Hill Valley Hospital

El Hospital de Hill Valley se creó a partir de la consulta médica asentada en el pueblo desde sus inicios. Al igual que el resto de la ciudad, el edificio a ido creciendo y evolucionando según las necesidades locales.

Cuenta con una gran y moderna equipación, pues no sólo acuden a él los habitantes de Hill Valley, sino que es el Hospital mejor equipado y funcional de toda esa región. Se pueden realizar todas las pruebas que se necesiten, desde electros hasta resonancias o analíticas. A su vez, tiene un gran y variado número de cirujanos, médicos y enfermeras, bien preparados y en constante formación.

El Hospital tiene tambien su zona de rehabilitación, así como un gran número de habitaciones perfectamente acomodadas para tener alojados a sus pacientes en ellas.

Cuenta con un parking subterraneo de pago y parking exterior gratuito.

Junto al Hospital se encuentra uno de los parques de Hill Valley más grande e importante: El Parque King.

No sólo aumenta la calidad de vida de la zona, sino que alegra las vistas desde las ventanas de los enfermos y se convierte en un bonito lugar donde los familiares pueden sacar a pasear a sus familiares ingresados, con autorización previa del centro hospitalario.

La Plantilla del Hospital

Medicina

Cirujano Jefe: Benjamin King

 Hijo del potentado empresario Lance King. A los 18 años se fue de la ciudad a estudiar medicina, a los 30 era uno de los cirujanos más importantes del país con clínica privada en Nueva York. Dos años después sin saber porque abandonó su buena vida, y decidió regresar a Hill Valley, donde obtuvo el puesto de cirujano jefe del hospital local.

Es un hombre cercano y familiar. Tiene una mentalidad bastante abierta y gusta de dar libertad y segundas oportunidades.

Se dice que sus manos valen oro, pues borda las cirugías en las cuales interviene.

    Médico: Charles Smith

Nacido en Hill Valley y amante de su trabajo, el doctor Smith es un hombre entregado y apasionado en lo que su profesión se refiere. Nada más licenciarse en medicina, regresó a esta comunidad para trabajar con y por los suyos.

   Médico: Clint Cassidy

 Es un excelente médico, con buen sentido del humor, pero algo despistado. Dicen que debajo de esas bromas y despistes se oculta el dolor por la pérdida de su esposa, hace algunos meses.

Enfermería

   Enfermera: Tiffany Hawk 

Hermana del sheriff. Como es normal, su protegida. Edward ejerce incluso de padre con ella. En el trabajo se esfuerza mucho y se preocupa por los pacientes, procurando siempre ayudar a todos e incluso quedándose un rato más fuera de su turno si ve que su ayuda en necesaria en el hospital.

Enfermera: Rachel M. Burns.

 Compagina su trabajo de enfermera con los estudios de medicina. Va cursando lo que puede a distancia y dejando la parte presencial para el futuro no lejano. Sule ser un poco dura y borde, pero todo es debido al estrés de sus estudios y de la tortuosa relacción amorosa que mantiene y de la cual es dependiente.

17 de septiembre y son las 17:00 horas

Llegastéis sin problemas más o menos a la hora acordada y os reunisteis en el Hall de entrada del hospital.

Una vez dentro, encontrastéis el hall bastate más vacío de lo que cabía esperar y más aún sabiendo que habían varios heridos de la noche anterior ingresados en el centro. Un cartel bastante visible indicaba claramente el horario de visitas:

 Mañanas: 10:30 a 13:30
Tardes: 17:00 a 20:00
Acompañantes 24 horas.

En la recepción estaba una de las enfermeras del hospital y no parecía estar para nada ociosa, pero no había nadie más por allí para preguntar e informarse de nada.

La comida, a pesar de toda la tensión, incertidumbre y casi me atrevería a decir que disgustos, terminó siendo al final bastante agradable. Al menos, me dejó un buen sabor de boca cuando nos despedimos de Mel. La chica, a pesar de su timidez y de... todo, se atrevió a despedirse de mí con un abrazo. Y aquello, tratándose de ella, significaba mucho.

Para mí sorpresa, había recibido un mensaje de mi primo Peter. No le esperaba tan pronto, aunque en realidad no sabía qué esperar. Sencillamente no tenía ni idea. Le respondí amigablemente, a pesar de no conocerle, y tuve que preguntarle por las llaves de la casa, ofreciéndole la opción de venir al hospital o ir directamente a casa. 

Aún no me había respondido cuando llegamos al hospital. Allí encontramos a Amber, en el hall, a donde nos habíamos dirigido inmediatamente tras aparcar.

¡Hey, Amber! ¿Qué tal? -Pregunté nada más verla, alzando la mano y dándole dos besos- ¿Llevas mucho esperando? Qué vacío está ésto, ¿no?

 Recojo mis cosas y me dirijo al hospital escuchando música con los auriculares, saltando las que tengan algún mensaje o melodía triste u oscura. Hoy no es un día para eso, y menos cuando me estoy dirigiendo al hospital, sin muchas ganas. 

 Al llegar me veo sola. O soy la primera en llegar, o me he equivocado de entrada, o ellos ya están con Tommy, pero decido apostar por la primera opción, pues he llegado a buena hora. 

 Durante la espera decido entretenerme un rato con algún juego del móvil, y me encuentro concentrada, en una racha del Piano Tiles cuando oigo la voz de Jayden. Tendría que haber esperado mejor con un cigarro, me habría jodido menos.

 Mierda. Pienso antes de levantar la mirada de la pantalla. Esta vez iba a batir mi record, lo sabía, lo sentía, pero la educación tiene prioridad sobre los juegos del móvil, así que con todo el dolor bloqueo el móvil y lo guardo para saludar a Jayden y a Diana con una sonrisa. Además, en realidad sí que me alegro de verlos, aun me alegro de que no estén enfadados conmigo. 

 - ¡Ey! - Correspondo al saludo de Jayden, también con dos besos, para luego saludar a Diana de igual forma. - Bien, gracias. - Estaría de la hostia si hubiera terminado esa racha del Piano Tiles. Otra vez será. - No, he llegado hace nada. ¿Vosotros qué tal? ¿Al final va a venir Shyl?  - 

Me alegró ver que al marcharse Melissa se encontraba más tranquila. Me sorprendió su efusivo abrazo, tanto como el que también le dio a Jayden, pues aquel tipo de actitudes no parecían muy comunes en ella. Eso significaba que se encontraba más cómoda con nosotros y que no se iba con un mal sabor de boca, así que ello junto a que Jayden también parecía más animado, me llevó a concluir que la comida no había salido mal después de todo.

Al llegar al hospital, Jay aparcó y nos dirigimos directamente al edificio, encontrándonos a Amber en un hall extrañamente vacío. Jayden y ella se saludaron, y después yo hice lo mismo, dándole dos besos también a Amber. Parecía no llevar mucho tiempo esperando.

Menos mal, odio llegar tarde.

- Nosotros bien. – respondí escuetamente. No era mentira, pero había mucho más detrás de aquel “bien”. – No sé si vendrá Shyl. Lo mismo hasta ya está por aquí, ¿No? – dije terminando por mirar a Jayden, a lo mejor él sabía algo de su amiga.

Entonces vi a la ocupada enfermera que había en el lugar. Me sabía mal interrumpirla, pero era la única forma de informarnos, pues no parecía haber nadie más del personal por allí.

- Voy a preguntar. – les dije a Jayden y Amber, esperando a ver si querían acompañarme o preferían esperar antes de dirigirme a la mujer. – Buenas tardes, queríamos ver a Tommy Rolland y Ryan King si fuera posible. – comencé a decirle a la enfermera. - ¿Podría informarnos de su estado e indicarnos dónde están? Somos sus amigos y compañeros de clase. – añadí, esperando que la mujer pudiera informarnos.

La enfermera parece inmersa en su montaña de papeles de ingresos hospitalarios, pero no tarda en levantar la cabeza al escuchar la voz de Diana y sonreirla.

- Buenas tardes.- Responde a la joven. Sus ojos tenían unas grandes ojeras y se la notaba cansada. Un vaso de café reposaba sobre el mostrador, a su lado y en la papelera se podían ver otros tantos. Debía ser el turno más largo de su vida. - El joven King... su pronóstico es reservado y su familia ha prohibido las visitas al chico. Lamento no poder ayudar más con él. No está en mi mano.

- En cuanto a Tommy. Está en la habitación 323. - Dijo tras confirmar en número de habitación. - El ala de oncología, se encuentra estable y... puede recibir visitas. - Añadió al final, mirando a Diana a los ojos y tratando de mantener la sonrisa a pesar de la situación que se está viviendo en el hospital en ese día.

No supe qué decir cuando Amber preguntó por Shyl. Me limité a encogerme de hombros, sin encontrar palabras para todo lo que tenía que ver con mi amiga. Llevaba desde la noche anterior completamente deshecha, y no había sabido hacer NADA por ella. 

Diana se acercó a preguntar a la enfermera por las personas a las que veníamos a ver. La seguí de cerca, y no me sorprendió la decisión de la familia de Ryan. Lo lamenté, pues me hubiera gustado verle y poder, al menos, intentar darle ánimos. Pero quizás fuera mejor así.

Acto seguido, nos dijo la habitación en que estaba Tommy, y para mi tranquilidad nos comunicó que estaba estable y no habría problema para verle. 

Muy bien, muchas gracias. -Me dispuse a encaminarme al ascensor, pues debía ser en la segunda planta, pero entonces caí en la cuenta de algo y me detuve, quedándome paralizado y volviendo a mirar a la enfermera. Tragué saliva, casi incapaz de moverme, y tuve que hacer un gran esfuerzo por lograr articular palabra- On... ¿Oncología, ha dicho? E-eso... ¿Eso no es lo de...?

No estaba seguro del todo, pero me sonaba. Me sonaba a cáncer. Y de repente, todo empezaba a cobrar sentido. 

 - No sé, yo no la he visto por aquí. - Contesto a Diana sobre Shyl, levantando los hombros. - Okay. - Digo cuando avisa de que va a preguntar por los chicos. En un principio pensaba quedarme atrás, pero viendo que Jayden la sigue de cerca, también decido hacerlo yo. 

 Me quedo atrás, y más dispuesta estoy para ello cuando oigo a la enfermera y la seguida reacción de Jayden. Sobre Ryan, se puede pensar mal del accidente o que su familia prefiere que todo quede en privado, pero lo de Tommy parece que está bastante claro. 

 - Eh... Si en algún momento lo preferís me puedo quedar fuera y llamar a Shyl, o sólo esperar, no me importa. - 

La enfermera en seguida me sonrió, dispuesta a informarme de forma amable a pesar de su notable cansancio. Cuando nos dijo aquello sobre Ryan no me extrañó, ya no sólo por cómo se encontraba, sino por lo sucedido con Tala. Esperaba que fuera mejorando y que pronto pudiera decirnos él mismo que estaba bien.

En cuanto a Tommy, la mujer nos dijo dónde podíamos encontrarle, y en qué ala. Me quedé entonces paralizada, como si por un momento me faltara la respiración; no logrando reaccionar hasta que nos dijo que estaba estable y podía recibir visitas.

- M-muchas gracias. – acerté entonces a decir, mientras infinidad de imágenes se cruzaban por mi mente, desde aquel primer día que tuvimos que acudir a urgencias con mi padre, hasta el momento en que este me dijo que tenía cáncer de páncreas, o aquellos últimos días que pude verle en la zona de oncología; en otra lejos de allí, en Boston. – Sí, así es… - dije girando mi rostro hacia Jayden, cuando preguntó a la enfermera por el ala, sin poder terminar la pregunta.

Entonces Amber comentó que ella podía quedarse fuera si era preciso y llamar a Shyl, o simplemente esperar. No quería que se fuera. No quería quedarme sola en aquel pasillo cuando Jayden entrara, y sin pensarlo la miré suplicante.

- Prefiero que vengas... – le dije, tratando de mantener la compostura.

No podía derrumbarme en aquel momento. Jayden acababa de enterarse de lo que le sucedía a su amigo, y aquello era un golpe muy duro, como duro sería lo que vendría después; sólo esperaba que el estado de Tommy fuera mucho más favorable que el de mi padre y se tratara de uno de esos cánceres que sí se podían curar.

Tras haberle dado unos segundos a Jayden posé una de mis manos cerca de su hombro, con cariño, queriendo mostrarle mi apoyo.

- Podemos esperarte fuera de la habitación si quieres, y si Tommy está con ánimos pasamos a verle nosotras también. – le ofrecí a Jay, apretando su brazo ligeramente, esperando que el que estuviéramos con él le ayudara en aquel trance. - Estamos aquí para lo que necesites. - le hice saber, acercándome a él para darle un suave beso en la mejilla al que siguió un abrazo.

Me quedé con la mirada perdida, unos largos instantes. Mientras Diana confirmaba mis temores, que oncología suponía tumores, cáncer. Incluso cuando Amber se ofreció a esperar fuera, seguramente incómoda con la situación. No acerté a decir nada, sólo podía pensar en Tommy, en su rostro el día anterior, tan decaído, tan necesitado de un poco de alegría. Sólo cuando Diana apretó mi brazo logré parpadear, desviar la mirada, mirarlas a ambas chicas, y tragar saliva.

S-sí... sí por favor... -Les dije a ambas, ante la propuesta de Diana. No quería que Amber se marchase, y que Diana pudiera quedarse sola. Y sí, creía que entrar yo sólo, al menos al principio, era lo más adecuado. Diana me dio un beso en la cara, y anticipando su abrazo me incliné hacia ella y la abracé también, cerrando los ojos un instante, refugiándome en su calor, en el profundo apoyo en que aquella chica se había convertido para mí. Debía reconocer, con sinceridad, que no era capaz de imaginar cómo habría superado aquellos días sin ella. Al separarnos, también yo le di un suave beso en la mejilla, pasándome la mano por los ojos, que notaba enrojecidos.

Miré a Amber, poniéndole una mano en el brazo, un poco más abajo del hombro, mostrándole una tenue sonrisa. Quería agradecerle que estuviera allí con nosotros, decirle que me alegraba de que pudiéramos contar con ella, pero no me salían las palabras. Me giré lo justo para ver que alguien más entraba en la sala de espera, una chica que no conocía, aunque me sonaba su cara.

¿V-vamos? -Les dije a las chicas, cogiendo la mano de Diana- Los ascensores están por aquí...

Llegué con las bolsas de mi incursión por el centro comercial, no llevaba mucho pero al menos un par tras mi incidente chocolatil. Aún tenía la esperanza de poder salvar mi camiseta cuando llegara a casa, o que lo hiciera quien fuera que fuera a hacer la colada.

Pensé que ya la puerta del hospital estaría llena de gente, por lo que había convocado el niño popular. En realidad mi idea era hacer presencia porque no conocía a nadie y no quería tampoco inmiscuirme en algo violento. Esa era mi idea, mi realidad había sido bien otra. El chico popular estaba allí con lo que parecía su novia y alguien más, pero hasta ahí quedaba la cantidad de alumnos en el hospital.

Incómodo… Mierda…

-Emmm… Esto…- carraspeé y di un par de pasos en su dirección para preguntar. –No quiero molestar… Y tal. Pensaba que había una concentración en el hospital, por los alumnos, con velas… Y tal –estúpida Violet- …Y puede que me equivocara con el horario o no me enteré porque en clase escucho la mitad. Creo que me voy…

Volví a mirar que parecían estar en medio de algo, quizás una visita dura y yo ahí en medio.

Que bien, Violet, que bien.

-Ah- levanté un dedo para que al menos aquel viaje no estuviera perdido del todo. –Vi a alguien en el centro comercial que te buscaba, creo. ¿Jayden, no? Era un señor mayor, no mayor viejo, pero ya me entiendes. Era un tanto… -rarito- …emmm- dudé si decir lo que pensaba porque lo mismo era su familia y ahí la cagaba por la puerta grande. –Pues un tanto peculiar.

Estreché a Jayden entre mis brazos durante unos instantes, al mismo tiempo que él también se aferraba a mí. La vergüenza había quedado a un lado, también los malos recuerdos de aquello que me atormentaba desde hacía meses atrás, en esos momentos sólo pensaba en cómo podría sentirse Jayden y en que deseaba poder ayudarle a que se sintiera mejor. De algún modo, su dolor también era el mío.

Me dio un beso en la mejilla al separarnos, fijándome en cómo se frotaba los ojos, lo que provocó que frunciera ligeramente el ceño, preocupada; pero en seguida traté de sonreír, cosa que me costó menos al ver cómo Jay dedicaba a Amber aquel gesto de agradecimiento.

No está solo. Todo saldrá bien.

Me repetía aquella segunda parte una y otra vez. Sabía lo mal que se pasaba, y no quería que Jayden tuviera que pasar por algo así. Tommy era muy importante para él, debía seguir en su vida mucho tiempo más.

Jay había aceptado mi propuesta, así que cuando estuvo listo nos instó a continuar, dándome la mano e indicándonos dónde estaban los ascensores. Apreté esta, dispuesta a poner rumbo hacia ellos, pero entonces alguien se nos acercó. Me sonaba su cara, y pronto caí en que la había visto en clase.

Al parecer había ido allí por la vigilia, pero se había confundido de hora. Sin embargo, aquello no era lo único que tenía que decirnos, y es que al parecer había visto a alguien buscando a Jayden en el centro comercial.

- No te preocupes… - dije a la chica, por su preocupación por haber molestado, dejando que fuera Jayden quien le respondiera a lo demás; ya que aparte de ser él quien había anunciado lo de la vigilia, era a él a quien buscaba aquel hombre que la chica había definido como “peculiar”.

- Vale, vale. - Contesto a Diana, pareciéndome incómoda ante la idea de quedarse sola. Jayden, débilmente, la secunda, pero su falta de fuerza no parece de intención, si no de ánimos. - Sí, claro. - Asiento a Jayden cuando nos apremia a movernos en marcha, aunque en seguida volvemos a detenernos. 

Aparece una de las chicas de clase, pues al menos soy capaz de reconocer su rostro de esta mañana. Creo que nunca hemos hablado, y habiendo asistido a clase dos medias mañanas contadas, aun no sé su nombre. Por lo visto viene a una concentración por lo de anoche, pero de paso también avisa a alguien de que había alguien buscándole. Lo segundo no es asunto mío, y de lo primero no tengo ni idea, y así se lo transmito. 

 - Pues no sé, igual la enfermera te puede decir algo. - Tuerzo el labio al no poder ayudarla para mirar entonces a mis otros dos compañeros; Tal vez ellos sepan algo de esto. De hecho, yo pensaba que dicha reunión sería organizada por Jayden. Puede que algunas cosas hayan cambiado. 

Aquella chica que acababa de llegar nos abordó antes de alcanzar los ascensores. Me froté los ojos, sintiéndome súbitamente cansado, y tragué saliva mientras la oía hablar. Tomé aire con fuerza, más de la que pretendía, de forma que sonó como si estuviera sorbiendo por la nariz. Al final, solté el aire con un suspiro, pero la educación heredada de mi madre salió nuevamente a relucir, obligándome a sonreír aún sin ganas. A fin de cuentas, estaba allí por lo que yo había organizado.

Sí, no te preocupes, no es culpa tuya... -Traté de tranquilizarla, pasándome la mano por la cara mientras parpadeaba para recuperar la compostura- La vigilia no es dentro del hospital, la haremos fuera, frente a la fachada principal. Pero es a las nueve, aún es muy pronto. -Le indiqué, con toda la amabilidad que pude. Parecía que la chica se iba a marchar, tal vez para desistir de acudir a la concentración, o tal vez para regresar más tarde. Sin embargo, pareció recordar algo más. Me dijo que alguien me estaba buscando- ¿A mí? -Pregunté, sorprendido, hasta que caí en la cuenta. El centro comercial, desde allí me había mandado el mensaje mi primo- Oh, debía ser mi primo Peter. No le conozco siquiera, pero parece que se va a quedar a vivir conmigo una temporada... -Expliqué, preguntándome qué diablos hacía preguntando por mí a desconocidos por el centro comercial. Tampoco sabía nada de su edad, y no estaba seguro de qué significaba para aquella chica... "peculiar"- Gracias por avisarme, debe de estar en camino hacia aquí, de hecho. Por cierto, lo lamento pero no me he quedado con tu nombre. Yo soy Jayden, aunque eso ya lo sabes, porque me presenté en clase. Ellas son Diana y Amber... -Nos presenté, esperando que ella también lo hiciera. Quería acudir ya a ver a Tommy, pero no podía evitar hacer las cosas de aquella manera.

Miré con cierta decepción que me dijera que había llegado antes. La verdad es que no quería volver a casa y tentar el ver la cara a mi padre. Había hecho hasta los deberes, pero siempre tenía una excusa para gruñir y quejarse que me hiciera encerrarme en mi cuarto. 

Parecía que el tipo raro estaba previsto para llegar. Yo no le había dicho nada, porque la sensación que me había dado no era buena. No sabía mucho del tipo guay de la clase, pero mis labios estaban sellados. Anda que no había locos por ahí esperando poder secuestrar a algún adolescente perdido para pedir una recompensa. Locos que te tiraban batidos de chocolate encima.

-Violet, soy Violet... Sí, claro que te conozco y encantada- sonreí ligeramente a ambas chicas. -Siento las formas, no molesto más. Me equivoqué de hora y eso, ya nos vemos- levanté la mano ligeramente a modo de despedida, dando seguidamente media vuelta. Volví para casa, porque no se me ocurrían muchos más sitios para ir en aquel pueblo. La noche anterior mi visita había sido guiada y ese día me las había arreglado sola.

La chica, que se presentó como Violet, se despidió rápidamente después de que Jayden le aclarara el tema de la vigilia y de su primo Peter. Parecía una chica simpática y considerada, aunque algo despistada; ojalá la próxima vez que nos encontráramos fuera en mejores circunstancias.

- Encantada, nos vemos. – respondí yo también, alzando ligeramente mi mano a forma de despedida, girándome hacia Jayden y Amber cuando la chica se hubo alejado. - ¿Continuamos? – les pregunté, antes de bajar la voz para añadir algo sólo para Jay. – Sobre tu primo... Recuerda lo que hablamos en el almacén, ¿Vale? – le dije con una tierna sonrisa, recordándole el ofrecimiento que le había hecho en relación con aquella inesperada visita.

Violet salía por las puertas del hall del hospital mirando ya su móvil, bajo la atenta mirada de Diana, Amber y Jay, quienes se habían quedado parados tras la conversación con su compañera de clase. A la par que Violet salía, un hombre adulto entraba, también comprobando su móvil pero con prisa. El choque fue inevitable y el móvil de Violet se desprendió de sus manos con el golpe con aquel hombre quien, con unos veloces reflejos, lo cogió antes de que este callese al suelo.

- Perdón yo... - guardó silencio cuando alzó la cabeza y vio a la joven, sonriendo al descubrir quien era. - ... esto no puede ser casualidad, tropezar dos veces en el mismo día. Al menos esta vez pude salvar tu móvil. - Dijo mientras se lo tendía para que lo cogiera. - Ya veo solucionaste el problema de tu ropa... y nueva por lo que veo, perdón... huelo. - Mantuvo la sonrisa todo el tiempo en su rostro. - Antes de que digas nada, no te estoy siguiendo. Mi primo anda por aquí... aunque no se donde. - sonrió a Violet. - Iba a llamarle ahora mismo para averiguarlo.

Volvió a mirar su móvil, desbloquándolo con una mano y buscando nuevamente el número de Jay en su agenda. Le dio a llamada y alzó la cabeza al escuchar como un movil comenzaba a sonar en el hall, mirando fijamente a Diana, Amber y Jay, con la duda de si el joven que estaba con ellas se trataba de su primo o si era una de esas ridículas casualidades de la vida. Como tropezarse dos veces con la misma persona en lugares distintos de la ciudad.

Iba entretenida con el móvil, obviamente necesitaba saber cómo le iba a Holly y si más tarde pudiera ver a cierta persona para alegrarme el día. Es por eso que cuando tropecé y mi móvil voló mis ojos se abrieron de incredulidad. Vi pasar casi mi vida ante mis ojos, porque que tu móvil se vaya a la mierda es como algo de vida o muerte. Eso suponía todas mis fotos no descargadas, los vídeos, los números y muchos etcéteras se fueran a la mierda. Abrí la boca y solté un gemido de dolor, quedarme sin móvil implicaría suplicar a papá por otro y seguramente esta vez no colara hasta que no viera mis notas.

-Mierda...- siseé, más cuando vi el culpable de aquella catástrofe. Le quité rápido el móvil de sus manos, solo faltaba tentar más a la suerte. 

Entrecerré los ojos cuando dijo que olía mi ropa nueva. 

Rarito, rarito, tienes que tener un puto imán Violet. 

-Ehm, sí, gracias. Yo me voy y tal- dije guardando mi móvil en el bolso y casi corriendo hacia la puerta. Mejor era que me volviera a casa porque el día solo podía ir a peor. Solo faltaba que en la noche de velas se me prendiera el pelo o a saber, hoy Murphy había decidido escupirme en un ojo y maldecir mi suerte.