Partida Rol por web

Una garra helada encoge mi corazón al ver de nuevo el triste escenario en el que se desarrollo la muerte del Maestro Erdan. Ya ni siquiera el recuerdo de los ojos de Chaedrii, que me había acompañado durante todo el viaje, es capaz de eliminar la desazón que me embarga al contemplar el lugar.

Me acerco a los cadáveres de los asesinos, que se han vuelto nuevamente parte de la naturaleza al servir de alimento a plantas y animales, tratando de encontrar algún elemento identificador o alguna marca que pueda serme útil para identificar a otros como ellos. Tal vez algún símbolo de pertenencia a un determinado grupo, o una carta.

Una vez terminado el registro, me concentro, tratando de ignorar el putrefacto hedor que los cadáveres desprenden, para agudizar mis sentidos y cambiar a mi forma animal. Eso es aún peor, porque el olor se hace todavía más fuerte y penetrante. Sin embargo, logro concentrarme en el olor de mis enemigos y trato de encontrar un rastro que se aleje del lugar.

Todavía de mal humor responde a la pregunta de Valygar.  -Si, dice ser tesorero de un duque, no recuerdo bien su nombre.  Pero en realidad creo que es un timador que intentó engañarme para que robase un objeto por él.  El hecho de encontrarlo aquí refuerza mi idea.  La última vez que hablé con él se suponía que viajaría en barco y no por tierra.-  Luego miró al mediano, había algo de odio en su interior, pero no con la criatura sino con él mismo.  Quizás si se hubiese dejado llevar, si le hubiese hecho caso al mediano y hubiese recuperado aquel objeto, entonces seguramente Thurkear estaría vivo.  -No puedo decirle que es un placer verle señor Manosverdes, pero tampoco un desagrado.  ¿Pudo recuperar el objeto para su amo?- preguntó con malicia

Entre los cuerpos de los caídos encuentras un par de bolsitas de cuero con algunas monedas. En uno de ellos hay una nota, arrugada y medio manchada de sangre, pero todavía legible:

El Señor D. ha pagado por adelantado la mitad del precio acordado
para que se lleve a cabo el trabajo
Una vez obtengáis el Producto, debéis volver al punto
de reunión acordado por el cliente
en Thamasa

La nota viene sellada con el símbolo de una bandana negra atravesada por una daga, sello que no has visto en tu vida hasta ahora.

Después de transformarte en lobo, no te cuesta mucho trabajo identificar el rastro dejado, en parte gracias a la especial fragancia que la nuez ha dejado y todavía persiste.

Valygar asiente a tus explicaciones, se cruza de brazos y queda callado, esperando la respuesta de Puck.

El mediano sonría mientras da unos golpecitos con sus nudillos a una caja de madera que tiene entre sus piernas - Aquí está, a buen recaudo. Gracias a estos señores con los que ahora viajo he conseguido recuperar el jarrón - Puck señala a los guardias de la caravana, que tan solo hacen un ademán con la cabeza a modo de saludo - Tenían un par de días libres antes de que partiera su caravana, así que decidieron ayudarme. Perdí mi pasaje en La Niña Bonita ya que les llevó más tiempo del esperado hacerse con el encargo, pero por suerte accedieron a llevarme en la caravana de su señor por las molestias causadas.

- Conoce a esta gente, señor Manosverdes? - interviene un hombre de cuerpo voluminoso, barba espesa y cabeza despoblada, ataviado con elegantes ropas y joyas - Mi nombre es Basilio Thann, de mercancías Thann. Estoy haciendo la ruta de la Orilla del Dragón - aclara el hombre, refiriéndose a una de las principales rutas comerciales del sur, que bordea todo el lago del Reposo del Dragón, pasando por las ciudades más importantes - ¿A dónde se dirigen?

-A Barataria Señor- responde Ixen -Mi nombre es Ixen, cab...- se interrumpe, ya no lo era, ya no era un caballero dragón, había fallado.  Su rostro se inunda de tristeza pero logra ahogar el llanto -Siervo de Bahamut- continúa -mis padres son magos de la Torre Negra y he decidido visitarlos- miró la carreta y luego a cada uno de los hombres -Me alegran que hayan podido ayudar al señor Manosverdes, espero no les haya traído problemas-

Seguir el rastro es especialmente sencillo gracias al olor de la nuez. Sin verme frenado por mi forma homínida, Nindë y yo avanzamos por rapidez siguiendo el rastro. Deben de llevarnos una buena ventaja, así que es necesario cubrir las distancias con rapidez. Pero mientras nos internamos en la maleza, mi cabeza se hace numerosas preguntas. Especialmente, quién es el misterioso señor D. y qué interés puede tener en la nuez. La única solución es llegar al Thamasa a tiempo para presenciar el intercambio, y ver quién está detrás de todo esto.

El mercader responde con una sonora carcajada al mencionar si Puck les había causado problemas - Ahora tengo tres caballos libres y sitio en la caravana para cualquiera que quiera viajar en compañía hasta el siguiente destino. Ofrezco comida y campamento para cualquiera que me acompañe en el trayecto. Y pago unas monedas extra para aquél que me ayude a llevar mis mercancías a salvo - el hombre levanta una ceja, esperando que aceptes la oferta que te acaba de hacer.

- Y una vez que lleguemos a Thamasa, yo todavía tengo que viajar al norte - añade Puck Manosverdes con una sonrisa pícara - Sería un placer viajar con usted, señor Sepa - el mediano observa detenidamente a tu alrededor, como buscando algo. Su cara refleja extrañeza pero no añade nada más.

Sigues avanzando en dirección sur, siguiendo el rastro fresco de la nuez, durante dos días. El tercer día abandonas la seguridad del bosque de Midgar para internarte en las tierras sureñas de Shereda, el hogar de los dracónidos. El paisaje empieza a cambiar a medida que sigues avanzando tras el rastro de la nuez. La espesa vegetación del bosque da paso a páramos pantanosos; el aire limpio, fresco y puro se torna húmedo, caluroso y de olor rancio. Es este olor rancio el que interfiere y te lleva hasta los cadáveres muertos de varios animales y un hombre. Lo reconoces por llevar la misma vestimenta que los asaltantes que se llevaron la nuez...

Resignado ante su obscuro destino miró a su nuevo compañero de viaje, pensó una vez más en Thurkear y asintió. -Creo que le acompañaré señor.  Aunque no creo que sirva de mucho en caso de que sus mercancías necesiten protección- recordar cuán inútil era en el combate y cómo esto le había costado la vida a su compañero sólo servía para hundirlo más en su pena y su dolor.  No seguía adelante por honor ni por cumplir la misión que le habían otorgado, lo hacía por absoluto egoísmo, quería llegar a Barataria para saber si sus padres, o algún otro mago podía aliviar su pena, aunque eso significase borrar su memoria por completo.  No estaba muy seguro de esto último, no sabía si quería olvidar a Thurkear, pero estaba seguro de no querer recordarlo con dolor y vergüenza como lo hacía ahora.

Recuperando nuevamente mi forma humana, me acerco al cadáver del hombre. El olor que despide es realmente nauseabundo. Aun así, al ver que parece ser otro de los asesinos, me veo obligado a examinarlo. -¿Cuántos hombres eran?- Entre Fahuna, Nindë y yo nos habíamos desecho de muchos de ellos, y realmente solo tengo constancia de que uno hubiera logrado escapar. Evidentemente, también puedo estar equivocado.

Aun así, me extraña que otro de ellos haya muerto, así que trato de encontrar la causa de lo ocurrido. Igualmente, registro el cadáver, para ver si encuentro cualquier otra pista. Nindë, mientras tanto, aprovecha para alimentarse de los restos de los animales que hay alrededor.

Las heridas que causaron su muerte fueron causadas por animales. Dentelladas y desgarros salvajes hicieron sangrar al hombre que está a tus pies hasta que murió. A pocos pasos se encuentra el cadáver de un animal cuyas características coinciden con las incisiones, un enorme felino como Nindë. El animal tiene heridas y cortes profundos de arma blanca. Probablemente se mataron mutuamente.

También registras concienzudamente el cadáver del ladrón, pero solo porta una nota, con el mismo mensaje que encontraste en el cadáver de su compañero días atrás, citando al ladrón en Thamasa para reunirse con el señor D.

Me acerco a la enorme pantera, qué se encuentra saciando tranquilamente su apetito con algunos de los cadáveres, mientras le acarició la cabeza. -Vamos, compañera... me temo que el viaje será más peligroso a partir de ahora- Sí el animal ha acabado con el ladrón, es probable que nosotros también nos veamos importunados en nuestro viaje. Sin embargo, las dudas han comenzado a asaltarme.

Lleva la misma nota, pero tampoco tiene la nuez. Y no tengo constancia de que aquí haya peleado más gente... ¿o sí? Solo espero no haber equivocado el rastro. Supongo que solo me queda tratar de encontrar un camino a Thamasa y allí descubrir lo que está ocurriendo. Vuelvo a tomar la forma de lobo y trato de volver a encontrar el camino que han seguido mis enemigos, pero temo que los olores del pantano interfieran en mi búsqueda...

El viaje hasta Thamasa transcurre casi sin incidentes. Al segundo día de haberte unido a la singular caravana del mercader Basilio Thann, os encontráis a un par de lobos sarnosos por el camino, que se están dando un festín con los restos de una mujer que iba sola por el camino. Los lobos, lejos de asustarse por la llegada de la caravana, se lanzan con rabia contra los guardas que van en cabeza y matan a uno de los caballos antes de que consigáis reducirlos.

- Ya tenemos la cena de esta noche! - comenta en tono alegre Puck Manosverdes

- Y un par de pieles más para mis mercancías - replica el mercader riendo escandalosamente.

Tras desollar a los lobos y despiezarlos para aprovechar la poca carne que tenían, reaudáis la marcha y al cabo de dos o tres horas, faltando poco para que empieza a anochecer, un elfo aparece en escena acompañado por una enorme pantera negra como la noche

Continuando tu viaje rumbo a Thamasa, faltando poco para que empieza a anochecer, terminas de atravesar el pantano, sales a un camino y justo te cruzas con una caravana que pasa por allí. La caravana está compuesta por dos carros tirados por caballos, repletos de mercancías y seis guardias montados a caballo, de los cuales cuatro van en cabeza. La caravana ocupa casi toda la calzada así que tienes que permanecer a un lado para dejarles pasar. Un hombre de cuerpo voluminoso, barba espesa y cabeza despoblada, ataviado con elegantes ropas y joyas tira de las riendas del primer carro mientras que un mediano, con una mata de pelo castaña y enmarañada, va guiando el segundo carro. Los otros dos jinetes, un hombre de tez oscura y un dracónido, cubren la retaguardia.

- Pero qué ven mis ojos! - dice sorprendido el mediano al descubrir al elfo - Para el carro, Basilio!

La caravana se detiene y el hombre corpulento que va en el primer carro se da media vuelta para ver qué quiere el mediano. Al fijarse él también en el elfo, le pregunta - ¿También conoce a este elfo, señor Manosverdes? - el hombre emite un suspiro - Si nos paramos con todos y cada uno de los transeúntes de esta ruta comercial, jamás llegaremos a Thamasa...

-¿Thamasa?- Realmente, no sé bien de qué están hablando ni el mediano ni el hombre, puesto que no conozco a ninguno, pero aprovecho para presentarme. -Mis saludos, viajeros.- digo cortésmente, haciendo una señal a Nindë para que se mantenga a mi lado obedientemente, sin asustar a la caravana. -Soy Elnaemil, druida del Círculo de la Hoja. Me temo que no tengo el honor de conoceros, pero me encuentro perdido en mi camino a Thamasa, lugar al que creo que os dirigís. Tengo ciertos conocimientos de curación y tal vez podría seros útil en el camino si me permitierais acompañaros.

El viaje parecía un viaje más, sin embargo no lo era para él, pues al alcanzar Barataria todo podía cambiar para bien o para mal.  Cuando los lobos atacaron ni siquiera intentó colaborar en la defensa, sabía que no podría con ellos y no tenía sentido ser responsable de mas muertes.  La visión de la mujer muerta y semidevorada evocó en su memoria a su fallecido amigo y otra vez el dolor en su pecho creció.

De repente se cruzaron con un hombre al que acompañaba una poderosa criatura y por las formas en que el animal se comportaba supo que su relación era similar a la que había compartido con Thurkear.  Otra vez sufrió y se lamentó en soledad y con vergüenza, se encerró en si mismo y deseo que aquel hombre siguiese viaje, que se alejase de él y que dejara de recordarle lo que había perdido.

- Un curandero? - pregunta algo extrañado el hombre - Nos vendrá bien tu compañía y tus habilidades si nos volvemos a encontrar con un grupo de animales sedientos de sangre como la manada de lobos de hace un rato. Por cierto, mi nombre es Basilio Thann, de mercancias Thann. Tal y como le dije a los dos últimos - dice señalando al dracónido y el hombre de tez oscura que va a su lado - ofrezco comida y campamento para cualquiera que me acompañe en el trayecto, y pago unas monedas extra para aquél que me ayude a llevar mis mercancías a salvo.

- Te tocará viajar conmigo, en el carro - comenta alegremente el mediano, mientras hace una señal para que te subas a su lado - recientemente hemos perdido el último caballo que nos quedaba libre. Aunque tu compañera debería seguirnos a pie - dice mirando con recelo al animal - Yo soy Puck Manosverdes, tesorero del gran Duque de las Llanuras Doradas, Lord Alagondar Drake. Es todo un placer conocerle, señor Elnaemil.

-Será un honor acompañarles, y haré todo lo posible por resultar de utilidad. Si hay algún herido o enfermo trataré de curarle como mejor pueda, y mi compañera- digo acariciando la cabeza a Nindë -nos podrá proteger de los peligros que puedan surgir.

Subo al carro tras la indicación del mediano, haciéndole una señal a la pantera para que nos siga de cerca. Ella baja un poco las orejas y avanza obedientemente, manteniéndose totalmente calmada para no asustar ni a los animales ni a las personas de la caravana. -El placer es todo mío, señor Manosverdes- digo una vez que me he instalado en el carro.

- ¿Y qué es lo que trae a un elfo de los bosques hasta el sur? - pregunta a Elnaemil con total descaro el mediano - No suelen verse muchos elfos en esta tierra de dragones... - al nombrar a los dragones Puck echa una mirada hacia atrás, buscando con sus ojos oscuros la mirada perdida de Ixen