Partida Rol por web

Aunque no pudiera verle, Tezuka sonrió recogiendo los auriculares.

- No es la música que acostumbro a escuchar pero tenía que hacerlo desde que habéis dicho eso en la cena.- odiaba admitirlo pero la curiosidad le había estado matando desde aquel momento.- Cantas muy bien.

Teniendo una "excelente" idea, se colocó de lado apoyando la cabeza en la mano.

- Ne, Kazehaya-san, ¡canta! Quiero escucharlo en directo.

- No te perdías gran cosa si no lo escuchabas - refunfuñó un poco, aunque sin ser demasiado seria sobre aquello.

Entendía por qué lo había hecho pues ella también la habría escuchado en caso de ser él o cualquier otro conocido. Era la insaciable curiosidad por saber más de las personas que se conocía. Sabía que sus compañeros de clase la escucharían pero esperaba que la cosa no trascendiera más. Estaba muy equivocada.

- Bueno, pero no te rías- accedió a regañadientes, más que nada porque le daba la sensación de que se estaba quejando por todo -. Cuando me pongo nerviosa tengo tendencia a equivocarme mucho - y ahora mismo estoy muy nerviosa -. ¿No has visto las tomas falsas? Otoya-kun tuvo mucha paciencia conmigo aunque yo creo que debería haber buscado a otra chica para cantar, con la voz más entrenada... - suspiró. Estaba hablando para ganar tiempo y no valía la pena alargar más la agonía -. Allá va.

Cerró los ojos y posó las manos sobre su estómago, para controlar el origen de la respiración. contó hasta diez mentalmente, intentando calmarse y entonces se puso a cantar. Era la misma canción pero sonaba diferente. Era porque la estaba cantando en voz más baja para no despertar a nadie y también porque faltaba el acompañamiento acústico que la llenaba. Cantó, consciente de que llenaba el silencio que se había apoderado de la casa, consciente de la intimidad del momento, consciente de que Tezuka estaba a su lado, inmóvil, observándola.

Terminó con una sensación extraña en su interior, algo que no supo identificar, tras lo cual se sentó, con el cabello negro cayendo en cortina sobre su rostro y ocultándolo.

- Empezarán a preguntarse dónde me he metido...

Lo cierto es que no esperaba para nada que Yukino aceptase tan pronto. Y más cuando estaba rojísima a cause de saber que Tezuka había estado escuchando la canción. Sonrió ligeramente cuando la chica comentó algo acerca del nerviosismo.

¿Y ahora mismo estás nerviosa, Kazehaya-san?

Pero permaneció callado, consciente de que aquel momento era privado. Y al momento quedó totalmente embelesado por la voz de la chica. La canción era la misma pero sonaba diferente, como más cercana y secreta. Toda broma cesó para el chico que no podía más que dejarse llenar por la canción. ¿O más bien era por la voz? Cuando Yukino terminó él seguía mudo, pero le siguió con la mirada. Aquella cortina de cabello fijo que estaba ocultando un rostro sonrojado por la vergüenza.

- Ha-hai...- aceptó. Era el momento de despedirse y dormir y sin embargo se descubrió a sí mismo deseando que ese momento no hubiera llegado. ¡Qué sensación tan extraña!- Arigató... y buenas noches.

Para Yukino estaba claro que Tezuka también se sentía incómodo. ¿Habría sido tan raro para él como para ella? ¿O simplemente no le había gustado? Podía ser que fuera eso puesto que al terminar no dijo nada sobre la canción. Estaba claro que los acordes de guitarra llenaban mucho, estaba segura de que su voz por sí sola era de lo más mediocre. Si lo pensaba bien, ni siquiera estaba segura de por qué había cantado. ¿Por llenar el silencio o porque se lo había pedido? Preguntas sin respuesta...o por lo menos sin respuesta obvia.

- Buenas noches, Kunimitsu-sempai.

Se marchó de forma silenciosa y con el alivio sumándose a todas las demás sensaciones. Aquello había sido raro, muy raro. ¿Qué hubiera pasado si alguien los hubiera pillado así, estirados en la misma cama y a oscuras? Estaba segura de que todo se habría malinterpretado pero se daba cuenta que si hubiera tenido que explicarse no habría encontrado una buena respuesta. Porque por más que le diera vueltas, seguía sin saber qué era lo que acababa de pasar.

Cuando Yukino llegó a la habitación de Hayane y Mei, todas estaban durmiendo placenteramente y aunque Yukino al parecer se sentía extrañada, nerviosa y confusa, había que decir que dormir era lo suyo. Ni la preocupación por cualquier cosa acontecida en aquel día le impidió quedarse dormida a los pocos minutos de cerrar los ojos. La única que permaneció despierta en aquella habitación fue la luna llena que velaba por todos. ¿Habría dormido Tezuka?

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Cuando Yukino despertó al día siguiente fue debido a los constantes bamboleos que le estaba haciendo Haruka ya asustada de lo profundo que dormía su amiga. ¡Si casi llora al lograr despertarla!

Haruka:- Kazehaya-san... eres la última en despertar. Las demás ya se han ido...

El sol entraba por la ventana abierta que daba de lleno a la cara de Yukino, que incluso la tenía húmeda, como si Haruka le hubiera vertido un poco de agua de un vaso.

Quizás fuera la tensión nerviosa o que era tarde pero el caso es que estaba tan sumamente agotada que no tardó en caer dormida profundamente. ¡Y tan profundamente! Aquel era uno de los defectos de Yukino y es que cuando dormía le costaba muchísimo despertar si no llevaba por lo menos ocho horas durmiendo.

Despertó en medio de un bamboleo para encontrarse con el rostro angustiado de Haruka ante sus ojos legañosos. Poco a poco los recuerdos de al noche anterior fueron regresando a ella de modo confuso pero los aparcó a un lado al llevarse una mano al rostro y descubrir que no eran legañas lo que tenía en los ojos sino gotas de agua. Por un momento se preguntó, estupefacta, si abría estado llorando pero al notar que tenía el pelo húmedo dedujo que Haruka le habría echado agua.

- Buenos días, Haruka-chan - murmuró con voz soñolienta mientras se incorporaba y se frotaba los ojos -. Perdona que te haya preocupado, normalmente me cuesta mucho despertarme y ayer me dormí muy tarde - aquella era una verdad a medias, pero prefería no mencionar que eso fue porque se fue a la cama mucho más tarde que las demás -. ¿Qué hora es?

Se puso de pie, todavía con los ojos medio cerrados y aspecto de dormirse caminando.

Haruka ya estaba vestida y con sus cosas recogidas.

- Las once de la mañana. Las chicas se han ido, Hayane y Mei están abajo, Kunimitsu-sempai está terminando de arreglarse también y solo quedamos tú y yo en la casa... de invitadas.

Hizo una mueca cuando escuchó la hora. Vaya, se había hecho muy tarde y ella tenía mil cosas que hacer en casa, en ningún momento había pretendido dormir hasta tarde pero no había podido evitarlo.

- Bueno, no hay nada que pueda hacer ya para evitar haberme dormido- comentó con una media sonrisa algo azorada, con una gota de sudor deslizándose por su nuca -. Siento que por mi culpa vayas tarde, Haruka-chan, gracias por despertarme.

Se dio dos palmadas en la cara, intentando despejarse, y acto seguido recogió sus cosas en la bolsa que había llevado y se llevó su ropa para ese día al baño: una sudadera roja y unos tejanos negros. No tardó en salir de ahí, ya vestida y todavía sonriente, aunque aquel gesto era más dedicado a Haruka que a ella misma, pues se sentía un tanto avergonzada por haberse dormido y en verdad no estaba muy segura de querer encontrarse cara a cara con Tezuka.

- ¿Bajamos?

La chica le sonrió y le hizo gesto de que no se preocupara por hacerla esperar. En realidad estaba agradecida de que le hubiera pasado a Yukino y no a ella; después de lo del baño era mejor así.

En cuanto Yukino se hubo arreglado bajaron hacia abajo. A mitad de escalera, llamaron a la puerta de la casa y se escucharon pasos provenientes del salón. En ese momento salió Tezuka, ya vestido y con una mochila atravesando su torso. Abrió la puerta y ante ella apareció esa chica de la otra vez, esa tal Yumi, quejándose de lo que tardaba el chico a lo que él respondió con un "pero si eres tú la que ha llegado a esta hora...". Antes de que se cerrara la puerta, la tal Yumi alcanzó a ver e identificar a las dos chicas que bajaban las escaleras. Sobretodo a Yukino.

Lo último que vieron tras cerrarse la puerta fue el fruncimiento de ceño de aquella chica de tercero tan arreglada.

El tiempo se detuvo en aquella escalera y en aquella mirada. Aunque no hubiera sido consciente cuando vio primero a Tezuka sus ojos se habían iluminado con vida propia, a pesar de que temía el momento de encontrarse con él, pero al ver a la chica de aquella vez dirigirle la misma mirada furibunda, todo se había venido abajo.

No tenía ni idea de por qué aquella visión le había afectado tanto pero el caso es que así fue. Se había quedado parada en la escalera con expresión seria y un sentimiento de desánimo amenazando con hundirla. Pero se repuso. De algún modo volvió a la realidad que la rodeaba y sonrió a Haruka.

- ¡Estoy tan cansada que creo que podría dormirme otra vez aquí, de pie! - soltó una risita antes de seguir bajando las escaleras, siguiendo el mismo camino que el día anterior, dando la misma imagen de sí misma que de costumbre.

Después de desayunar, todas las chicas se despidieron hasta el lunes. El fin de semana era para entrenar y estudiar, pero con el festival deportivo a la vuelta de la esquina, sobretodo era para entrenar con su entrenadora personal: Fukiyose Demon Yui.

Y así llegó el lunes y con él el primer día del festival deportivo. La gran estrella de esos juegos estaba en los partidos supuestamente amistosos en deportes como baloncesto y tenis entre Seigaku y Hyotei. ¿Y quién abriría la gran competición? Por supuesto que Yukino Kazehaya en la pista central de tenis.

En los vestuarios ya arreglados, Fukiyose relajaba los músculos de los hombros de Yukino que en cinco minutos tendría su primer partido delante de muchísima gente.

- No te preocupes. Son cinco partidos en total entre todos los titulares. Si pierdes este, que no lo perderás porque es el más sencillo, aún podemos arreglarlo. Momoshiro está en plena forma y si hace falta jugaré yo también. Pero vamos, que no vas a perder. Es un rival sencillo. ¿Has desayunado bien? ¿Estás concentrada?

Aquel día de entrenamiento le sirvió a Yukino para poner en orden sus sentimientos. Darle vueltas a sus sensaciones supuso un gran alivio para ella pues, como esperaba, todo tenía una explicación racional. Había estado muy bien con Tezuka porque al ser el hermano mayor de Mei y Hayane ella también lo asociaba como hermano mayor; siempre había deseado no ser ella la responsable de todo y había encontrado aquello en la figura de Tezuka. Al verlo con otra chica había pensado que aquella camaradería desaparecería, lo cual era cierta y es que en primer lugar quizás no debería haber existido. Había pervertido la relación con Tezuka al considerarlo algo que no era. Por eso había decidido intentar evitarlo y aunque no iba a ser ni fría ni distante con él se cuidaría mucho de ser tan innecesariamente cercana.

Por suerte el agotamiento con los entrenamientos a manos de Fukiyose habían bastado para agotarla lo suficiente como para estar dispuesta a aceptar aquellas ideas de buenas a primeras. Además, tenía otras cosas en las que pensar y eso se traducía en Ayuzawa. El festival deportivo empezaría en tan sólo un rato y ese tipo desagradable estaría allí, quizás en busca de venganza o tal vez, como le había sugerido Kototsu, en busca de algo más. Otro a la lista que evitar. A parte, no quería perder contra esos engreídos, tendría que dejar en buen lugar al colegio.

Eso, por supuesto, era muy fácil de pensar en la tranquilidad de su hogar pero en el vestuario ante los insistentes consejos de Fukiyose ya no se sentía tan confiada. Era cierto que la chica había dejado de machacarla durante cinco minutos para intentar infundirle ánimo, pero toda la presión seguía grabada a fuego en su mente y la pregunta de si sería bastante buena no paraba de atormentarla.

- Estoy bien, perfectamente bien, preparada - dijo, quizás con demasiada rapidez, mientras forzaba una sonrisa -. ¿Quién será mi contrincante?

Al instante Fukiyose, como si se esperara ese tipo de pregunta, le colocó una fotografía pegada a la nariz. ¡¿Cuándo había sacado esa foto?! No parecía oficial, ni de ningún anuario. Más bien parecía sacada sin permiso alguno.

- Hanataro Ryo. Ha entrado nuevo este año. Segundo año y gran resistencia, pero su juego de piernas aún deja mucho que desear. Además no domina del todo la fuerza. Muchas se le van.

Fukyose miró el reloj. Era la hora. Le dio dos golpecitos en el hombro para darle ánimos una vez más y abrió la puerta del vestuario. Inmediatamente las voces de ánimo de prácticamente todo el colegio se colaron en la sala. Yui se colocó bien la sudadera de titular y el brazalete de capitana. La apariencia, como ella siempre decía, era muy importante.

- Lo harás bien. Y recuerda: tienes a todo el mundo contigo.

Un poco más y casi respiró la fotografía que Fukiyose le puso bajo la nariz. Lo peor es que estaba convencida de que había tomado aquella foto por sí misma, posiblemente siguiendo al chico con alguna indumentaria extraña. Eres tan innecesaria, Fukiyose-chan, pensó para sí, con una imagen de sí misma llorando a mares en su mente.

Fingió que lo estudiaba mientras intentaba recuperar la compostura, cuadrando los hombros. La verdad es que no escuchó ni una palabra de la capitana, cada vez más nerviosa por lo que había en juego. Por desgracia, si le hubiera prestado atención seguramente aquellos segundos se le hubieran hecho más largos pero en su lugar pronto se encontró ante la ovación de la gente, tiesa como un tronco*.

Estuviera preparada o no, el partido estaba a punto de comenzar.

El público empezó a ovacionar desde el principio. A Fukiyose, siempre delante, y a Yukino se le unieron los otros siete titulares de Seigaku entre los que se encontraba Momoshiro Takeshi en su camino a las pistas de tenis y el banquillo del equipo. A pesar de que había muchísimas voces, la mayoría iba dirigida a Fukiyose Yui a quien admiraban y que seguía comportándose con seriedad y concentración. Aquello era muy importante para todos pero sobretodo para la chica. Aquel año se graduaría y quería ganarlo todos antes de irse para pasar a la historia.

Tras la presentación se dispuso todo para el primer partido: Kazehaya Yukino de Seigaku Vs Hanataro Ryo de Hyotei. El chico estaba casi más nervioso que la propia Yukino. No paraba de pegarse leves golpecitos con la raqueta en la pierna antes de empezar.

Y el partido comenzó. Empezó sacando Yukino. Saque directo 15-0. Saque directo 30-0. Al tercer saque el chico logró pasar la bola con bastante acierto, pero Yukino, acostumbrada a las bolas malintencionadas de Fukiyose, estaba más que preparada para devolver la pelota con exactitud y potencia a donde él chico no podía llegar. 40-0.  El siguiente saque fue, saque y volea. Una volea imparable por parte de la chica que le hizo ganar el juego casi sin despeinarse.

La gente empezó disfrutando. Fukiyose observaba desde su posición privilegiada en el banquillo y sonrió con chulería. Estaba todo calculado.

El siguiente juego fue aún más alucinante. A pesar de que el chico tenía un saque potente, Yukino se movía como tres veces más rápido que él y su entorno. Bola que pasaba a su campo, bola que devolvía con elegancia, potencia y precisión. Hanataro, por más que lo intentaba, no podía alcanzar las bolas. ¡Qué efecto!

Pero no iba a ser tan fácil. El siguiente juego le costó más, pues Hanataro no se iba a dar por vencido e intentó subir el nivel de su tenis a base de coraje. Yukino ganó el juego 3-0, pero estuvieron en 40 iguales hasta en tres ocasiones. Ryo parecía haber visto un ápice de esperanza en aquel juego y lo demostró haciendo un juego perfecto en su siguiente saque: 3-1.

Público:- ¡Vamos Kazehaya-san!

A pesar de sus nervios iniciales pronto se vio que los EIDF (Entrenamientos Infernales con el Demonio de Fukiyose) habían servido para algo. Sabía con precisión dónde iban a caer las bolas, sin ninguna clase de duda, y aquello hizo que el chico del otro equipo estuviera sufriendo pues algunas de las que ella lanzaba eran con toda la mala intención de que no llegara, perfectamente calculado.

Pronto empezó a disfrutar de aquel partido, o debería decir de aquella paliza. Hasta el momento se había considerado muy mediocre, siempre entrenando contra Fukiyose y peleando cada bola, acabando agotada. Pero aquello era casi fácil. No tanto, porque podía sentir cientos de ojos clavados en ella, pero Yukino estaba tan concentrada que en aquel momento aquello no le impedía estar concentrada en el juego.

Sólo hubo un momento de despiste y fue cuando se preguntó vagamente si Tezuka y su novia la estarían viendo. Se molestó consigo misma por lo mucho que le distrajo aquello, tanto que le hizo perder el juego. Arrugó levemente la nariz. Debía centrarse.

Fue dicho y hecho. Se volvió a concentrar, pasando de lo que ocurría fuera, de donde estaría Kunimitsu Tezuka y de si estaría observándola desde algún lugar del colegio, sujeto de la mano de Yumi. El siguiente juego demostró nuevamente que Yukino era superior. 4-1. Y el siguiente resto por parte de la chica volvió a ser prácticamente impecable. 5-1. Era el momento de finalizar el partido. Fukiyose le había enseñado a no tener compasión con el rival, fuera quien fuera y estuviera como estuviera. Aquello era la guerra y uno de los dos debía sobrevivir. No valían las segundas oportunidades.

Así pues, tras secarse el sudor, Yukino se fue a la zona de saque, botó la pelota en dos ocasiones, alzó la bola y... ¡saque directo! 15-0. El chico ni se había movido, claramente sorprendido porque no había visto la bola. Cambiaron de lado. Otros dos botes, alzamiento de pelota y... ¡Zas! de nuevo saque directo. La bola se estrelló tras el bote en la alambrada y el contrincante seguía en su posición de espera. La gente alucinaba y la sonrisa de Fukiyose se expandía mientras bajaba levemente la cabeza. Todo calculado. Tercer saque de ese juego. Misma rutina y misma consecuencia. Cuando se veía la bola ya había botado dentro del cuadro de saque y chocado en la alambrada y Hanataro aún esperando. ¡Incomprensible!

Árbitro:- ¡Punto de partido!

¡Qué tranquilidad...! Yukino estaba ya rozando la perfección en aquel punto del partido... concentrada a más no poder, sin escuchar la voces de los demás y solo visualizando la pelota y el punto donde la colocaría, Yukino sacó y el efecto fue el mismo. ¡¡GANÓ!! ¡¡GANÓ POR PALIZA!!

¡Había ganado! No se lo podía creer. Le dirigió una amplia sonrisa a Fukiyose aunque en seguida la suavizó lo máximo que pudo pues no quería que el chico pensara que se burlaba de él, por más de Hyotei que fuera. Se acercó a él, intentando ponerse seria, y le estrechó la mano.

- Buen partido.

Obviamente aquel fue un comentario más destinado a cumplir que otra cosa pues por parte del pobre chico no lo había sido. Entonces se giró hacia el público e hizo una ligera inclinación antes de dirigirse con toda la calma que fue capaz de reunir al lugar donde estaban los titulares. Ahí, su sonrisa volvió a expandirse y chocó la mano con todos, tras lo cuál se sentó y bebió un largo sorbo de agua, pues a pesar de que no estaba demasiado cansada por el partido estaba acalorada.

- ¡Ha sido genial! Creí que todos serían como tú, Fukiyose-sempai - estaba tan contenta que incluso se permitió el lujo de bromear con la capitana en público.

Mientras Momoshiro se preparaba para su partido, la capitana, cruzada de brazos y piernas no pudo más que soltar "ha!" ante el comentario de Yukino.

- Por favor, no me ofendas.- comentó pasando de mirar al frente a la chica.- Yo estoy en otra liga, Kazehaya. Una liga a la que te unirás más pronto de lo que esperaba.

Estoy deseando ver cómo llega el día en que me hagas sudar, Kazehaya.

Le ofreció una toalla limpia que claramente no necesitaba y se centró en ver el partido. El rival de Momoshiro era más duro que Hanataro. Estaba igualado en fuerza con Momoshiro cuyo punto fuerte era la potencia de sus golpes. 2-2. 3-3. 5-4. Momoshiro perdió su saque en el momento más importante y ahora restaba para seguir vivo en el partido. NO obstante, terminó perdiendo. Iban 1-1 en la general. El chico, cuando llegó, parecía bastante decepcionado y no era capaz de mirar a la cara a su capitana que le comentó los fallos que había tenido.

Por suerte, el otro chico, Kaido, ganó el siguiente poniendo de nuevo en ventaja a Seigaku. Fue un partido también bastante igualado pero la suerte estuvo de su parte en los momentos importantes; no obstante, el cuarto jugador de Seigaku se lesionó cuando iba 3-1 ganando. Un tobillo roto a causa de un mal movimiento y una caída. ¡Qué mala suerte! Y sin embargo, a pesar de ser mala suerte y de tener que jugárselo todo a un último partido, Fukiyose Yui volvió a exhibir una medio sonrisa que solo Yukino, a su lado, vio.

Árbitro:- Media hora de descanso y se jugará la final. Una gran final en la que la capitana Fukiyose Yui tiene toda la responsabilidad una vez más.

Fukiyose se levantó sin decir nada a nadie, raqueta en mano, y se fue de las pistas a saberse a donde. Algunos se iban a buscar algo para comer hasta llegado el momento, otros simplemente esperaban. Y una voz detrás de Yukino la llamó:

Sakura:- Oi, Kazehaya-san.

A pesar del tono serio de Fukiyose ante su broma sabía que aquello era sólo fachada así que no pudo evitar seguir sonriendo como si no hubiera mañana. Con aquello, todas las inquietudes del fin de semana habían pasado al olvido, al menos por el momento, porque había ganado y no había hecho el ridículo. El colegio en pleno no podría despreciarla por su habilidad. Se sentía feliz. Ojalá la hubiera visto Ayuzawa, así vería como su colegio de pijos insufribles no era tan bueno.

Por desgracia los demás no lo hicieron tan bien, aunque fue particularmente la última demostración la que le dejó peor sabor de boca. ¡Podrían haber ganado ese partido! Pero el pobre se había lesionado, aquello era sin duda mala suerte. Por lo menos habían quedado en empate y ahora todo parecía depender de Fukiyose, que parecía querer estar a solas para concienciarse.

Ánimo, Fukiyose-sempai, confiamos en ti.

Deseaba con fuerza que ganaran, con muchísima fuerza. Fue entonces cuando escuchó la voz de Sakura por detrás mientras ella seguía sentada llenándose por dentro de competitividad.

- Kuroko-sempai - saludó a su vez con una cálida sonrisa -. ¿Qué tal? ¿Ya se han acabado los partidos?*