo comerciante de vinos se dejó caer encima de una de las sillas de madera que crujió quejumbrosa por el peso descargado.

Thomas desapareció lo más silenciosamente que le permitía su enveragadura y desapareció en la cocina. Al cabo de unos minutos de tenso silencio el posadero dejo una jarra a rebosar de vino color rubí y dos copas en la mesa sobre la que permanecía sentado y mudo Edmund. A esta... a esta invita la casa.

Atwori, la señora Atwori mi... mi actual eposa -dijo un poco sonrojado y titubeante aún- te tenía en gran aprecio, me contó algo que por desgracia coincide con lo que me estas contando. Dioses... La pobre Arlin...

Esperó durante semanas la llegada de tus cartas, pero nunca llegó ninguna. al fin, desesperada por no saber nada del paradero de su hermana te culpó de haberla abandonado y estafado. Tomó un largo trago de vino mientras llenaba la copa destinada a Cornelius. Al final me... me... obligó a llevarla conmigo de camino a Taslutta y perdí su rastro. Las cosas allí están mal hijo, hay una guerra de gremios de ladrones, aparecen muertos en las calles cada noche... Y le perdí el rastro a la chiquilla. Otro largo trago. La segunda vez que fui a la ciudad por mucho que la busqué no apareció, ni en casas ni en burdeles... en ningún sitio.

Edmund quedó de nuevo mudo mientras llenaba su segundo vaso hasta el borde y lo apuraba de un trago. ¿Tú que piensas hacer?, ¿Vas a olvidarlo todo o vas a cumplir tu parte del trato? El orondo comerciante de vinos enmudeció esperando una respuesta.

Brindo y bebo poco. Lo que me tienen que decir es demasiado importante para despistarme con otras cosas.

Vaya... así que la señora Atwori ahora es señora de Edmund... le felicito. Es una gran mujer. Cuídela. Se merece lo mejor.

Y Arlin... bueno... sólo tengo una palabra. Así que debo cumplirla. Mañana al alba partiré hacia Tashlutta. Parece que las cosas se complican. Ahora tengo que encontrar a dos hermanas. Pero no me creo que sean capaces de desaparecer tan fácilmente. No Arlin. Llama demasiado la atención.

¿Hay algo más que debería saber? Edmund, esto es importante. Por favor... no se deje nada, por poco importante que le parezca...

No chico, no que yo sepa, susurró afligido.

Una cosa, yo parto mañanada de nuevo hacía el norte, no voy hasta Tashlutta, ultimamanete es un mal sitio para los negocios, peros podría dejaros a tí y al perro bastante cerca. ¿Que te parece?

Me parece fantástico. Y seguro que a Khunder también, ¿verdad? Necesitamos reposo después de este último bache, y salir con prisas no nos conviene. Muchas gracias por ofrecerlo.

Lo miro con cara de preocupado.

¿Y que pasa en Tashlutta que lo hace malo?¿la guerra de gremios de ladrones que me comentó antes?¿desde cuanto esa gente permite que sus quehaceres afecten a su principal clientela?

Parece que hay un nuevo gremio que está luchando por el control de las calles, creo que se llaman Los Dragones de Loto... No se, un pae de muertos en los  muelles... malo, muy malo para el negocio... Yo he de ir sobretodo para no perder clientes. Saldremos mañana por la mañana, así que si no te importa subo a mis habitaciones a descansar.

Edmund se levantó y dió un par de pasos hacía las escaleras. SE detuvo, dio un par de pasos hacia atrás y se llevó la jarra y un vaso.

Hasta mañana.

Me voy a dormir y por la mañana, bien temprano, me levanto, hago un poco de ejercicio físico (cortar madera, estiramientos varios, algunas prácticas con las cimitarras...).

Este tiempo perdido me ha dejado hecho polvo... tendré que entrenar un poco... ¡¡que asco!!

Despúes entro y pido un desayuno esperando que Edmund baje.

Las extremidades del cazarrecompensas crujieron y se quejaron por el ejercicio, se notaba entumecido y había perdido fuerza y toque con sus armas, además seguro que en los proximos días apenas podría moverse por las agujetas que le iba a costar en recuperar la forma perdida, al menos aquel dolor le permitía acordarse que estaba vivo.

Tras un copioso desayuno servido por el bueno de Thomas, consistente en salchichas fritas con salsa de tomate, tortilla, queso y jamón curado todo regado con buen vino del carromato de Edmund la caravana del comerciante estuvo lista para partir. El enorme Ruano se mostraba extrañamente nervioso, pifió un par de veces y sus pezuñas delanteras arañaron el suelo. Las palabras de Edmund calmaron al animal y el gordo mercader subió al estante y cogió las riendas haciendole señales a Cornelius para que subiera. Cuando el cazarrecompensas estuvo a media docena de metros el animal se encabritó amenazando con lanzar a Edmund al suelo. El ruano tenía las orejas pegadas al craeno de puro terror.

Me paro en seco y me retiro un poco.

¿Que demonios estará pasando?

Miro a los alrededores para ver si hay alguien más que pueda haberlo asustado.

Despúes miro a Khunder y a Edmund, por si ellos entienden algo y cierro los ojos.

No me gusta la idea que he tenido

Me concentro un momento, hago el hechizo de hablar con los animales y le pregunto al caballo:

¿Qué te pasa? ¿porque estás tan nervioso?

Cornelius miró a sus alrededores, no había nada ni nadie que amenazase al animal, incluso Khunnder aún estaba lejos y olisquando un arbol lejando para luega marcarlo como suyo en unos instantes.

El cazarrecompensas supo que era él el motivo del pánico del animal. Más preocupado de lo que quería admitir lanzó el conjuro para entender al animal y ser entendido por este.

El caballo relinchó de nuevo y Edmund necesitó toda una vida de experiencia manejando carretas para evitar que el animal se volviera loco. Pero para Cornelius Adler el relincho era otra cosa más entendible y mucho más preocupante.

Tú, tu no estar bien.

Tu olor ser de muerte.

Atrás!!

La verdad es que esto me estaba preocupando... sólo hay una explicación... y me gusta aún menos... de lo que supone...

Mi tono es de casi súplica. Entiendo lo que quiere decir (o eso creo) y comprendo que le será muy molesto tenerme cerca.

Pero... ¿no hay ninguna manera de poderte convencer?¿más alfalfa, una yegua bien bonita? No te quiero ningún dáño, sólo que me lleves... sé que la palabra de un dos-patas no te valdrá de mucho pero...

El caballo se relajó un tanto ante las palabras, casi súplicas de Cornelius, a pesar de ello cuando el guardabosques dio un nuevo paso hacía delante el caballo volvió a retroceder espantado y con los ojos terriblemente abiertos.

Soooo maldito jamelgo!!! Basta!!! SOOOOOOOOOOOOO!!! Te he dicho que soooo!! -Edmund se debatía inutilmente con las riendas, parecía que no se diese cuenta de lo que sucedía estaba relacionado con el cazarrecompensas. Adler maldita sea!! Hechame una mano con este jodido bicho!! Que sooooo!! Imploró Edmund.

Los enormes ojos del caballo se clavaron en Cornelius, parecía un poco más tranquilo pero permanecía reticente y desconfiado a permitir que el cazarrecompensas se le hacercase.

Tu no estas bien.

No es correcto -añadió con un bufido-.

Hueles como la comida de los perros con alas (Adler asumió que debía tratarse de biutres) pero te mueves, y la comida de los perros con alas no se mueve ni habla, solo está para que se la coman los que deboran carne.

No perteneces a naturaleza, ya no... Si te llevo como se que no me vas a hacer daño? Para descanso de Edmund, el caballo cesó de forcejear con las riendas y quedó aunque nervioso y tiritando mirando fijamente al cazarrecompensas.

Hablo claro, sin sentimentalismos, con la honestidad por delante.

Bueno... mi interés es llegar hasta un sitio que está muy lejos. Así que si me ayudas a llegar sólo tendré motivos para tratarte bien...

Edmund, tu dueño, es un buen hombre que me deja subir al carro, así que para él no es una molestia. Además siempre ha cuidado bien de ti. ¿Porqué debería ser diferente ahora?

Y luego está Khunder, mi amigo perro. Él no se ha quejado de mi olor y le he cuidado las heridas que se hizo.

No tengo motivos para hacertelo a ti. Ni a nadie.

Sé que te será molesto, pero no puedo seguir sin tu ayuda. Estoy débil, y Khunder también. Hay gente a la que Edmund quiere y debo ayudarles. Pero necesito que nos acerques.

¿Quieres garantías? No tengo. Sólo puedes confiar en mi palabra y los buenos cuidados que Edmund te ha dado hasta la fecha. Si él confía en mi, ¿porque tu no?

El no te huele como yo.

Mi tono es el mismo de antes, honestidad y humildad. Sin súplicas ni arrogancias.

Eso ya lo sé... ¿pero qué me dices de khunder? los perros tienen mejor olfato que los caballos y él me acompaña...

Ya te he dicho que lo último que me interesa es hacerte daño. Me interesa que me lleves hasta tashlutta o algún lugar más cercano a allí que donde estamos ahora.

Tengo que llegar y solucionar algunos problemas. Y sólo lo podré hacer si me llevas.

Lo máximo que puedo hacer por ti es ir siempre a favor del viento. Cuando el viento venga de detrás, entraré en la carreta para no molestarte. Es lo máximo que puedo ofrecerte. Porque la comida que puedo ofrecerte no te gustará. Y no creo que me sea fácil encontrarte una yegua...

Lo único que te pido es que me dejes subir. Ya te lo he dicho. No quiero, ni tengo intención, de hacerte daño. A mi no me sería útil. Es más. Me interesa que estés vivo y sano. Y puedo curarte, si me dejas.

También puedo hablar con Edmund si necesitas alguna cosa y no puedes decirselo.

Por favor, déjame subir.