Partida Rol por web

El año nuevo llegó y las clases se reanudaron con tranquilidad. Fukiyose fue enseñando a Yukino sus funciones como capitana, incluyendo el papeleo, porque sí, un capitán tenía que hacer papeleo. 

Las notas iban bien y todo continuó tal cual, hasta la semana de San Valentín. Ahí el mundo se volvió loco. Era conmunmente conocido que el día de San Valentín las chicas ofrecían chocolate al chico que les gustaba y eso alteró tanto a chicas como a chicos. Tanto, que el mismo día se respiraba un ambiente distinto: nervioso, excitante, alegre, intrigante... ¿Qué pasaría aquel San Valentín en el Seigaku?

La campana que daba al descanso sonó entonces. Mei, sentada al lado de Yukino, metió la mano en su mochila, dubitativa.

La vida de un estudiante de preparatoria podía resumirse en más ocupaciones de las que un ser humano normal en edad adulta podía abarcar, por eso las semanas siguientes se sucedieron con rapidez, estudiando, ocupándose de la casa y adaptándose al nuevo puesto de capitana con la guía de Fukiyose. Aquello, por supuesto, le reportó más de un momento divertido cuando la chica le estaba explicando alegremente alguna cosa y al entrar alguien en su despacho mudaba la expresión por una bastante más fiera, algo especialmente divertido cuando la visita no era otra que Sakura y su expresión volvía a cambiar a la de niña mimosa.

Al margen de las ocupaciones los estudiantes de Seigaku parecían estar cambiando sus prioridades y ese mismo día se podían abreviar en dos palabras: San Valentín. Era una locura. Las chicas sonreían con timidez, los chicos hacían frecuentes visitas a sus casilleros esperando encontrar alguna nota de amor...; llegados a ese punto casi se preguntaba si debería estar preocupada pero lo cierto era que no lo estaba. Le había preparado chocolates a Tezuka y tenía ganas de dárselos y de que los probara porque estaba segura de que le gustarían, ella misma los había probado la noche anterior tras horas de trabajo y el resultado era de diez. No había nada que temer.

Aunque curiosamente parecía que Mei sí que tenía algo que temer, tal vez que sus chocolates caseros pudieran matar a Otoya.

- Ne, Mei, ¿cuándo se los vas a dar? - le susurró por lo bajo. Ella iba a ir de un momento a otro -. Por cierto, ¿al final Hayane le dará chocolates a Kototsu-sama?

La cara de resignación de Mei lo decía todo sobre el asunto de Hayane. Se había vuelto aún más pesada con Kototsu después de la fiesta de cumpleaños de Yukino y Kototsu debía de estar teniendo una paciencia alucinante con ella. No obstante, lo que más preocupaba a Mei en esos momentos no era el tema de su hermana, sino uno mucho más personal. Apretó los dedos en el paquete, frunciendo el ceño ligeramente.

- ¿Pues sabes qué? Que se lo voy a dar ahora mismo.

Se levantó y miró por la clase buscando a Otoya. ¿En serio se lo iba a dar delante de todos? Lo encontró hablando animadamente con un grupo de compañeros. Dudó un solo instante, pero suspiró con fuerza y se encaminó hacia el grupo de chicos. En cuanto la vieron, muchos dejaron de prestar atención a Otoya, que se sorprendió como el que más al ver a Mei caminar tan decidida hacia ellos con un paquete en la mano. Desde el otro lado de la clase, Momoshiro no perdía ojo.

Mei paró delante de Otoya y el resto de chicos, ahora mismo mudos. ¡¿Para quién iría?! Y entonces se lo tendió a Otoya que continuaba muy sorprendido. Quizás muchos esperaban un rechazo por parte del chico ya que decía que estaba enamorado de una chica de clase y se rumoreaba que se trataba de Yukino. Probablemente por eso la sorpresa fue mayor cuando Otoya sonrió ampliamente y los cogió sin dudar ni un instante más.

Otoya:- ¡Arigató! ¿Los has hecho tú?

Mei:- Hai. Los hice anoche.- ¿Por qué todos seguían mirándoles?- Pero no tienes que comerlos sino...

Dos bombones de un plumazo a la boca. Debían de estar ricos. O quizás solo estaban ricos para Otoya porque fueron hechos por Mei.

Otoya:- ¡Qué ricos!

Mei sonrió muy aliviada. Todo secretismo en la clase se había desvanecido.

Oh, vaya, así que Hayane seguía adelante con lo de Kototsu. Aquello era sumamente extraño pero no iba a ser ella la que hablara con la chica, a sabiendas de que lo más probable es que hiciera oídos sordos para seguir con aquella historia de amor sin futuro.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la determinación con la que se levantó Mei, a quien en realidad no había escuchado. Y con una sonrisita de suficiencia observó cómo todos se quedaban atónitos ante la declaración de intenciones de Mei y Otoya.

Se levantó, aliviada de que aquella farsa hubiera terminado y cogió su propia caja de chocolates, decidida a dársela a Tezuka.

En el tercer piso los estudiantes hablaban animadamente en el pasillo, disfrutando de la hora de descanso. Yukino pasó bastante desapercibida por aquel lugar, algo extraño ya que normalmente solía llamar mucho la atención. 

Al entrar en el aula de Tezuka, se encontró al chico con un boli en la boca y apartando una bolsa de chocolates que Mashima le tendía y le volvía a tender una y otra vez, cada vez más molesta.

Mashima:- ¡Te he dicho que lo cojas!

Tezuka:- ¡Y yo te digo que no!

Mashima:- ¡No sabes lo que me ha costado decidirme!

Tezuka:- ¡Razón de más para que hagas las cosas bien!

Estaba claro que San Valentín había calado hondo en la mente colmena de la preparatoria puesto que por primera vez en semanas podía andar por los pasillos sin levantar cuchicheos a su paso. Debía reconocer que recuperar el anonimato era agradable aunque temía que al día siguiente volvería a ser popular.

No tardó demasiado en encontrarse frente al aula de Tezuka, que estaba prácticamente vacía. Rápidamente localizó a su novio y a Mashima con él ofreciéndole lo que parecía ser chocolates. Durante un breve momento sintió como los celos acometían contra ella pero en los últimos meses había estado trabajando en sus molestas inseguridades, por no hablar de que la tajante respuesta de Tezuka bastaba para que no se cegara en sentimientos negativos. En lugar de eso se acercó con su caja de chocolates entre las manos y la colocó sobre el pupitre del chico, deslizándola con un dedo en su dirección.

- Para ti, acéptalos por favor - dijo con formalidad antes de mirar a Mashima con sana curiosidad, despejando su mente de rencores -. ¿Cómo que le das los chocolates a Tezuka? Pensaba que ibas a salir con su primo. O...espera - enarcó una ceja, especulando -. ¿No me digas que como no te atreves a dárselos le estás pidiendo a Tezuka que lo haga por ti?

La pelea quedó anulada con la aparición de Yukino. Al ver los chocolates de la chica no dudó en cogerlos y empezar a comerlos mientras las chicas empezaban a hablar, o más bien Yukino especulaba y Mashima enrojecía y rehuía la mirada.

- Es solo que él le va a ver y yo no. Simplemente querría que los tuviera en este día.

¡Qué buenos estaban esos chocolates! Tezuka continuaba, disfrutando.

Se llevó una mano a la frente, con una gota de sudor resbalando por su sien ante la revelación de Mashima. Al final iba a resultar que tenía dotes para el liderazgo y todo...

- Mashima-sempai, no pongas excusas - alguien pensaría que a Yukino le gustaba provocar a aquella chica pero nada más lejos de la realidad. Quizás el problema es que era demasiado taxativa -. En verdad si quieres dárselos tendrías que hacer lo posible por entregárselos en persona, ignorando todos los obstáculos de cualquier tipo.

La chica la miró, molesta por que se atreviera a darle consejos u órdenes. Aunque no era la primera vez, así que tampoco le costaría mucho tener paciencia una vez más; además, tenía que admitir que Yukino tenía razón y por supuesto no admitiría que tenía miedo al rechazo.

- Os dejaré solos.

Comentó. Mejor irse y pensar en ello. En ese momento, Tezuka sujetó la manga de Yukino, mirándola como un gatito:

Tezuka:- Más.

Había tardado apenas medio minuto, bajo la ceñuda mirada de Mashima, en arrepentirse de sus palabras. ¡Era una metomentodo casi del mismo nivel de Hayane! Pero lo cierto era que le costaba comprenderlo. Ella había tenido y tenía muchas inseguridades pero cuando se había tratado de declarar su amor lo había hecho con claridad. Pero, ¿no decía el dicho que era mejor haber amado y perdido que jamás haber amado?

Fuera como fuera las breves palabras de la chica no le permitieron averiguar si se había enfadado con ella o si realmente estaba pensando en serio en sus palabras. Tal vez fuera una mezcla de ambas. Estaba dándole vueltas a la cabeza a aquel tema cuando la mano de Tezuka la devolvió a la realidad. Desvió su mirada hacia él para encontrarse que la caja de bombones que había preparado con tanto cuidado había quedado reducida a papeles arrugados.

- ¡Pero...! ¡Se supone que tenían que durarte más! - puso cara de enfurruñada -. No tengo más.

- Es que estaban muy ricos...- intentó excusarse. Tiró de ella para poder llegar a darle un beso.- Arigató.- sonrió ligeramente. Por sorpresa aún le quedaba uno en la mano. Bombón que se lo ofreció a su novia.- Ten. Ya verás qué ricos.

Siguió con cara de enfurruñada a pesar de que Tezuka intentó borrársela con un beso. En realidad no estaba enfadada, más bien halagada, pero en parte era divertido ver cómo intentaba suavizarla.

- Ya sé que están ricos, los preparé yo - al final no pudo evitar mudar su expresión sacándole la lengua -. Cómetelo tú anda, te iba a decir que cuidado que no te sienten mal pero ya no te viene de uno.

- Vale.- si se lo dejaba, con lo ricos que estaban, no podría negarse.- ¿Te apetece si vamos a la zona del huerto? No sopla aire y se estará bien. 

Se levantó, estirándose discretamente, mientras cogía su cazadora, imaginando que Yukino diría que sí.

Vio cómo se metía el bombón en la boca sin más remilgos mientras Yukino meneaba la cabeza con indulgencia, divertida por la vertiente infantil de Tezuka. ¿A quién pretendía engañar? Le gustaba todo de él, incluso aquel lado inmaduro que le mostraba en algunas ocasiones.

- Está bien - aceptó tras consultar su reloj y ver que aún tenían por delante casi la totalidad del descanso.

Juntos salieron afuera, donde continuaba reunida toda la tercera planta. Algunos ya estaban recibiendo sus chocolates gracia a que todas las clases se reunían fuera. 

Juntos recorrieron más de la mitad del pasillo, siendo saludados a veces por conocidos, mientras Tezuka se limitaba a seguir su camino con Yukino como acompañante. 

En esas vieron que delante de ellos iba Fukiyose. Por detrás, con el uniforme, quizás al principio fue difícil de identificar ya que no iba por ahí dando saltos, ni mirando a la gente de cerca, ni haciendo suposiciones. Simplemente iba tranquila, inmersa en sus propias cavilaciones - pensando qué iba a ver en la televisión aquella tarde-. Tezuka entonces achicó los ojos, como queriendo fijarse, tan alto como era, en algo al fondo del pasillo. Y entonces paró a Yukino y la llevó a dos escalones de la escalera que ascendía a la azotea.

- Espera, me ha parecido ver una cosa curiosa.

Desde allí tenían buena vista de todo el pasillo. Fukiyose continuó caminando, hasta que alguien se le colocó justo delante. Alguien con una melena pelirroja, una rosa preciosa y una pequeña caja de chocolates.

Fukiyose paró al comprobar que alguien le entorpecía el camino.

Fukiyose:- ¿Kuroko?

La chico no la miraba a los ojos, sino más bien a un punto por debajo de la mejilla. Entonces se inclinó levemente y extendió ambas manos que sujetaban tanto la flor como la caja de bombones hacia Fukiyose, que abrió los ojos ante la sorpresa. Kuroko estaba bastante colorada.

Kuroko:- Sakura.- Le corrigió, con clara intención de transmitirle sus ganas de hacer aquello público de una vez.

En esos momentos eran las personas que más estaban sorprendiendo y donde todas las miradas recaían.

A aquellas alturas en que lo de Mei y Otoya era ya oficial imaginaba que a la gente debía quedarle pocas dudas de cuál era su relación con Tezuka, motivo de más para sentirse relajada en el ambiente festivo en el que se había sumido el colegio. Entre tantos nervios Yukino se sentía sumida en la calidez de la confianza de amar y ser amada. Miraba a Tezuka de reojo, pensando que debería darse cuenta más a menudo de lo afortunada que era por todo lo que tenía.

Fue entonces cuando la paró, haciendo que se ruborizara levemente al pensar que sus pensamientos se había reflejado en su rostro pero no. Observó la escena entre Fukiyose y Sakura con desconcierto inicial y luego emitiendo un suave "oh" sólo audible para Tezuka.

- Qué bonito... - lo dijo con total seriedad, mirando a sus dos amigas que tanto habían tenido que ocultar. Sabía que Fukiyose no se sentía bien con tanta limitación porque quería "más".

La gente estaba aguantando la respiración. ¿Qué hacía Kuroko Sakura declarándose a Fukiyose Yui? ¡El mundo se había vuelto loco! La espera no se hizo de rogar. Fukiyose sonrió, con un brillo de ilusión en la mirada, y no dudó en coger tanto la rosa como la cajita de chocolates.

Y cuando menos lo podía esperar todo el mundo, Fukiyose abrazó a Kuroko con fuerza, algo que enrojeció más a Sakura.

Sakura:- ¡Oi! ¡Yu-chan!- se quejó, pero la otra no la soltaba.

- Ois...

Aquello era todo lo que podía decir conforme la escena seguía desarrollándose ante sus ojos, como si aquello fuera algo largamente esperado y ya no sólo por las dos implicadas incluso por ella. Ese era el modo en que la felicidad de sus dos amigas se vería completa, lo sabía.

- Que bien que todo haya acabado bien.

Tezuka apoyó sus manos en la cintura de Yukino y se agachó ligeramente para hablarle:

- ¿Nos vamos? ¿O quieres hacer algo más por aquí?- estaba claro que se refería a Fukiyose, Sakura y el gran grupo de público que tenían.

Como siempre el contacto de Tezuka resultó cálido y agradable a pesar de que ya difícilmente lograba ponerla nerviosa. Apoyó una mano sobre la de él, aún mirando a la pareja que empezaba a verse rodeada por una multitud de curiosos, entusiastas y tal vez detractores. Pero ahora que estaban oficialmente juntas Yukino sabía que podrían con todo, más cuando se dieran cuenta de quiénes eran realmente las buenas personas que siempre valdría la pena tener alrededor. Al fin y al cabo, por primera vez en mucho tiempo, iban a permitirse ser ellas mismas al descubierto.

- No, vamos. Ahora estarán bien.