Partida Rol por web

Amanecía, los primeros rayos de rol se colaban entre los pliegues de los cortinajes, cosa que acompañada de los cantos de los gallos de la aldea extramuros tendía a despertarte.

La noche había transcurrido tranquila, sin aparentes problemas con los bandidos de la zona.

Un nuevo día en Ravenrock, nada menos... He recorrido Westeros desde el helado Norte hasta el tórrido Dorne, he visitado casi todas sus ciudades al menos una vez, he contamplado todas las maravillas que el continente puede ofrecer a un viajero y sin embargo he acabado con mi culo en una dura y fría cama de un señorío perdido en el indómito Norte... Pero qué digo, no fría -pienso para mi- cálida y atractiva... Mi vista se posa sobre la todavía durmiente Ludmila, su piel pura seda inmaculada, su tacto, oh, su tacto... Una profunda respiración y llega hasta mi su dulce aroma. Oh sí, esta sí es una razón para acabar en un sitio así. En todo caso esto es Ravenrock y aunque lo hubiera abandonado más de 15 años atrás, sigue siendo el hogar de mi familia y allí donde me crie. Mis recuerdos y los de mi familia están aquí. Por desgracia no hay mucho que recordar, ni en número ni en altas azañas. Es lo que tiene ser humildes siervos de un señorío belicoso que se ha visto diezmado por la guerra...

Mis obligaciones me aguardan y no son pocas. Debo atender a los artesanos, a los porteadores y a los sargentos para que tengan lo que necesiten y hagan lo que deban, revisar las cuentas, pagar a los proveedores, contar los suministros y comprobar su calidad, dar consejo a quien lo pide y órdenes a quienes de otra manera permanecerían ociosos. Y todo con una sonrisa en la cara. Ser industrioso no está reñido con bromear y ser educado y agradable. Nunca está de más interesarse por la familia de quien te sirve o hacer sonreir a quien necesita eso más que el dinero. Las cuentas de las emociones siempre se acaban pagando y más vale haberlas llevado al día cuando se necesita que ser un tacaño y haber dejado a deber...

Y mientras tanto, mientras atiendo mis obligaciones, cavilo. Desde que asumí la mayordomía de la casa vi el grave problema que la acosa: la falta de un grupo bien armado y fiel. Sin soldados suficientes para limpiar de bandidos nuestro amplio territorio, el comercio no puede fructiferar, ni los tributos pueden ser recaudados, lo que hace disminuir los ingresos, lo que impide que nos permitamos un grupo bien armado y fiel... La clásica pescadilla que se muerde la cola. Últimamente he pensado que, tal vez, sí haya una solución: un puerto. Dado que la piratería de los Greyjoy ha sido exitosamente suprimida, un puerto nos reportaría unos ingresos extra que bien podríamos destinar a pagar las tropas que nos librarían del bandolerismo y nos fortalecerían como señorío.

Vestido con mis ropas de consejero de alto estatus/noble de baja estofa (un jubón de terciopelo negro y unas calzas oscuras, básicamente, aunque adornadas con puños de encaje myriense y algunos abalorios de oro y plata)(1) y armado con una sonrisa, me dirijo al mundo exterior para comenzar mi día, dejando a mi todavía durmiente esposa en la cama.

Cuando te disponías a bajar, un cuervo grazna en tu ventana, llamando tu atención. 

Porta un mensaje en la pata, no dudas en abrirle. 

"Lord Héctor en nombre de mi padre Lord Robert Howlingwolf os envió este mensaje preocupándonos sobre vuestra situación al enterarnos de que Lord James Mawle esta moviendo sus ejércitos hacia vuestras tierras, rogamos alguna información para saber de que situación estamos hablando. Atentamente Robert Howlingwolf Jr"

¿Que se acercaban tropas? ¡No tenias noticia de ello!

Aunque me preocupa sobremanera lo leído, no pierdo la compostura y reacciono con frialdad, mi mente calculando a toda velocidad todo el alcance de esas 4 líneas, todas las implicaciones de lo que allí se contiene, así como todas las posibles respuestas que se me ocurren -y no son pocas-. Donde la gente ve problemas, yo veo oportunidades, no por nada me hice rico antes de los 25 años. Permanezco como helado durante unos segundos, no demasiados, hasta que finalmente reacciono: un par de decididos pero calmados pasos hasta la cama, beso suavemente en la frente a mi bienamada Ludmila a la vez que le digo un "hoy será un día largo, no me esperes despierta". Un par de zancadas más tarde he atravesado la habitación y ya me estoy dirigiendo hacia el gran salón a hablar con los señores de la casa.

Una vez consultada la situación y mi papel en todo el asunto, ahora sólo queda hablar con el líder de la casa Mawle, nada menos. Por lo que se dice, un hombre que vive sólo para la guerra. Me pregunto qué puede enojarle más, los "pacifistas" o los que le impidan hacer la guerra...

Curiosidad morbosa a parte, me cercioro de dónde debe estar en estos momentos el lord preguntando a un guarda y me dirijo con paso seguro pero no apresurado hacia allí, pensativo, meditando bien las palabras que formularé a continuación. Y ante todo, veremos de qué humor está. Nada tan retador como un orgulloso noble guerrero malhumorado por la mañana...

Te informaron de los aposentos que le habían concedido, cuando llegaste allí la puerta estaba entreabierta y Mawle había tomado asiento frente a la chimenea mientras el hombre que le acompañaba permanecía en pie al fondo de la habitación con la mirada clavada en tí. Sin duda alguno de sus hombres más leales. 

-Buenos días, Lord Mawle, ¿da usted su permiso? -digo a la vez que toco la puerta de forma cordial y sonrío con naturalidad. Hace mucho tiempo que no me ponen nervioso las negociaciones. No soy una persona amenazante y por lo general no induzco a reacciones violentas, de manera que ésta no es más que otra conversación de negocios más, aunque del resultado de ella pueda depender el destino de muchas familias, no sólo la de dos Casas- Soy Uther Crowson, mayordomo de Casa Ravenwood, vengo enviado por Lord Héctor Ravenwood a parlamentar sobre el tema del aprovisionamiento. Me temo que necesito algunos detalles... -y con esto se da por comenzada la negociación Mawle-Ravenwood sobre el abastecimiento y ruta de las tropas de los Mawle en territorio Ravenwood. Los dioses nos sean favorables.

Se giró hacia ti

- ¿Ya han tomado una decisión? 

Te hizo un gesto poco protocolario para que entraras mientras se levantaba de la silla que había colocado frente a la chimenea. Al menos parecía dispuesto a escuchar lo que tuvieras que decir. 

-Estoy aquí para concretarla, Lord Mawle. Antes de nada necesitaríamos saber de cuántos jinetes, caballos y soldados estamos hablando, y, por supuesto, cuántos días de suministros precisan. Entenderá que tenemos suministros limitados y abastecerlos a ustedes no debe suponer la penuria de nuestro pueblo... -una cifra exacta y me dirás a donde vas, vamos, suelta esa lengua, noblezucho- ¿Gustáis de algo para beber? ¿Lord James? ¿Sir Peter? -añado servil.

Niega con un gesto seco, sin pronunciar ni palabra.