Partida Rol por web

Tras ver como si viajaran por una explosión de luz, aparecen en la base del gigantesco Portal Oscuro pero del lado de Outland. El portal es enorme, por él pasó una vez la Horda Orca y hoy tenían enfrente a un enemigo mucho peor, las fuerzas de la Legión los miraban a los ojos en la base del portal esperando que bajen para ser atacados.

Rápidamente los generales de ambas facciones gritaron.

¡Todos a las monturas voladoras! Tenemos que salir de aquí y llegar a nuestras bases.

Todos obedecieron sin dudarlo y empezaron a volar. La Alianza en dirección sur hacia el Fuerte del Honor y la Horda en dirección norte hacia Thrallmar. De todas formas, lo que más los sorprendió es que los demonios no los atacaron, algo había pasado que evitó que sean destruidos por la furia de la Legión, pero ahora no era momento de pensar en eso, era hora de reagruparse y atacar.

La Península de Fuego Infernal no es un lugar agradable de contemplar. Llamas, desierto y muchos muchos demonios es el panorama que nos recibe cuando cruzamos el portal. El viaje no es algo que me moleste demasiado, pero la visión posterior me saca de mis cabales y aprieto los dientes con furia al pensar en el irreparable daño que aquel mundo sufrió por la ambición y el odio de la Legión de Fuego.

Pero las órdenes no son luchar, las órdenes son reagruparnos en nuestras fortalezas para asignarnos las misiones y así comenzar con la guerra que derrotará a la Legión y a sus demoníacos líderes.

Me subo a la montura voladora, tal como lo indica nuestro comandante y me dispongo a ser trasladado hacia el Fuerte del Honor.

Una vez al otro lado del Portal Oscuro, la desolación nos esperaba y una punzada de dolor atenaza mi alma al ver el devastado y abandonado Draenor, ahora conocido como Terrallende. Los demonios de la Legión nos esperaban pero por alguna razón no nos atacaban. En una rápida acción el comandante de la Alianza, al igual que el de la Horda, nos insta a coger las monturas voladoras para llegar a la base del Fuerte del Honor. 

Desmonto de Sha'sui y, con las riendas cogidas, me acerco al maestro de vuelo que hay allí:-Este caballo debe llegar a Fuerte del Honor, no me importa el precio que haya que pagar, pero no lo voy a abandonar.-le comento con autoridad al maestro de vuelo. Mientras éste piensa en qué decirme veo como Aldarion monta sobre una de las bestias aladas y alza el vuelo en dirección sur. 

Atacar, huir, reagruparse, atacar, flanquear... Estaba harto de las torpes maniobras militares de mis jefes, sinceramente eran algo idiota ¿Por qué no usaban sus cerebros?

Bufé ante las nuevas órdenes pero no quería volverme chicharrón de orco así que subí a las naves como los demás para escapar de aquel ejército infernal que yacía delante nuestro.

-Si, si, ya voy- dije desganado -idiotas- murmuré finalmente.

Las fuerzas de la Horda se movieron rápido y sobrevolaron al ejército de demonios que los intentaban interceptar. Mientras volaban podían ver un mundo totalmente destruido, la roja tierra que una vez había sido una frondosa selva se encontraba fragmentada, incluso algunos fragmentos de tierra volaban alejandose en el vacío abisal.

Frente a ustedes podían ver la imponente Ciudadela del Fuego Infernal, la misma había sido la base de guerra de la Horda en la segunda guerra. A la izquierda podían ver el Fuerte del Honor, un fuerte humano que sorprendentemente seguía activo desde la época de la segunda guerra, las tropas de la Alianza volaron hacia allí. A la derecha había una antigua base orca abandonada, la Horda no dudó en bajar en picada hacia el fuerte abandonado.

Al llegar al fuerte Nazgrell tomó el control y desmontó de un salto.

¡Guerreros de la Horda! Retomemos este fuerte y llamemoslo Thrallmar en honor a nuestro jefe de guerra, debemos tomar una posición y volver a enfrentar a los demonios.

Mientras los peones se concentran en reconstruir la base, el orco miró a sus mejores guerreros (ustedes).

¡Guerreros de la Horda, estamos entre una fortaleza de orcos viles y los demonios, si no morimos por unos moriremos por los otros así que tenemos que eliminar los refuerzos de los demonios, nuestros amigos los goblins crearon estas bombas que podemos usar para destruir los portales!

El orco empieza a repartir estas bombas y les señala los wyrvens.

¡Montense y destruyanlas!

Sabía, desde que se había embarcado en esta misión, que su sino era combatir al enemigo hasta destruirlo. Como miembro de la Orden, como paladín que era, no dudó en obedecer las órdenes, sin demora ni dilación. Allí que si dispuso a combatir sin desfallecer, combatir hasta vencer o morir.

Las fuerzas de la Alianza se movieron rápido y sobrevolaron al ejército de demonios que los intentaban interceptar. Mientras volaban podían ver un mundo totalmente destruido, la roja tierra que una vez había sido una frondosa selva se encontraba fragmentada, incluso algunos fragmentos de tierra volaban alejándose en el vacío abisal.

Frente a ustedes podían ver la imponente Ciudadela del Fuego Infernal, la misma había sido la base de guerra de la Horda en la segunda guerra. A la izquierda podían ver el Fuerte del Honor, un fuerte humano que sorprendentemente seguía activo desde la época de la segunda guerra, las tropas de la Alianza volaron hacia allí. A la derecha había una antigua base orca abandonada, la Horda no dudó en bajar en picada hacia el fuerte abandonado.

Mientras se acercaban al Fuerte del Honor, vieron como un grupo de enanos salió volando con grifos hacia ustedes, podían verlos cargados con grandes bombas. Al cruzarse con ustedes los saludaron y volaron en dirección a los demonios. Mientras bajaban en el centro del fuerte vieron un hombre anciano que salió a recibirlos.

Guerreros de la Alianza en Outland, vaya sorpresa ya era hora que nos enviaran refuerzos.

Al verlos cansados llama a unos peones y les pide que lleven sus monturas a descansar.

Guerreos, estamos frente a dos fuertes, los demonios y los orcos viles de Hellfire Citadel, mis hombres fueron a destruir los portales de los demonios, pero aún tenemos mucho que hacer.

-Todo yo, todo yo, siempre nos eligen como la carne de cañón-.

Las pamplinas del honor de los orcos lo tenían cansado, la mejor idea hubiese sido reparar cuanto pudiesen y coordinar un ataque con la alianza. Si, quizás su estética era terrible, pero sabían luchar y lo habían demostrado mil veces.

Suspiró, montó en el maldito Wybern y ató un par de las cargas al mismo. Al menos esta vez estaban usando la cabeza... Un poco. Claro que volar los portales hubiese sido mucho más astuto cuando no nos ENCONTRABAMOS EN LA OTRA MALDITA DIMENSIÓN.
Asumí que habría alguna forma de colarme devuelta, siempre la había y teníamos chamanes.

Lo importante era volver vivo de la misión suicida.

Finalmente monté sobre la criatura voladora y seguí a Aldarion y al resto de Guerreros de la Alianza hacia el Fuerte del Honor. En el camino nos separamos del grupo de la Horda y nos cruzamos con otro grupo de enanos que iban en dirección contraria. Como la criatura que montaba conocía el camino hacia el bastión humano me dejé llevar y observé cómo los orcos de antaño habían devastado mi antiguo mundo y lo habían dejado en un estado deplorable. 

Una vez aterrizamos, un hombre anciano salió a nuestro encuentro y habló. Parece que tienen problemas con los demonios y los orcos de un lugar llamado Ciudadela de Fuego infernal. Los llamó viles, aquello me desconcertó:-Disculpe, esos orcos a los que llama viles, cómo son?-pregunté a pesar de seguramente conocer la respuesta. Al parecer el anciano necesitaba ayuda para defender la fortaleza:-Usted diga dónde hay que ir e impartiré la Justicia de la Luz.-dije al final.

El viaje sobre la montura voladora nos lleva finalmente al Fuerte del Honor, durante un viaje que nos permitió divisar la Ciudadela de Fuego Infernal, un lugar temible que rebosa de enemigos aterradores que no dudarán en eliminarnos en nombre de sus demoníacos amos. 

Aterrizamos y un hombre nos sale a recibir, un anciano oficial de la Alianza. Nos habla de los frentes de batalla y de los peligros que amenazan la defensa de Azeroth en este lugar.

Bajo de la montura mientras unos peones se las llevan a los establos y acaricio a la maravillosa criatura para agradecerle por su servicio. Escucho las palabras de Nerghan y asiento a ellas pues es lo que quiero saber: ¿Donde podemos comenzar a luchar para conseguir la victoria?

Me quedo expectante, atento a las instrucciones que nos den para comenzar nuestra ofensiva.

Si bien los elfos nocturnos no lucharon directamente con los orcos en la segunda guerra, recuerdas otra lucha contra elfos viles. En la tercer guerra, las tropas lideradas por Grom Hellscream empezaron a talar los bosques de Vallefresno (y hoy en día la Horda sigue talando los mismos bosques). Cenarius lideró a un ejército de elfos de la noche para repeler a los orcos de sus bosques, lamentablemente el poder de los orcos rojos potenciados por la sangre vil era demasiado. Tras una gran lucha Grom terminó asesinando a Cenarius.

Danath se levanta y mira a Nerghan.

¿Como explicarte? En realidad, los orcos normales son verdes o marrones. Cuando los orcos toman sangre de demonios y empiezan a tener mucho contacto con energías viles se vuelven orcos viles.

El hombre los mira a los dos dudando de haber sido muy claro.

A efectos prácticos son como los orcos normales pero mucho más fuertes y en lugar de ser verdes son rojos. Creo que con eso queda bastante claro por que tenemos que eliminarlos lo más rápido que podamos. No podemos tener un ejercito de orcos potenciados que trabajan con los demonios.

Mientras Danath piensa empiezan a escuchar que el piso bajo sus pies empieza a temblar.

¿Otra vez? No puede ser.

Ven como Danath saca su espada y empieza a gritar a todos los que se encuentran en el fuerte.

¡Todo el que pueda luchar que se presenten al patio principal, tenemos un atracador vil viniendo hacia nosotros!

A pesar de las quejas de Argul, un grupo de guerreros de la Horda salió volando hacia las fuerzas de los demonios. Para su sorpresa puedieron ver que un grupo de enanos en Grifos hacían exactamente lo mismo mientras volaban hacia otro de los portales.

Los Wyrven se desviaron en dirección hacia el otro de los portales. Los demonios por su parte no los hicieron esperar y empezaron a tirarles lanzas para hacerlos caer de los Wyrvens.

Mientras ustedes intentan mantenerse agarrados el líder de la formación grita.

¡Posiciones evasivas, tenemos que tirarles todas las bombas posibles para cortar sus refuerzos!

-¡Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda!- gritaba mientras las lanzas surcaban el cielo rojo sacudiendo a su montura.

No se preocupaba por el wybern, el mismo poseía escamas y una agilidad envidiable. El problema era él, que no podía sujetarse ante las sacudidas salvajes de la criatura al intentar esquivar los ataques.
Claro, las escamas protegían a la bestia pero los golpes le dolían y no era estúpido.

-¡Woahh, woahhh, tranquilo wyberncio!-.

Me quedé sorprendido del detalle que otorgaba la explicación de Trollbane al aspecto físico de los orcos viles mencionados. Justo cuando estaba llegando a la parte importante de la explicación, el suelo bajo nuestros pies tembló con fuerza. Todos los allí presentes nos sorprendimos ante aquello y fue el mismo Trollbane quién dio la voz de alarma.

Por su experiencia sabía que provocaba aquellos temblores, entonces desenvainó su espada y gritos órdenes de salir al patio: un atracador vil se acercaba a la fortaleza. Desconocía de qué se trataba pero si era capaz de provocar que la tierra temblara debía de ser grande, muy grande. Imité a Trollbane, desenvainando mi Mazo de Guerra, y descendiendo hacia el patio. 

Mi recuerdo acerca de la guerra de hace unos años, donde la Horda atacó los bosques de Vallefresno y asesinaron brutalmente a Cenarius gracias al poder demoníaco que obtuvieron al beber la sangre de Mannoroth. No había conocido a los orcos antes pues mi raza no participó en la primera ni la segunda guerra, pero lo poco que sé de ellos, me hace saber que son enemigos que temer.

Escucho atentamente las palabras de Danath hasta que la tierra comienza a temblar, momento en que el humano nos indica que nos preparemos para luchar contra un Atracador Vil.

Empuño con fuerza mi báculo y me preparo para seguir a Danath a la batalla, pues estoy preparado para luchar contra las hordas demoníacas, sin vacilar ni retroceder pues Azeroth no puede permitirse eso.

Nunca antes habías visto una máquina como la que hoy tenía en frente. Las últimas veces que luchaste contra la Legión lo más parecido a un Atracador Vil que habías podido ver, eran los infernales. Al igual que estos monstruos, los atracadores viles están construidos con dos grandes fuerzas.

Por un lado son un robot mecánico como cualquier creación que hayas visto en los laboratorios de los gnomos y los enanos. Por el otro lado, los atracadores funcionan con energía vil y los demonios huyen a la luz. Quizás exorcizandolos puedan hacer algo.

Danath se había parado en el medio del patio con su espada en mano y miraba a sus soldados.

¡Guerreros de la Alianza! Alejen a esa criatura de los muros si caen tendremos a los orcos viles sobre nuestro fuerte.

Cuando el viejo gritó esto un grupo de enanos montados en grifos voló hacia la criatura. Los cazadores enanos empezaron a golpear a atracador con sus martillos de trueno y a lanzarle rayos a la vil criatura.

Danath se prepara para pelear y los mira.

Enanos Martillo Salvaje, en la segunda guerra cazaban dragones así que seguramente no tengan problema con nuestro amigo.

Cuando se prepara para el combate grita con fuerza y sienten como una fuerza sagrada les restaura las energías.

¡Por la luz ataquen!

Contra todo pronóstico tus palabras lograron calmar a la bestia. Los orcos tenían una afinidad especial con este tipo de criaturas y tu no eras ninguna excepción a la norma.

Tras sobrevolar a los demonios y seguir esquivando los ataques y las lanzas de tus enemigos, llegan sobrevolar un objeto de energía vil. El mismo era como una lagrima de hierro negro y de allí salían los refuerzos de la Legión. Si bien no era un portal como los que solían ver en Azeroth, había que ser muy cerrado de mente como para no darse cuenta que era lo que tenían en frente.

A tu lado puedes ver como el resto de los guerreros empiezan a tomar posiciones y a preparar sus bombas.