Partida Rol por web

Tierra de dragones había dicho Puck, supo que aquello no era más que una forma de preguntar por Thurkear.  Una sonrisa amarga se dibujó en su rostro.  Tierra de cerdos salvajes, pensó y otra vez la vergüenza y el dolor inundaron su ser y brillaron en sus ojos.  Un suspiro apagado escapó por su boca y sólo pudo recostarse, arroparse y buscar el consuelo o terror que pudiera traerle el sueño

Tras seguir la mirada del mediano hasta el silencioso draconiano, vuelvo a dirigirme hacia él, considerando la cantidad de información que sería conveniente desvelar ante el desconocimiento de mis enemigos. -Me temo que ando siguiendo la pista de unos ladrones que atacaron mi orden druídica. Asesinaron a varios de mis compañeros y robaron un objeto de valor, que estoy tratando de recuperar. Les he seguido el rastro hasta aquí, y sé que tenían intención de dirigirse hacia Thamasa.-

- Eso es terrible! Parece que este reino esté lleno de ladrones y asesinos... - el mediano vuelve a mirar a Ixen, que permanecía callado, y después vuelve su mirada hacia el elfo - Mi señor, Lord Alagondar, me envió para recuperar una valiosa pertenencia familiar que le habían robado. Como si lidiar con las bestias salvajes de esta zona no fuera suficiente, eh? Sabías que un par de lobos sarnosos nos han atacado poco antes de encontrarte? Y para colmo han matado a un caballo...

-Lamento escuchar que también vuestro señor ha sufrido un robo, y espero que tengáis suerte en vuestra búsqueda- le digo con cortesía -Ya he podido notar que los animales de está zona no son amigables en absoluto. Creo que también han causado problemas a mis enemigos, puesto que he encontrado el cadáver de uno de ellos.- parece que los lobos de la zona son particularmente peligrosos y espero que podamos llegar a nuestro destino sin contratiempos.

Al ver el interés que el mediano parece mostrar hacia el draconiano, no puedo por menos que preguntarle -¿Y quiénes son nuestros compañeros de la retaguardia?- digo refiriéndome tanto a este como al hombre de tez oscura.

- Por suerte ya la he encontrado - dice el mediano golpeando una pequeña caja que tiene entre las piernas - regreso a Figaro para devolver lo que es de mi señor. 

- Mi  nombre es Valygar, maese elfo - responde el hombre de tez oscura, haciendo un gesto con la cabeza a modo de reverencia sin soltar las riendas de su montura - Soy un vigía del camino. Encontré al señor Ixen mal herido cerca del refugio - dice señalando al dracónido - Hice todo lo que estaba en mis manos por curar su cuerpo, y pese a sus heridas ha sobrevivido.

Observo al llamado Ixen, que todavía permanece en silencio. Desde luego, no parece ser muy hablador. -Es agradable descubrir que todavía quedan en este mundo personas que se dedican a ayudar a los demás- indico a Valygar. -Me alegro de que se haya recuperado de sus heridas- digo simplemente, pues no quiero entrometerme en la vida de mis nuevos compañeros de viaje.

-Pues yo no me alegro en lo más mínimo- responde al hombre.  Sabía que estaba intentando ser amable con él, pero no tenía idea por lo que estaba pasando y no tenía idea de lo que Valygar desató al entrometerse. -Y tampoco me alegro tanto de que la gente se meta en asuntos de otros- dijo mirando a Valygar -Comprendo que a veces las intenciones pueden ser buenas, pero los resultados de este entrometimiento no siempre lo son señor elfo.  A veces uno no se cruza con una persona para aliviar su dolor, sino para infligirle el mayor de los tormentos- su mirada y sus palabras no tenían tintes de reproche en absoluto, sin embargo si mostraban un intenso dolor, un agujero en el alma que jamás se cerraría.

-Disculpe si mis palabras le han ofendido- respondo, algo sorprendido por la reacción del dracónido, sin saber muy bien qué responder. -Pero si lo que decís es cierto, es probable que hubiera muerto de no ser ayudado. Y pese a no conocer su situación, me cuesta creer que renunciar a la vida hubiera sido una mejor solución a sus problemas.

Bufó malhumorado.  -No me has ofendido y es lógico que no entiendas mis palabras pues ignoras todo sobre lo que esta emitiendo juicio- reflexionó un segundo, por más dolido que se encontrara no tenía por que ser descortes con el hombre.  -Discúlpame, no es mi mejor momento y no me he expresado de forma correcta.  Quise decir que no sabes nada de mi y por eso es lógico que no comprendas, pero déjame hacerte una pregunta.  ¿Querrías continuar viviendo si perdieras la mitad de tu ser?  ¿Querrías continuar viviendo si te arrebataran la mitad de tu esencia?- aguardó unos segundos y agregó -Créeme, hace ya varios días que revuelvo en mi mente y en la mitad de mi alma en busca de una excusa para seguir viviendo y todavía no la encuentro-

Reflexiono unos pocos segundos ante la dureza de la pregunta y luego respondo finalmente -No puedo hablar de lo que haría con seguridad, porque nunca me he visto en una situación semejante. Pero posiblemente, a pesar del dolor que eso me pudiera causar, trataría de seguir viviendo para poder desempeñar el papel que tengo en esta vida. No nos debemos solo a nosotros mismos, sino también a las personas que nos rodean. Aunque la muerte sea un paso ineludible en todo ser viviente, me cuesta creer que se pueda sacar un beneficio de adelantar ese momento.- Tras permanecer unos pocos segundos en silencio, vuelvo a dirigirme a Ixen para preguntar -Realmente, no termino de entender el mal que sufrís, pero ¿estáis seguro de que no existe ninguna cura para remediarlo?

Asintió ante las palabras del elfo, era claro que pocos podrían saber lo que le estaba pasando.  -A eso voy a Barataria.  Allí están mis padres.  Buscaré su consuelo y sabiduría y luego terminaré de decidir mi destino-Dejó de mirar al elfo y perdió su vista en el camino que dejaban atrás, cabizbajo y melancólico, deprimido podría agregar, se sumió nuevamente en el silencio.

La noche cae rápida sobre vosotros, casi sin que os deis cuenta. Basilio Thann decide parar la marcha para acampar y pasar la noche. La caravana se detiene a un lado del camino, en una pequeña explanada situada junto a unos montículos que sirven para daros cobertura. Entre todos montáis un campamento, con la hoguera en el centro proporcionando luz y calor.

El mercader abre uno de sus cajones de mercancías, donde lleva ahumados y salazones, así como pan del camino y vino - Productos no perecederos, ideales para viajes largos, para alimentar a mis guardias, jeje - dice el fornido comerciante, pavoneandose. 

Tras el "festín" de la cena, se hacen los repartos de grupo para las guardias y a vosotros dos os toca hace la primera ronda junto con Valygar.

La luz del día te ciega durante unos minutos. El aire fresco de la mañana inunda tus pulmones y el cielo se abre paso sobre tu cabeza después de lo que te ha parecido una eternidad. 

- Por todos los dioses, vegetación! - grita Garret que se tira al suelo para oler y tocar la hierba, que todavía conserva el rocío de la mañana - Jamás creí que llegaría a echar de menos algo tan insignificante...

Cuando tu vista consigue adaptarse definitivamente a la luz te percatas de dónde te encuentras. La salida de la cueva está situada en unos montículos a cerca de un camino empedrado. A escasos metros de la salida de la cueva hay montado un campamento improvisado.

- Buenos días, viajeros - dice un hombre de tez negra, embutido en un armadura de cuero. Va armado con un arco a su espalda pero no parece representar ningún peligro. Detrás de él algunas personas del campamento empiezan a levantarse y a centrar su atención en vosotros. Aunque en su mayoría son humanos, el grupo acampado también cuenta con un dracónido, un mediano, un elfo y hasta una pantera negra!

Vuestra guardia transcurre sin incidentes y tras el relevo, la noche se pasa volando. Al día siguiente, los primeros rayos del sol y el frescor matutino os despiertan. Pero no es hasta que escucháis a Valygar dar los buenos días que os levantáis. Enseguida os percatáis de que el saludo no era para vosotros sino para un par de personas que están fuera del campamento.

Se trata de dos hombres de mal aspecto, magullados y polvorientos y con evidentes síntomas de desnutrición. El más joven no aparenta más de 18 años, es alto, moreno y de ojos verdes, va enfundado en una cota de mallas y porta hacha y escudo. Su compañero ronda en torno a los 25 años, es moreno y lleva perilla y de los dos es el que muestra un estado más lamentable. 

A pesar de estar agotado no me relajo ante la presencia de los desconocidos -Lo que me faltaba es tener más problemas, maldita sea- Pienso mientras me interpongo entre Garret y los desconocidos debido a su brazo roto

-Buenas ¿Podrian ayudarnos? Mi amigo tiene un brazo roto y llevamos días vagando por esas cuevas-

Tras una noche de sueño no demasiado reparadora, en la que revivo los fatídicos acontecimientos en los cuales nuestro círculo se vio destruido, me despierta el saludo de Valygar. Al ponerme en pie, observo con sorpresa a los dos hombres que se acercan al campamento, en un estado verdaderamente lamentable.

El más joven se interpone entre su compañero y nosotros, deteniéndome cuando me disponía a avanzar hacia él. Sin embargo, sus palabras demuestran que no son hostiles sino que van buscando ayuda. Tal y como se encuentran los caminos últimamente, no puedo negar que la precaución que ha tomado esté completamente justificada.

-Mis saludos. Tengo unas ciertas dotes en el arte de la curación, y si está en mi mano trataré de ayudaros en lo que sea posible- digo sin avanzar, para permitir que sean ellos los que se adelanten cuando se aseguren de que no vamos a atacarles -Su compañero parece estar especialmente necesitado de cuidados y si a la caravana no le importa, podría tratar de echarle un vistazo a su brazo de inmediato.

La noche había sido un verdadero infierno, las pesadillas poblaron su mente y el dolor revivió con una fuerza arrolladora, gimió y gritó despertándose a si mismo y a otros como había hecho durante todo el viaje.  Rememoró los ojos del cerdo y el fuego abrazador del dragón y maldijo a Valygar una vez más.

Volvió a despertase con la voz del moreno, saludaba a otros que habían llegado, aquella se había convertido de repente en una caravana poblada de desgraciados bufó por la nariz se incorporó y se alejó del resto camino a unos arbustos en busca de un lugar donde aliviar su vejiga.  No quería hablar con los extraños y aquella era tan buena excusa como cualquiera, sintió el sonido que produjeron sus tripas, se llevó una mano al estómago y comprendió que no sería su vejiga lo único que aliviaría.

- Vaya, vaya, vaya... qué tenemos aquí! Más bocas que alimentar a costa del viejo Thann? - un hombre corpulento, engalanado con ropas de buena calidad, sale del campamento al ver a los recién llegados y fulmina con una mirada severa a Valygar.

- Estas personas están heridas y cansadas - responde el hombre de piel negra en tono de reprimenda - Es mi deber, como vigía de los caminos, proporcionar ayuda a los viajeros cuando sea posible. 

El hombre suspira, como con resignación, y a continuación dibuja una extensa y forzada sonrisa en su cara - ¡Bienvenidos, pues, a mi caravana! Mi nombre es Basilio Thann, de mercancías Thann - dice haciendo una reverencia -  Todavía no hemos empezado a recoger el campamento, así que tenéis suerte. Nuestro amigo elfo Elnaemil, autodenominado curandero, así como Valygar "El Vigía de los Caminos" podrán tratar vuestras heridas mientras el resto de mis hombres pone a punto la caravana para seguir nuestro viaje. Estamos a menos de una jornada de Thamasa, la ciudad más próxima.

- Muchas gracias por vuestro ofrecimiento - comenta el hombre del brazo roto - Estaremos en deuda con vosotros por esto. Mi nombre es Garret.