Partida Rol por web

Hacía frío fuera aunque por suerte no estaba nevando. El paisaje estaba precioso en aquel pequeño cerco. Tezuka se aseguró de que no estuviera el suelo mojado para sentarse, arropando a Yukino consigo mismo por detrás.

- De verdad que quiero más chocolate.- comentó, pensativo.- Ne, Yukino. ¿Te apetece que durmamos juntos esta noche?

Estaban en lo más crudo del invierno japonés y la verdad es que se notaba. Por lo menos no nevaba pero como ella no había pensado en la opción de salir fuera al ir a buscar a Tezuka iba bastante desabrigada. Se apretó contra él en busca de calor, notando como sus brazos la rodeaban, mitigando un poco sus temblores. Por su parte se limitó a abrazarse las piernas, encogiéndose sobre sí misma para no perder calor.

- Pero se me ha acabado - esta vez ya no estaba enfurruñada, sonreía con la nariz roja por el frío a la vez que tironeaba de sus mangas para que le taparan los dedos. Claro que aquello fue hasta que Tezuka comentó lo de dormir juntos otra vez. Se ruborizó un poco. ¿Dormir dormir o...? De repente ya no sentía tanto frío -. Hai.

Le dio un beso en el hombro, aprovechando para abrazarla mejor y taparla mejor.

- Guay. No creo que te importe que estén mis hermanas en la habitación de al lado, ¿no? Total, ya las conoces y esas cosas. ¡Ah! Y creo que mis padres no abrirán el restaurante hoy, así que también andarán por casa.- le estaba costando decir aquello con total seriedad y aguantar la risa.- Y Ryoma también dormirá. Pero le mando al sofá, no pasa nada,

Bueno, lo de sus hermanas no era tan malo, ¿no? Pero cuando añadió a la ecuación a sus padres e incluso a su primo vio como sus perspectivas de la noche se hacían añicos. Vale, dormir dormir. ¡Estaba contenta! Pero había pensado en algo más y ahora se sentía avergonzada, como demostraba el rubor que cubría sus mejillas. Eso le pasaba por haberse vuelto una pervertida cuando se trataba de Tezuka.

- ...¿seguro que debería quedarme a dormir en tu casa?

Ya no podía aguantar más la risa, por lo que le fue imposible continuar con la broma.

- Que no mujer.- aunque ella no pudiera verle, estaba sonriendo con diversión. Aunque conociéndolo tal y como lo conocía no era muy difícil averiguarlo.- Estaríamos solos. Pero tienes que pedirle permiso a tu padre.- Otra nueva broma, haciendo referencia a cuando se le ocurrió la estupenda idea de pedirle permiso hacía ya mucho tiempo.

El ligero temblor proveniente de Tezuka fue la primera pista y ya cuando rompió a reír le quedó claro que le estaba tomando el pelo. Y encima, como obvia muestra de recochineo para ella y como guinda del pastel para él acabó por decir que debía pedirle permiso a su padre.

- ¡Oi, Tezuka! ¡No te volveré a hacer chocolates!

Se rió con más ganas y le empezó a hacer cosquillas hasta tumbarla en el suelo y quedar él por encima

- ¡Tendré que conseguirlos por las malas!- No paró de hacerle cosquillas, despacio para no hacerle daño, mientras no paraba de repetir.- ¿Me harás chocolate?

- ¡Aiiiii! ¡Noooo!

Por más que se resistió y forcejeó no pudo evitar acabar tumbada en el suelo mientras Tezuka le pinchaba los costados sin piedad. Ni aún haciendo la culebra era capaz de escapar de los rápidos dedos del chico que no paraban de hacerle cosquillas, logrando que se retorciera sin control.

- ¡Para, para! ¡Te haré chocolates!

Viendo su misión cumplida, dejó de hacerle cosquillas, dejándole descansar. Se apoyó de lado, como solía hacer siempre que estaban tumbados juntos.

- Misión cumplida. 

El timbre sonó, avisando de que en diez minutos tendrían que volver a clase.

- Jo. Me quedo aquí.- y según decía eso ponía el brazo como cinturón a Yukino con el fin de impedir que se levantara.

Torció el gesto al ver su cara de satisfacción por conseguir lo que quería pero la verdad es que estaba haciendo esfuerzos por recuperar la respiración y decir algo en aquel momento le hubiera hecho perder la poca credibilidad que le quedaba.

Escuchó el timbre sonar pero cuando hizo el intento de levantarse se encontró con el brazo de Tezuka impidiendo que se marchara. Sólo durante una milésima de segundo se planteó en serio pasar de la clase y quedarse allí pero fue el tiempo que su cordura tardó en regresar.

Ladeó la cabeza, alzando ambas cejas y apartando el brazo de encima suyo.

- Ni hablar, yo me voy a clase y tú... - iba a decir un "también" pero terminó por pensar que no estaba en posición de tomar decisiones por él -...deberías hacer lo mismo.

Al final, un poco a regañadientes, terminó por aceptar. Faltaba poco para la graduación y no quería terminar el curso con un expediente aún peor. 

- Jo.- se quejó levemente, pero la siguió.

La acompañó hasta su clase y en algún momento distinto a aquel podrían haber llamado la atención, pero desde luego el cotilleo total eran Otoya y Mei. Momoshiro seguía fulminando con la mirada a Otoya, que continuaba tan sonriente como siempre. La rubia estaba ya sentada en su sitio, centrada en la lección que tocaría en pocos minutos.

Estaba contenta de que Tezuka hubiera tomado la decisión correcta sin que ella hubiera tenido que forzarlo, de aquel modo ambos ganaban: él creía que lo hacía por ella y ella conseguía que hiciera lo que creía que era mejor para él. Motivos distintos, mismo resultado.

Caminaron por los pasillos a escasa distancia el uno del otro, rozándose con la mano de vez en cuando con aquel modesto sentimiento de felicidad que la acompañaba siempre que se hallaba con Tezuka. Era como si cada vez le costara menos separarse de él porque sabía que pronto volverían a verse y a la vez cada vez le resultaba más complicado. No quería pensar en cuando él fuera a la universidad.

Por suerte aún quedaba un mes más o menos para afrontar aquel asunto así que por el momento podía dirigirse a clase sin sentirse agobiada por el asunto. De hecho había algo que de entrada era más apremiante y eran las miradas asesinas de Momoshiro al más que feliz Otoya.

- ¿Ha pasado algo más? - musitó pro lo bajo cuando llegó junto a Mei. Otoya parecía completamente feliz pero por su parte se sentiría preocupada de que aquello significara perder la amistad de su mejor amigo.

- ¿Hm?- preguntó de primeras, antes de mirar a Otoya por un lado y Momoshiro por el otro.- No realmente. Aunque como este descanso dure mucho más me da que Momo no tendrá más paciencia.- Mei parecía levemente preocupada aunque no en exceso. Había decidido, al igual que Otoya, que nada estropearía aquel día.- ¿Y tú qué? ¿Ya le has dado los chocolates a Tezuka-nii?

No dijo nada pero la verdad es que en parte comprendía a sus amigos y en parte no lo aprobaba. Por un lado le parecía normal que quisieran hacer pública su relación, sobre todo después de que tantos e especulara en relación a Otoya y Yukino, pero le parecía un poco inconsciente el modo en que estaba tratando aquello si querían mantener la amistad con Momoshiro. Al fin y al cabo, era comprensible que el chico se sintiera dolido, y probablemente lo correcto hubiera sido hablarlo con él antes de hacerlo público. Se habría sentido dolido y posiblemente traicionado del mismo modo pero al menos hubiera tenido un espacio donde pudiera actuar y sentir libremente por no decir que al menos no habría habido engaño.

Al final decidió que lo más sabio era que ellos mismos se encargaran de resolver aquella difícil situación, por lo que prefirió centrarse en la segunda pregunta de Mei, sonriendo.

- Hai.

No era como si a ella le hubiera costado dárselos pero claro, llevaban mucho más tiempo saliendo y la época de mantener en secreto su relación había pasado al olvido.

Sonrió y asintió, satisfecha por la respuesta de su compañera, amiga y prácticamente hermana.

- Bien. Me dijo que...- ¿Cómo reaccionaría Yukino ante la pregunta? Recordaba que la vez que Hayane le preguntó directamente sobre aquel tema la morena se puso muy colorada. Pero no era como si ella le fuera a preguntar sobre aquello de forma directa.- Me dijo que si podía dejarle la casa para él esta noche.

Sus padres no dormirían allí aquella noche ya que era San Valentín y tendrían mucho trabajo; o eso decían, pues probablemente quisieran hacer una fiesta privada. 

Mei era de lejos mucho más discreta que Hayane, nunca le preguntaría nada inadecuado eso lo sabía pero aún así si esperaba que con aquel suave comentario Yukino no iba a avergonzarse se equivocaba. Un intenso rubor no tardó en hacer aparición a la vez que maldecía a Tezuka. ¡Y se quejaba de que ella se lo hubiera pedido a su padre! Pedirle eso a Mei era toda una declaración de intenciones. ¡Qué vergüenza! ¿Qué debía estar pensando su amiga de ella? ¿Cómo podría siquiera mirarla a los ojos al día siguiente?

- Ah, sí... - se miró las puntas de los dedos, incapaz de mantener la mirada de su amiga -. Y, esto...¿vosotras dónde dormiréis?

Je,je... la hice sentir incómoda...

Aunque no fue la única que se sintió avergonzada en esos momentos. Con la pregunta de Yukino, Mei también se sonrojó ligeramente. No era tan exagerada como la morena, pero lo cierto es que siempre daba vergüenza hablar sobre aquellos temas, aunque no fuera la primera vez- si bien en aquel caso sí lo era-.

- Bueno... Ittoki me propuso una cita...- irían al cine, a cenar, a un parque... y probablemente a un hotel de parejas.- Y... bueno...- aunque mantenía la cabeza hacia el frente, la mirada no iba a Yukino, sino a un pequeño agujero en la pared, detrás de su amiga.- Creo que pasaremos la noche por ahí.

Casi inaudible, pero lo dijo.

Experimentó una incomodidad similar a la sentida hacía unos instantes cuando Mei reveló en pocas palabras que su plan no era tan distinto al suyo. Era raro. Vaya, era excesivamente raro imaginar a Mei y a Otoya... volvió a ruborizarse intensamente, consciente de que el silencio se estaba prolongando y ella tenía que decir algo, cualquier cosa, para que la incomodidad no se prolongara eternamente.

- Suena bien - terminó por decir sin convicción, demasiado cohibida.

¡¿Pero por qué había incrementado tan notablemente el rojo en la piel de Yukino?! La miró, poniéndose colorada también por intentar adivinar en qué podía haber pensado su amiga y, probablemente, haber dado en el clavo.

Entonces le dio una colleja:

- ¡Oi! ¡Yukino! ¡No te pongas colorada!

La profesora empezaba a entrar por la puerta para empezar la clase.

Lo peor de aquello era que el hecho de que Mei evidenciara su gran incomodidad no hizo más que aumentarla, logrando que su sonrojo cobrara proporciones nunca vistas.

- ¡No lo hago expresamente! - se quejó ante la colleja, frotándose el cogote con una mano mientras se abanicaba con la otra en un vano intento de reducir su calor.

Por suerte la profesora acababa de entrar evitando que aquella conversación prosiguiera hasta convertirse en algo más explícito.