Partida Rol por web

Keira envidiaba la facilidad que tenía Pol de beber. Una vez tuvo la osadía de retarle, lo que ocurrió aquella noche todavía se encontraba entre extrañas brumas. Recordaba vagamente haber subido sobre una mesa y ponerse a cantar una canción de piratas mientras daba botes de un lado a otro. Después de eso, los recuerdos se habían borrado. Al día siguiente se despertó en su camarote con una fuerte resaca. Desde entonces no había vuelto a retarle.

Cogió una botella y se acercó a la mesa donde se encontraba el joven.

- Si sigues leyendo tanto, te acabarás quemando las pestañas... - Le dijo con un tono jovial mientras se sentaba en el banco de enfrente y abría la botella con una mano. Había cogido una jarra y se sirvió una buena cantidad de líquido. 

- Hemos puesto rumbo hacia Avalon... - Le informó mientras levantaba la jarra en señal de saludo y se la llevaba a los labios. El fuerte brebaje calentó su estómago y abrasó su garganta. 

El joven levanta la cabeza ante tus palabras y te dedica una media sonrisa, cerrando el libro. Cambia de postura, sentándose frente a ti. - Por lo menos no se me quedará la cabeza hueca, como a otra que me sé.

Se sirve otra jarra de la botella que has traído y brinda contigo.

- Así que Avalon... Una pena que no vayamos a pasar por mi tierra, con lo cerca que queda. Sería divertido saludar a mi padre. - Dice esto mirando fijamente la jarra y suelta una estruendosa risa - Me imagino la cara que pondría. Todavía riéndose, te vuelve a observar. Como si se acordara de algo, su semblante se vuelve serio. - Y, esto... ¿Te ha dicho algo? Tu padre. Cuando salió parecía de buen humor. ¿Te ha contado algo?

Keira negó con la cabeza antes de llevarse nuevamente la jarra a los labios.

- No... Mañana hablaremos... - Le dijo sin darle más explicaciones. Le dio un buen trago al contenido de la jarra, tras lo cual, la dejó con un golpe sobre la mesa. - Uaaa... Que rico... -

Sabía que Pol ansiaba volver a ver a su familia. Ella tenía suerte ya que navegaba junto a su padre, pero él los había dejado hacía muchos años...

- Cuando partamos de Avalon puedo hablar con mi padre y proponerle hacer una pequeña escala - . Le dijo guiñándole uno de sus ambarinos ojos. 

Keira empezaba a sentirse un poco cansada. Aquel había sido un día largo. Bostezó un par de veces, siempre llevándose la mano delante de los labios. Habían pasado muchos años, pero la educación que le había impartido su abuelo, al que casi ni recordaba, todavía se dejaba ver en muchos de sus gestos. 

- Será mejor que vaya a descansar... Mañana me toca fregar platos... -

- No te preocupes. - Pol sonríe ante tu comentario - Recuerda que mi padre es un rey, seguro que tiene muchas cosas que hacer. Venga. Ve a descansar.

Vas a dormir. Del agotamiento caes rendida en un momento.

Cuando amanece, las primeras luces de la mañana se filtran por los pequeños ventanucos de tu camarote. El barco está en marcha, así que con la luz se filtra una ligera brisa. Te empieza a llegar desde la cocina el olor del desayuno.

Keira apuró el contenido de su jarra y se levantó guiñándole un ojo a Pol.

- Buenas noches... - Se dirigió hacia su camarote y se encerró allí. Se quitó la ropa y se puso una camisa amplia que hacía las veces de camisón. Tras eso se quitó el pañuelo de la cabeza y sacudió el pelo, dejándolo libre. Tras cepillarlo se estiró sobre la cama y se quedó completamente dormida...

Al abrir los ojos vio la luz que se filtraba dentro de su camarote. Hacía días que no dormía tan profundamente y aquella mañana se sentía bien. 

El olor del desayuno le hizo recordar lo que le había dicho su padre, así que se levantó de un salto y se vistió a toda prisa. Estaba intrigada por lo que su padre quería pedirle y no quería hacerle esperar. Se puso el pañuelo en el cabello, de forma que no le cayera a la cara, y sobre él su inseparable sombrero. 

Al salir del camarote se dirigió directamente al de su padre y llamó a la puerta...

- Adelante, adelante. - Tu padre te espera en una mesa auxiliar, cerca del escritorio que tiene abarrotado de papeles y mapas. En la mesa hay un par de platos bien cargados. Huevo y bacon, típico de vuestra tierra. - K, te estaba esperando. Vamos, siéntate junto a tu padre. - La sonrisa radiante de la noche anterior no le ha desaparecido.

- Vitamina para el cuerpo. - Dice, alcanzándote una jarra de naranja y limón. -El escorbuto es una mala enfermedad que hay que esquivar y nada mejor que un buen zumo.

Keira entró en el camarote de su padre y sonrió al ver los enormes platos que habían sobre la mesita auxiliar. La joven siempre había sido de buen comer, con todo el ejercicio que hacía en el barco necesitaba alimentarse bien, si no acabaría enferma, como siempre le había dicho su padre.

Cogió el vaso y se lo llevó a los labios mientras se sentaba junto a él. 

- Mmmm... Que buena pinta tiene todo... - Dejó el vaso sobre la mesa y cogiendo los cubiertos empezó a comer con apetito. - ¿Cuánto tardaremos en llegar a Avalon? - Preguntó de repente, entrelazando el ámbar anaranjado de sus iris con el llamativo verde de los de su padre. Deseaba que le contara lo que esperaba de ella... Por él haría cualquier cosa...

Blake empieza a comer al mismo tiempo que tu. Engullendo como un pato todo lo que hay en el plato. Viendoos comer, nadie dudaría que sois familia.

- Tardaremos apenas unos días, si el buen tiempo nos acompaña. - Respondió, con la boca llena de comida. - ¿Que tal has pasado la noche?

Keira cogió una hogaza de pan y la mojó en el huevo. Se la llevó a la boca y acto seguido un trozo de tocino. Estaba masticando cuando su padre le preguntó qué tal había pasado la noche.

- ¡Ohh! Muy bien... He dormido de un tirón... - Acabó de tragar el contenido de la boca y se llevó el vaso a los labios para dar un buen trago. Buscó con la mirada y una vez halló la jarra, volvió a llenarse el recipiente.

Keira se sentía algo intranquila. Le encantaba el mar, él era su vida... Pero... También le gustaba llegar a puerto y pasear por las calles concurridas. Visitar alguna taberna y beber hasta... Bueno, simplemente beber. Y siempre que sabía que iban a pisar tierra se ponía ligeramente nerviosa y algo insoportable.

Cuando su plato estuvo prácticamente limpio, lo apartó y se volvió a mirar a su padre. - Bueno... ¿Me vas a decir qué necesitas de una vez, o no? - Le preguntó cruzándose de brazos. No aguantaba más la curiosidad...

- Vaya, si que tienes prisa por que te lo cuente, ¿eh? - Blake se termina el plato lentamente, alargando aun más la tensa situación. Finalmente aparta el plato vacío y te mira seriamente. - Vamos a "atacar" un pueblo de Avalon. La idea es la misma de siempre. No habrá muertos ni robaremos nada. El ataque será una distracción mientras yo me encargo de un asunto. - Se queda en silencio, dando más peso a sus palabras. - Pero ese no es el tema que quiero tratar contigo. Como sabrás, algunos de mis hombres se están haciendo mayores. Incluso algunos resultaron heridos en nuestro último periplo. Will apenas puede aguantar ya un asalto y Thomas cojea. Necesitamos sangre fresca.

Se levanta y se acerca a un pequeño cofre de su despacho. Posa una mano sobre él, con gesto contrariado. - Pero apenas me queda dinero. Así que necesito que hagas una cosa. - Se vuelve a sentar y te mira fijamente- Irás a las celdas más cercanas al patíbulo. Allí esperan los presos que serán pronto ejecutados. Seguramente encontrarás el lugar en una zona céntrica o concurrida. Les dirás lo siguiente: "Que se les da una segunda oportunidad. Que pueden cambiar el destino de sus vidas si llegan al navío que está atacando la ciudad. Si no, pueden intentar huir o quedarse ahí, pero seguramente los guardias tomarán medidas". Ah, y que nada de fiambres. Tu tampoco en tu camino hacia allí. Inmediatamente volverás. Tu objetivo es dejar noqueados a los guardias de las celdas, darle las llaves a los prisioneros y antes de que reaccionen volver al barco. Nada de locuras. ¿Entendido? - Sus ojos se quedan fijos en los tuyos, con el verde relampagueando lleno de intriga, esperando tu respuesta.

Keira escuchó con atención las palabras de su padre. La sonrisa había dejado de bailar en su rostro, ahora lo miraba con seriedad. Según iba explicándole, una suave línea empezó a formarse en su frente. 

- ¿Y te fiarías de unos asesinos? Entiendo que no tengamos dinero para contratar a gente. Pero si están allí quizás... Sí, bueno, es posible que si nos cogieran nosotros acabáramos en la misma situación que ellos y no somos asesinos. Pero... ¿Cómo saberlo? - La joven había ido respondiéndose incluso antes de formular las preguntas. Tenía sus dudas, quería hacer lo que su padre le pedía, es más, lo haría, y eso él lo podía ver en lo más profundo de sus ojos. 

- Aquí todos te respetan y estoy segura que darían su vida por ti. Es la clase de hombres que deberíamos buscar. No unos rufianes que quizás se encuentren allí por una bronca en una taberna y no valgan ni para echar las redes - . Un suspiro salió de sus labios y suavizó sus rasgos con una dulce sonrisa. - No creas que desconfío de ti... Haré lo que me pidas, sólo quería saber si no hay otras opciones... - Terminó diciendo acabando en un hilo de voz.

Tu padre suelta un largo suspiro. Su cuerpo se tensa.

- ¿Te crees que no se lo que hago? Llevo ya mucho tiempo en esto, Elisabeth. - El nombre sale escupido de su boca. Sabes que nunca te ha llamado así, ni una sola vez desde que te recogio cuando eras una chiquilla. Suelta el puño en la mesa.- ¡Maldita sea! La mitad de estos hombres también eran rufianes antes. Antonio te quería vender como rescate cuando te recogimos y tres años después te ayudaba a leer. Si hay algún asesino entre ellos, yo mismo me encargaré de él.

En ese momento se mira la mano, regada del zumo que se ha derramado y suelta aire. Con la cabeza baja sigue hablandote. - Lo siento, K. Se que confías mucho en mi. Quizás más de lo que me merezco. - Su mirada se clava en ti y ves la súplica en sus ojos. - Si hubiera una alternativa, la usaría. Pero no hay otras opciones, ni tiempo. Pronto sabrás todo. Cuando pueda contártelo. Hasta entonces, debes seguir creyendo en tu padre.

Rodea la mesa y te rodea con sus enormes brazos, apretándote contra su pecho.

El rostro de keira palideció al escuchar aquel nombre salir de los labios de su padre. No era la primera vez que lo veía enfadado, y sabía que no sería la última. Ellos habían discutido muchas veces, ambos tenían el carácter fuerte y siempre querían imponer su voluntad. Pero... Aquel nombre olvidado hacía mucho tiempo, fue como si le clavara una daga de doble filo en su corazón. 

Sus ojos brillaron y tan sólo atinó a asentir con un leve gesto de cabeza cuando su padre se excusó. Pero entonces él se acercó a abrazarla y ella enterró la cabeza en su pecho. 

- Tienes razón... - Su voz sonaba ahogada, contenida. - Mi preocupación por el Black Dragon - y por ti - hace que quizás sea demasiado escéptica. Pero sé que puedo confiar en ti, y sí, haré lo que me pides... - Se apartó un poco de él y lo miró a los ojos. Una sonrisa sesgada empezó a dibujarse en sus labios. Adoraba a su padre y haría cualquier cosa por él. Le hubiera gustado saber qué le preocupaba, por qué no podía confiar en ella... Pero sabía que sus motivos tendría...

- Muy bien, pequeña. Ya pasó. Lo siento. - Te agarra de los hombros con ternura y te sonríe. - Ya queda poco...

Se queda mirando tus ojos unos segundos que se te hacen agradablemente eternos. Te da un buen achuchón y se sienta en el escritorio.

- Te dejo, K. Tengo todavía bastante ajetreo y no mucho tiempo. Creo que Pol te estaba buscando. No le hagas esperar.

Te sonríe por última vez, antes de sumergirse entre la ristra de papeles que tiene delante.

Keira le dio un beso en la mejilla a su padre y se levantó. 

- Está bien, te dejaré tranquilo... - Le dijo mientras se dirigía hacia la puerta. Antes de salir se volvió para mirarle. - Te quiero, papá... - Sonrió y salió del camarote.

Caminó por la cubierta del barco, sintiendo la suave brisa marina acariciar con dedos helados su rostro. Pol había preguntado por ella, quizás quería volver a entrenar... La joven caminaba como si fuera una gata. Era ágil y de figura contorneada, figura que resaltaba bajos unos pantalones ajustados y una camisa blanca, que siempre acababa con los faldones salidos.

Buscó a Pol y cuando lo halló sonrió para sí. Se acercó con cuidado, intentando no hacer ruido, convirtiéndose en una sombra. 

- Me han dicho que me buscabas... - Le dijo, esperando haberle sorprendido. 

Te acercas por la espalda y le hablas cuando estas a su lado. Pol pega un salto hacia delante, tropezando con todo lo que encuentra por su camino y se gira con el rostro pálido. Al ver que eres tu, frunce el ceño.

- ¡Pero estás loca! Casi me matas del susto. - Se recompone y se alisa la ropa - Hay que ser cria para ir dando sustos por ahí - Dice con el semblante serio. Te clava los ojos. Y empieza a descojonarse. - Por mi padre. Y quiero ser un héroe.

Entre risas se agacha a por un par de sables y te lanza uno para que lo cojas. - Venga, vamos a la cubierta. He oído que tienes algo importante que hacer, así que será mejor que sepas hacer algo más que andar de puntillas. Esta vez entrenaremos en serio.

Que Pol se pusiera serio, no le importó a Keira que no paraba de sonreír. Se mordió el labio para no estallar en carcajadas mientras él la llamaba loca y cría. Pero cuando finalmente él se dejó llevar por la risa ella llevó las manos a su vientre y empezó a reír con ganas...

- ¡Ohhh! Perdona... Tenías que haber visto tu cara... jajajajajaja... - Se secó las lágrimas con el dorso de la mano y cogió la espada que le tendía.

- Uhmmm... ¿En serio? ¿Y qué hemos estado haciendo las veces anteriores? Esta vez no tendré piedad de ti... - Guiñó uno de sus ambarinos ojos y caminó junto a él mientras jugaba con la espada que mantenía cogida con una mano.

Os ponéis en el centro de la cubierta, donde hay más espacio. Algunos marineros que no tienen tareas en ese momento se paran a miraros, pues saben lo que está a punto de comenzar, y les encanta. Pol se quita la camisa y se coloca en posición de combate. Los marcados músculos tensos, la mirada fija en ti, la espada recta apuntándote con la mano a un lado. Realmente, por su gesto, parece que va en serio. Más en serio que nunca.

- ¿Preparada? ¡En guardia!

Una sonrisa sesgada asomó a los labios de la joven. Se caló bien el sombrero y haciendo un par de pasos hacia delante y hacia atrás, comprobó la estabilidad del arma. 

Cuando Pol se quitó la camisa y se puso en posición de ataque, Keira hizo lo propio y lo miró fijamente. 

- Yo siempre... - Le respondió tras guiñarle el ojo y lanzarle un beso al aire. 

Muchos esperaban presenciar un espectáculo, y no les iban a dejar sin él...