Partida Rol por web

¿Mujer maniatada? Pasan casi todos los días por este paso algún que otro grupo con personas secuestradas para vender. Aunque no me fijo mucho en las mujeres...

Simultáneamente, gracias a la distracción de Matagatos, Ponzoña iba rasgando las gruesas cuerdas de la red. Ya casi había conseguido cortar una intersección, cuando el cuchillo se le cayó a cámara lenta hasta la arena. En el fondo sabía que se trataba del destino, de algo muy malo que había hecho en alguna vida pasada, y que ahora le había llevado inexorablemente a las garras de los Sodomitas.

Entonces, ¿qué? ¿Estás interesado? ¿En meterte dentro, me refiero? Un chico joven como tú siempre es algo digno de ver.

A treinta pies de allí, Bimbawa se acunclilló junto al durmiente Rastrojo. Deslizó sus diestros dedos por el costado del chamán.

Acuchicuchicuchicú... Acuchicuchicuchicú...

Jusjusjusjus...-rió Rastrojo, entre dientes y aún con los ojos cerrados.

En reacción a las cosquillas de Bimbawa, Rastrojo se giró sobre el costado opuesto, quedando tumbado de lado entre los dos carros.

Vamos a intentarlo otra vez...

Esta vez los dedos subieron y bajaron desde casi la axila hasta las costillas flotantes. Rastrojo se estremeció de nuevo.

Acuchicuchicuchicú... Acuchicuchicuchicú...

Jusjusjusjus...-volvió a reír.

Pero nada. El chamán estaba tocado por la gracia de los espíritus de esos de dormir hasta tarde y no dar palo al agua. Era un ser divino imperturbable... o un gran gandul.

Sacamantecas lanzó un vistazo al interior del parapeto que habían formado con los carros. Observó a la prostituta intentando despertar a Rastrojo y la cara del rufián se tornó de color carmesí. Roja de ira.

¿Qué hacía ese gañán ahí durmiendo mientras estaba todo el grupo en peligro?

- ¡Despierta de una vez a Rastrojo! - Espetó a Bimbawa. - Si no hace algo pronto, como haría un buen líder, esos sodomitas van a hacer honor a su nombre con nuestro rastreador... - Gruñó enfadado. 

Miró luego a Preocupado, que seguía en pie junto a él manteniendo la posición, y le dio un leve codazo. - Oye... deberías hacer que vuestro chamán negocie o algo con esos tipos... Y que se de prisa. -

-¿Y por qué quieren pasar por aquí? ¿Acaso hay algo al otro lado que merezca la pena?-preguntó el oscuro, ignorando la pregunta de su interlocutor de momento. Pero aquello no le estaba gustando nada. Iban a tener que pasar por allí, y aquellos tipos eran unos ladrones en el mejor de los casos. Y la cifra que pedían no era baja. Quizás proclamar que eran la temida Compañía Negra les haría rebajar un poco el precio...

Miró el cuchillo clavado en la arena y ahogó un juramento. Después, deslizó la mirada a la intersección que había estado cortando e introdujo los dedos en ella y tiró en un intento de rasgar y hacer el agujero más grande.

Sabandija apenas prestaba atención al sodomita ni a las palabras de Matagatos. Su vista estaba fija en los torpes intentos de Ponzoña por salir de la red en la que había sido hecho preso. Cuando a éste se le cayó el cuchillo, Sabandija encogió el cuello casi como si se le hubiera caído a él de punta en el pie descalzo. Sabandija no era un hombre muy masculino aunque, después de lo de Sierra, su propia concepción de sí mismo había cambiado un poco. Sin embargo pensó en que para un sodomita, de los tres que se habían acercado de avanzadilla, él pudiera ser el que menos llamara la atención. Estaba Matagatos, con su piel blancucha, su aura de misterio y esa mirada penetrante y melancólica. Y luego estaba el enorme Campaña, el sueño de cualquier sodomita. Así que de nuevo comenzó a escabullirse dando unos pasos atrás, ocultando sus intenciones tras el enorme cuerpo del gigante de la Compañía, para luego tratar de acercarse a Ponzoña y ayudarle con sus infructuosos intentos de escapada.

No dudaba de las habilidades de Bimbawa como prostituta, se había ganado una buena reputación, claro que no lo sabía de primera mano si no por comentarios de algunos de sus compañeros.

Pero despertando a chamanes no tiene futuro la pobre.

Observaba con resignación como los intentos de la mujer se quedaban en nada y el chamán seguía dormiendo en una situación crítica. Le preocupaba que sin él al mando de las negociaciones todo fuera a fracasar y además Matagatos no parecía la mejor opción para hacer entrar en razón a aquellos tipos. Él era un oscuro, pero Rastrojo era chamán y todas las tribus respetaban a los chamanes.
Se encogió de hombros ante la petición de Sacamantecas, no le gustaba tener que abandonar su posición y mucho menos tener que ser él el que despertara al chamán, pero si no lo hacía rápido todo podía venirse abajo. Dio un último vistazo alrededor comprobando que todo seguía tranquilo y después intercambió unas rápidas palabras con Sacamentecas.

-No pierdas ojo de cualquier cosa que pase, avísame al mas mínimo cambio. -Dicho esto se acercó a donde estaba recostado Rastrojo y como estaba prohibido tocar a los chamanes dio la vueta a su lanza y comenzó a golpearlo en el brazo con ella.- ¡Rastrojo, despierta! ¡Te necesitamos ahora!

El sodomita se encogió de hombros ante la pregunta de Matagatos.

La gente que viene por aquí lo suele hacer por el mercado de esclavos, supongo. Lo que la gente haga con su culo no es asunto mío... en la mayoría de las ocasiones, ¿ajá? ¿Sabes lo que te digo?

Rastrojo reaccionó a los golpes de Preocupado girándose y volviéndose a poner boca arriba. Tenían que haber intentado eso hace cinco segundos. Ahora que el chamán había cogido bien el sueño ya no iba a ser tan fácil de despertar.

No me gusta nada lo que estoy a punto de hacer...

¡Sacamantecas, ven conmigo! No sé qué pretendéis que haga ese mestizo, las negociaciones son mi fuerte.

También puede ser que Usurero no reaccionara hasta que el sodomita mencionó que había un mercado en el que hacer negocios. Aún así, no le agradaba la idea de tener que negociar en territorio desconocido. Usurero bajó del carro, dejando a Ikharus como único vigilante de los carros ahora que Preocupado trataba de despertar al Chamán.

¡Eh, tú! ¡Sodomita! ¿Un esclavo también tiene que pagar también cinco platas para pasar por aquí?

Ay, abuelete, claro que no. Los esclavos son mercancía. No se paga por la mercancía que se transporte, solo por los mercaderes que pasen.

Entiendo... ¿Y las mujeres que acompañen la caravana? ¿Para ti las mujeres son objetos o personas que necesitan progresar?

¿Las mujeres? Objetos, por supuesto. Son esas cosas molestas y lloronas que nadie necesita. Las mujeres que acompañen la caravana tampoco necesitan pagar las cinco platas.

Y si ahora nos marchásemos todos y volviésemos viajando en el interior de un carro conducido por una mujer, ¿cómo sabéis quién es mercancía y quién tiene que pagar? No podéis, ¿me equivoco?

Ah, pillines... muy astuto por vuestra parte. Pero si conduce una mujer el carro, ¿cómo lo aparcaría si las mujeres no saben aparcar? Esa situación que dices no se va a dar, así que tranquilos... Podéis dejar que conduzca una mujer, bastante tienen ellas con lo suyo como aún por encima pagar.

Baja al K'Hlata de la red, vamos a cruzar-dijo a los Sodomitas-. Y el resto... ¡Atad los caballos a los carros! Bimbawa y Khadesa conducen, los hombres viajamos en la parte de atrás de los carros.

Cuando el Sodomita bajó la red con Ponzoña, casi aplasta sin querer a Sabandija. Ni siquiera habían visto al Campamentero. En el suelo, con un punto de apoyo, la red se desplegó y Ponzoña pudo ponerse en pie y recoger su cuchillo.

Sacamantecas apenas podía creerlo. Cuando vio a Usurero salir lanzado en dirección a los sodomitas, el rufián apenas tuvo tiempo de reaccionar. Salió atropelladamente en pos del hombre que le pagaba la plata y asistió a la negociación impertérrito, pero con un arma a mano por si tenía que intervenir.

Por fortuna para él, Usurero tenía cabeza, mucha más que Rastrojo, y acabó encontrando la forma de pasar sin tener que pagar. Regresó junto al resto y comenzó a cumplir las directrices de Usurero sin pararse a esperar que hubiera confirmación por parte de Rastrojo o alguno de los miembros de la Compañía. Por de pronto, ató su caballo y el de Usurero al carro y luego esperó a que Usurero subiera a la parte de atrás del carro para subir con él.

Lanzó una mirada a todos los presentes antes de incitarles a obedecer.

- ¡Vamos! ¿A qué esperáis? Es la única forma de pasar… si se os ocurre algo mejor… - Dejó caer.

Al final había sido Usurero el que había dado una solución a aquel problema, antes que su "glorioso líder". Aunque desde luego no esperaba que el inútil de Rastrojo les solucionara nada, y menos aún durmiendo como un ceporro. Dado que el oscuro no tenía nada que objetar contra el plan, simplemente asintió y procedió a atar su caballo. 

Cuando terminó, reparó en que Rastrojo continuaba dormido. Había que subirle al carro, y lo mejor sería despertarle, así que se acercó a él y, sin ninguna clase de pudor, le soltó un amplio bofetón con el dorso de la mano, que esperaba fuera suficiente para despertarle. De no ser así habría que cargarle en el carro, y depositarle de forma "poco delicada", a ver si con eso espabilaba.