Partida Rol por web

Estáis cansados, sudados... Ha sido una productiva sesión de esgrima. Pol, el que se ha vuelto tu mejor amigo y mayor confidente en todos estos años en el Black Dragon, descansa junto a ti en la cubierta de un barco que te ha visto crecer desde que eras una chiquilla. Los marineros descansan. Hace unos pocos días estuvisteis en Ussura, la vasta tierra del norte, y desde entonces el capitán del barco, Blake Lemacks, tu padre, no sale de su camarote. No es la primera vez que lo hace y sabes el humor que tiene cuando pasa por esos trances. Muchas veces sale de esos días con el gesto contrariado, deprimido. Aunque siempre te mira con una sonrisa sabes que oculta algo oscuro tras ella.

¿Keira? - De repente, la suave y jovial voz de Pol te saca de tus pensamientos - ¿Estas ahí? ¿En que piensas? Estaba comentando lo intensa que ha sido la sesión. Cada día mejoras más. Un día de estos seras capaz incluso de "casi" ganarme. - Te sonríe con gesto divertido.

Cuando Pol hizo que Keira volviera a la realidad, ésta lo miró y una sonrisa triste se dibujó en sus labios. Suspiró y volvió sus extraños iris ambarinos hacia la puerta del camarote de su padre. 

- Oh... No pensaba en nada... - Enarcó una ceja, pensativa. - Me preocupa mi padre - . Con Pol era con el único con el que tenía esa libertad de hablar. Cuando hablaba con otros marinos, siempre se refería a su padre como el Capitán. - Ya lleva varios días encerrado y no quiere ver a nadie... Sí, ya sé que es normal en él, pero me preocupa... - Un nuevo suspiro salió de sus labios y movió ligeramente la cabeza, apartándose de la frente el cabello. 

Una sonrisa empezó a dibujarse en su rostro. - Ja... El próximo día pienso darte una buena paliza... No voy a dejarte ganar... - Le dijo con un guiño de ojos y una risa clara salió de sus labios. Pol tenía razón, cada vez estaba mejorando más, pero todavía le quedaba mucho camino por recorrer. Aunque Keira era una joven impetuosa y le encantaba vivir al límite, era consciente del peligro que podía correr y de sus capacidades.

- Venga, no le des más vueltas. El capitán... quiero decir, tu padre, esta bien. Es un hombre de mundo, seguro que tiene muchas cosas en la cabeza... - Las palabras de Pol salen firmes y puedes percibir en su mirada y en su voz la gran admiración que siente por Blake - Pero tenemos que confiar en él. Y tu deberías hacerlo más que nadie.

En ese momento se levanta y empieza a estirarse.

- ¿Ganarme? Venga ya. Eso nunca y menos si no levantas tu enorme trasero del suelo - Se le escapa una carcajada y se empieza a ir hacia el interior del barco - Voy a ver si encuentro alguna tarea para echar un cable. ¡Nos vemos!

- Siempre confío en él... - Keira respondió al aire, mientras su mirada seguía a Pol. Cuando desapareció de su vista, se levantó del suelo y decidió ir a refrescarse. Necesitaba sacarse la camisa empapada en sudor y quitarse aquel olor de encima. 

Fue a buscar un cubo de agua y se dirigió a su camarote. Éste no era gran cosa pero al menos tenía la intimidad que necesitaba. 

Cogió unos paños y sacándose la camisa por la cabeza, sin desabrochar, los mojó y empezó a pasarlos por su cuerpo, refrescando sobre todo la parte del cuello y las axilas. Se restregó un poco de jabón y tras enjuagarse metió la cabeza en lo que quedaba de agua. Ésta estaba fría y el cabello húmedo empezó a empapar su espalda. Uhmmm... 

Tras secarse se vistió con ropa limpia y volvió a salir a la cubierta del Black Dragon. Se caló bien el sombrero y empezó a trepar por la cuerda, dirigiéndose al puesto de vigía. Le apetecía estar sola, así que sustituiría un rato a quién estuviera allí, para que así pudiera descansar. 

- Will, ¿eres tú? - Se encaramó al palo y le guiñó un ojo. - Descansa un rato, ya me quedo yo aquí... -

El viejo marinero carraspea un rato y sin más contestación que un gruñido te deja el catalejo y baja lentamente la escalinata. No es que le caigas mal, lo sabes. Simplemente no sabe hablar de otra manera. Mucho tiempo en el mar y poco tacto, pero buen corazón.

Miras a tu alrededor y sientes porqué te gusta esto. Un enorme sol rojo se empieza a poner por el oeste, dotando a las aguas de un sinfín de colores variados que van desde el ámbar hasta el naranja intenso. Apenas hay viento. El barco está en calma, con las velas arriadas, y el inmenso e interminable mar se extiende hacia todas las direcciones.

La joven se acomodó lo mejor que pudo y cogiendo el catalejo miró a través de él. Le encantaba perderse en aquella inmensidad. Allí tenía todo lo que necesitaba.

Contempló la puesta de sol, como muchas otras veces. En el mar éstas eran hermosas, mucho mejor que verlas desde tierra. Allí eras consciente de lo insignificantes que todos eran, desde allí arriba te sentías el rey del mundo. 

Keira sonrió, y desvió la mirada hacia la cubierta, controlando que todo estuviera en orden... 

Volvió a dirigirla hacia el infinito, contemplando las estelas anaranjadas que dejaba el sol en el mar. Casi no había viento y el silencio era su única compañía. 

La joven estaba preocupada por su padre y le fastidiaba que Pol creyera que no confiaba en él. Siempre había cumplido sus órdenes sin rechistar, por muy extrañas que le parecieran. A él le debía la vida que tanto amaba, le debía mucho más que eso. Le quería y por eso se preocupaba. No le gustaba que se encerrara y pasara días aislado. Sentía que él era el que no confiaba en ella, no abría su corazón y le explicaba cuáles eran sus temores ni sus deseos. Suspiró y volvió a centrarse en la extensión de mar que había a su alrededor, dejando que pasaran las horas y que alguien viniera a sustituirla... 

Pasan apenas un par de horas en ese paraje de ensueño. Todo esta en infinita calma, incluso los marineros, que parecen respetar tu silencioso santuario. Hasta que un golpe reactiva toda la cubierta. La puerta del camarote principal se abre y una enorme y poderosa figura aparece en escena, bañada por la intensa luz de la luna.

- ¡Tripulacion, arriba! Vamos, marineros, no tenemos todo el día. - La voz de Blake Lemacks retumba por la cubierta mientras empieza a impartir órdenes. Quizás te confundas por la distancia y la poca luz, pero dirías que tu padre tiene una sonrisa de oreja a oreja.

- John, Merch, Antonio, izad las velas, raudos. ¡Vamos, vamos, todos en posición! - Definitivamente, su voz suena alegre. Con una energía que no le habías conocido antes, y mucho menos después de sus días malos. Los marineros corren raudos a cubrir sus puestos, contentos de que el Black Dragon vuelva a la vida y, aunque sea ya de noche, dispuestos a satisfacer los deseos de su capitán. - Timonel, ponga rumbo hacia Avalon. Tenemos trabajo que hacer...

Keira se asomó y vio a su padre. Volvía a ser el de siempre. Aquella vez no había ocurrido como tantas otras veces y había salido con una depresión que le duraba días, no. Aquella vez salía jovial, animado por el nuevo rumbo que iban a tomar. 

La joven se llevó dos dedos a los labios y silbó con fuerza, llamando la atención del viejo Will...

- Ya se te ha acabado el descanso... Vuelve a tu puesto... - Le gritó desde las alturas. Deseaba poder acercarse a su padre y preguntarle qué planes habían. Ahora que el sol ya se había puesto empezaba a sentir algo de frío y también estaba la emoción de poder compartir los planes que tuviera.

- ¡Ah, ahí esta mi pequeña! - Te lanza una sonrisa que apenas distingues en la creciente oscuridad. El viejo Will vuelve a encaramarse a las cuerdas murmurando cosas cuando la mano de tu padre se posa en su hombro y lo detiene. - Descansa Will, ya subo yo. Ve a los camarotes y despierta a Felix.

Entonces él mismo empieza a trepar con gran facilidad. En apenas unos segundos se encuentra a tu lado. Te da un abrazo y un sonoro beso en la mejilla. Su caracter templado lo disimula un poco, pero notas que está realmente eufórico.

- ¿Que tal estás, K? - te pregunta con cariño sincero - Espero no haberte preocupado demasiado.

Keira esperó con una sonrisa en los labios a que su padre llegara allí arriba. Cuando la abrazó ella cerró por un momento los ojos y aspiró su aroma. Siempre le había gustado el olor que desprendía... Era una mezcla entre la sal del mar, el cuero y el fuerte whisky que a veces bebía.

Levantó la mirada, entrelazando el suave ámbar de sus iris con el salvaje verde de los de él.

- Sí, no te voy a engañar... Temía que salieras preocupado... Yo... - Se mordió el labio, no quería empezar la discusión que más de una vez habían tenido, cuando ella le echaba en cara su desconfianza. - Pero me alegro de que estés bien... ¿Me explicarás qué nos lleva a Avalon? - Su tono de voz sonó con un matiz dubitativo y esperanzado. 

Blake te mira intensamente. Sus ojos verdes se clavan en los tuyos y sientes que puede ver más allá. Que lee tus pensamientos y que te conoce más que nadie, incluso más que tu misma. Se sienta y saca una pequeña y delicada pipa, que llena y prende antes de llevarse a la boca. No hay mucho sitio en la pequeña torre, pero te pide que te eches a su lado.

- He descubierto algo... Una pista de lo que llevo buscando tanto tiempo... - Su mirada está fija en las brillantes estrellas que empiezan a decorar el cielo. Parece que va a decir algo, pero se calla y sonríe mirándote. - Por ahora no te puedo contar más. Lo siento, pequeña, tendrás que confiar en mí. Y esta vez más que nunca. Necesito que hagas algo importante... - Las palabras se cuelan en tu cabeza mientras te mantiene la sonrisa.

- Siempre he confiado en ti... Y no voy a dejar de hacerlo. Mi preocupación no es por falta de confianza... - Keira no era consciente de lo que le había llegado a importar las palabras de Pol. Siguió la mirada de su padre y se quedó también contemplando las estrellas que empezaban a brillar en el cielo.

- Sé que hace años que vas detrás de algo, y siempre me he sentido mal por no poder ayudarte... Pero sé que tienes tus motivos para guardar silencio... - Sus ojos volvieron a buscar la mirada de su padre. Una sonrisa tenue empezó a formarse en la comisura de sus labios. 

- Dime qué necesitas que haga... - 

Te sonríe sin contestar a tus cavilaciones. Te da una palmadita en la cabeza y se levanta.

- Te lo contaré mañana por la mañana. Ya es tarde y estarás cansada. Aun queda para que lleguemos a Avalon, así que no hay prisa. - Se encarama afuera y llama a uno de sus hombres - ¡Rick, sube, te toca! - La respuesta de el marinero no se hace esperar y obedece. Blake vuelve a mirarte. - Muy bien, te espero mañana para desayunar en mi camarote. - Va a empezar a bajar por la cuerda, pero se detiene un último instante. - ¿Qué te parece una carrera hasta abajo? ¡El último friega los platos!

Una sonrisa sesgada se dibujó en los labios de Keira. Había asentido ante sus palabras, sí, al día siguiente hablarían, pero ahora iría a descansar. El Capitán le hizo una propuesta muy tentadora, así que la muchacha se encaramó como una gata y empezó a bajar a toda prisa, sin esperar a que diera la salida... 

- Venga lento... Te esperaré tomándome una cerveza... - Les encantaba picarse mútuamente, era algo con lo que había crecido desde niña. Ella había aprendido de su padre casi todo lo que sabía...

Tu padre empieza a bajar, relajado y confiado de su victoria, pero se da cuenta que le empiezas a sacar terreno a gran velocidad así que acelera él también.

En apenas unos segundos alcanzáis a Rick, que estaba subiendo y lo pasáis ágilmente. Éste se queda embobado viendo la destreza con la que bajáis los dos. Finalmente, lo que había comenzado como un juego termina en una reñida competición y en el último instante tu padre consigue poner el pie en el suelo apenas unas milésimas de segunda antes de que tu hagas lo mismo.

El capitán se toma unos segundos para recuperar el aliento.

- Vaya, me estoy haciendo viejo. - dice entre bocanadas de aire. Luego suelta un gran bufido y te mira con orgullo. - Y tu estás creciendo muy rápido. Serás una gran mujer.

Se da la vuelta para marcharse con sus hombres. - Que descanses. Mañana tendrás que trabajar duro fregando platos. - dice, acompañado de una sonora carcajada.

Casi...

Keira tocó el suelo tan sólo unas milésimas de segundo más tarde que su padre. Suficiente para perder, pero la joven sentía una mezcla de frustración y de euforia. Era la primera vez que estaba tan cerca de vencerle... 

- La próxima vez te ganaré... - Dijo casi sin aliento, pero con una sonrisa en los labios. Al día siguiente le tocaría fregar los platos, cosa que odiaba, pero valía la pena. Cada momento de esos que compartía con su padre los atesoraba en su corazón.

Observó como su padre se alejaba. Tenía razón, debería descansar... Pero en aquel momento se sentía eufórica, así que se puso a buscar a Pol, con la idea de pasar un buen rato con él, compartiendo como siempre sus anécdotas, ante un buen vaso de ron...

Buscas por todas partes y finalmente lo encuentras en el comedor. El lugar está vacío, salvo él, que se encuentra leyendo un libro y dándole grandes sorbos a una jarra. A su lado, un par de botellas vacías descubren lo que ya ha bebido. No sabes muy bien como lo hace, pero la bebida apenas le afecta. Él siempre te ha dicho que es por su sangre, que como es hijo de un rey (o eso te ha contado siempre entre bromas), algo tan mundano no le afecta.

No parece haberse percatado de tu presencia. Tumbado en el banco, con la espalda recostada en las tablas de la pared, lee con el libro en una mano y la jarra en la otra.